Jaume Reixach, autor en El Triangle https://www.eltriangle.eu/es/author/autor-42/ El Triangle és un setmanari d'informació general, editat a Catalunya i escrit en llengua catalana, especialitzat en investigació periodística Wed, 17 Apr 2024 14:16:09 +0000 es hourly 1 https://www.eltriangle.eu/wp-content/uploads/2020/11/cropped-favicom-1-32x32.png Jaume Reixach, autor en El Triangle https://www.eltriangle.eu/es/author/autor-42/ 32 32 Puigdemont profana la memoria de Argelers https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/17/puigdemont-profana-la-memoria-de-argelers/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/17/puigdemont-profana-la-memoria-de-argelers/#respond Wed, 17 Apr 2024 14:16:09 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/17/puigdemont-profana-la-memoria-de-argelers/ ¿Pero quién se ha creído que es Carles Puigdemont? Su frivolidad con la memoria histórica y con los símbolos de la lucha contra el fascismo denotan un gravísimo analfabetismo político y una hiriente falta de tacto y de empatía con los combatientes antifranquistas y las víctimas de la Guerra Civil. Ha decidido presentarse como cabeza ... Leer más

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¿Pero quién se ha creído que es Carles Puigdemont? Su frivolidad con la memoria histórica y con los símbolos de la lucha contra el fascismo denotan un gravísimo analfabetismo político y una hiriente falta de tacto y de empatía con los combatientes antifranquistas y las víctimas de la Guerra Civil.

Ha decidido presentarse como cabeza de lista de Junts + Puigdemont x Catalunya (J+PxCat) a las elecciones autonómicas del próximo 12 de mayo con el objetivo de ser diputado del Parlament y, si la aritmética lo acompaña, repetir como presidente de la Generalitat. Por eso, ha abandonado su confortable residencia en el golf de Waterloo y se ha instalado en la Cataluña Norte, cerca de la frontera con España.

Imbuido de un egocentrismo y de una mitomanía desmedida, Carles Puigdemont cree que toda la campaña electoral pivota sobre su persona, intentando imitar a la figura de Francesc Macià, proclamado presidente de la Generalitat republicana casi por aclamación. La apropiación partidista que ha hecho de la localidad mártir de Elna –símbolo de la resistencia catalana contra la invasión cruzada en la edad media– es repugnante, como lo es la elección de Argelers como epicentro de los actos de la campaña electoral de J+PxCat.

La playa de Argelers fue el enorme e infame campo de concentración donde el Gobierno francés internó a más de 100.000 exiliados que se escaparon de las garras de la sanguinaria represión franquista, justo acabada la Guerra Civil. Entre los refugiados había muchos catalanes –uno de ellos, mi padre–, pero también miles de republicanos españoles, de todas las procedencias y partidos, que consiguieron pasar la frontera y fueron recluidos en este infierno al aire libre, con pésimas condiciones de salubridad e infraalimentados. Muchos murieron en este abominable descampado, víctimas del hambre, del frío y de enfermedades.

Convirtiendo a Argelers en un lugar de peregrinaje para asistir a sus mítines electorales, Carles Puigdemont profana el recuerdo de la tragedia que sufrieron los 100.000 refugiados de la Segunda República que permanecieron encerrados en este campo de concentración. Su intento de equiparar la España democrática con el régimen dictatorial del general Franco es grotesco, y el simulacro de identificar su exilio con el de los fugitivos de la represión fascista es un insulto a los enormes sufrimientos que tuvieron que pasar por culpa de la inhumana respuesta de las autoridades francesas a la retirada.

La empanada mental que lleva Carles Puigdemont es cósmica. Por un lado, hará sus mítines de campaña en Argelers -donde permanecieron internados miles de soldados republicanos, comunistas y anarquistas-, evocando la trágica historia de este lugar para apropiársela. Y, por el otro, presume de haberse reunido con la cúpula de Foment del Treball, desplazada expresamente a Perpiñán para verlo, cuando, situados en el contexto de la Guerra Civil, habrían estado todos en Burgos, bajo la protección y la tutela del dictador Francisco Franco.

Ha fichado de número 2 a una supuesta lumbrera de Silicon Valley, la ultraliberal Anna Navarro, que defiende, sin pestañear, la ampliación del aeropuerto del Prat -cuanto mayor, mejor- y, por otro lado, se vanagloria de haber incorporado al proyecto de J+PxCat a la asociación ecologista Alternativa Verde. Se trata de otro fake, como es habitual en su manera de hacer: los históricos fundadores del movimiento ecologista de Cataluña (Los Verdes-Alternativa Verde), los buenos amigos Santiago Vilanova y Xavier Garcia, han denunciado la usurpación malévola de sus siglas y han remarcado que, de ninguna forma, apoyan a la candidatura que encabeza Carles Puigdemont.

El candidato de J+PxCat, si rascas un poco, es la contradicción personificada. Siempre que puede, pone a parir a los socialistas, a quienes niega el pan y la sal. Pero ha hecho lo indecible para que su esposa, Marcela Topor, cobre un sueldo indecente de la Diputación de Barcelona, presidida por el PSC, para hacer una fantasmagórica tertulia en inglés en la televisión pública de este organismo, que tiene una audiencia ridícula.

En vez de estar agradecido por este indecoroso regalo que le han hecho los socialistas a su mujer, Carles Puigdemont participa, con sumo gusto, en las conspiraciones de salón para hacer caer a Pedro Sánchez, eso sí, después de la aprobación y de la entrada en vigor de la ley de amnistía, que espera que lo beneficiará. Los emisarios del PP mantienen contactos regulares con el entorno del expresidente de la Generalitat, en la perspectiva que falque una mayoría parlamentaria alternativa, encabezada por Alberto Núñez Feijóo.

En el núcleo duro de Junts hay muchos nostálgicos de los Pactos del Majestic (1996), con los que la vieja Convergència entronizó a José María Aznar en la Moncloa, a cambio de algunas concesiones significativas (supresión de los gobiernos civiles, eliminación de la mili obligatoria, mejora de la financiación autonómica, más competencias para los Mossos…). Carles Puigdemont se deja querer y no hace ascos a este escenario y a la reedición de unos Pactos del Majestic-2 para llevar a Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa, si los votos de Junts resultan imprescindibles.

Carles Puigdemont no es una persona de fiar y este es su principal hándicap político. Esta inconsistencia y falta de credibilidad están incrustados en su ADN. Que se lo pregunten a los consejeros de su Gobierno que, siguiendo sus instrucciones, fueron a su despacho oficial el 30 de septiembre de 2017 -y acabaron en la cárcel-, mientras él volaba en secreto de Marsella a Bruselas, sin haberlos avisado.

Tenemos un candidato de J+PxCat con vocación de mago y de funambulista. Pero la Cataluña de 2024 no necesita a un Houdini para gobernar nuestros destinos. Ya hace más de diez años que la política catalana es un circo y la gente ya está harta de ver a tantos payasos.

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El mínimo común múltiplo https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/11/el-minimo-comun-multiplo/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/11/el-minimo-comun-multiplo/#respond Thu, 11 Apr 2024 08:31:05 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/11/el-minimo-comun-multiplo/ Desde las primeras elecciones autonómicas del año 1980, el nacionalismo/independentismo siempre ha ostentado el poder en la Generalitat. Incluso los dos tripartitos de izquierdas (2003-10) tuvieron un fuerte componente nacionalista, por la presión de ERC y de ICV y por la impronta política de Pasqual Maragall -el apellido pesa-, que el presidente José Montilla no ... Leer más

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Desde las primeras elecciones autonómicas del año 1980, el nacionalismo/independentismo siempre ha ostentado el poder en la Generalitat. Incluso los dos tripartitos de izquierdas (2003-10) tuvieron un fuerte componente nacionalista, por la presión de ERC y de ICV y por la impronta política de Pasqual Maragall -el apellido pesa-, que el presidente José Montilla no quiso o no supo enmendar. Recordemos que el Nuevo Estatuto del 2006 -antecedente del procés, después de la sentencia del Tribunal Constitucional- fue formulado y aprobado por el gobierno tripartito.

Europa, y no solo Cataluña, tiene un pasado medieval. Si nos remontamos a siglos atrás, el Viejo Continente era un puzzle de reinos y ducados independientes que no han tenido continuidad histórica (Borgoña, Lombardía, Sicilia, Cerdeña, Lorena, Aquitania, Bretaña, Nápoles, Sajonia, Hannover, Württemberg, Baviera, Eslavonia, Venecia, Aragón-Cataluña, Castilla…). La posterior constitución de los Estados modernos, producto de guerras y de revoluciones, modificó las fronteras y creó nuevas entidades políticas, que son las que han vertebrado e impulsado, después de la hecatombe de la II Guerra Mundial, el gran proyecto de la Unión Europea.

Tenemos que saber leer la historia y adaptarnos a la realidad si queremos garantizar la continuidad y la prosperidad de Cataluña. La nación es un concepto político que ya no está de moda. En primer lugar, porque la dinámica comercial del mercado único europeo ha borrado las fronteras interiores. En segundo lugar, porque la moneda del euro ha creado y consolidado una nueva comunidad supraestatal de intereses. En tercer lugar, porque las tecnologías de comunicación -en las cuales las nuevas generaciones están totalmente imbuidas- han roto el sentimiento territorial de pertenencia para crear una imparable comunidad humana global. En cuarto lugar, porque las sociedades occidentales son, irreversiblemente, mestizas y multiculturales.

Quedan, como es obvio, expresiones de identidad local y nacional, pero que tienen, cada vez más, un componente lúdico y cultural, más que no político: los campeonatos de deportes de masas (fútbol, rugby, baloncesto, ciclismo…), los festivales de música como Eurovisión, las particularidades tradicionales heredadas (en el caso de Cataluña, la lengua, los castellers, Sant Jordi, las calçotades, el cagatió…) o las conmemoraciones de antiguas gestas patrióticas (el descubrimiento de América, nuestro 11 de Septiembre, el 14 de julio en Francia…).

Para encarar correctamente el futuro, Cataluña debe desprenderse del lastre del nacionalismo, que está instalado en la Generalitat ¡desde hace 44 años! (Para ponerlo en perspectiva, la dictadura franquista duró 39 años). Con la llegada de Jordi Pujol al poder, en 1980, emprendimos un camino que, mutatis mutandis, ha llegado hasta hoy. En muchos sentidos, Esquerra Republicana (ERC) actúa como la heredera de Convergència y sus dirigentes se han dedicado a intentar sublimar el «sueño húmedo» del pujolismo, que era la materialización de la independencia.

Los socialistas de Salvador Illa apuestan por pasar página, después de la calamitosa aventura procesista. No. Lo que hace falta es cambiar de libro, porque el cuento de la recuperación y recreación de la mitificada Cataluña medieval, cuando nuestros antepasados conquistaron Mallorca y València y dominaban el Mediterráneo, se ha acabado. Por la «vía étnica», como predica la candidata xenófoba Sílvia Orriols, tampoco vamos a ninguna parte y hacemos el ridículo.

Lo realmente relevante de las próximas elecciones del 12-M es que las fuerzas independentistas, después de muchos años siendo hegemónicas, pueden no sumar la mayoría absoluta en el hemiciclo. Un síntoma del cansancio de este proyecto de sociedad es que se presentan hasta siete candidaturas que propugnan la vía secesionista (ERC, JxCat, la CUP, Alhora, Aliança Catalana, Front Nacional y Convergents) ¡y eso que no ha prosperado la lista cívica que promovía la ANC ni Solidaritat Catalana per la Independència ha obtenido el número de avales necesarios! Después del fracaso en la gestión política del referéndum del 1-O, todos se tiran los platos por la cabeza y cada uno de ellos cree que tiene la razón y la solución mágica.

Hay que aprovechar este desconcierto y esta desbandada del segmento independentista para hacer avanzar una alternativa desnacionalizadora que nos inserte plenamente en el proyecto de construcción europea. El principal enemigo del nacionalismo catalán es el nacionalismo español: no pueden existir el uno sin el otro. Pero hay vida -muy interesante y fructífera- fuera de esta dialéctica cainita.

Como la religión, el sentimiento patriótico tiene que ser algo que quede en la intimidad de cada cual. Como nos ha enseñado la historia -y ahora mismo, lo vemos en Palestina y en Ucrania- el nacionalismo exacerbado es una fuente de odio, de conflictos, de enemistades, de desgracias y de dolor. Guardemos las banderas para apoyar a nuestro equipo de fútbol o para adornar los balcones por Sant Jordi, pero no para agredir al vecino ni declararle la guerra.

La gente está cansada y harta de los enfrentamientos tribales y de la violencia que conlleva inherente. Desde que salimos de las cavernas hasta hoy, que todos estamos conectados al wifi, la humanidad no ha parado de avanzar y de evolucionar. La etapa de las pulsiones nacionalistas, que vivimos y sufrimos con gran virulencia durante los siglos XIX y XX, está en absoluta decadencia, porque ya sabemos cuál es el altísimo precio que hay que pagar y ahora no tiene ningún sentido.

Salvador Illa, si gana las elecciones catalanas, no solo tiene que intentar formar gobierno. Tiene que cortar y hacer un reset de la inercia que arrastramos en Cataluña desde hace 44 años. Hay un mínimo común múltiplo que abarca a una amplia mayoría social catalana, incluidos una buena parte de los independentistas: el federalismo.

¿Qué es el federalismo? Lo sabemos bien, porque es el sistema de gobierno que tienen en Estados Unidos o en Alemania, donde cada una de las entidades federadas tiene amplias competencias de autogobierno. También es el esquema de construcción de la Unión Europea y se acerca mucho al Estado de las Autonomías que tenemos en España, que hay que reformar, modernizar y mejorar.

Desde Cataluña siempre hemos idealizado la monarquía de los Austrias, en contraposición a los Borbones, porque organizaba sus dominios de manera confederal (aunque la Guerra de los Segadores y la pérdida de la Cataluña Norte se produjo durante el reinado de un Austria, Felipe IV). El espíritu de los Habsburgo está muy presente en la refundación de Alemania después de la II Guerra Mundial y siempre he pensado que la solución a los viejos y envenenados conflictos territoriales de España pasa por fotocopiar y adoptar la Constitución alemana.

En la necesidad y conveniencia de hacer evolucionar el Estado de las Autonomías hacia un verdadero Estado federal pueden coincidir Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, con el apoyo de sus barones territoriales. También los sectores más pragmáticos del soberanismo catalán se avendrían a superar, por esta vía, el callejón sin salida que significa que la reforma del Estatuto de Autonomía aprobada en referéndum fuera mutilada por el Tribunal Constitucional.

Tenemos que cerrar el libro del nacional-pujolismo, que nos ha llevado al precipicio y al desastre, y abrir el nuevo libro del federalismo, que nos aportará nuevas ideas, debates y resultados muy interesantes y productivos. Esta es la oportunidad y el reto que nos ofrecen las elecciones del 12-M y por eso hace falta que Salvador Illa -continuador del pensamiento y la praxis tarradellista- obtenga una victoria clara.

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Vox y Sílvia Orriols: el mismo peligro https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/02/vox-y-silvia-orriols-el-mismo-peligro/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/02/vox-y-silvia-orriols-el-mismo-peligro/#respond Tue, 02 Apr 2024 14:26:05 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/02/vox-y-silvia-orriols-el-mismo-peligro/ Este próximo 25 de abril se celebra en Portugal el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, el levantamiento militar, apoyado entusiásticamente por la población, que acabó con la larga dictadura iniciada por António de Oliveira Salazar en 1925. Este hecho histórico tuvo un gran impacto en España, que en 1974 asistía a las ... Leer más

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Este próximo 25 de abril se celebra en Portugal el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, el levantamiento militar, apoyado entusiásticamente por la población, que acabó con la larga dictadura iniciada por António de Oliveira Salazar en 1925. Este hecho histórico tuvo un gran impacto en España, que en 1974 asistía a las dramáticas postrimerías del franquismo.

Para muchas generaciones de españoles, la revolución portuguesa fue una fuente de admiración y de inspiración. Son miles los jóvenes y no tan jóvenes que, en aquellos días y meses de euforia por la derrota de la dictadura y la conquista de la democracia, viajaron a Lisboa para vivirlo y compartirlo en directo.

A pesar del atraso crónico que, con relación a España, siempre ha castigado a Portugal, este país vecino nos ha dado y nos da importantes lecciones históricas. La sublevación militar de los capitanes de abril, como manera expeditiva y fulminante de liquidar el terrorífico régimen dictatorial, contrasta con la incapacidad de las fuerzas democráticas españolas para acabar con la dictadura del general Francisco Franco, que murió en una cama de hospital, después de una larga agonía.

Los portugueses pasaron de la noche de la opresión al día de la libertad, sin ninguna transición pactada con los jerarcas de la dictadura salazarista ni ninguna necesidad de transigir con los verdugos -en especial, los de la terrible policía política PIDE-, que fueron detenidos, juzgados y condenados. No se tuvieron que tragar al jefe de Estado impuesto por el dictador, como fue el caso del rey Juan Carlos I en España, y pudieron elegir directamente al nuevo presidente de la República y a sus representantes en la Asamblea, sin ninguna presión ni amenaza del poder fascista derrocado.

Desgraciadamente, el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles -que será exaltado con todos los honores y celebraciones que merece en Portugal- pasará inadvertido en España, donde no hay nada previsto para dar relevancia a esta conmemoración, a pesar de que tuvo una influencia decisiva en el retorno de la democracia a nuestro país. Hoy, las relaciones ibéricas son buenísimas y estrechísimas, los dos países formamos parte de la Unión Europea (UE) desde el año 1986, no hay fronteras.., pero continuamos mentalmente muy alejados, como demuestra este imperdonable olvido del gran hito que significó el 25 de abril de 1974.

Precisamente, desde hace cinco años edito el diario digital EL TRAPEZIO (eltrapezio.eu), con la voluntad de profundizar en el mutuo conocimiento y entendimiento, a todos los niveles, entre ambos países y también en el ámbito de la iberofonía, que abraza a más de 800 millones de personas de cuatro continentes. Este proyecto editorial lo acompañamos con la publicación de libros especializados en esta realidad geopolítica y con la celebración de actos y debates públicos.

Desde la entrada en la UE, Portugal ha experimentado un gran crecimiento económico y ha logrado, en la práctica, la convergencia con España. Quedan retos importantes, como la necesaria construcción de un nuevo aeropuerto internacional en Lisboa o la conexión de la capital por trenes de alta velocidad con Oporto-Vigo y con Madrid, pero ya están sobre la mesa y se acabarán ejecutando. En este sentido, la organización del Mundial de Fútbol del 2030, junto con España y Marruecos, será un factor determinante para acelerar estos proyectos.

En estas últimas semanas, Portugal nos ha dado una doble lección política. De un lado, el primer ministro socialista, António Costa, que gobernaba con mayoría absoluta, presentó su dimisión al ser objeto de una investigación de la Fiscalía por un caso de presunto tráfico de influencias. Parece que todo ha sido una confusión y que se trata de un error de la Fiscalía, pero António Costa no dudó ni un instante en dejar el cargo para salvaguardar la honorabilidad de la institución.

La corrupción es el cáncer de la democracia y se tiene que extirpar de raíz ante cualquier sospecha. António Costa ha predicado con el ejemplo, aunque sea finalmente exculpado, y su gesto es digno de aplauso. Algo que, desgraciadamente, no pasa en España, donde los políticos se aferran al sillón y se niegan a dimitir, a pesar de las evidencias que han hecho un mal uso del poder que les han conferido las urnas.

En consecuencia, el pasado 10 de marzo se celebraron elecciones generales anticipadas en Portugal, que dieron la victoria, por los pelos, a la coalición de centroderecha Alianza Democrática (AD), con 80 escaños. En segundo lugar, quedó el Partido Socialista, con 78, y la gran sorpresa la dio el partido Chega -el equivalente portugués de Vox- que experimentó un fortísimo incremento de los sufragios, obteniendo 50 diputados.

Siguiendo la dinámica española, si AD sumara el apoyo de Chega, conseguiría una cómoda mayoría absoluta. Pero la dirección de AD ha rechazado asociarse con este partido populista, xenófobo y de extrema derecha y ha preferido asumir en solitario el gobierno, que preside Luís Montenegro, con una precaria mayoría. Los socialistas han manifestado que pasan a la oposición, pero están satisfechos porque no se haya formalizado un acuerdo entre AD y Chega.

La primera decisión que había que tomar era la constitución de la mesa de la Asamblea (Parlamento unicameral). Y aquí, AD y PS han adoptado la fórmula de repartirse, dos años cada uno, la presidencia de la institución, que es el segundo cargo más importante del país, después de la presidencia de la República.

El parámetros políticos han evolucionado: en Portugal, en España, en Europa y en el mundo occidental. La emergencia de nuevos partidos ultraliberales y reaccionarios se ha ido consolidando por todas partes, en especial desde la presidencia de Donald Trump (2017-2021), amparada por la difusión masiva de fake news a través de las omnipresentes redes sociales.

Ya no tenemos solo el tradicional eje derecha/izquierda, matizado con las aportaciones de liberales y ecologistas. La aparición y pujanza de fuerzas ultranacionalistas, identitarias y de extrema derecha ha roto el tradicional tablero político, que ha sido la base del bienestar de nuestras sociedades. De repente, el autoritarismo, la antipolítica y la xenofobia están haciendo agujero en el electorado, ocupando importantes parcelas de poder, como pasa en Hungría, Italia, Argentina…

Gracias a la democracia, los antidemócratas están ahora en disposición de destruirla. Su papus particular es la Agenda 2030, aprobada en 2015 por la Asamblea de las Naciones Unidas y que plantea 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para garantizar el avance hacia una comunidad humana más justa, igualitaria y respetuosa con el medio ambiente, eliminando las plagas de la pobreza, del hambre y de la discriminación de las mujeres.

En Portugal, lo tienen claro: hay que cerrar el paso de Chega a las instituciones y, con este objetivo, AD y PS, desde sus diferencias ideológicas, están tejiendo una estrategia común para impedirlo. Algo que no pasa en España, donde el PP ha abierto las puertas a Vox para gobernar juntos en comunidades autónomas y ayuntamientos. ¡Qué gran error!

En el caso de Cataluña, el eje independentismo/constitucionalismo, que ha marcado la dinámica política de los últimos diez años, también llega muy desgastado a las elecciones al Parlamento de este próximo 12 de mayo. El peligro del neofascismo ya no lo tenemos solo del lado de Vox. La aparición de Aliança Catalana, que lidera la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, es la expresión local de la oleada trumpista y, al parecer, consigue muy buena receptividad en el segmento más intransigente del movimiento independentista.

No nos equivoquemos. En el combate de civilización que libramos hay que hacer como en Portugal y excluir de cualquier ecuación de gobierno a los representantes de los partidos populistas y xenófobos que amenazan la esencia plural y tolerante de la democracia.

El modelo de Pacto Democrático que se adoptó para encarar las primeras elecciones municipales catalanas de 1979 tendría que servir de referencia en la actual tesitura. En este sentido, es un mal síntoma que JxCat haya impedido que en Ripoll pueda gobernar una mayoría alternativa a la de Aliança Catalana. Si se hubiera conseguido este acuerdo amplio, hoy no oiríamos hablar de Sílvia Orriols ni tendríamos el peligro objetivo de su expansión electoral.

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La tomadura de pelo https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/25/la-tomadura-de-pelo/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/25/la-tomadura-de-pelo/#respond Mon, 25 Mar 2024 14:30:04 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/25/la-tomadura-de-pelo/ Elna es una localidad catalana cargada de historia que, a partir del Tratado de los Pirineos, pasó, desde el año 1659, a estar bajo jurisdicción francesa. Elna es, pues, un símbolo de la pésima política que desplegaron nuestros antepasados, en este caso el canónigo Pau Claris, el artífice de la primera, efímera y desastrosa República catalana, que buscó el ... Leer más

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Elna es una localidad catalana cargada de historia que, a partir del Tratado de los Pirineos, pasó, desde el año 1659, a estar bajo jurisdicción francesa. Elna es, pues, un símbolo de la pésima política que desplegaron nuestros antepasados, en este caso el canónigo Pau Claris, el artífice de la primera, efímera y desastrosa República catalana, que buscó el apoyo del rey borbón de Francia en la guerra de independencia del 1640 contra el rey hispánico Felipe IV, de la dinastía de los Austrias, y que acabó con una dolorosa amputación territorial del Principado.

Explican los anales, que en 1285, la población de Elna fue exterminada y las casas, incendiadas y derrocadas, en uno de los episodios más crueles de la guerra promovida por el papa Martín IV contra el rey catalán Pere el Gran. Los vecinos que se habían refugiado en la catedral de Santa Eulalia fueron asesinados y las mujeres, violadas. Por consigiuiente, Elna es una localidad mártir que merece la máxima consideración y respeto, en memoria del horrible genocidio que sufrió.

Y es en la población de Elna donde el ex-presidente Carles Puigdemont ha anunciado que vuelve a presentarse a las elecciones del Parlamento catalán del próximo 12 de mayo para intentar conseguir nuevamente el cargo. Además, ha asegurado que, si obtiene una mayoría en las urnas que le garantice la investidura presidencial, volverá a Cataluña, aunque no se haya podido beneficiar de la entrada en vigor de la ley de amnistía.

Carles Puigdemont lo ha vuelto a hacer. En su trayectoria política ha demostrado, en cantidad de ocasiones, que es un consumado prestidigitador, tanto en el uso de huecas palabras grandilocuentes como en las maniobras de escapismo que practica.

Despistó al helicóptero policial que lo seguía el día del referéndum del 1-O y aprovechó un túnel para cambiar de coche. Dejó con un palmo de narices a las masas independentistas con la proclamación, el 10 de octubre, de la DUI de los 8 segundos. Se escapó a Bélgica el 30 de octubre, después de convocar a todos los consejeros del gobierno para que fueran aquel día a trabajar normalmente al despacho. Se presentó a los comicios del 21 de diciembre del 2017 con la promesa que volvería para tomar posesión del cargo. No lo hizo y renunció al escaño para convertirse en eurodiputado.

Así todo. ¿Qué credibilidad merece un político que ha hecho del ilusionismo y del engaño su praxis habitual? Él se considera el “presidente legítimo”, pero recordemos que en las elecciones del 2015 iba de número 3 por la demarcación de Girona y que fue elegido presidente de la Generalitat por carambola, a causa de la negativa de la CUP a investir a Artur Mas, por considerarlo un exponente de la Cataluña del 3%.

Además, después de su accidentada elección, la Generalitat ha tenido dos presidentes totalmente “legítimos”: Quim Torra y Pere Aragonès. Ahora dice que correrá el riesgo de ser encarcelado por la justicia española si, en las próximas elecciones, obtiene el número de escaños que le garanticen la investidura como presidente de la Generalitat.

¿Cómo lo piensa hacer? ¿Aspira a conseguir la mayoría absoluta, como en los “años de plomo” de su ídolo Jordi Pujol? ¿Cree, sinceramente, que ERC y la CUP le apoyarán para volver a ser presidente si JxCat gana la particular batalla electoral dentro del espacio independentista? ¿Confía que el PSC le hará presidente si pasa por delante de Salvador Illa? Otra tomadura de pelo.

Aquello que es especialmente grave es que Carles Puigdemont haya protagonizado su enésima fantasmada tomando como escenario la localidad de Elna. No solo por el ultraje que significa a la memoria de los habitantes de esta población, que fueron masacrados a sangre y fuego en 1285 por el ejército francés.

Elna también es emblemática porque aquí se estableció, entre los años 1939 y 1944, la Maternidad fundada por la suiza Elisabeth Eidenbenz. Esta institución acogió a las mujeres refugiadas de la Guerra Civil española que estaban embarazadas y atendió el parto de 597 bebés.

Además, en el imaginario independentista, Elna también está en el “altar” porque aquí, supuestamente, se almacenaron en secreto las urnas del referéndum del 1-O, que fueron importadas de China, antes de ser distribuidas clandestinamente en Cataluña.

Por todo ello, que Carles Puigdemont escogiera esta localidad para hacer el anuncio que vuelve a presentarse por tercera vez para optar a la presidencia de la Generalitat, es una osadía que suena a burla. Él, que dejó colgados a los independentistas que se creyeron de buena fe toda la farsa del proceso, ahora pretende que le vuelvan a hacer confianza y a votar como el “verdadero” Mesías de la causa irredenta catalana.

Carles Puigdemont se fue a Bélgica, donde ha vivido en los últimos seis años en una confortable mansión del golf de Waterloo, mientras sus compañeros de aventura en el intento fallido de secesión purgaron casi cuatro años de cárcel, hasta que obtuvieron el indulto de Pedro Sánchez. No hay punto de comparación posible entre una situación y la otra, por mucho que el régimen penitenciario en las prisiones catalanas de los nueve condenados por el Tribunal Supremo fuera flexible y benévolo.

Por eso, que el ex-presidente intente presentarse ahora como el “salvador de la patria”, que apele al supuesto sufrimiento que ha tenido que pasar durante su estancia –“exilio”, dice, prostituyendo esta palabra- en Bélgica y que lo haga en la localidad mártir de Elna es un infame truco de mal prestidigitador a quien se le ve el plumero. El chantaje emocional será el gran “leit motiv” de su campaña electoral, pero en Cataluña -que ya las hemos visto y vivido de todos los colores- a los mentirosos y a los falsarios se les castiga en las urnas.

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El retorno del presidente https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/15/el-retorno-del-presidente/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/15/el-retorno-del-presidente/#respond Fri, 15 Mar 2024 09:12:34 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/15/el-retorno-del-presidente/ La convocatoria anticipada de las elecciones al Parlamento de Cataluña para el 12 de mayo, decidida por el presidente Pere Aragonès, tiene una clave evidente: intentar impedir la concurrencia, como cabeza de cartel de JxCat, de Carles Puigdemont. Los estrechos márgenes de tiempo que deja el calendario electoral en relación con la aprobación y entrada en vigor ... Leer más

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La convocatoria anticipada de las elecciones al Parlamento de Cataluña para el 12 de mayo, decidida por el presidente Pere Aragonès, tiene una clave evidente: intentar impedir la concurrencia, como cabeza de cartel de JxCat, de Carles Puigdemont. Los estrechos márgenes de tiempo que deja el calendario electoral en relación con la aprobación y entrada en vigor de la futura ley de Amnistía dificultan, objetivamente, que el eurodiputado residente en Waterloo pueda postularse como candidato a la presidencia de la Generalitat.

Es obvio que, tarde o temprano, Carles Puigdemont volverá a Cataluña por voluntad propia. Como tiene que ser. Pero la cuestión es cuándo y cómo. Nadie, salvo JxCat, quiere que el ex-presidente llegue en loor de multitudes a Barcelona, con una masa enardecida de independentistas acompañándolo como un héroe hasta la plaza de Sant Jaume. En esto coinciden el PSOE y el PP, Vox y la CUP, ERC y los Comunes, Fomento de Trabajo y los sindicatos CC.OO. y UGT, La Zarzuela y la Conferencia Episcopal.

Que Carles Puigdemont vuelva, sí, en aplicación de la ley de Amnistía y para enterrar todos los disparates de la década pasada. Pero de manera discreta y sin jugar a ser el “salvador de la patria”. Al fin y al cabo: ¿de qué han servido los seis años y medio que ha pasado en Bélgica, con la excusa de internacionalizar el “conflicto catalán”? En resumidas cuentas, para poner al descubierto que el anhelo de independencia de una parte de la población de Cataluña fue instrumentalizado por Vladimir Putin en su objetivo de sabotear y debilitar el proceso de construcción europea.

He aquí la gran contribución a la causa catalana de Carles Puigdemont, que, de manera absolutamente irresponsable e inconsciente, se dejó masajear y abducir por los medios de comunicación rusos controlados por el Kremlin. Sus entrevistas en los canales Russia Today, Sputnik Rossiya 24 y en el diario Komsomolskaia Pravda pasarán a la historia de la infamia y tendrían que ser de obligada visión y lectura para comprender la dimensión surrealista del expresidente.

Toda la densa y a menudo épica historia del catalanismo político de los siglos XIX y XX -desde Valentí Almirall hasta Lluís Companys, pasando por Enric Prat de la Riba, Josep Puig i Cadafalch, Francesc Cambó, Francesc Macià…-ha quedado manchada y tocada de muerte por las extravagancias de Carles Puigdemont en sus tratos con los emisarios de Vladimir Putin. Esta es la imagen de Cataluña que ha quedado clavada en el imaginario mundial después de los traumáticos sucesos que hemos vivido y hemos sufrido en los últimos diez años: un territorio acomodado y profundamente insolidario, donde las élites xenófobas se dejaron engatusar por el odio belicista antieuropeo del Kremlin con el objetivo de pagar menos impuestos y continuar manteniendo sus privilegios fuera de todo control.

En sus disparatados delirios de grandeza, Carles Puigdemont sueña con un retorno triunfal a Cataluña como el que protagonizó, el otoño del 1977, el presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas. Comparar uno y otro es un insulto a la inteligencia.

Josep Tarradellas, ex-consejero de la Generalitat republicana, tuvo que marchar al exilio por la victoria del fascismo en la Guerra Civil española. Si se hubiera quedado, los franquistas lo habrían fusilado. Vivió en unas condiciones muy precarias en Francia, donde siempre mantuvo, con una insobornable dignidad, el cargo de presidente de Cataluña. Cuando regresó, después de la muerte del dictador, supo crear un gobierno de unidad que volvió a poner en marcha la administración de la Generalitat, con unos estrictos criterios de rigor y de austeridad. Una vez aprobado el Estatuto de Autonomía y celebradas las primeras elecciones al Parlamento de Cataluña, en 1980, se retiró a su casa.

Carles Puigdemont marchó a escondidas a Bélgica, después de la aprobación de la falsa DUI y sin tener ni el gesto simbólico de valentía de arriar la bandera española del Palau de la Generalitat. Dejó en la estacada a sus compañeros del Gobierno, que se habían conjurado para quedarse en Cataluña para hacer frente a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. En la localidad valona de Waterloo, alquiló un espléndido chalé en el barrio residencial del golf, con todas las comodidades. Se hizo elegir eurodiputado para garantizarse la inmunidad y cobrar un sueldo de postín. Hizo que su mujer, Marcela Topor, cobre una escandalosa retribución de 6.000 euros mensuales para hacer un programa semanal en lengua inglesa en la TV de la Diputación de Barcelona.

Josep Tarradellas promovió la unidad y la armonía entre los catalanes, después de la Guerra Civil y la dictadura. Carles Puigdemont, a pesar de que resultará beneficiado por la amnistía, continúa con el “mantra” de la independencia unilateral y de profundizar la división y la confrontación entre los catalanes y contra los españoles.

El legado político y humanístico de Josep Tarradellas no cayó en saco roto. Su hombre de la máxima confianza fue Romà Planas, que también vivió en el exilio en Francia y lo acompañó en su retorno a Cataluña. Romà Planas era el hijo del alcalde republicano de la Roca del Vallès y él mismo fue elegido para ocupar este cargo en 1995, muy poco antes de morir. En la Roca del Vallès, Romà Planas descubrió a un jovencísimo Salvador Illa, que le sucedió en la alcaldía de la localidad y que ahora se postula para ser el próximo presidente de la Generalitat.

Hay un hilo histórico que entronca el catalanismo progresista, abierto y pragmático de Josep Tarradellas con Salvador Illa. Desde 1980 hasta 2024, Cataluña se ha perdido por vericuetos -las presidencias de Jordi Pujol, Pasqual Maragall, José Montilla, Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonès- que han desembocado en la aventura secesionista y nos han acabado llevando al desierto y al desprestigio internacional. Josep Tarradellas nunca lo hubiera hecho.

El retorno presidencial que nos hace falta no es el de Carles Puigdemont. Es el de Salvador Illa, el heredero político de Josep Tarradellas, para retomar el camino que perdimos en 1980 y que este próximo 12 de mayo podemos y debemos recuperar.

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La corrupción embarra la amnistía https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/07/la-corrupcion-embarra-la-amnistia/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/07/la-corrupcion-embarra-la-amnistia/#respond Thu, 07 Mar 2024 10:05:34 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/07/la-corrupcion-embarra-la-amnistia/ En el acto de constitución de la Asamblea Territorial del Consell de la República, celebrado en la Torre del Bisbe (Rosellón) el fin de semana pasado, Carles Puigdemont dibujó el escenario político que nos propone a los ocho millones de catalanes: “La confrontación no se ha acabado y Cataluña no renuncia a la unilateralidad. (…) ... Leer más

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En el acto de constitución de la Asamblea Territorial del Consell de la República, celebrado en la Torre del Bisbe (Rosellón) el fin de semana pasado, Carles Puigdemont dibujó el escenario político que nos propone a los ocho millones de catalanes: “La confrontación no se ha acabado y Cataluña no renuncia a la unilateralidad. (…) Tenemos el deber de ejercer la confrontación” (contra España y los españoles). Es decir, el ex-presidente de la Generalitat tiene previsto, cuando pueda, volver a romper el marco de convivencia constitucional y buscar, en consecuencia, la reacción punitiva de los poderes judicial y policial español contra los independentistas que vulneren la legislación vigente, en especial en lo que hace referencia a la unidad territorial del Estado.

Carles Puigdemont, en su discurso, ha venido a decir que “lo volveremos a hacer” y, por consiguiente, si puede, su oferta política ya sabemos qué capítulos contendrá: confrontación, unilateralidad, aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno español de turno, intervención de la Generalitat, fuga de empresas y capitales fuera de Cataluña, procedimiento judicial contra los impulsores y ejecutores de la DUI, represión de los disturbios en la calle, etc., etc.

¿Es esto lo que nos propone Carles Puigdemont? ¿Un déjà-vu que nos ha hecho perder, absurdamente, diez años? Pero él, en 2017, bien se salvó de la anunciada represión del Estado, al huir, pies para qué os quiero, a Bélgica, dejando en la estacada a sus compañeros del Gobierno (“Mañana, todos en los despachos”, fue la  orden que dio, mientras se preparaba para poner tierra de por medio).

Con esta perspectiva, resulta totalmente incomprensible la obsesión de Carles Puigdemont para ser incluido en la ley de amnistía impulsada por el PSOE y que, finalmente, ha acabado subscribiendo Junts, una vez garantizado que en su perímetro también entrará el ex-presidente de la Generalitat. ¿Para qué quiere la amnistía Carles Puigdemont, si su programa político, expresado en la Torre del Bisbe, ya anticipa que volverá a ser acusado y perseguido por los mismos delitos? ¿Qué lógica tiene todo ello?

Carles Puigdemont solo tiene un objetivo a corto plazo: revalidar su escaño en el Parlamento Europeo y, para eso, es imprescindible que, previamente, consiga el beneficio de la amnistía. Pero las maniobras dilatorias de su partido JxCat en la tramitación de la ley han forzado el calendario hasta el límite, de forma que cualquier contratiempo –Madrid es, ahora mismo, un volcán en erupción– puede aplastar su plan.

Los próximos días y semanas serán de altísimo voltaje, con el caso Koldo que ha provocado un tsunami político -este sí, de verdad- y que veremos dónde y cuándo acaba. El incendio ya ha llegado a las puertas de la Moncloa y para algunos partidos que apoyan la frágil mayoría que sustenta a Pedro Sánchez la situación es contradictoria y complicadísima.

La corrupción es inadmisible en democracia y el PSOE no ha acabado de hacer limpio con el caso Koldo y todas sus ramificaciones mafiosas. En un país con altos estándares de calidad ética en la gestión pública -y este, desgraciadamente, todavía no es el caso de España- la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ya habría abandonado ipso facto, y de manera preventiva, su cargo, después de las graves anomalías constatadas en la operación de compra durante la pandemia de 1,7 millones de mascarillas inservibles a la trama corrupta montada por los empresarios Juan Carlos Cueto y Víctor de Aldama -protegidos del ex-ministro José Luis Ábalos-, además, con cargo a los fondos europeos.

En este sentido, el hecho de que la Fiscalía Europea, con sede en Luxemburgo, haya apreciado indicios delictivos en esta estafa habría sido motivo suficiente -en Alemania, Suecia o Dinamarca- para que Francina Armengol hubiera presentado, por voluntad propia, la dimisión, sin necesidad que la oposición se la reclame.

No hay que ir tan lejos. Fijémonos en Portugal, que este domingo día 10 celebra elecciones generales anticipadas. Una investigación de la Fiscalía portuguesa señaló -parece que de manera errónea, al confundirse de persona- que el primer ministro António Costa, que gobernaba con mayoría absoluta, podía estar involucrado en un caso de tráfico de influencias.

La reacción de António Costa fue fulminante: presentó la dimisión y abandonó la primera línea política hasta que la justicia aclare si es culpable o inocente de los hechos que investiga la Fiscalía. La credibilidad de las instituciones democráticas está por encima de todo, explicó para justificar su honorable decisión.

Con los detalles sumariales que han transcendido hasta ahora del caso Koldo, Francina Armengol -aunque, formalmente, no figure como investigada- está involucrada hasta el cuello en esta estafa, que comportó el pago de 3,7 millones de euros por unas mascarillas fraudulentas. ¿Pueden permitirse el lujo, de cara a sus electores, de convertirse ERC, Junts, PNV, Bildu, Podemos y/o BNG en cómplices de la corrupción de la trama orquestada y bendecida por José Luis Ábalos? Tragarse ruedas de molino es muy indigesto y puede tener consecuencias letales.

El fin justifica los medios”, sentenció Maquiavelo y parece que esta máxima forma parte de los políticos contemporáneos formados en la escuela de “Borgen o “House of cards”. Pero hace falta no olvidar que “El príncipe” fue escrito hace más de 500 años y que, en aquella época, la democracia era solo la bella quimera de un puñado de utópicos clandestinos.

La ley de amnistía nace condicionada por un grave caso de corrupción política. Los partidos que la apoyan no pueden hacer el avestruz ni mirar hacia otro lado, por miedo a que pueda naufragar.

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La tentación rusa deja a Puigdemont en fuera de juego https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/27/la-tentacion-rusa-deja-a-puigdemont-en-fuera-de-juego/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/27/la-tentacion-rusa-deja-a-puigdemont-en-fuera-de-juego/#respond Tue, 27 Feb 2024 10:38:27 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/27/la-tentacion-rusa-deja-a-puigdemont-en-fuera-de-juego/ Tenía que ser una guerra rápida, en la cual el poderoso ejército ruso había previsto conquistar fácilmente Kiev, defenestrar al presidente Volodimir Zelensky y poner en su lugar a un títere de Moscú, para convertir a Ucrania en una Bielorrusia que actuara de tapón con la OTAN y la Unión Europea. Pero los planes de ... Leer más

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Tenía que ser una guerra rápida, en la cual el poderoso ejército ruso había previsto conquistar fácilmente Kiev, defenestrar al presidente Volodimir Zelensky y poner en su lugar a un títere de Moscú, para convertir a Ucrania en una Bielorrusia que actuara de tapón con la OTAN y la Unión Europea. Pero los planes de Vladimir Putin fallaron estrepitosamente, a causa de los anhelos de libertad y de la heroica resistencia del pueblo ucraniano y de su ejército.

De esto hace ahora dos años y las hostilidades bélicas continúan martirizando a Ucrania, mientras la geopolítica mundial ha cambiado a peor. Tenemos una guerra dentro del espacio europeo y la constatación que el Kremlin está dispuesto a perseverar y a ensanchar, cuando lo considere oportuno, su agresión militar contra otros países de su entorno.

Esto, entre otras consecuencias, ha comportado que la Unión Europea haya dejado de consumir el gas y el petróleo procedentes de Rusia, cosa que ha provocado una inflación de los precios energéticos. También que los países occidentales se vean obligados a incrementar de manera muy importante su gasto militar, en detrimento de las partidas destinadas al bienestar y a la igualdad social.

Este mes de junio se celebran las elecciones al Parlamento Europeo, bajo una doble amenaza: el desafío militar de Vladimir Putin y la pujanza de los partidos populistas identitarios, que propugnan el debilitamiento de la Unión Europea, con la excusa de proteger los intereses nacionales.

En el tablero mundial, es obvio que los grandes actores -China y los Estados Unidos, además de Rusia- están objetivamente interesados en impedir que Europa avance en su integración y que el euro pueda extenderse y hacer la competencia al dólar y al yuan como divisa de referencia en las transacciones internacionales. Son habas contadas.

¿Qué debemos hacer los 500 millones de europeos, que, después del azote de dos guerras mundiales y de dictaduras, hemos conseguido convertir este lugar del planeta en una zona de paz, libertad, seguridad y prosperidad? ¿Aceptar como corderos la desgracia de nuestra desintegración, como propugnan los partidos nacionalistas y de extrema derecha, para ser un botín de las grandes multinacionales y de sus países de origen?

¿Tenemos que resignarnos a la erosión y destrucción del modelo de Estado del bienestar -sin comparación posible con los Estados Unidos y China- que hemos edificado entre todos? ¿Tenemos que volver a las pugnas intestinas entre naciones para arañar las migajas de la gran riqueza que hemos creado con la desaparición de las fronteras interiores y la concertación de empresarios y sindicatos? ¿Tenemos que renunciar al sueño de la ampliación de la Unión Europea, con la incorporación de los países balcánicos y de Ucrania, y de la construcción de unos verdaderos Estados Unidos de Europa?

No debemos equivocarnos: solo una Europa más unida y más fuerte podrá hacer frente, con garantías de éxito, a la agresividad bélica del Kremlin, y esto pasa, de entrada, por impedir su victoria sobre Ucrania. En este sentido, el posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca es una pésima hipótesis, dado el buen entendimiento que mantiene con Vladimir Putin y la certeza que, si gana, dejará a los ucranianos en la estacada.

Las elecciones norteamericanas son el próximo mes de noviembre y los demócratas cometen el grave error de volver a presentar a Joe Biden, un hombre sin ningún carisma y que tiene mermadas su condición física y capacidad intelectual. Este 2024 es absolutamente decisivo para el futuro de Ucrania y de la Unión Europea y la sensación es que estamos cabalgando hacia las tinieblas.

En este contexto, la presunta candidatura de Carles Puigdemont para revalidar su escaño en el Parlamento Europeo es un insulto a la dignidad de Cataluña y a la inteligencia de los catalanes. Hay numerosas pruebas, publicadas desde hace años por EL TRIANGLE, que demuestran los vínculos del expresidente de la Generalitat; de su mano derecha, Josep Lluís Alay; de su abogado, Gonzalo Boye, y del exresponsable de Relaciones Internacionales de CDC, Víctor Terradellas, con emisarios del Kremlin, con el objetivo de conseguir el apoyo de Rusia a la independencia de Cataluña.

Vladimir Putin es un peligro para la estabilidad y el futuro de la Unión Europea. Así lo considera el Parlamento Europeo, que ha aprobado recientemente una resolución donde pide que se investiguen los vínculos del movimiento independentista catalán con el Kremlin, que son motivo de «extrema preocupación».

Todos aquellos que, como Carles Puigdemont, han seguido el juego al sátrapa de Moscú tienen que ser barridos en las urnas. No vale negar las evidencias, ni intentar levantar cortinas de humo, ni alegar que todo es una maniobra de las cloacas judiciales y policiales españolas.

Los contactos y las reuniones existieron, aunque su contenido fue delirante y, finalmente, todo quedara en nada. Pero la tentación es, en este caso, lo que cuenta y no es nada de fiar un político que, como Carles Puigdemont, ha sido capaz de vender su alma al diablo y elucubrar que una Cataluña independiente, fuera de la Unión Europea, tendría futuro como plataforma de emisión y negociación de criptomonedas, que es lo que le propusieron los emisarios rusos, además de su estrambótico ofrecimiento de enviar 10.000 soldados para ayudar a la República catalana.

Con estas credenciales, que Carles Puigdemont se presente como candidato a las elecciones europeas es un tiro al pie para Cataluña, para el independentismo y para JxCat. ¿Lo avalará Jordi Pujol, padre padrone del movimiento nacionalista catalán, al que Carles Puigdemont idolatra desde joven, y, por otro lado, europeísta convencido y heredero de Carlomagno?

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El catalán, “un buen negocio” https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/19/el-catalan-un-buen-negocio/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/19/el-catalan-un-buen-negocio/#respond Mon, 19 Feb 2024 11:39:49 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/19/el-catalan-un-buen-negocio/ Como los burros, siempre damos vueltas a la noria y somos incapaces de ver más allá. Así reza el artículo 6 del Estatuto de Autonomía: “El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua oficial del Estado español. Todas las personas tienen el derecho de utilizar las ... Leer más

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Como los burros, siempre damos vueltas a la noria y somos incapaces de ver más allá. Así reza el artículo 6 del Estatuto de Autonomía: “El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua oficial del Estado español. Todas las personas tienen el derecho de utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Cataluña tienen el derecho y el deber de conocerlas. Los poderes públicos de Cataluña tienen que establecer las medidas necesarias para facilitar el ejercicio de estos derechos y el cumplimiento de este deber. De acuerdo con lo que dispone el artículo 32, no puede haber discriminación por el uso de cualquier de las dos lenguas”.

En cuanto a la enseñanza, el artículo 35.2 del Estatuto, que regula el sistema educativo en Cataluña, garantiza a toda la población escolar, sea cual sea su lengua habitual al iniciar el ciclo educativo, el cumplimiento del deber y el ejercicio del derecho de conocer con suficiencia oral y escrita el catalán y el castellano. Perfecto, como debe ser.

Sobre el papel, los principios y los objetivos son claros, pero los problemas y las tensiones surgen a la hora de implementarlos. Y es que hay pocas sociedades en el planeta donde exista un régimen de bilingüismo en plan de igualdad, como pasa en Cataluña, donde el 36% de la población afirma que el catalán es su lengua habitual y para el 49% lo es el castellano.

No se trata que una lengua arrincone y devore a la otra. El consenso político surgido de la Transición forjó el concepto que la sociedad catalana era bilingüe y que esto se tenía que respetar. Puesto que la lengua catalana había sido marginada, ninguneada y, a menudo, perseguida y prohibida por la dictadura franquista, había que hacer un esfuerzo para su plena normalización y es en este contexto que se adopta la decisión de emplear el sistema de la inmersión lingüística en la educación.

Pero es evidente que cada pueblo, cada barrio y cada ciudad es un mundo. A causa del fenómeno migratorio -el de hace 60 años, el de hace 20 años, el de hace 5 años y el que se está produciendo ahora mismo- el alumnado de la Cataluña de los 8 millones es de orígenes y de tipologías muy diferentes. No es lo mismo la escuela de Martinet de Cerdanya que la del barrio de la Salud de Badalona.

Por eso, la Ley de Educación de Cataluña del 2009 consagra la autonomía en la gestión de los centros educativos. La finalidad es la misma: que el estudiante domine el catalán y el castellano al acabar el ciclo formativo. Pero los caminos didácticos para llegar a este hito no pueden ser homogéneos y hay que respetar la inteligencia del profesorado para ir modulando el aprendizaje de ambas lenguas, además de la de un tercer idioma.

En esta difícil tarea, la presión externa que ejercen determinados colectivos -como la Plataforma per la Llengua o la Asamblea por una Escuela Bilingüe- es contraproducente. Hay que hacer confianza en los profesores y darles los recursos que necesitan, porque son ellos los primeros interesados en que los alumnos estén capacitados para expresarse en catalán y en castellano, requisito que les será muy útil para acceder al mercado laboral.

Cataluña no es una realidad en blanco y negro. A la hora de la verdad, todo está mucho más mezclado, porque, según las encuestas disponibles, resulta que el 94,4% de la población entiende el catalán, un 81,2% lo sabe hablar y el 85,5% lo puede leer. Por consiguiente, hay que desdramatizar las profecías apocalípticas que anuncian la próxima extinción de la lengua catalana y que, en realidad, se usan para justificar la erradicación del castellano de las escuelas y de los espacios públicos.

La idea de implantar dos líneas segregadas para impartir la educación en catalán o castellano es una tontería. Entre otras cosas, porque se trata de dos lenguas muy parecidas y fácilmente intercomprensibles. El supuesto conflicto lingüístico no es tal si hay buena voluntad y la firme decisión de preservar la convivencia, como podemos constatar de manera habitual.

Siempre los hay que, desde un extremo o el otro, quieren exagerar supuestos agravios, pero, afortunadamente, son una minoría. El marco legal nos garantiza el bilingüismo y esto no es malo: es bueno y enriquecedor.

El castellano es el cuarto idioma más empleado en el mundo, con casi 600 millones de hablantes. Si añadimos la lengua hermana portuguesa, entonces la comunidad de la iberofonía se acerca a los 900 millones de usuarios, con una importante presencia en  América y África. Por consiguiente, desde Cataluña, el aprendizaje del castellano y, si se tercia, del portugués resulta de gran interés y eficacia.

Que la gente que vive en Cataluña tiene que entender y poder hablar en catalán es una cuestión indiscutible, por respeto a la idiosincrasia del país de acogida. Ahora bien, la manera de acceder no puede ser por la vía de la presión ni de la represión. Hay que hacer comprender que la tarea de preservar nuestra lengua es colectiva y que merece la pena hacer un esfuerzo para conseguirlo.

La Generalitat, los ayuntamientos, los consejos comarcales y las diputaciones pueden hacer mucho más en la tarea de extender el aprendizaje y el uso del catalán entre la población migrante. Ahora bien, los métodos no pueden ser coercitivos y tienen que ir acompañados de incentivos tangibles, de forma que emplear la lengua catalana sea “un buen negocio”.

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La repoblación de Cataluña https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/13/la-repoblacion-de-cataluna/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/13/la-repoblacion-de-cataluna/#respond Tue, 13 Feb 2024 08:32:19 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/13/la-repoblacion-de-cataluna/ Las familias de agricultores y ganaderos son el factor decisivo que vertebra y mantiene con vida el territorio de Cataluña. Sin su presencia y resistencia, el Principado, más allá de las grandes conurbaciones industriales y turísticas, sería un gran páramo desolador e invadido por bosques abandonados y enfermos. Por consiguiente, el arraigo y la continuidad ... Leer más

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Las familias de agricultores y ganaderos son el factor decisivo que vertebra y mantiene con vida el territorio de Cataluña. Sin su presencia y resistencia, el Principado, más allá de las grandes conurbaciones industriales y turísticas, sería un gran páramo desolador e invadido por bosques abandonados y enfermos.

Por consiguiente, el arraigo y la continuidad de las poblaciones agrícolas -en masías y núcleos rurales- es una conquista fundamental de la civilización que hay que preservar, cueste lo que cueste. Vivir en el campo y del campo tiene que ser un buen negocio, para que los que han tomado esta opción y resisten los cantos de sirena de la ciudad obtengan unos ingresos gratificantes que les compensen el gran sacrificio personal y familiar que hacen.

La agricultura y la ganadería no son solo el “sector primario” de la economía. Estas actividades son las que explican, garantizan y dan continuidad a la existencia de Cataluña. Por consiguiente, es obligación de las administraciones –con la Generalitat al frente– y de la sociedad catalana el velar por su supervivencia, su calidad de vida (sanidad, educación, comunicaciones…) y su prosperidad.

Situados en el año 2024, el sector agrario catalán afronta dos grandes retos: la viabilidad económica de sus explotaciones y, por consiguiente, la continuidad del histórico modelo de negocio familiar, a causa de la feroz competencia provocada por la globalización de los mercados; y la sequía estructural que se ha instalado en la cuenca mediterránea y que colapsa las técnicas y la tipología de los cultivos que tenemos, tanto de secano como de regadío.

Adaptarse o morir. De esto, el campesinado sabe un rato, pero ahora, además, necesita la ayuda de las administraciones y de todos nosotros para salir adelante. La Generalitat tiene que aconsejar y guiar a los agricultores y ganaderos en la doble revolución que implica la apertura internacional de los mercados y la drástica reducción del volumen de agua disponible para hacer funcionar las explotaciones. Hay productos que aquí han devenido comercialmente y/o ecológicamente inviables y, en cambio, hay otros que, bien promocionados y distribuidos, pueden ser una mina de oro.

En Cataluña quedan unos 53.000 agricultores, de los cuales unos 22.000 son pequeños propietarios autónomos y 31.000 son asalariados. Para tener una referencia, en 2001 había 73.000. La situación es muy complicada, a causa del inexorable envejecimiento del campesinado catalán y, en muchos casos, la falta de relevo generacional para dar continuidad a las explotaciones.

Por muchas razones -de equilibrio territorial, de ordenación de la naturaleza, de biodiversidad, de medio ambiente…-, es imprescindible fijar, incentivar y mantener viva la ruralidad. Sabiendo, además, que es un rico y saludable reservorio de trabajo, con capacidad para atraer y acoger a miles de personas que quieran disfrutar del aire libre y de la calidad del contacto con los bosques y los ríos.

No hay que caer en el fatalismo del envejecimiento y del despoblamiento de las comarcas agrícolas y de montaña. Al contrario, los estragos del cambio climático y el colapso de las urbes harán de la vida en el campo una alternativa necesaria y atractiva. El movimiento de repoblación del mundo rural es un horizonte plausible, siempre que haya los servicios y las comodidades que exige una sociedad occidental del siglo XXI.

Los catalanes, como consumidores, debemos hacer militancia para favorecer la economía de nuestra payesía. En este sentido, hace falta que la administración obligue a los supermercados para que privilegien y promuevan los productos locales y de proximidad. Los intermediarios que obliguen al agricultor o al ganadero a vender a pérdidas tienen que ser denunciados sin miedo, perseguidos y sancionados.

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¡SOS Cataluña! https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/07/sos-cataluna/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/07/sos-cataluna/#respond Wed, 07 Feb 2024 09:21:58 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/02/07/sos-cataluna/ El modelo económico que garantiza la prosperidad de Cataluña es absolutamente dependiente de poder disponer de agua en abundancia: turismo en el litoral (18 millones de visitantes el año pasado), ganadería intensiva en el interior (8 millones de cerdos en granjas), regadíos a Poniente y gran industria en la conurbación de Barcelona. Sin agua, nada ... Leer más

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El modelo económico que garantiza la prosperidad de Cataluña es absolutamente dependiente de poder disponer de agua en abundancia: turismo en el litoral (18 millones de visitantes el año pasado), ganadería intensiva en el interior (8 millones de cerdos en granjas), regadíos a Poniente y gran industria en la conurbación de Barcelona. Sin agua, nada de esto no funciona ni puede subsistir: Cataluña está en peligro.

En este largo episodio de sequía que sufrimos, que ya dura 40 meses, las cuencas internas (principalmente, Ter y Llobregat) han quedado exhaustas, y la única solución a corto plazo que se divisa es el transporte de agua en barcos desde la planta desalinizadora de Sagunto hasta el puerto de Barcelona. Patético y vergonzoso.

La Generalitat ha fallado estrepitosamente y hay que pedir responsabilidades. De entrada, con el cese del director de la Agencia Catalana del Agua (ACA), Samuel Reyes, que ha demostrado una grave incapacidad y frivolidad para afrontar esta gravísima crisis hídrica, esperando hasta el último momento que la lluvia –que no ha llegado– solucionaría la catástrofe que, desgraciadamente, nos toca vivir.

El presidente Pere Aragonès tampoco está a la altura de sus responsabilidades. La cuenca del Ebro atesora importantes reservas y aquí está el agua que necesitan los 6 millones de ciudadanos y las empresas que dependen del sistema Ter-Llobregat para poder abastecerse, en espera que se emprenda la imprescindible ampliación de la planta desalinizadora de Blanes y la construcción de la de Cubelles.

Pero esto requiere que el presidente Aragonés se trague su orgullo y hable de tú a tú con el presidente del Aragón, Jorge Azcón, para que levante su veto al trasvase entre la cuenca del Ebro y el sistema Ter-Llobregat. Además, ERC es frontalmente contraria a esta interconexión, a pesar de que la actual concesión del minitrasvase del Ebro, del Delta a Tarragona, tiene caudales sobrantes que permitirían hacerla, dejando muy claro que es una solución puntual y reversible.

En nuestros bosques, los árboles se mueren de sed. Los agricultores de secano ya pueden dar por perdida la cosecha de este año. Afrontamos un desastre de proporciones colosales, derivado del cambio climático, que amenaza nuestra tierra, nuestra economía y nuestras vidas. Necesitamos un liderazgo político potente para salir del callejón sin salida y, desgraciadamente, un Gobierno que solo tiene el apoyo de 33 de los 135 diputados del Parlamento de Cataluña no resulta solvente en estos momentos críticos.

En esta tesitura tan adversa no vale la política del avestruz. Este invierno ha nevado muy poco y las reservas que hay en el Pirineo son muy escasas para garantizar los caudales que se necesitan para pasar la primavera y el verano, tanto en las zonas de regadío, como en las instalaciones agropecuarias, en las industrias, en las localidades turísticas y para el consumo de boca de los 8 millones de catalanes.

Esperar que llueva no es la solución. Tampoco fiarlo todo a las nuevas desalinizadoras de Blanes y de Cubelles que, si todo va bien, no entrarán en servicio hasta dentro de cuatro o cinco años. El “puente marítimo” Sagunto-Barcelona es un parche carísimo y la capital de Cataluña no puede depender del transporte diario de barcos para poder abrir los grifos. Es un disparate ecológico y económico que roza el absurdo.

Cinco medidas urgentes e inaplazables: la interconexión del Ebro con el sistema Ter-Llobregat, para aprovechar los excedentes de la concesión vigente; la reparación de la red de tuberías de muchos pueblos y ciudades, por donde se escapan cada día miles de litros de agua; la recuperación y potabilización de las aguas freáticas, desgraciadamente contaminadas por el exceso de nitratos en gran parte del territorio de Cataluña; la suspensión de grandes proyectos, como la fábrica de Lotte Energy Materials, de Mont-roig del Camp, o el Hard Rock, en Vila-seca, que demandan mucha agua; y la prohibición de utilizar los embalses para la producción de energía eléctrica, si no están dotados de un sistema de aprovechamiento reversible.

No puede ser que la Generalitat, a través del incapaz director de la ACA, traslade la responsabilidad para hacer frente a la sequía a los ayuntamientos y a los consumidores, amenazándolos con la imposición de multas. Dejando a banda filias y fobias partidistas, hay que movilizar a las mentes más inteligentes y preparadas del país para encontrar las medidas que requiere esta situación de emergencia y dotarlas de autoridad para implementarlas.

Quien no lo quiera ver, se equivoca. Cataluña está en “estado de guerra” por la falta de agua. Hay que repensar nuestro modelo económico, sí, pero de entrada hay que salvar el que tenemos si, además de sed, no queremos pasar también hambre.

Puesto que el Gobierno de Pere Aragonès se muestra dubitativo y desorientado, producto de su debilidad parlamentaria, es hora que “alguien” dé el paso y coja el toro por los cuernos. Los 6 millones de habitantes y las empresas que dependen del sistema Ter-Llobregat para funcionar no pueden estar sometidos a restricciones ni depender de los barcos que lleguen de la planta desalinizadora de Sagunto.

Hay soluciones para superar esta crisis, pero hay que tener las ideas claras, capacidad de convicción y coraje para llevarlas a la práctica. Para los catalanes, que presumimos de ser tan sabiondos, es insólito que sea la ministra Teresa Ribera quien, desde Madrid, nos tenga que sacar las castañas del fuego.

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Cataluña, paraíso de la prostitución https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/30/cataluna-paraiso-de-la-prostitucion/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/30/cataluna-paraiso-de-la-prostitucion/#respond Tue, 30 Jan 2024 08:23:05 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/30/cataluna-paraiso-de-la-prostitucion/ Uno de los signos de identidad de Cataluña son los puticlubs. Lo saben muy bien los turistas, los hombres de negocios y los camioneros que llegan hasta aquí. Esta es una lacra infame, sin comparación en la Unión Europea, que se eterniza sin que los grandes partidos políticos españoles con responsabilidades de gobierno hayan osado, hasta ahora, erradicarla. ... Leer más

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Uno de los signos de identidad de Cataluña son los puticlubs. Lo saben muy bien los turistas, los hombres de negocios y los camioneros que llegan hasta aquí. Esta es una lacra infame, sin comparación en la Unión Europea, que se eterniza sin que los grandes partidos políticos españoles con responsabilidades de gobierno hayan osado, hasta ahora, erradicarla.

El paradigma de esta vergüenza colectiva es el club Paradise de la Jonquera, considerado el mayor prostíbulo de Europa, que continúa funcionando a pesar de las graves irregularidades que acumula y de las actuaciones de la policía y de Hacienda contra su propietario, José Moreno. El visitante que llega de Francia por la autopista, lo primero que ve al pasar la frontera es la “zona roja” de la Jonquera, para escarnio de todos los catalanes. ¿Es así como queremos que se nos identifique?

Las diferentes percepciones que hay sobre la práctica de la prostitución entre las fuerzas de izquierda y dentro del movimiento feminista –dividido entre las abolicionistas y las que lo consideran una opción personal de la mujer, siempre que lo decida libremente– hacen que, en la práctica, las mafias internacionales de proxenetas encuentren aquí un territorio propicio para sus actividades criminales. Ahora, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha anunciado una próxima modificación del Código Penal para empezar a enmendar este lamentable atentado contra la dignidad de las mujeres que se ven forzadas a vender su cuerpo, bien sea por obligación o por necesidad.

Sin entrar en el fondo de la cuestión –como ya han hecho algunos países europeos (Suecia, Francia, Irlanda…), que han optado por la abolición y el castigo de los usuarios de la prostitución–, la medida legislativa que impulsa el PSOE es la persecución, con penas de prisión y multas, de los propietarios de los locales donde se ejerce esta actividad. Es conocido que muchos prostíbulos funcionan con la excusa formal que las mujeres que trabajan son simples inquilinas de las habitaciones y que, por consiguiente, no tienen una relación laboral con el titular del negocio, que es quien amasa grandes fortunas con esta farsa.

Cabe esperar que, en esta ocasión, los partidos de izquierdas y los diversos colectivos feministas se pongan de acuerdo con esta medida que propone la ministra Ana Redondo. Si prospera la proposición de ley socialista, se acabará, como mínimo, con la ignominiosa presencia de los puticlubs que proliferan en las grandes ciudades y a pie de carretera.     

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Cataluña y Aragón debemos entendernos https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/22/cataluna-y-aragon-debemos-entendernos/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/22/cataluna-y-aragon-debemos-entendernos/#respond Mon, 22 Jan 2024 09:45:57 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/22/cataluna-y-aragon-debemos-entendernos/ El sistema Ter-Llobregat, que abastece de agua a 5 millones de personas de Barcelona y de su hinterland, está exhausto. Es preciso que nos lo metamos en la cabeza: ni llueve ni lloverá lo suficiente y confiar el suministro de la metrópolis en el agua que baja por estos dos ríos es una temeridad. En la ... Leer más

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El sistema Ter-Llobregat, que abastece de agua a 5 millones de personas de Barcelona y de su hinterland, está exhausto. Es preciso que nos lo metamos en la cabeza: ni llueve ni lloverá lo suficiente y confiar el suministro de la metrópolis en el agua que baja por estos dos ríos es una temeridad. En la cuenca mediterránea, a consecuencia del cambio climático que castiga el planeta, estamos inmersos en un largo ciclo de sequía y esto no lo soluciona ni la Moreneta.

Adaptarnos o morir: este es el secreto de la resiliencia de los seres vivos y también de los humanos. Para poder mantener en funcionamiento la gran metrópoli de Cataluña nos es imprescindible recurrir a la desalinización del agua del mar, además de perfeccionar al máximo los sistemas de depuración, regeneración y reutilización de las aguas residuales y acabar con las fugas que se producen en la red. Pero, desgraciadamente, el Gobierno central y la Generalitat no han sido capaces de prever y reaccionar a tiempo para hacer frente a la amenaza cierta de una larga sequía.

Por ejemplo, la ampliación de la capacidad de la planta desaladora de Blanes hace más de 15 años que estaba proyectada y no es hasta ahora, cuando han saltado todas las alarmas, cuando se ha decidido movilizar las inversiones necesarias. Pero, yendo bien, no estará terminada hasta el año 2027. De la otra desaladora, prevista en Cubelles y que tendría que garantizar el abastecimiento del Garraf, no se tiene noticia alguna.

¿Y mientras tanto? En el horizonte inmediato solo hay dos soluciones plausibles: las restricciones del consumo, con el desbarajuste que esto comporta, o transportar agua en barcos, desde el puerto de Tarragona hasta el de Barcelona. Un fracaso y una vergüenza colectiva.

Hay una tercera solución, que es la que proponen los colegios de ingenieros de Cataluña: la interconexión puntual entre las redes CAT (minitrasvase del Ebro) y ATLL (Aigües Ter-Llobregat).

Pero en Aragón, y también en las Tierras del Ebro, la palabra “trasvase” es tabú, y con razón, a causa de los faraónicos proyectos del pasado para llevar el agua del Ebro a Barcelona o a València, con el objetivo de incrementar su crecimiento urbanístico. Ahora no hablamos de esto. Ahora hablamos de la necesaria solidaridad que debe existir entre territorios cuando se trata de la supervivencia de 5 millones de personas, en espera que entre en servicio la ampliación de la desaladora de Blanes y, algún día, la de Cubelles.

El gran trasvase del Ebro a Barcelona, proyectado en las postrimerías del franquismo, tenía por objetivo hacer todavía más grande la metrópoli catalana y abastecer de agua su insaciable expansión industrial. Esto, en una época donde miles de personas tenían que emigrar de Aragón por falta de expectativas económicas y muchas lo hacían “atraídas” por el imán de la Gran Barcelona. En este contexto, el agravio territorial era muy hiriente y esto provocó una movilización histórica contra este proyecto, que quedó archivado tras la muerte de Franco.

Una de las consecuencias de los pactos del Majestic entre PP y CiU, firmados en 1996 para garantizar la presidencia de José María Aznar, fue un gran trasvase del Ebro hasta Valencia y Murcia. En este caso, la excusa era la necesidad de agua para convertir el Levante en la gran zona turística y residencial de Europa, con la multiplicación de urbanizaciones y campos de golf, a base de “pelotazos” y corrupción. Las Tierras del Ebro, que siempre han sido Cenicienta de Cataluña, se levantaron en una protesta masiva, que fue secundada por miles de catalanes y que fue la antesala del fin del pujolismo. El año 2004, con la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero, este trasvase fue anulado.

Situados en 2024, la situación ha cambiado. No se trata de robar el agua del Ebro para hacer de Barcelona una megalópolis. Se trata de hacer frente a una de las consecuencias más evidentes y duras del cambio climático: el avance de la desertificación en la península Ibérica y, en concreto, en el litoral mediterráneo.

La lógica nos dice que la población y las empresas se tienen que instalar allí donde haya agua, no al revés. Sabiendo, además, que los elevados costes energéticos del proceso de desalinización encarecen mucho el precio del metro cúbico. En el caso de Cataluña, el futuro pasa por la orilla del Ebro y de los ríos de su cuenca (Segre, las Nogueres…). Pero una deslocalización masiva de estas características no se hace de un día para otro e intervienen muchísimos factores, como por ejemplo tener unas infraestructuras de comunicación competitivas.

Ante el anunciado proyecto de interconexión de CAT con ATLL, Aragón se ha vuelto a levantar en pie de guerra. También con el modestísimo trasvase del Ebro que propone la Generalitat para garantizar el agua a la gente del Priorat. Esta es una nueva evidencia de las malas relaciones que, desde hace unas décadas, hay entre Aragón y Cataluña y que son, objetivamente, un disparate político y económico.

No solo el gran trasvase en Barcelona proyectado por el franquismo. También conflictos mal planteados y mal resueltos, como el de las obras de arte de las parroquias de la Franja o el tesoro y las pinturas del Monasterio de Sixena, que fueron a parar a Cataluña o la protección del catalán como lengua cooficial de Aragón.

La historia es la que es y no podemos hacer nada para moverla. Tampoco podemos quedar prisioneros de viejos fantasmas ni clichés del pasado. Nuestra obligación es tener los pies firmes en el presente y avanzar en la buena dirección para construir un futuro mejor.

En este sentido, es obvio que, mande quien mande, la Generalitat y el Gobierno de Aragón deben entenderse y colaborar estrechamente en temas de interés común. Así lo practicaron Marcel·lí Iglesias y Pasqual Maragall, cuando coincidieron en el gobierno de ambas comunidades. Catalanes y aragoneses somos vecinos y, además, debemos ser buenos vecinos.

Todos formamos parte de la Unión Europea y la clave del éxito de este proyecto es el buen entendimiento y la lealtad mutua. Si alemanes y franceses, que se han enfrentado sanguinariamente en dos guerras mundiales, son los fundadores de la construcción europea, ¡cómo no tenemos que confraternizar Cataluña y Aragón, que hemos compartido reyes y corona medieval durante siglos!

Gracias a una pluviometría favorable, hoy la cuenca del Ebro tiene importantes reservas de agua. En cambio, las cuencas internas de Cataluña pasan por una situación crítica. Hacer la interconexión del tubo que sube del Ebro con la red de la ATLL no es un acto de rapiña contra los legítimos intereses de Aragón: es una necesidad humanitaria urgente que requiere un acto de solidaridad consciente y responsable.

Esta interconexión se debería gestionar con estrictos criterios de racionalidad y sabiendo que, si las condiciones climáticas cambian, puede ser cortada o, si se tercia, hacerla reversible. Pasa igual que con la implantación de las energías renovables, donde en Cataluña arrastramos un retraso escandaloso, mientras que Aragón ha tomado la delantera.

Hay que hacer mucha pedagogía y remarcar que los campos eólicos y las plantas fotovoltaicas, que tanto indignan y enervan al territorio, son instalaciones provisionales y fáciles de desmontar, en espera que la tecnología nos ofrezca nuevas fuentes de energía limpia y abundante. Con contratos de implantación limitados en el tiempo -25 años, por ejemplo, con compromiso de desmantelamiento-, a buen seguro que Cataluña podría recuperar el déficit de energías renovables que padecemos.

Además de otras consideraciones, el proceso independentista nos ha hecho perder mucho tiempo y ha impedido, por ejemplo, que pudiéramos concentrarnos en resolver dos cuestiones básicas para el desarrollo y el bienestar de nuestra sociedad, como son el agua y la energía. Ahora, todo son prisas e improvisación, pero no podemos obviar que vamos tarde y que el precio que pagamos por este decalaje es carísimo.

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Iberia, la esperanza compartida https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/16/iberia-la-esperanza-compartida/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/16/iberia-la-esperanza-compartida/#respond Tue, 16 Jan 2024 09:34:22 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/16/iberia-la-esperanza-compartida/ En vísperas de la celebración del 34º aniversario de EL TRIANGLE, nuestro grupo editorial alcanza un hito que, en estos tiempos aciagos, es un canto a la esperanza y al optimismo. Este día 23 de enero, hacemos la presentación del diario digital EL TRAPEZIO (eltrapezio.eu) en Lisboa, en la sede de la Unión de Ciudades Capitales de ... Leer más

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En vísperas de la celebración del 34º aniversario de EL TRIANGLE, nuestro grupo editorial alcanza un hito que, en estos tiempos aciagos, es un canto a la esperanza y al optimismo. Este día 23 de enero, hacemos la presentación del diario digital EL TRAPEZIO (eltrapezio.eu) en Lisboa, en la sede de la Unión de Ciudades Capitales de Lengua Portuguesa (UCCLA).

Gracias a los buenos oficios del amigo Ramon Font –el gran embajador de Cataluña en Portugal–, el secretario general de la UCCLAVitor Ramalho, ejerce de anfitrión de este acto, con la celebración de un debate bajo el título “Iberia, en el triángulo Europa, África y América Latina” (“Ibéria no triângulo Europa, África e América Latina”). La mesa también contará con la presencia del presidente del Consejo Económico y Social de Portugal, el prestigioso Francisco Assis; del editor adjunto de EL TRAPEZIO, Pablo Castro; y del coordinador de este diario digital, que fundamos en 2019, Pablo González.

En este mundo que se desangra en guerras, flagelado por insoportables injusticias y desigualdades sociales y amenazado por los estragos del cambio climático, se diría que estamos condenados a la derrota de los ideales humanos y a malvivir bajo la dictadura del odio, de la confrontación permanente y del fatalismo. Pero en este pozo en el cual hemos caído hay un rayo de luz que nos ilumina un futuro de paz, armonía y prosperidad para todos.

Portugal y España son, si sabemos y queremos trabajar juntos, el embrión de un nuevo mundo que emerge como una alternativa posible a los grandes poderes económicos y militares que pretenden imponernos su violenta hegemonía. Por historia y por cultura, el impulso ibérico está sólidamente afianzado en África (Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Ecuatorial…) y en América Latina, conformando una comunidad de 800 millones de personas, el 10% de la población mundial.

Reflexionar y asentar las bases para visibilizar y potenciar este gran bloque geolingüístico es el objetivo del debate que, de la mano de la UCCLA, propone EL TRAPEZIO en Lisboa. Desde la realidad ibérica, afianzada por nuestra pertenencia a la Unión Europea, hay un largo camino, apasionante y prometedor, por recorrer. Enterrando los fantasmas del pasado y siendo respetuosos con todas las identidades, todos tenemos mucho a ganar y a compartir.

No es hablar por hablar. Los gobiernos de Portugal y España han rubricado, en los últimos tiempos, dos documentos muy valiosos y trascendentales, a la vez que muy poco conocidos: el nuevo Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos países, firmado en la ciudad extremeña de Trujillo en 2021; y la Estrategia común de desarrollo transfronterizo, del año 2020, que promueve la revitalización de la Raya, el territorio, históricamente abandonado, que se extiende a ambos lados de los 1.234 kilómetros de la frontera hispano-portuguesa, la más larga y antigua de Europa.

Desde EL TRAPEZIO promovemos el conocimiento y la difusión de estos dos textos, que son capitales para la redefinición de las relaciones entre los pueblos y los gobiernos de Iberia en el siglo XXI. Por eso, hemos procedido a su edición, para que sean del dominio público, y haremos la presentación en el acto de Lisboa.

En especial, el Tratado de Amistad y Cooperación, firmado por el presidente español, Pedro Sánchez, y el ex-primer ministro portugués, António Costa, es un documento con un contenido potentísimo que, en la práctica, establece una Confederación ibérica entre ambos estados, en el marco de la Unión Europea. El problema de este Tratado, como pasa a menudo con los pactos internacionales, es que la contundencia del texto acordado no se aviene, después, con las praxis del día a día, donde las grandes palabras y las declaraciones solemnes quedan dormitando en el cajón de las buenas intenciones olvidadas.

Por eso, una de las tareas de EL TRAPEZIO es reivindicar la vigencia de estos dos grandes acuerdos ibéricos y movilizar a la sociedad civil involucrada para que presione a los gobiernos para garantizar su implementación. En este sentido, las elecciones del mes de marzo próximo en Portugal, con la previsible victoria del candidato socialista, Pedro Nuno Santos, pueden ser un importante revulsivo para dinamizar los contenidos de estos dos pactos históricos.

La península Ibérica tiene una posición geográfica privilegiada en el planeta Tierra. Somos el nexo de confluencia y de unión entre el Atlántico (América) y el Mediterráneo y entre África y Europa. Si tomamos conciencia de nuestra dimensión geoestratégica superando el efecto frontera, constituimos un “hub” único que conecta cuatro continentes. No hay en el mundo un lugar con esta potencia latente, amputada por una división secular, que hoy no tiene ningún sentido y que ha llevado a portugueses y españoles a vivir de espaldas.

Hay que ser siempre muy cuidadosos con las expresiones y los conceptos, para no herir ninguna legítima susceptibilidad. Promover e intensificar las relaciones entre España y Portugal no quiere decir que el pez grande se coma al pez pequeño. Quiere decir que tenemos que trabajar de igual a igual para hacer avanzar, con criterios de excelencia, proyectos que son de interés común -como es el caso del Mundial de Fútbol del año 2030- y que tienen que ayudar a convertir la península Ibérica en el “ombligo” del mundo: un lugar de progreso y de fraternidad, donde la gente joven encuentre las oportunidades para arraigar y vivir mejor.

 

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En nombre de Jacob https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/04/en-nombre-de-jacob/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/04/en-nombre-de-jacob/#respond Thu, 04 Jan 2024 15:07:31 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/04/en-nombre-de-jacob/ Si tuviéramos dos dedos de frente, la humanidad -coordinada y unida- estaría volcada, ahora mismo, en hacer frente al cambio climático que amenaza la supervivencia de nuestra especie sobre la Tierra. Nos romperíamos la cabeza en la búsqueda e implantación de nuevas fuentes de energía no contaminante, en la creación de nuevas fórmulas para garantizar ... Leer más

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Si tuviéramos dos dedos de frente, la humanidad -coordinada y unida- estaría volcada, ahora mismo, en hacer frente al cambio climático que amenaza la supervivencia de nuestra especie sobre la Tierra. Nos romperíamos la cabeza en la búsqueda e implantación de nuevas fuentes de energía no contaminante, en la creación de nuevas fórmulas para garantizar la alimentación saludable de los 8.000 millones de personas sin reventar el medio ambiente, en la formación intensiva de nuevos profesionales de la medicina, en la extensión de las infraestructuras básicas (viviendas, escuelas, carreteras, puentes…) para que a nadie le faltara de nada…

Pero los humanos tenemos el cerebro lleno de niebla tóxica y no sabemos discernir aquello que es importante en cada momento. Avanzamos a través de la historia a tientas, tropezando con las piedras del camino y pegándonos castañazos los unos contra los otros.

Ahora que estamos todos interconectados por las redes y los satélites sería más fácil que nunca ponernos de acuerdo para lograr grandes retos y objetivos en beneficio de todos. Pero no. Los fabulosos adelantos tecnológicos que tenemos a nuestra disposición los usamos para exacerbar el patético lado oscuro y malvado de la condición humana.

Comenzamos este 2024 con los cañones disparando muerte y destrucción en Ucrania y en Palestina. Me niego a la resignación y a aceptar que Vladímir Putin y Benjamin Netanyahu continúen asesinando sin cesar. La humanidad tiene que levantar un contundente clamor por la paz que haga temblar y callar a todos aquellos que osen emplear las armas para atacar a nuestros congéneres. Sin excusas: paz. Paz, paz y paz.

Paz también en las redes sociales, que se han convertido en un infecto pozo de veneno. Quien ha sido víctima propiciatoria de esta plaga ha sido Jacob, el bebé que nació en la Seu d’Urgell, poco después de que las campanas hubieran anunciado la llegada del Año Nuevo. El hecho que sus padres sean Liseth Manuela y Wilson David, una joven pareja de migrantes sudamericanos que ha encontrado un hogar en el Pirineo, ha servido para que algunos independentistas hiperventilados nieguen a Jacob la condición de “catalán”.

Parece mentira que todavía estemos en éstas. Los intolerantes están hundiendo el buen nombre de Cataluña en el descrédito más absoluto. Han acabado convirtiendo esta tierra en un desierto reseco y a los que no somos como ellos nos corresponde, ahora y en los años venideros, la tarea de transformarlo en un espléndido jardín.

En el decurso de la historia, el gran enemigo de la paz y la civilización ha sido casi siempre el nacionalismo identitario excluyente, génesis de violencia y de destrucción. ¡Cuánto daño han hecho y hacen las banderas! Ya sabemos que la exacerbación del patriotismo es un arma recurrente que, desde el fondo de los siglos, utilizan las élites económicas para proteger sus intereses y mantener e incrementar su dominio sobre la población.

El “truco” nos los conocemos de memoria -porque lo hemos sufrido y pagado con ríos de sangre-, pero, sin embargo, continúa funcionando y haciendo estragos en este siglo XXI. Es como las viejas estafas -el “tocomocho”, la “pirámide de Ponzi”, el “trilerismo”…- que, no por sudadas, todavía hay gente que se deja embaucar y cae a gatas.

Todos los conflictos que ahora mismo nos indignan y escandalizan tienen su raíz en el maldito nacionalismo: la Gran Rusia de Vladímir Putin, el “pueblo escogido” que dicen ser los judíos… En clave ibérica, los sueños independentistas de una parte de catalanes y de vascos -anclados en míticas y lejanas gestas medievales- impiden que la península pueda expandir todas sus enormes potencialidades geopolíticas.

Este 2024 tenemos marcadas en el calendario dos elecciones capitales: las del Parlamento europeo, el mes de junio próximo; y las presidenciales de los Estados Unidos, el mes de noviembre. En estos dos comicios se juega una parte muy importante de nuestro futuro. Y justo es decir que, desgraciadamente, en ambas el componente nacionalista-patriótico tiene un protagonismo determinante.

En el mundo hay dos grandes corrientes ideológicas en constante contraposición, fricción y confrontación: el particularismo (“nosotros, primero y a los otros que les bomben”) y el universalismo (“todos somos hermanos y nos tenemos que ayudar los unos a los otros”). La democracia-cristiana y la socialdemocracia, hegemónicas durante las últimas décadas en la Unión Europea, compartían, de fondo, esta segunda visión humanista y solidaria y es así como hemos construido los vigentes Estados del bienestar.

Sin embargo, desde las cloacas de la extrema-derecha se han aprovechado las debilidades, imperfecciones y contradicciones de esta arquitectura social para promover y difundir un mensaje de rechazo y de odio contra el “sistema” y aquello de negativo que comporta a ojos del ciudadano de la calle: impuestos, regulaciones, apertura de mercados, migraciones, precariedad, especulación inmobiliaria… La mezcla del discurso de la extrema-derecha es indigerible e impracticable -como vemos en la Argentina de Javier Milei-, pero tiene la capacidad de seducir y cautivar a las capas más insatisfechas de la sociedad, en sintonía con la codicia insaciable de los “capitanes” empresariales más agresivos y ultracapitalistas.

Las elecciones europeas llegan en un momento de máxima agitación y penetración del nacional-patrioterismo, reflejo de las pasadas victorias de Donald Trump y del Brexit. Tiene bastiones importantes en la Unión Europea, como Hungría e italia, pero también acaba de perder Polonia. Cada cual desde su lugar, pero hace falta que una consigna de orden recorra el Viejo Continente en todos los acimuts: este mes de junio, es imperativo parar a la extrema-derecha en las urnas para conformar un Parlamento europeo donde imperen los valores de nuestros “padres fundadores”, basados en la tolerancia, la justicia social y el espíritu constructivo.

No tenemos que perder ni un minuto con las tonterías y los alaridos de la extrema-derecha, a pesar de que haga mucho ruido. Se les hace frente, se les desarma dialécticamente y se les enseña a ser bien educados. Tenemos una tarea que nos reclama toda nuestra atención: la protección del planeta, para que Jacob pueda jugar y crecer en paz, con amigos de todos los colores y en un clima limpio y saludable.

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Dos urgencias https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/27/dos-urgencias/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/27/dos-urgencias/#respond Wed, 27 Dec 2023 10:43:02 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/27/dos-urgencias/ Hemos superado el solsticio de invierno y, después de la oscuridad, los días ya empiezan a ser más largos. Es el ciclo de la vida que, a pesar de toda la potencia y la inteligencia superior que exhibimos los humanos, nos impone, imperturbable e implacable, su ley. Es el momento del renacimiento de la naturaleza, ... Leer más

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Hemos superado el solsticio de invierno y, después de la oscuridad, los días ya empiezan a ser más largos. Es el ciclo de la vida que, a pesar de toda la potencia y la inteligencia superior que exhibimos los humanos, nos impone, imperturbable e implacable, su ley. Es el momento del renacimiento de la naturaleza, que también podemos aplicar a nuestras tareas y proyectos vitales.

Barcelona y Cataluña se despiertan de una larga y tenebrosa decadencia. El colauismo y el procesismo han coincidido en el tiempo y en el espacio para hundirnos en el descrédito, en una de las etapas más sórdidas de nuestra vida colectiva desde la muerte del dictador Franco.

Me sabe mal decirlo. Viajo a menudo, desde hace muchos años, a Madrid y el impulso que ha experimentado esta metrópoli es espectacular. Antes, era en Barcelona donde se concentraba la energía creativa y donde venía gente de toda España y del mundo, atraída por la libertad y la imaginación desbordante que se generaba en la capital de Cataluña. Ahora, este polo de atracción lo tiene Madrid.

Algo parecido podemos decir otras ciudades de la península que pisan fuerte (pienso en Valencia, Lisboa, Sevilla, Málaga, Zaragoza…) y que se están erigiendo en faros de referencia por su vitalidad y su dinamismo. Aunque en las cuatro capitales de demarcación de Cataluña tengamos estación del AVE, se puede muy bien decir que hemos perdido el tren.

Los factores que nos han llevado al fondo del pozo son múltiples, pero hay que identificarlos con los ocho años de la caótica alcaldía de Ada Colau en Barcelona y los diez años de procesismo -con las nefastas presidencias de Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra-, que nos instalaron en un Dragon Khan permanente y, sobre todo, nos hicieron perder un tiempo precioso con sus elucubraciones.

No dudo de que detrás de la “revolución de las sonrisas” y detrás de la “revuelta de los indignados” podía haber muy buenas intenciones y ganas de mejorar nuestra realidad inmediata. Pero los que se colocaron al frente de estos movimientos políticos fueron unos oportunistas sin escrúpulos que gestionaron fatal la confianza que les dio la gente en las urnas y que aprovecharon los cargos conseguidos para colocar y subvencionar a  familia y amigos para chupar de la “ubre” pública. Un “dejà vu típico de la “vieja política” que, supuestamente, querían derrocar.

La salida de Ada Colau del despacho de la alcaldía y la de Junts x Catalunya del Gobierno de la Generalitat parece que tendría que marcar un punto de inflexión en la desafortunada etapa que hemos sufrido en Barcelona y en Cataluña. Todo es muy precario todavía, como pasa en los primeros días después del solsticio de invierno.

Jaume Collboni ocupa la alcaldía de Barcelona, gracias a los votos del PP, y Pere Aragonès gobierna con solo 33 diputados de 135. Esta provisionalidad se aguanta con pinzas y, en buena parte, se mantiene en pie por la telaraña de pactos que ha tejido Pedro Sánchez en Madrid para conseguir su investidura y continuar en la Moncloa.

Aquello que es prioritario y tenemos que tener muy claro es que no podemos perder más tiempo en “novelas de caballerías”. Ni destruyendo la Barcelona que nos legó el genial Ildefonso Cerdà con experimentos de aprendiz de brujo ni condenando el destino de Cataluña a una independencia que, en el siglo XXI y en el marco de la Unión Europea, es absurda e inviable.

Dos políticos aparentemente razonables ocupan la alcaldía de Barcelona, la presidencia del Área Metropolitana y la Generalitat, las tres instituciones más importantes que tenemos. Además, sus relaciones personales y políticas con el presidente del Gobierno español son fluidas.

Hay que aprovechar esta coyuntura excepcional para, como el ave fènix, intentar renacer de las cenizas y hacer que Barcelona y Cataluña vuelvan a brillar con luz propia. Esto implica también a los agentes económicos y sociales, muy tocados y desorientados después de estos años de desbarajuste.

Con prudencia y empatía, escuchando los consejos de aquellos que realmente saben y sin ánimo revanchista, tenemos una oportunidad para enderezar el rumbo y salir del callejón sin salida. Barcelona y Cataluña afrontan dos problemas urgentes e inaplazables:

*La aprobación de los presupuestos de la capital y de la Generalitat para el año 2024, un instrumento fundamental para poder desplegar la acción de gobierno municipal y autonómica. Lo más lógico y pragmático es que PSC y ERC se pusieran rápidamente de acuerdo para desbloquear las cuentas de un lado y  otro de la plaza de Sant Jaume. Sería la demostración que hay ganas, realmente, de comenzar una nueva página.

*La sequía que afecta a las cuencas internas de Cataluña y que amenaza, a corto plazo, el suministro regular de agua a las comarcas gerundenses y a las que dependen del acueducto Ter-Llobregat (en especial, la gran conurbación de Barcelona). Los colegios profesionales de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos; de Ingenieros Agrónomos; de Ingenieros Industriales y el de Economistas han propuesto una interconexión entre las redes del Consorcio de Aigües de Tarragona (CAT), que se alimenta con el agua que venden los regantes del Delta del Ebro, y la de la ATLL para evitar que haya restricciones. Los embalses de la cuenca del Ebro están al 62% de su capacidad (actualmente, acumulan unos 5.000 hectómetros cúbicos), mientras que los de las cuencas interiores, gestionados por la Agencia Catalana del Agua (ACA), solo disponen de unas reservas de 120 hectómetros cúbicos (17% de su capacidad).

La situación es crítica, por la falta de decisiones y de inversiones de los últimos años que afectan a las plantas desaladoras de Tordera (Costa Brava) y a la que se tiene que construir en la desembocadura del Foix (Baix Penedès). Pero, por miedo a perder su clientela electoral en las comarcas del Ebro, el Gobierno de Pere Aragonès se opone rotundamente a la interconexión entre las cuencas que le propone el Observatorio Intercolegial del Agua, aunque sea con carácter puntual y reversible.

Lo más chocante es que el presidente de la Generalitat ha hecho recientemente un viaje oficial a Corea del Sur, donde ha reafirmado el compromiso y la ayuda de su Gobierno para que la multinacional coreana Lotte Energy Materials instale una fábrica para la producción de componentes para baterías en Mont-roig del Camp (Baix Camp). Esta factoría está previsto que consumirá ¡2.500 metros cúbicos diarios de agua del Ebro!

Con el agua pasa lo mismo que con el despliegue de las energías renovables en Cataluña, que estamos en la cola, a pesar de las óptimas condiciones que tenemos para su implantación masiva. El gran error del Gobierno es no fijar la provisionalidad de su funcionamiento, en espera que los avances tecnológicos en marcha nos proporcionen nuevas fuentes de energía abundante y limpia.

Los parques eólicos y fotovoltaicos se pueden montar y desmontar con facilidad. Si se estableciera un plazo razonable para su funcionamiento y desmantelamiento obligatorio -por ejemplo, 25 años- su expansión sería más digerible para las comunidades rurales y más rápida.

La Generalitat se gasta una fortuna en publicidad y comunicación. Pero es incapaz de invertir esta millonada de una manera útil y eficaz para hacer avanzar aquello que realmente importa.

A todas las lectoras y lectores de EL TRIANGLE: ¡Feliz año 2024!

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Otra Navidad manchada de sangre y de dolor https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/21/otra-navidad-manchada-de-sangre-y-de-dolor/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/21/otra-navidad-manchada-de-sangre-y-de-dolor/#respond Thu, 21 Dec 2023 11:19:00 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/21/otra-navidad-manchada-de-sangre-y-de-dolor/ Todos los humanos tenemos la pulsión, en el fondo de nuestros corazones, de vivir en paz y armonía, con nosotros mismos y con nuestros congéneres. Este tendría que ser el sentido de nuestra existencia: trabajar y amar para legar un mundo mejor a las generaciones que nos sucederán. Este es también el mensaje de todas ... Leer más

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Todos los humanos tenemos la pulsión, en el fondo de nuestros corazones, de vivir en paz y armonía, con nosotros mismos y con nuestros congéneres. Este tendría que ser el sentido de nuestra existencia: trabajar y amar para legar un mundo mejor a las generaciones que nos sucederán. Este es también el mensaje de todas las religiones y el ideario de las grandes familias políticas que nos gobiernan.

Pero llega otra Navidad o solsticio de invierno, como queráis llamarlo, y el mundo tiene, en las postrimerías de este 2023, dos guerras en marcha, en las cuales han muerto y mueren miles de víctimas inocentes. Las agresiones bélicas que sufren Ucrania y la Franja de Gaza son la vergüenza de la humanidad y nos interpelan, por contraste, en estos días de alegría, buenas comilonas, regalos y consumismo que disfrutamos en este rincón del planeta.

Con el agravante que, en el caso de Ucrania, la ofensiva militar emprendida por Vladímir Putin, pronto hará dos años, cuenta con el apoyo entusiasta de la jerarquía cristiana ortodoxa rusa. Y, en el caso de Palestina, la criminal operación punitiva que está ejecutando Benjamin Netanyahu tiene por escenario la tierra donde nació, hace 2023 años, Jesucristo, el judío rebelde que, con su testimonio de amor altruista y su sacrificio en la cruz, socavó y cambió la historia de la civilización occidental.

La humanidad está en una bifurcación: un camino nos lleva a la guerra y a la catástrofe colectiva; el otro, a la paz duradera y a la construcción de una sociedad más justa y solidaria. No es fácil detener y derrotar a asesinos despiadados como Vladímir Putin y Benjamin Netanyahu, absolutamente insensibles al dolor que provocan, pero tenemos que hacer que tomen conciencia de todo el asco y el horror que nos generan sus actos genocidas.

Las votaciones en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre las guerras de Ucrania y Palestina reflejan, de manera contundente y reiterada, la patética soledad de estos dos criminales. Solo la protección que dan los Estados Unidos al Estado de Israel y el hecho de que Rusia ejerza su derecho de veto como miembro del antidemocrático Consejo de Seguridad impiden que se puedan implementar medidas efectivas para parar estas brutales agresiones militares.

Los judíos -tanto los sionistas como los que no lo son- tendrían que reflexionar sobre el hecho que, en la última Asamblea General de las Naciones Unidas, solo 10 países, de los 193 que forman parte, rechazaron la petición de un alto el fuego inmediato en Gaza: los Estados Unidos, Israel, Austria, República Checa, Guatemala, Paraguay, Liberia, Micronesia, Nauru y Papúa Nueva Guinea. Es decir, los gobiernos que representan a unos 400 millones de personas, de los 8.000 millones que habitamos la Tierra.

Después de casi 75 años de conflicto bélico, ya es hora que palestinos e israelíes hagan las paces, de una vez por todas. La solución no puede ser otra que la constitución de dos Estados, con el retorno de las tierras usurpadas ilegalmente a los palestinos por la imposición de las armas y la constitución de Jerusalén -la capital de las tres religiones monoteístas- en una ciudad protegida y gobernada por las Naciones Unidas.

También hay que abordar las negociaciones para encontrar una salida pactada a la sucia y agónica guerra de invasión de Ucrania lanzada por Vladímir Putin, bajo la evidencia que Kiev no se rendirá y que las tropas de Zelenski no conseguirán liberar Crimea y el Dombás. La partición de Ucrania es inevitable y hay que llegar, cuanto antes mejor, en un acuerdo de paz que, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, acabe con esta sanguinaria aberración.

Los humanos afrontamos retos colosales para nuestra supervivencia y solo nos tenemos a nosotros para encontrar una solución inteligente y justa. Si fuéramos capaces de contemplar nuestra existencia desde cualquier estrella que luce en la noche, llegaríamos rápidamente a la conclusión que somos unos idiotas y unos imbéciles, incapaces de disfrutar en amor y hermandad de este maravilloso jardín que habitamos en la inmensidad del universo.

No dudo que llegará el momento que haremos el “click” y que se abrirá , imparable, la revolución de la buena gente, dispuesta a todo para hacer realidad este viejo y bello sueño que perseguimos desde la profundidad de los tiempos. De momento, tenemos dos tareas urgentes: parar y rechazar enérgicamente las guerras y la violencia como métodos para afrontar nuestras diferencias; y hacer un esfuerzo colectivo para intentar parar el cambio climático -en Cataluña somos testigos de primera mano con la gravísima sequía que sufrimos- con la descarbonización de la actividad humana y la aceleración de la transición energética.

¿Cuándo se producirá este “click” que nos hará abrir los ojos y los corazones? De momento, hay que pregonar y mantener viva la esperanza y trabajar, sin cesar, para inspirar las conciencias de nuestros congéneres. Este es el trabajo que, modestamente, intento hacer con aquello que tengo al alcance: la creación, dinamización y difusión de medios de comunicación como éste.

Con las heridas abiertas de Gaza y Ucrania hay motivos para la desesperación y el pesimismo hacia la condición humana. Pero también constato que somos infinitamente más los humanos que deseamos y reivindicamos la paz. Siempre hay un momento en que las guerras se detienen y se extinguen. En estas postrimerías del 2023, todavía no es el caso.

A pesar de todo: ¡Feliz Navidad y buen solsticio a todas las lectoras y lectores de EL TRIANGLE!

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Del oasis, a la cloaca, al desierto y al abismo https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/11/del-oasis-a-la-cloaca-al-desierto-y-al-abismo/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/11/del-oasis-a-la-cloaca-al-desierto-y-al-abismo/#respond Mon, 11 Dec 2023 09:30:15 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/11/del-oasis-a-la-cloaca-al-desierto-y-al-abismo/ El nacionalismo, políticamente hegemónico desde el año 1980 en Cataluña, nos ha llevado a la debacle actual. No es una cuestión de siglas -CDC, UDC, PDECat, JxCat, ERC, CUP…- es una cuestión de concepto, de mentalidad y, sobre todo, de una manera de hacer y de gobernar. El ideal de una Cataluña “libre, rica y próspera”, segregada ... Leer más

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El nacionalismo, políticamente hegemónico desde el año 1980 en Cataluña, nos ha llevado a la debacle actual. No es una cuestión de siglas -CDC, UDC, PDECatJxCat, ERC, CUP…- es una cuestión de concepto, de mentalidad y, sobre todo, de una manera de hacer y de gobernar.

El ideal de una Cataluña “libre, rica y próspera”, segregada de España y de la península Ibérica, ha marcado a las generaciones de catalanes que han nacido y vivido en esta tierra después de la muerte de Franco. Pero este ideal se ha basado sobre un gravísimo error: obviar que la realidad social es compleja y que hay una parte muy importante de la población que no tiene raíces catalanas y que también tiene derecho a expresarse en su lengua y a vivir su cultura con normalidad y plenitud.

La Generalitat, restablecida gracias a la tenacidad del presidente en el exilio, Josep Tarradellas, no ha sido percibida como la institución de “todos”, sino de solo una parte y esta falta de identificación ha entorpecido el proceso de integración. Hoy, más que nunca, hay que ratificar y defender que los 8 millones de habitantes de Cataluña, vengamos de donde vengamos, hablemos como hablemos, somos un solo pueblo, con los mismos derechos y los mismos deberes.

El nacionalismo catalán, además de su vertiente excluyente, ha cometido dos otros errores de gran calibre: caer en la lacra de la corrupción y, lo que es peor, intentar justificarla; y poner en marcha el delirante proceso independentista para intentar tapar el lado más oscuro y más sucio de su gestión. De este modo, hemos pasado del supuesto “oasis” pujolista -donde la “omertà mafiosa tapaba todas las críticas- al estallido de las cloacas y al actual desierto, en el cual estamos perdidos y desorientados.

Para más inri, hemos perdido la empatía y la complicidad de los vecinos. El estropicio del 1-O no solo ha fracturado, todavía más, la sociedad catalana. Ha provocado una reacción de rechazo en la Cataluña Norte, en las Islas Baleares, en la Comunidad Valenciana y en Aragón, donde las últimas elecciones han instaurado gobiernos de derecha y de extrema-derecha, muy refractarios a la colaboración con la Generalitat y con todo aquello que tenga relación con el nacionalismo catalán.

La incapacidad y la impotencia para hacer frente a la sequía; el devastador informe PISA sobre la educación y los reiterados y brutales episodios de inseguridad ciudadana que sufrimos marcan el punto más bajo de Cataluña desde la recuperación de la democracia. Este desbarajuste coincide con un Gobierno, el de Pere Aragonès, que solo tiene 33 diputados en el Parlamento.

Jordi Pujol, el “padre padrone del nacionalismo contemporáneo, tiene que ver cómo otra de sus obras -a la cual dedicó mucho dinero y esfuerzos-, la Gran Enciclopèdia Catalana (GEC ), también cae a pedazos. Esta empresa editorial arrastra una deuda de 15 millones de euros, ha tenido que vender el edificio corporativo al dueño de Bon Preu, Joan Font, y tiene previsto hacer un ERE de su plantilla.

La crisis de la GEC, fundada en 1968, se añade a las del grupo financiero Banca Catalana, al cierre del diario El Correo Catalán, de la revista Destino -de los que Jordi Pujol era propietario- y de Cadena 13, a la desintegración de Convergència Democrática por corrupción y a la imputación de toda la familia Pujol por esconder una fortuna en paraísos fiscales. Jordi Pujol se llegó a identificar con Cataluña y la evidencia es que todo aquello que construyó ha acabado hundido, incluido el “país ideal” que imaginó.

Con el descalabro de la GEC culmina este desastre permanente que, bajo las consignas de “hacer país” y “esto ahora no toca”, hemos tenido que soportar el conjunto de los catalanes en las últimas décadas. Dando por sentado que en la iglesia nacionalista, presidida por el pantocrátor de Jordi Pujol, los convergentes eran los padres de esta gran familia mal avenida; los republicanos son los hijos; y los de la CUP, los nietos.

Es evidente que el edificio está en ruinas y que hay que hacer un “reset” con urgencia, pero el PSC, que tendría que liderar la alternativa, está atado de pies y manos por el apoyo que ERC da a la estabilidad de Pedro Sánchez. Mientras en Madrid, el PSOE necesite imperiosamente los escaños de los nacionalistas catalanes para poder gobernar, Salvador Illa se quedará sin la presidencia de la Generalitat.

Es el mismo trato que hizo Felipe González con Jordi Pujol y el vivaracho José Luis Rodríguez Zapatero con Artur Mas. Los grandes sacrificados de esta perversa correlación de fuerzas son los socialistas catalanes, que, con su brillante victoria electoral, fueron la clave para que hoy Pedro Sánchez pueda estar en la Moncloa y que, una y otra vez, son el cordero pascual.

En comparación, los socialistas del País Vasco son políticamente más inteligentes y, desde hace muchos años, gobiernan en coalición con el PNV y no hacen ascos a pactar con el PP o con Bildu. En cambio, el PSC arrastra un extraño complejo de inferioridad, desde la derrota del año 1980, y, siempre que puede, necesita hacer ver que también es nacionalista.

Buena prueba de esta esquizofrenia es el conflicto suscitado por la concesión de la amnistía a los protagonistas del proceso independentista encausados o condenados judicialmente. Salvador Illa sabe que buena parte de sus votantes están en contra, porque han vivido y sufrido en primera línea el desastre y la angustia que causó este demencial intento de ruptura institucional, económica y social.

Un votante socialista de Guadalajara o de Lugo puede estar en contra de la amnistía de los independentistas catalanes, pero es una cuestión que le cae lejos y que puede llegar a justificar para impedir que PP y Vox puedan gobernar. En cambio, para un votante socialista catalán la concesión de la amnistía es un agravio, si no va acompañada de un acto de contrición por parte de los independentistas, que no lo harán.

Al contrario, cuando tengan limpios sus expedientes judiciales, lo volverán a hacer. Saben que es arriesgado, saben que acabará mal, pero también saben que esto da sentido a sus vidas, da dinero y, al final, España siempre te acaba perdonando.

El nacionalismo ha llevado Cataluña al precipicio. Estamos en caída libre y todavía no hemos tocado fondo.

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Malversación de dinero público https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/06/malversacion-de-dinero-publico/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/06/malversacion-de-dinero-publico/#respond Wed, 06 Dec 2023 12:02:09 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/12/06/malversacion-de-dinero-publico/ Las empresas y las personas estamos crujidas a impuestos. Esta es una de las bases del Estado de bienestar y lo tenemos que asumir, en el objetivo de conseguir una sociedad más justa, próspera y equitativa. De acuerdo. Pero, del mismo modo que los ciudadanos estamos sometidos a las obligaciones tributarias, las administraciones del Estado (Gobierno central, comunidades ... Leer más

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Las empresas y las personas estamos crujidas a impuestos. Esta es una de las bases del Estado de bienestar y lo tenemos que asumir, en el objetivo de conseguir una sociedad más justa, próspera y equitativa. De acuerdo. Pero, del mismo modo que los ciudadanos estamos sometidos a las obligaciones tributarias, las administraciones del Estado (Gobierno central, comunidades autónomas, ayuntamientos…) tienen la responsabilidad de emplear el dinero público salido de nuestros bolsillos con rigor extremo y honestidad.

El control exhaustivo del gasto público tendría que ser la tarea prioritaria de los partidos que ejercen de oposición en las instituciones. Desgraciadamente, no siempre es así. Ya sea porque los políticos en el gobierno actúan con premeditada opacidad o bien porque la oposición no tiene los técnicos ni los medios para hacer correctamente la tarea de fiscalización que le corresponde.

Es por esto que existen organismos como el Tribunal de Cuentas en España o la Sindicatura de Comptes, en el caso de Cataluña. Su función es analizar en profundidad la gestión financiera de las instituciones democráticas y señalar los excesos o los errores que puedan cometer los políticos en el poder en la administración del dinero público.

Los informes de estos organismos fiscalizadores tendrían que tener, por higiene democrática, consecuencias judiciales, en caso de detectarse irregularidades contables. En Cataluña tenemos cuatro casos escandalosos de presunto derroche presupuestario: la construcción de la línea 9 del metro, las obras de la futura estación de la Sagrera, los sobrecostes del canal Segarra-Garrigues, la gestión de los tranvías de Barcelona y la implementación de la nueva T-Mobilitat.

Por aquí se han perdido, en los últimos años, centenares y miles de millones de euros de dinero público a través de presupuestos hinchados deliberadamente para enriquecer a las empresas adjudicatarias y, quién sabe si también a bolsillos poco honorables. El último informe de la Sindicatura de Comptes sobre la gestión financiera del Trambaix y del Trambesòs pone los pelos de punta.

Los tranvías de Barcelona están explotados por dos empresas privadas, que obtuvieron la concesión en 2000 y 2003. Pero, según han constatado los analistas de la Sindicatura de Comptes, estas empresas no arriesgan ni un euro y se dedican a cobrar cada año una morterada de millones de la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM), un consorcio público formado por la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Área Metropolitana, que les cubre todos los gastos e, incluso, les garantiza un beneficio anual del 10% y el pago del impuesto de sociedades.

La inversión prevista para poner en marcha estos dos tranvías era de 422,3 millones, pero, hasta ahora, ya han chupado 824,5 millones de dinero público. Además, la ATM les ha alargado la concesión inicial, que era de 25 años, hasta el año 2032, para que puedan continuar enriqueciéndose a placer.

Para más inri, los tranvías de Barcelona han sido un refugio dorado para altos cargos convergentes inmersos en escándalos de corrupción, como es el caso de Josep Maria Cullell, que fue presidente entre 2011-16; o Felip Puig, entre 2016-21. El actual director general y hombre fuerte de la ATM, Pere Torres, fue nombrado en 2016, durante el mandato de Carles Puigdemont, y es el máximo ejecutivo de la gestión de un presupuesto de 1.500 millones anuales.

Pere Torres es también el responsable del desastre de la T-Mobilitat, la tarjeta digital que sustituye a los billetes de cartón de los transportes públicos y que justo ahora ha empezado a entrar en servicio, con muchos problemas técnicos sin resolver. El proyecto fue encargado por la ATM a la empresa SocMobilitat en 2014, con un presupuesto de 60 millones de euros. Las previsiones eran que la nueva tarjeta pudiera empezar a ser operativa ¡en 2015! En paralelo, el presupuesto de la T-Mobilitat también ha crecido de manera exponencial y de los 60 millones previstos se ha pasado a casi 160 millones de euros. Inconcebible.

La línea 9 del metro de Barcelona es el paradigma de una gestión nefasta y dolosa del dinero público. Las obras empezaron en 2003, con un presupuesto de 1.947 millones de euros y, según las previsiones oficiales, tenían que estar acabadas en 2007. Han pasado 20 años y, todavía hoy, falta por acabar el tramo central que, según el departamento de Territorio de la Generalitat, entrará en servicio en 2029.

El presupuesto también se ha disparado y ya supera los 6.100 millones. Además, las obras del tramo central han sido valoradas en 926 millones, con lo cual el coste final del proyecto rebasará los 7.000 millones y se habrá más que triplicado. La Sindicatura de Comptes ha hecho informes demoledores sobre la escandalosa desviación presupuestaria en la ejecución de la línea 9.., pero aquí no ha dimitido nadie ni se ha abierto ningún procedimiento penal contra los responsables de este escándalo.

¡Que no pare la fiesta! Otro informe de la Sindicatura de Comptes, del pasado mes de julio, cifró en 294,6 millones el sobrecoste en las obras de construcción del canal Segarra-Garrigues, además de detectar un rosario de irregularidades en su ejecución. El proyecto se presupuestó en 1.782,2 millones y acabará costando 2.076,8 millones, con una desviación del 16,5%, a cargo del erario público.

Como mínimo, Adif, empresa responsable de la construcción de la gran estación intermodal de la Sagrera, con un presupuesto de 650 millones de euros, ha actuado con contundencia. Detectó una trama corrupta de empresas contratistas que se había embolsado 82 millones con facturas hinchadas, lo denunció a la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil detuvo a 16 implicados en este conchabeo. 

Mientras tanto, el caso del 3% de financiación ilegal de CDC -destapado a raíz de una denuncia presentada por una exconcejal de ERC de Torredembarra- todavía continúa pendiente de juicio, ocho años después. El presidente Pasqual Maragall ya alertó de estas prácticas corruptas el año 2005 en el Parlament y fue obligado a retractarse. 

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La Cataluña sionista https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/28/la-cataluna-sionista/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/28/la-cataluna-sionista/#respond Tue, 28 Nov 2023 09:08:05 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/28/la-cataluna-sionista/ En su transitar por la historia, el catalanismo político -surgido hace 150 años, al socaire del movimiento romántico de la Renaixença- siempre ha buscado referentes en el exterior para autoafirmarse e imitar sus postulados, sus programas y sus métodos. Esto demuestra la íntima debilidad de sus convicciones para imponerse en una sociedad como la catalana que, ... Leer más

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En su transitar por la historia, el catalanismo político -surgido hace 150 años, al socaire del movimiento romántico de la Renaixença- siempre ha buscado referentes en el exterior para autoafirmarse e imitar sus postulados, sus programas y sus métodos. Esto demuestra la íntima debilidad de sus convicciones para imponerse en una sociedad como la catalana que, desde el siglo XIX, ha experimentado un permanente flujo migratorio, ha estado estrechamente interrelacionada con España y Francia y se ha convertido, como podemos constatar hoy, en una síntesis de influencias culturales muy diversas.

Francesc Macià, el padre del independentismo, se inspiró en la lucha de la católica Irlanda por deshacerse de su adhesión a la corona británica para protagonizar la asonada de Prats de Molló. Más adelante, las ideas fascistas y nazis impregnaron de militarismo y totalitarismo la facción más extremista del secesionismo catalán. Por su parte, las organizaciones independentistas marxistas de los años 60 intentaron imitar la guerra de guerrillas del Vietnam o de Argelia en su combate por la emancipación nacional contra la dictadura franquista.

La recuperación de la independencia de las repúblicas soviéticas después de la caída del Muro de Berlín; la sanguinaria desintegración de Yugoslavia; los referéndums del Quebec, de Escocia, de Nueva Caledonia… han sido ejemplos que han alimentado las estrategias de nuestros independentistas.

En la búsqueda de un modelo de éxito para implementarlo en Cataluña, podemos decir que el independentismo ha dado la vuelta al mundo. Ha hecho la Vía Báltica, ha apelado a la solución de Kosovo, ha ido al Kurdistán y a Palestina, se ha fijado en Sudán del Sur, en su momento estuvo tentado por la lucha armada de ETA y sus epígonos de Córcega y Bretaña, flirteó con la Padania, ha hecho suyas las causas del Polisario, de los rifeños, de los uigures, de los tibetanos, de los biafreños, de los inuits…

En una última pirueta, Oriol Junqueras ha afirmado que el camino a seguir es el de Montenegro, que accedió a su independencia a través de un referéndum tutelado por la Unión Europea. En vez de buscar una solución propia y adaptada a la realidad de los problemas que afectan a Cataluña, existe una necesidad obsesiva por parte de nuestros secesionistas de ir a buscar y a comprar el remedio fuera de nuestro contexto geopolítico y geoeconómico.

De todos los procesos contemporáneos de construcción y reafirmación nacional, el más duro e implacable es el del Estado de Israel, producto del ideario sionista, consistente en el traslado e implantación por la fuerza de población de origen judío en el territorio de Palestina. Es un modelo parecido al que impusieron los europeos anglosajones en Norteamérica o Australia, con la marginación y el exterminio de las tribus nativas.

La diferencia es que el pueblo judío instalado en Europa sufrió, durante siglos, una represión salvaje, con la culminación del genocidio del Holocausto. El componente religioso de la Biblia convirtió el territorio de Palestina en la “tierra prometida” y el sionismo impulsó, desde finales del siglo XIX, su ocupación. Primero, pacífica. Después, con enfrentamientos permanentes y sanguinarios con los británicos, que ejercían el dominio colonial, y los árabes, tanto los autóctonos de Palestina como los de los países vecinos.

De los 30.000 judíos que había en este territorio a comienzos del siglo XX hemos pasado a los siete millones que habitan actualmente en el Estado de Israel. Este espectacular crecimiento demográfico -con la llegada de migraciones masivas procedentes de Europa del Este, de África y de América…- se ha producido en detrimento de la población palestina, que ha perdido el control de la mayor parte de las tierras y de las localidades donde vivían, empezando por Jerusalén.

Hay una segunda diferencia a tener en cuenta: los palestinos no están solos, como los indios de los Estados Unidos o los aborígenes australianos. Forman parte del “umma”, la comunidad de 2.000 millones de personas de religión musulmana que hay repartidas por el mundo. Esto hace que su aniquilación resulte imposible, puesto que cuentan con una enorme y poderosa red de solidaridad.

Jordi Pujol siempre manifestó una gran admiración por la causa sionista y convirtió el Estado de Israel en su referencia para la “reconstrucción” de Cataluña. Educado en la Escuela Alemana de Barcelona, durante la época triunfante del III Reich, Jordi Pujol entró en contacto con el mundo judío a través del hombre de negocios Moisés David Tennenbaum, el socio de su padre en la aventura de Banca Catalana.

La historia de Cataluña no tiene nada que ver con la de Israel, más allá que las comunidades judías que había instaladas aquí sufrieron reiterados “pogromos” por parte de la población cristiana, hasta su expulsión de la península, en 1492. Es esta conexión a través de la creación de Banca Catalana la que explica la gran influencia que el ideario sionista ha tenido en el esquema mental y político de Jordi Pujol y, por extensión, del pujolismo más recalcitrante.

Si debemos establecer comparaciones, la población catalana originaria serían el equivalente a los árabes palestinos y la migración que se produjo a partir del siglo XX, procedente otras regiones de España, serían los judíos recién llegados que “ocuparon” y “colonizaron” este territorio. La historia de Israel, explicada al revés.

Entonces, ¿por qué esta obsesión de Jordi Pujol de establecer un paralelismo entre Cataluña y el Estado hebreo? En primer lugar, por su exaltación de la “voluntad de ser”. Los sionistas impusieron una nueva lengua y un alfabeto que eran desconocidos para la gran mayoría de los judíos de la diáspora. También organizaron el nuevo Estado con “conciencia de pueblo”, una fuerte disciplina y la militarización obligatoria de los israelíes.

Esta “tensión nacional” permanente forma parte de la ideología profunda de Jordi Pujol, que quedó plasmada en su Plan de Nacionalización, puesto en marcha en 1990, un documento de inspiración nítidamente totalitaria. Se trataba de hacer una “limpieza”, auspiciada desde el poder de la Generalitat, para expulsar el español y los españoles de la vida pública de Cataluña o forzar su asimilación a la “verdad” catalana.

Para promover y expandir esta Cataluña sionista, Jordi Pujol movilizó y apadrinó a un grupo de intelectuales y activistas, entre los cuales destacan la inefable Pilar Rahola, Joan B. Culla, Vicenç Villatoro, Marta Pesarrodona, Valentí Puig, Francesc-Marc Álvaro, David Madí…

Afortunadamente, este delirio de intentar hacer de Cataluña un segundo Estado hebreo -pero poblado con catalanes de religión católica, misa dominical y roscón- ha fracasado estrepitosamente con la caída del pujolismo y ha quedado barrido por el viento de la historia. Al contrario, Cataluña se ha convertido en uno de los lugares de Europa que más simpatiza con la causa palestina.

En el recuerdo quedan los viajes de Jordi Pujol y Artur Mas a Israel, la creación de los Mossos d’Esquadra con el asesoramiento de especialistas israelíes en seguridad o los servicios de contrainteligencia judíos contratados por la Generalitat. Santa Coloma de Gramenet nunca será la Franja de Gaza.

  

   

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Ya lo ha conseguido: Pedro Sánchez ha sido investido presidente del Gobierno español y tiene ahora por delante cuatro años más para ejercer el liderazgo del Estado.

De entrada, no lo tendrá fácil. En el magma de partidos que le han apoyado los hay que son antitéticos (ERC vsJxCat, PNV vsBildu, Sumar vs. Podemos) y esto hará muy complicado lograr los consensos necesarios para sacar adelante la aprobación de las leyes, empezando por la de los Presupuestos para el año próximo.

También será de difícil digestión la coexistencia de formaciones de izquierda transformadora, como Podemos, Bildu o BNG, con otras de moderadas en política económica, como JxCat, PNV o Coalición Canaria. Encontrar, de manera permanente, el mínimo común denominador entre las ocho fuerzas políticas que sostienen al Gobierno de Pedro Sánchez será una tarea muy laboriosa, pesada y llena de quebraderos de cabeza.

La aprobación de la ley de amnistía para los independentistas catalanes, condenados o encausados, será un camino repleto de trampas e infernal. La oposición frontal que suscita esta ley, no solo en el PP y Vox, sino -con sólidos argumentos jurídicos- en todo tipo de instancias judiciales, académicas, profesionales y sociales, anticipa que su tramitación, aprobación y aplicación será un campo de minas.

La primera parte del mandato, Pedro Sánchez la tendrá que emplear en batallar muy a fondo para que prospere la aprobación de los Presupuestos y para que la ley de amnistía pueda ser, finalmente, publicada en el BOE, cosa que, yendo bien, no sucederá antes del verano. Nos esperan, pues, unos meses de dura bronca política, de manifestaciones en la calle, de crispación mediática y de bronca subida de tono en las redes sociales.

Si los que son contrarios, empezando por el rey Felipe VI, entendieran que la amnistía es la consecuencia de la derrota sin paliativos de los independentistas que, en 2017, intentaron implantar la república catalana, tal vez se la mirarían con menos vehemencia y con más condescendencia. Para destensar el ambiente –que es urgente y necesario– también haría falta que los que resultaron beneficiados por esta medida de gracia extraordinaria, empezando por Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, se dirigieran a la sociedad catalana y española para pedir públicamente perdón por el enorme cacao que han organizado y por todo el daño que han hecho.

¿Se puede ser independentista catalán en España y en el marco de la Unión Europea? ¡Por supuesto! Cada cual es muy libre de tener la ideología que quiera y de propagarla, siempre que sea respetuosa con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Ahora bien, cabe señalar que toda la parafernalia del proceso fue un colosal montaje de ingeniería social, engrasado con una montaña de millones de euros del erario público y basado en una gran mentira: es inmoral e imposible imponer la secesión de una parte de un Estado cuando no hay una aplastante mayoría social a favor. Y este no era ni es el caso de Cataluña, un territorio estrechamente relacionado y fusionado, desde hace siglos -por razones históricas, económicas, políticas, culturales, familiares…-, con el conjunto de los pueblos hispánicos.

La enorme manipulación educativa y mediática orquestada por el régimen pujolista a la cual fue sometida, durante un montón de años, la sociedad catalana, no consiguió su propósito de convertir a la “masa” a la doctrina independentista. Y esto, a pesar de la congénita miopía e ineficiencia de las instituciones del Estado español, que fracasaron estrepitosamente a la hora de prever y neutralizar la potentísima operación que pretendía dinamitar los puentes que nos unen con el resto de la península.

Afortunadamente, los dirigentes del movimiento procesista han demostrado que eran unos calzonazos y que ellos, más que nadie, sabían íntimamente que el embate por la independencia era una farsa o, si se quiere, un farol, en palabras de la preclara Clara Ponsatí. No tenían la capacidad ni el coraje ni la voluntad para ejecutar aquello que, haciéndose los prepotentes, pregonaban y prometían a los cuatro vientos.

Por eso, porque eran y son unos mitómanos y unos fantasmas, la amnistía es un concepto que les viene demasiado grande. No son dignos porque los delitos que se les han atribuido no se los merecen. Todos, del primero al último, eran una compañía de comediantes que intentaron, y casi lo consiguen, “trolear” al Estado español.

El problema es que, como aprendices de brujos, el invento se les escapó de las manos y, por muy poco, no acaban provocando una desgracia humanitaria que hoy todos lamentaríamos. En su obsesión por continuar jugando en su “escape room, los dirigentes independentistas se sacaron de la manga el mantra de la amnistía, intentando rememorar las que se otorgaron en 1977 o en 1936.Pero, obviamente, no es lo mismo. En las amnistías del 1936 y del 1977 se perdonaron muertos, sangre, torturas, venganzas, bombas. En la que ahora reclaman ERC y JxCat no hay nada de todo esto: todo fue un teatro de sombras chinas, animado por las “performances” del Tsunami, las noches de la “Patum” de Urquinaona y los experimentos de la SrtaPepis de los CDR.

Lo peor que pueden hacer Pedro Sánchez y Alberto Fernández Feijóo es tomarse seriamente esto de la amnistía que exigen los independentistas. Como con los niños pequeños, al final, lo mejor es dársela y que callen un rato. Por consiguiente, es un error dramatizar la ley de la amnistía, porque es una broma más que forma parte del enorme juego de rol con disfraces que han creado los “cerebros” del procesismo, ante los cuales me saco el sombrero por su gran capacidad de fabulación y de alucinación colectiva.

Eso sí, recomiendo a los poderes del Estado que lean con mucha atención y detenimiento el libro “La matemática de la historia”, del farmacéutico de Figueres Alexandre Deulofeu. La próxima “troleada” que preparan los inventores del 1-O vendrá por aquí. Lo volverán a hacer. El milenarismo siempre tiene público y siempre vende y, en este sentido, los catalanes estamos hechos de buena pasta y tenemos una contrastada capacidad para tragarnos las bolas, en especial si son cuatribarradas y esteladas.

  

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El perdón tiene que ser en las dos direcciones https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/12/el-perdon-tiene-que-ser-en-las-dos-direcciones/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/12/el-perdon-tiene-que-ser-en-las-dos-direcciones/#respond Sun, 12 Nov 2023 13:12:11 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/12/el-perdon-tiene-que-ser-en-las-dos-direcciones/ Pedro Sánchez ha traicionado a los millones de catalanes que no comulgamos con la rueda de molino del proceso y de los pseudorreferéndums de los años 2014 y 2017, organizados por CDC (hoy Junts x Catalunya) y ERC. El pacto para la investidura que ha subscrito el líder del PSOE con estos dos partidos independentistas ... Leer más

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Pedro Sánchez ha traicionado a los millones de catalanes que no comulgamos con la rueda de molino del proceso y de los pseudorreferéndums de los años 2014 y 2017, organizados por CDC (hoy Junts x Catalunya) y ERC. El pacto para la investidura que ha subscrito el líder del PSOE con estos dos partidos independentistas contempla la aprobación de una ley de amnistía para todos los involucrados judicialmente en estos traumáticos acontecimientos, que fragmentaron y confrontaron a la sociedad catalana.

Dicen que los perseguidos por la acción judicial contra el movimiento secesionista son 1.400 personas. Pero, a la hora de la verdad, solo se trata de una docena de “peces gordos”, que tienen importantes cuentas pendientes y que son los que promueven su blanqueamiento: Carles Puigdemont, Artur Mas, Marta Rovira, Lluís Salvadó, Josep Maria Jové, David Madí, Oriol Soler, Xavier Vendrell.., además de los CDR de la Operación Judas.

La amnistía, si antes no viene precedida de un perdón sincero por parte de sus beneficiarios por todo el mal que hicieron a la convivencia entre los catalanes, es una burla y un gravísimo error político. Los no independentistas somos mayoría en Cataluña, como han puesto de manifiesto los resultados de las últimas elecciones generales, en las cuales ERC, JxCat y la CUP solo sumaron el 27% de los votos, y ratifican las encuestas del Centro de Estudios de Opinión.

Los no independentistas somos transversales y es una simplificación insultante atribuirnos la condición de “constitucionalistas” o de “españolistas”. Yo, por ejemplo, soy republicano y, por lo tanto, soy contrario al régimen monárquico que estableció la Constitución del 1978. Tampoco me siento ni me considero “españolista”, puesto que creo que el nacionalismo -el que sea- es un veneno que intoxica la convivencia entre las personas y nos aboca, fatalmente, al desastre de la violencia y de la guerra, como hemos visto en la ex-Yugoslavia o vemos, en la actualidad, en Ucrania y en Palestina, por no hablar de la hecatombe de las dos guerras mundiales del siglo XX, provocadas por este virus diabólico.

Si Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, los principales responsables de la “performance” del 1-O, no piden públicamente perdón por el incendio que causaron a la convivencia entre los catalanes, yo me planto y digo “no” a la amnistía. Que sean juzgados los que todavía no lo han sido y que se les conceda el indulto “a posteriori”, como muestra de buena voluntad.

Cataluña está secuestrada, desde hace décadas, por una “mafia” supremacista con voluntad explícita de dominar el relato y de imponer su ley sectaria sobre el conjunto de la sociedad. Han manipulado la historia, intentan adoctrinar a los niños y a los jóvenes a través del sistema educativo, han convertido los medios de comunicación -públicos y privados- en una correa de transmisión de sus consignas, aplican una censura de plomo a los disidentes y mantienen una ley electoral que perjudica a la gran mayoría de la población, instaurando una tramposa hegemonía política en el Parlament.

Antes de las elecciones del 23-J, Pedro Sánchez explicitó su rotunda oposición a la amnistía de los dirigentes independentistas. También lo hizo, con la misma contundencia, el líder del PSC, Salvador Illa. No es lo mismo haber vivido/sufrido los años del proceso en Cataluña que en el resto de España. Los catalanes no independentistas nos hemos sentido amenazados y perseguidos por el discurso del odio desatado por los secesionistas para intentar amedrentarnos y acallarnos. Buena prueba de esto es la agresión física que sufrió quien era, en 2014, el primer secretario del PSC, Pere Navarro.

Si en las elecciones del 23-J, los socialistas catalanes obtuvieron un gran resultado fue, en primer lugar, para frenar un previsible Gobierno PP-Vox. Pero, también, porque marcaron una línea roja con la amnistía que reclamaban ERC y JxCat, hecho que daba tranquilidad a los no independentistas. Ahora, esta confianza ha sido burlada de manera escandalosa.

Cualquier comparación entre la amnistía del 1977 y la que se plantea ahora es una falacia. Los “cerebros” del procesismo son expertos en falsificar la historia y crear paralelismos absurdos. Entre la Cataluña del 1714 y la de hoy no hay nada que las asemeje. En cambio, nos han hecho tragar un relato -gracias a los enormes recursos públicos que tienen a su disposición- que pretende establecer una conexión directa.

Mitómanos empedernidos, ahora intentan hacer lo mismo con la amnistía. La del 1977 era una reivindicación sentida y asumida por la aplastante mayoría de la población y de las fuerzas políticas democráticas, ansiosas de enterrar la dictadura franquista. La de ahora, tal como la ha pactado el PSOE con ERC y JxCat, es un salvoconducto para continuar desestabilizando a la sociedad catalana con el “mantra” del referéndum de autodeterminación y las profecías de Alexandre Deulofeu.

Pedro Sánchez ha mercadeado con los 14 votos independentistas y nos quiere endilgar una amnistía que rechazan una parte mayoritaria de la población española y un gran número de catalanes. Esto es oportunismo político para mantenerse en el poder, aunque sea a expensas de renunciar a la clara promesa electoral de rechazarla.

Tendremos investidura, pero la legislatura que empieza será de una extrema fragilidad, puesto que se sustenta en intereses tan contrapuestos como los que representan JxCat y ERC, o PNV y Bildu, o Sumar y Podemos, o Podemos y PNV… La aprobación y la implementación de la ley de amnistía también será un campo de minas jurídicas que ya veremos cómo acaba.

El gran damnificado por la investidura de Pedro Sánchez será el PSC. La abrumadora victoria de los socialistas catalanes fue capital para que el líder del PSOE saliera “vivo” el 23-J y ahora Pedro Sánchez se lo paga con unos pactos humillantes que ningunean y desautorizan a Salvador Illa y lo alejan de la presidencia de la Generalitat. Hay miles de votantes del PSC que, ante la magnitud del engaño, lo castigarán, sin contemplaciones, en las urnas.

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Somos 8 millones https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/08/somos-8-millones/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/08/somos-8-millones/#respond Wed, 08 Nov 2023 10:49:48 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/08/somos-8-millones/ Una nueva Cataluña está emergiendo en nuestros pueblos y ciudades. Una Cataluña como nunca la habíamos visto, multicolor y multilingüe, una mezcla de gente nacida aquí y de recién llegados del resto de España (15,2%), de Europa y de los otros cuatro continentes (21%). Esta es la Cataluña de los 8.005.744 habitantes que, según datos ... Leer más

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Una nueva Cataluña está emergiendo en nuestros pueblos y ciudades. Una Cataluña como nunca la habíamos visto, multicolor y multilingüe, una mezcla de gente nacida aquí y de recién llegados del resto de España (15,2%), de Europa y de los otros cuatro continentes (21%). Esta es la Cataluña de los 8.005.744 habitantes que, según datos del Instituto de Estadística (Idescat), vivimos aquí a fecha del 1 de noviembre del 2023.

Si a inicios del siglo XX, la población de Cataluña era de unos 2 millones de habitantes, las grandes oleadas migratorias de los años 60-70 del siglo pasado y la que se produce a partir del año 2000 han hecho que. La el número de habitantes se haya multiplicado por cuatro, a pesar de la enorme catástrofe demográfica –muertes y exiliados– que significó la Guerra Civil primera oleada migratoria fue protagonizada, sobre todo, por personas procedentes de las zonas depauperadas de España. La segunda, por migrantes llegados de países empobrecidos, en especial del Magreb y de América Latina.

La piel de Cataluña ha cambiado. ¿Esto es bueno? ¿Esto es malo? Toda avalancha migratoria provoca, de entrada, situaciones de conflictividad social, relacionadas con la falta de documentación de muchos migrantes para poder trabajar, las dificultades para encontrar un techo, los problemas de adaptación a la nueva realidad, la tentación de la delincuencia para ganarse rápidamente la vida…

Pero está constatado que, a medida que pasan los años y estas personas tienen trabajo estable, forman una familia…, su integración se normaliza y llevan una vida pacífica en comunidad. Sus descendentes socializan y se forja y consolida así una nueva identidad colectiva, evolución de la anterior y, obviamente, diferente.

La migración tiene su cara positiva: vivifica a las empresas, dinamiza el mercado laboral, cubre los trabajos más duros e ingratos, incrementa las bases de cotización a la Seguridad Social, fortalece los cimientos del Estado del bienestar… Siempre hay excepciones y hay gente recién llegada que intenta abusar de las ayudas sociales que se dan a los más necesitados, pero la inmensa mayoría llega aquí para trabajar y prosperar en paz y con dignidad.

Por supuesto, todos ellos son catalanes, desde el momento que deciden arraigar su vida aquí y asumen que forman parte de un territorio histórico con valores democráticos. Sus hijos, cuando vayan a la escuela, tienen que recibir la educación en catalán, haciéndola compatible con el español y con una tercera lengua, como puede ser el inglés.

Hay una tendencia a dramatizar la pérdida de riqueza del vocabulario y de los acentos locales de la lengua catalana. Pero este es un proceso inexorable en la evolución de todos los idiomas. Si no, todos hablaríamos todavía en el latín de Cicerón. No nos tiene que dar miedo ni tenemos que escandalizarnos por la supuesta degradación del catalán: los 8 millones de habitantes, de procedencia plural y de culturas diversas, que vivimos aquí estamos cristalizando, de manera permanente y dinámica, una nueva manera de ser y de sentirnos catalanes.

Lo que es fundamental es el concepto de ser una sola sociedad, asumiendo todas las particularidades y diferencias que hay. Caer en el comunitarismo, es decir, en la cohabitación de “guetos” que hacen vida aparte (los catalano-catalanes, los andaluces y sus descendientes, los marroquíes, los pakistaníes, los argelinos, los chinos, los argentinos, los dominicanos, los senegaleses…) es un grave error que nos empobrece y nos debilita.

El gran reto de la Cataluña de los 8 millones es fomentar, precisamente, el trabajo y la convivencia en común: la mezcla, el “melting pot”, como pasó con la emigración de los 60-70, hoy perfectamente incrustada en nuestra sociedad, aunque muchos no hablen en catalán.

Este crecimiento demográfico que vivimos, gracias a los migrantes, también tendría que servir para promover el reequilibrio territorial. En los siglos XIX y XX, Cataluña sufrió una extracción de población, de los valles pirenaicos y de las zonas rurales hacia las grandes conurbaciones de Barcelona y del litoral, que focalizaron la industrialización del país.

Tenemos una “Cataluña vaciada” que, en la perspectiva actual, se ha convertido en una tierra de oportunidades. Pueblos, campos y bosques abandonados presentan un potencial de desarrollo económico que, a buen seguro, resulta muy interesante para los recién llegados que buscan una vida mejor y que están dispuestos a dejarse la piel y a arriesgar. En este sentido, hace falta que la Generalitat invierta en las infraestructuras necesarias (vías de comunicación, telecomunicaciones, servicios básicos…) para facilitar la repoblación de las comarcas rurales y de montaña.

Hoy ya vemos cómo los barrios antiguos e históricos de nuestras ciudades, de los cuales habían desertado las familias de toda la vida para ir a pisos y chalés de más calidad, están habitados por migrantes, que encuentran precios de alquiler accesibles. Es gracias a ellos que estos núcleos, de gran valor patrimonial, han recuperado la vida y no se han convertido en un montón de ruinas.

La nueva realidad demográfica y sociológica que tenemos -de la Cataluña de los 6 millones de Jordi Pujol a la Cataluña de los 8 millones de Pere Aragonès- obliga a un profundo replanteamiento ideológico y político por parte de los intelectuales y de los partidos. En este contexto, el nacionalismo catalán, que ha sido la fuerza “mainstream de los últimos 40 años, tiene que hacer una reflexión y una inflexión para adaptarse a los nuevos tiempos, si no quiere caer en el radicalismo identitario fascistoide o en la marginalidad.

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