José Ramón Martínez, autor en El Triangle https://www.eltriangle.eu/es/author/jose/ El Triangle és un setmanari d'informació general, editat a Catalunya i escrit en llengua catalana, especialitzat en investigació periodística Wed, 17 Apr 2024 10:00:07 +0000 es hourly 1 https://www.eltriangle.eu/wp-content/uploads/2020/11/cropped-favicom-1-32x32.png José Ramón Martínez, autor en El Triangle https://www.eltriangle.eu/es/author/jose/ 32 32 Un viaje al Sant Jordi de nuestros sueños https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/19/un-viaje-al-sant-jordi-de-nuestros-suenos/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/19/un-viaje-al-sant-jordi-de-nuestros-suenos/#respond Fri, 19 Apr 2024 04:00:02 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/04/19/un-viaje-al-sant-jordi-de-nuestros-suenos/ La libertad inspira la diversidad y la diversidad conserva la libertad”. (Lord Acton). Como cada 23 de abril, vuelve la Barcelona de la rosa y el libro, la de la cultura y el amor. La ciudad cambia el paisaje, el estado de ánimo, y la euforia y el buen humor se apoderan de los habitantes. ... Leer más

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La libertad inspira la diversidad y la diversidad conserva la libertad”. (Lord Acton).

Como cada 23 de abril, vuelve la Barcelona de la rosa y el libro, la de la cultura y el amor. La ciudad cambia el paisaje, el estado de ánimo, y la euforia y el buen humor se apoderan de los habitantes. La celebración se ha extendido por todas las Españas, pero Barcelona sigue siendo el centro irradiador. Al fin y al cabo, esta ciudad es la capital mundial de la edición del libro en castellano y del doblaje del cine al español. Aunque cuentan con numerosos y buenos publicistas, los catalanes se equivocaron al no haber hecho este maravilloso día del libro y de la rosa, el día de la patria, de todas las patrias.

Susana Alonso

Llega Sant Jordi, por tanto, y es el momento de recapitular hacia dónde va el mundo editorial y cuáles son las inquietudes sociales y políticas del momento. La pregunta que hay que hacerse sería cuáles son las reflexiones de nuestros editores y los libros que nos proponen. Desde el ensayo político, como es mi caso, tengo la intuición de que el llamado storytelling, o el arte de narrar historias alejadas de la realidad, pierde fuerza. No niego que los ideólogos y guionistas de las series que buscan atraparnos en sus universos virtuales están en pleno auge, pero todo lo que sube, baja. La vida entre pantallas que nos proponen nos aleja de la conversación y la comunicación humana.

Así pues, creo, para empezar por casa, que los libros sobre el llamado ‘procés’, o movimiento por la liberación de Cataluña, o por el poder o por alimentar los egos, o por lo que ustedes quieran, pierden sustancia. El llamado lawfare, o Estado represor, o policía asesina, o jueces políticos, o fascistas y todo ese lenguaje tan amistoso y alegre ya tiene poco recorrido. Me hace que los editores han viajado mucho y están preocupados por este mundo tangible, del día a día, en el que vivimos, más que por performances y epopeyas. Es el momento de acabar ya con las heridas de la historia y el victimismo infantil y las marcadas banderas ideológicas y volver a casa. Mejor una vuelta a ese espíritu de principios del XX con L’Espanya de tots de Pere Bosch-Gimpera, o Hacia la España de todos, de Rafael Campalans. Es hora de la mirada conciliadora, de hablar todos con todos, de buscar el asiento de la convivencia. Se acabó ya tanto activista político que sólo sabe gritar e insultar y creerse en posesión de la verdad y la razón.

Ahora se trata de conocer mejor el mundo que nos rodea de la forma más rigurosa posible y de cómo mejorar las democracias y las sociedades en las que vivimos. Éste es el gran reto. Desde esa perspectiva, yo empezaría con El activismo tranquilo, de Nacho Corredor, un manifiesto subjetivo a favor de la convivencia, en un universo político donde los egos y los activistas con adrenalina, los ingenieros del caos, como los llaman unos, o los alquimistas del malestar, como hacen otros, abundan. Y qué mejor entonces para conocer este mundo que adentrarnos en el tiempo social y político que nos ha tocado vivir.

La nueva lista de libros que verán ustedes en las mesas de las calles barcelonesas va ahora en esa dirección. El gran apagón: El eclipse de la razón…, de Manuel Cruz; El peso del tiempo, de Oriol Bartomeus; La sociedad de la intolerancia, de Fernando Vallespín, La gran fragmentación, de Ricardo de Querol; Final de partida: Élites, contraélites…, de Peter Turchin, o La Manada Digital, de Josep Burgaya, y su último libro, Homo movens, sobre el turismo de masas. Ésta es la nueva dirección del ensayismo político. Y si deseáis leer lo último sobre el ‘procés’, el libro Màtria o barbàrie, de un grupo de feministas, nacionalistas, independentistas, pacifistas, progresistas, y todo los “istas” que queráis imaginar. Pero son tiempos ya de menos propaganda y política y más estudio y reflexión. ¡Queremos saber!

Y como final de este viaje por la Barcelona ilustrada, me gustaría recomendaros el libro Si puede, no vaya al médico, de Antonio Sitges-Serra, ex jefe de Cirugía del Hospital del Mar de Barcelona, que examina la medicina actual desde una perspectiva humanista y crítica hacia la medicalización de nuestra sociedad hipocondríaca. Y es que nada mejor que una vida sana, tranquila de espíritu, alejada de los malos ruidos; silencio y andar como decía el filósofo, y un paseo si es posible, no os lo perdáis, por la Barcelona del joven Jordi Corominas, que irradia luz y alegría. Y, claro está, acompañados, nada mejor, de un buen libro para seguir soñando despiertos.

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La tribu digital https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/21/la-tribu-digital/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/21/la-tribu-digital/#respond Thu, 21 Mar 2024 05:00:24 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/03/21/la-tribu-digital/ “La información que hay que procesar se ha vuelto tan vasta que supera la ‘racionalidad limitada’ de los individuos”, Byung-Chul Han. Nunca mejor dicho un término como el de “tribu” digital va a resumir con tanta claridad un tiempo social y político como el que vivimos. Internet y las nuevas tecnologías están generando un nuevo ... Leer más

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“La información que hay que procesar se ha vuelto tan vasta que supera la ‘racionalidad limitada’ de los individuos”, Byung-Chul Han.

Nunca mejor dicho un término como el de “tribu” digital va a resumir con tanta claridad un tiempo social y político como el que vivimos. Internet y las nuevas tecnologías están generando un nuevo tipo de sociedad y reconfigurando nuestros valores, ideas, estilos de vida y comportamientos. Estamos ante una mutación profunda de la condición humana, un cambio de civilización, afirman los estudiosos de la llamada era digital.

Susana Alonso

Lo primero que hay que destacar es que la creencia y la adhesión al grupo van a estar por encima de todo y cambiar de opinión o de comunidad será muy difícil. De esta manera la “tribu” se convierte en una fortaleza desde donde poder atacar al “otro”, que no es de los nuestros. Con estos parámetros, el diálogo y el entendimiento se hacen difíciles, sino imposibles, y para no pocos esto supone el fin de la política. Como diría Byung-Chul: “Ya no nos escuchamos”.

Uno de los más prolíficos ensayistas catalanes, Josep Burgaya, nos dibuja un retrato fidedigno y exhaustivo del llamado ‘régimen de la información’, o ‘capitalismo de vigilancia’ y su influencia en la esfera política y social. Se trata de una forma de dominio donde todo se va a procesar mediante algoritmos y en el que las personas quedan rebajadas a datos como si de un mero consumidor se tratara.

La “democracia” digital parece ideada para el ciudadano de hoy, en esta sociedad del espectáculo, el entretenimiento y el consumo a manos llenas. Aunque algunas de las tendencias actuales pudimos verlas ya a finales de la Transición. La ideología del triunfo, la moral del éxito y el narcisismo en estado puro se institucionalizaron. De forma gráfica, España pasaba del Seat al BMW y de la urbe a los residenciales. Empezaba a tomar cuerpo lo que Ulrich Beck definió como el ‘capitalismo del ego’.

Las consecuencias de todo ello se están viendo en el presente con las políticas populistas y autoritarias emergentes y la llegada de nuevos liderazgos procedentes del mundo digital como Boris Johnson, Donald Trump o Javier Milei, entre otros. De España se puede decir que el principal laboratorio de la política populista se da con el procés catalán y continua ahora con esa dialéctica visceral y hostil de una parte de la derecha política-mediática. Aunque es difícil escapar de esta retórica hoy dominante.

El caso es que las nuevas narrativas del consumo, que tanto proliferan en la biosfera mediática, y que crean adicción y dependencia, viven  de tensionar al máximo, de buscar culpables, de antagonismos irreconciliables. Es la batalla ideológica del siglo XXI que usa todos los recursos necesarios, visuales y semánticos, para alcanzar victorias propagandísticas. De ahí que la batalla por el relato y el storytelling tengan tanta importancia.

Ahora, ante la avalancha de información que nos llega, van a ser las imágenes y las performances las que se impongan. El mensaje político-publicitario se resume en un titular y las emociones pasan a ser el principal argumento. El objetivo es fidelizar a la tribu, al grupo, al partido y, hacerlos impermeables a lo que llegue de fuera, con el fin de que te siga votando o consumiendo.

En un sistema donde se han diluido las fronteras entre información, entretenimiento y publicidad, hay que pensar en qué tipo de ciudadano estamos construyendo. Los rasgos que se apuntan son las de personas muy individualistas, de grandes egos, con derechos sin límite, con un infantilismo irresponsable. Para muchos este es el camino de la deshumanización que los ideólogos del Silicon Valley, una mezcla de hippies, idealistas y neoliberales han creado.

Qué hacer ante los retos políticos y sociales que se plantean. Lo primero es comprender mejor el mundo en el que vivimos, al mismo tiempo que una política con sentido de lo público y con la primacía de las personas por encima de todo. Y más en sociedades abiertas, donde la convivencia de opuestos, la aceptación de lo distinto, la renuncia a una representación única aparecen como la señas de identidad de una democracia convivencial y habitable.

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La política que viene https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/25/la-politica-que-viene/ https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/25/la-politica-que-viene/#respond Thu, 25 Jan 2024 04:54:17 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2024/01/25/la-politica-que-viene/ “Todos los puentes destinados a resistir están destinados a transformarse” (Juan Claudio de Ramón) «Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron», escribía El Roto hace ya más de una década. El texto viene a resumir de forma muy gráfica los nuevos tiempos marcados por las grandes trasformaciones tecnológicas, culturales y ... Leer más

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“Todos los puentes destinados a resistir están destinados a transformarse” (Juan Claudio de Ramón)

«Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron», escribía El Roto hace ya más de una década. El texto viene a resumir de forma muy gráfica los nuevos tiempos marcados por las grandes trasformaciones tecnológicas, culturales y sociales que estaban emergiendo en la sociedad española y en las sociedades modernas occidentales. En paralelo, se estaba produciendo igualmente otro fenómeno de gran importancia en nuestro país como era el final de la generación de la Transición y su relevo por los hijos de la democracia, los nacidos a partir de 1976.

En este sentido,  van a ser los nuevos discursos políticos de esta generación los que hegemonizaran la agenda política. Unos discursos cargados de utopía e idealismo, que buscaban “asaltar los cielos” o el “sueño de Ítaca” y que han terminado llevando, por diversas causas, a la desilusión cuando no a la desafección. Aunque lo peor ha sido la vuelta a ese lenguaje del pasado cainita y guerracivilista que ha dificultado el dialogo y la colaboración, cuando más necesitados estamos de contacto personal y de conocernos mejor, ante la complejidad de la vida humana y de los problemas sociales.

Susana Alonso

Qué nos ha pasado, se pregunta más de uno, cuándo se pensaba que llegaría un tiempo de mayor civilidad y progreso. Estamos en la civilización del espectáculo, con su enorme capacidad de seducción, donde las plataformas digitales han tomado el mando y en la que el mundo mediático y político se ha instalado y acomodado a él con toda naturalidad. Desde luego, los diagnósticos no son muy halagüeños: “Crisis de la democracia”, “el eclipse de la razón”, “tiempos de confusión”, “la gran fragmentación”, “inestabilidad política”. Son algunas de las palabras que vienen a definir el mundo en el que vivimos.

El resultado de todos estos cambios se ha visto reflejado en las nuevas retóricas políticas antagónicas, en una dialéctica frentista que estigmatiza al oponente y que crea desasosiego y pesimismo. Ese es hoy el discurso dominante en las redes y en una parte importante de los medios y de los grupos políticos. Al mismo tiempo, y alrededor de todo ello ha crecido toda una legión de activistas, los ingenieros del caos, los alquimistas del malestar, como algunos les llaman, convertidos en los grandes sostenedores del sistema. No es una crítica ni a la pluralidad ni al conflicto, base de una sociedad democrática plural, sino a las malas maneras y modos que se han impuesto.

Nos tememos que los tiempos de la calma, no volverán, a pesar de haber inspirado, según el escritor Valentí Puig, los dos grandes momentos de la historia moderna de España: la Restauración canovista y la Transición democrática. El peligro potencial que se presenta podría venir de la frustración y el resentimiento de estas élites y su tendencia al extremismo. El científico americano Peter Turchin lo explica en su ensayo Final de partida: élites, contraélites y el camino a la desintegración política,  donde llega a vaticinar, incluso, la posibilidad de una guerra civil en EEUU.

Ante estas nuevas realidades, ¿es posible otra política más pragmática y realista? Nada hay seguro, ni es posible vaticinar un futuro claro. Sin embargo, los caminos de la lógica o del sentido común nos dicen que en una sociedad instalada en el bienestar y el consumo, la vuelta a la moderación sería lo normal, pero para ello haría falta encontrar el discurso político adecuado y los líderes capaces de llevarlo a cabo. Aquí hay un trabajo importante por delante.

Desde luego, se hacen necesarios cambios, no solo de mentalidad, sino también del ropaje ideológico y emocional en el que estamos instalados. Habría que dejar a un lado la política en su concepción más heroica y de fe para llevarla a terrenos más analíticos. O, lo que es lo mismo, menos ideología y más evidencias empíricas. Mientras tanto, seguir con la política de puentes y conciliación. “Una nueva cultura política más relacional y cooperativa en contraposición al darwinismo social y la lucha por el poder que parece haber calado en los valores colectivos” como muy bien señala Daniel Innerarity.

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¡No es la amnistía, es la política! https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/29/no-es-la-amnistia-es-la-politica/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/29/no-es-la-amnistia-es-la-politica/#respond Wed, 29 Nov 2023 05:00:13 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/11/29/no-es-la-amnistia-es-la-politica/ “Se habla de una democracia hechizada que ha sustituido la acción por el relato, la deliberación por la distracción y el arte de gobernar por el arte de la puesta en escena” (Fernando Vallespín) Las manifestaciones convocadas por el PP contra la amnistía han servido para sacar fuera el profundo malestar que había en la ... Leer más

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“Se habla de una democracia hechizada que ha sustituido la acción por el relato, la deliberación por la distracción y el arte de gobernar por el arte de la puesta en escena” (Fernando Vallespín)

Las manifestaciones convocadas por el PP contra la amnistía han servido para sacar fuera el profundo malestar que había en la sociedad española, principalmente con la política catalana, aunque la inquietud y el desasosiego con que se vive el presente político no se puede obviar, de ninguna de las maneras. La gente está asustada por las guerras, por la economía, por la emigración, por el futuro que nos viene. Al igual que por esa política acalorada, cuando no hostil, que termina en separación y confrontación y que ni con los amigos se puede hablar por miedo a terminar peleados.

Susana Alonso

Y detrás de todo ello, hay que señalar, una comunicación política-mediática, con toda su maquinaria propagandística, que tensiona y azuza hasta el infinito y nos pinta un escenario catastrófico. Un marco ideal para los personajes más estrafalarios, excéntricos y singulares que pueblan la política y los medios españoles e internacionales. Con estas circunstancias, habrá que echar mano, sin más remedio, del refranero, cuando dice que no hay mal que por bien no venga o de que una crisis es una oportunidad de mejora.

Desde esa perspectiva pragmática y casi geopolítica, se podría decir, las manifestaciones de estos días pueden tener una función terapéutica y nos sirven para visibilizar los miedos y temores. La victoria electoral del político argentino Javier Milei es un ejemplo más de la política que viene y que ya está entre nosotros. Todo esto debería ser un incentivo para llevar a cabo en nuestro país, no solo un cambio en formas políticas, sino también en las reformas que se necesitan y el tema territorial es uno de ellos, y quizás la mayor causa de inestabilidad de nuestro sistema institucional.

Puede ser que estemos ya en ese punto de madurez política, que no teníamos años atrás, y las señales de ello cada vez son más numerosas.  En este sentido, me impresionó gratamente poder escuchar días pasados en Bilbao, un debate organizado por el Colectivo machadiano Juan de Mairena, en el cual las diferentes posiciones de los ponentes se vivieron de forma muy respetuosa. La coexistencia de la pluralidad, sin antagonismos hostiles, es clave para la convivencia. Una nueva manera de contar la política, con mayor franqueza y sinceridad, cargada de empatía y de concordia es posible me dije, aunque pueda sonar a utópico.

Sabemos que estamos en un mundo complejo donde no es fácil ni dialogar, ni pactar. Y la realidad pura y dura es que tenemos una derecha belicosa a más no poder y una izquierda instalada en la superioridad moral y ninguna de las dos es capaz de cambiar esta situación.  El resultado es un relato político más cercano a los hooligans, e impotente para  salir de esa relación binaria de conmigo o contra mí, de amigos y enemigos, que se dio en otras épocas de infausto recuerdo.

Lo que sí está claro, mayoritariamente, es que esta confrontación estéril en la que estamos instalados no lleva a ningún lado y solo crea intranquilidad y pesadumbre. Se hace, por tanto, más necesario que nunca, cambiar la agenda política que hemos tenido estos últimos años. Una agenda política, hay que subrayarlo, dominada y hegemonizada por el movimiento independentista catalán, ya venido a menos. Basta con leer su discurso repetitivo y obsesivo para darse cuenta de su falta de recorrido. Por lo tanto, o cambiamos el relato, como se dice ahora, unos y otros, o los peligros para la convivencia seguirán.

España necesita un reset, como dicen algunos, una nueva cultura política, una nueva ciudadanía, para afrontar con garantías los retos del futuro. Y para hacerlo posible, como se hizo en la Transición, no estaría mal poder incorporar a los pactos a todos, derecha, izquierda y nacionalismos varios, si queremos verdaderamente un país reconciliado.

Para terminar, este país requiere de bastante pedagogía democrática, más explicaciones y persuasión, entre todos, partidos, personas, amigos, rivales. Es la hora, como han publicado cinco ex presidentes del socialismo catalán, de las soluciones y las propuestas políticas. Ya pasó el tiempo de los desahogos. Y al igual, un discurso ilusionante, optimista, esperanzador, no estaría mal.

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Un brindis por la convivencia https://www.eltriangle.eu/es/2023/10/12/siempre-nos-queda-la-vanguardia/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/10/12/siempre-nos-queda-la-vanguardia/#respond Thu, 12 Oct 2023 03:54:14 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/10/12/siempre-nos-queda-la-vanguardia/ Los catalanes deberán superar esta etapa de frustración colectiva y recomponer su fractura social (Lola García) Hubo un momento en que Cataluña parecía un barco a la deriva sin orden ni concierto, y lo peor, una Catalunya a la que tantísimos españoles habíamos idealizado se nos había venido abajo. Recuerdo una noche en el Congreso ... Leer más

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Los catalanes deberán superar esta etapa de frustración colectiva y recomponer su fractura social (Lola García)

Hubo un momento en que Cataluña parecía un barco a la deriva sin orden ni concierto, y lo peor, una Catalunya a la que tantísimos españoles habíamos idealizado se nos había venido abajo. Recuerdo una noche en el Congreso que unas palabras de Gabriel Rufián hirieron mi corazón y mi alma. Serían la diez u once de la noche y mi desasosiego iba in crescendo. Al final llamé al defensor del lector de La Vanguardia, me parecía que era la única institución que quedaba en pie en Cataluña y donde podría encontrar sosiego y calma.

La Vanguardia está muy unida a la Catalunya del último siglo y ha representado y representa a una parte importante de los catalanes. Es normal que a muy pocos haya dejado indiferente el 142 aniversario de su fundación. Y nunca más oportuno que el lema de la cita fuera “Un brindis por la convivencia”, un eslogan que conecta con las incertidumbres e inquietudes del momento. Era motivo para la reflexión encontrar en el salón de invitados a toda la sociedad española en su pluralidad y diversidad. Desde el Rey de España a Jordi Pujol, pasando por todos los demás, no faltó nadie a la cita. Una fiel imagen de la Catalunya ilustrada, burguesa y liberal, que simboliza este periódico.

Susana Alonso

Sin irnos muchos años atrás, un repaso al diario en esta última década viene a la reflejar la Cataluña del presente con sus contradicciones y déficits. El escritor Arturo San Agustín lo expresó muy bien en su libro, Cuando se jodío lo nuestro. Estamos hablando del final de la etapa de Pujol y Aznar y de la llegada de Pasqual Maragall a la Generalitat y la de José  Antich, a la dirección del periódico. El resultado fue que unos por otros la casa sin barrer, y La Vanguardia perdió su papel de constructor de puentes que muchos añoramos. Era entonces un diario conciliador y moderado, criticaba tanto al PP como al PSOE, y algo menos a Convergencia, pero tenía una plantilla de periodistas de primerísima fila.

La pregunta que muchos nos hacemos ahora es si La Vanguardia volverá a ser el diario de la centralidad política catalana, el diario que nos recuerda a la España ilustrada que representaban personas como Agustí Calvet, más conocido como Gaziel, o  Josep Pla, uno de los más grandes escritores que ha dado Cataluña o Amadeu Hurtado, un político catalán de gran prestigio, un erudito para su época, y lo mismo se puede decir de otros intelectuales, como Joan Maragall y Rafael Campalans…que se convertirán en referentes de la España democrática.

Volviendo de nuevo a la cita del aniversario hay que recordar las palabras de un socialista como Raimon Obiols, al primero que escuché lo del “coraje de la concordia”. El recuerdo de los sucesos de mayo de 1984 en el Parlament, en los que tuvo que soportar las palabras más duras contra la dignidad de su persona por parte de los seguidores de Pujol son escalofriantes y marca el nuevo estilo político y el nuevo país que empezaba a construirse desde la óptica nacionalista. “El PSC traidor” o “en Monarquía o República, los socialistas contra Cataluña”.

¡El coraje de la concordia! Ese podría ser el ejemplo a seguir siempre que hubiera voluntad y determinación para ello. La brecha entre catalanes y entre catalanes y el resto de españoles no es insalvable, solo lo es en la cabeza interesada de algunos pero no en el corazón de la inmensa mayoría. El historiador Josep Maria Fradera considera que, si en los momentos más difíciles del franquismo algunos partidos de la resistencia propusieron un pacto de reconciliación, como no va a ser posible reencontrarse hoy a pesar de las diferencias.

Por último, cómo no recordar la imagen de la joven poeta americana Amanda Gorman en la toma de posesión del presidente Joe Biden. Movía sus manos con delicadeza y sus palabras, sí, sus palabras, nos deslizaban hacía un universo, que ya nada tenía que ver con las “trifulcas” agresivas a las que estábamos habituados. Era el tiempo de la poesía, de una nueva prosa política, para una nación como la americana, que se dice, “inacabada” y dividida.  Palabras, como no, que nos llevan directamente a otro poeta, éste catalán, Salvador Espriu y sus versos sobre “la concordia y no el enfrentamiento” en las que pedía “compresión y generosidad” y afirmaba que “él no había nacido para el odio, sino para el amor”.

Pues bien, no está mal terminar este viaje a la encrucijada catalana con el espíritu de estos dos poetas que tan bien ha sabido reflejar el 142 aniversario de La Vanguardia.

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Un cambio de ‘software’ para la España del siglo XXI https://www.eltriangle.eu/es/2023/08/01/un-cambio-de-software-para-la-espana-del-siglo-xxi/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/08/01/un-cambio-de-software-para-la-espana-del-siglo-xxi/#respond Tue, 01 Aug 2023 11:55:49 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/08/01/un-cambio-de-software-para-la-espana-del-siglo-xxi/ “¿Hasta qué punto podemos considerar que vivimos en una sociedad libre cuando la mitad de una sociedad teme ser gobernada por los representantes de la otra mitad?” (Fernando Vallespín) Empantanados y bloqueados como diría Joan Coscubiela. Así lleva muchos años la política española. Desde  el 2014 se puede decir que empieza un ciclo de fragmentación ... Leer más

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“¿Hasta qué punto podemos considerar que vivimos en una sociedad libre cuando la mitad de una sociedad teme ser gobernada por los representantes de la otra mitad?” (Fernando Vallespín)

Empantanados y bloqueados como diría Joan Coscubiela. Así lleva muchos años la política española. Desde  el 2014 se puede decir que empieza un ciclo de fragmentación parlamentaria con la llegada de nuevos partidos y donde las elecciones se suceden a ritmo trepidante. El nuevo discurso político se focalizará en consignas y eslóganes en 124 caracteres, clave de la retórica propagandística que nos inunda. “Sanchismo o España, o Comunismo o Libertad”, es toda una muestra del nuevo argumentario. Y lo peor de todo es que hemos normalizado e interiorizado esta manera de hablar de política.

El resultado lo hemos vivido en como ciertas narrativas políticas y mediáticas han tensionado la sociedad hasta sus costuras y han intimidado con sus palabras y formas. Las reflexiones de Daniel Fernández, uno de los editores y demócratas catalanes más importantes de este país son más que significativas: “Nos ha dolido esta campaña electoral mendaz y a cara de perro. Otra vez gerracivilismo en vena.”

Quizás todo este relato visceral y tóxico, de deshumanización del oponente,  que se ha ido construyendo, ha terminado volviéndose en contra de sus mayores publicistas, como estamos viendo con la crisis que vive, por una parte, el independentismo en Cataluña y, por otra, el fracaso electoral del Partido Popular y su incapacidad para tejer alianzas. Los síntomas de hartazgo son evidentes y parece que ésta podría ser la espoleta para abrir un camino hacia la moderación, la gran revolución, para muchos, que el país necesita.

Aunque no lo parezca, algo parece moverse en el sustrato de la política española y así lo reflejan por su rigor y pluralidad algunas tertulias periodísticas y tribunas políticas. Entre ellas, destacaría la de Ernest Urtasun, portavoz de Sumar. Sus palabras, horas después de terminar las elecciones, han sido un ejemplo de un nuevo estilo político que podría estar conformándose. Y es que cada vez se cuestiona más la actual manera de contar la política en detrimento de lo que algunos denominan la cultura de la conversación. Pero se necesitará tiempo y maduración y sobre todo liderazgos y discurso capaces de avanzar en este camino. La paciencia, la mirada larga, es ahora importante.

El resultado electoral ha creado un clima político de confusión, de perplejidad. Nadie tiene claro qué hacer, hacia dónde ir y algunos siguen en campaña electoral, en busca del relato ganador. Una política cortoplacista que nos ha llevado a la situación actual. No obstante, el voto ciudadano ha mandado un mensaje plural y diverso y se hace necesario escucharlos todos. Es momento de aportar soluciones a los grandes retos que este país tiene planteados, es momento de mayor realismo, pragmatismo y prudencia. Es un momento de construir puentes, de generar confianza. Es un momento que nos implica a todos.

La voluntad de la ciudadanía se ha expresado. Derechas, izquierdas y nacionalismos varios, todos presentes en las Españas y todos con su legitimidad. Un hecho que evidencia la necesidad imperiosa de pactos y diálogo. Algo natural en la mayoría de los países europeos, pero que aquí nos cuesta más cuando se trata del gobierno del Estado. Aunque este último gobierno de coalición marca un cambio en esa dirección. Nucio Ordine, premio Príncipe de Asturias de Humanidades, va más lejos y se preguntaba: ¿Cómo podemos vivir los unos sin los otros?

Sin embargo, la autocrítica no termina de llegar. Aunque estas elecciones han servido para conocernos mejor, para desnudar a todos, líderes y discursos. Aquí nadie debería ya patrimonializar la verdad o la bondad como es tan habitual en ciertas dialécticas políticas. Se puede pensar que el tiempo nos hará madurar como sociedad  y quizás sea ya la hora de reivindicar una nueva cultura política y una nueva ciudadanía. En resumen, un reset, un cambio de software para la España del siglo XXI, dicho con palabras de ahora.

Desde luego, si nos centramos en la campaña electoral, el mensaje de fondo que más ha resaltado ha llegado desde Cataluña en la voz de Salvador Illa.  El líder socialista reivindicaba con fuerza y pasión, casi con rabia, la convivencia y la tranquilidad. Palabras nada especiales pero que todos necesitamos oír en nuestros líderes políticos. Hay que felicitarse que haya sido desde Cataluña, vanguardia tanto tiempo de la España ilustrada, la que con sus resultados electorales haya servido para frenar a los extremos de un lado y otro. Pues bien, a ese mensaje hay que darle forma y contenido.

Como reflexiona el psiquiatra vasco Pablo Malo Ocejo: “siempre se ha dicho que la gente podía tener diferentes ideas políticas que todas ellas eran legítimas y que podíamos votar entre ellas. Sin embargo, hay una idea de que las buenas son las nuestras, las de nuestro grupo y las otras ideas son las malas…y esto se carga el juego democrático”.

Al discurso del odio que hemos leído principalmente en una parte de los mensajes políticos de la derecha se le ha opuesto desde la izquierda el discurso del miedo. Y al final nadie ha sido capaz de articular un discurso de esperanza, de ilusión. De ahí la necesidad de abrir un tiempo de debate y valoración colectiva y que las estrategias de seducción vuelvan a imperar. Pero para ello se hace necesario un cambio, no solo de mentalidad, sino también del ropaje ideológico y emocional en el que estamos instalados. Lo mismo estamos necesitados de una catarsis que nos haga salir de este bloqueo y desconfianza.

La realidad es que hemos convertido la política en un tema de buenos o malos, de amigos y enemigos, más propio de la religión y de épocas ya caducadas que poco o nada tienen que ver con el mundo actual. Un mundo en plena transformación donde la inteligencia artificial anuncia un cambio extraordinario y en la que las pantallas se han convertido en nuestro modo de sentir y estar. Y todo ello en sociedades, no olvidemos, muy individualistas, cainitas en lo político y con falta de vínculos comunitarios. Es la que algunos denominan la España de las piscinas, que vive muy confortable.

En estas circunstancias, muchos nos preguntamos donde quedó nuestro discurso conciliador de una España abierta y plural, respetuosa con todas nuestras lenguas y sus sentimientos de pertenencia. La política de los contrapoderes, la de aceptación del otro y del pluralismo. Parece que no hemos terminado de liberarnos de algunas de nuestras herencias del pasado, religiosas y patrióticas en su sentido más dogmático.  Llegados a este punto ya va siendo hora de trabajar por un discurso de regeneración moral y política de la vida española.

Ahora ya empieza o debe empezar otro momento, más de matices que de extremos y debe abrirse un tiempo de colaboración institucional y diálogos. Incorporar al PP y a los nacionalismos periféricos a los pactos, superar la fractura del procés en Cataluña, y contribuir a la gobernabilidad de España, entre otras cosas, aparecen en el horizonte como objetivos necesarios para mejorar la convivencia.

Pero se hace más necesario que nunca abandonar ese bipartidismo de las emociones que según Manuel Cruz, una referencia política y democrática para tantos, nos lleva finalmente “a la derrota de la razón, de la política y, de la propia posibilidad de acordar entre todos alguna idea, de cómo vivir juntos de la mejor manera posible”.

Por último no está mal recordar las palabras de Gonzalo Bernardos: “Desde estas líneas, un socialdemócrata le desea al nuevo presidente (sea el que sea) mucha suerte, pues la suya será también la del país.

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El arte de contar la política https://www.eltriangle.eu/es/2023/06/15/el-arte-de-contar-la-politica/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/06/15/el-arte-de-contar-la-politica/#respond Thu, 15 Jun 2023 04:00:44 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/06/15/el-arte-de-contar-la-politica/ Nunca el ser humano había tenido tanta información a su alcance, pero tampoco jamás había sido tan manipulada  (Timothy Snyder). Uno podría pensar que con la llegada de la democracia a nuestro país y el pacto de reconciliación, ese discurso broncoso y visceral de amigos y enemigos que emergió en Europa con los totalitarismos iba ... Leer más

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Nunca el ser humano había tenido tanta información a su alcance, pero tampoco jamás había sido tan manipulada  (Timothy Snyder).

Uno podría pensar que con la llegada de la democracia a nuestro país y el pacto de reconciliación, ese discurso broncoso y visceral de amigos y enemigos que emergió en Europa con los totalitarismos iba a desaparecer, pero la realidad ha ido en dirección contraria. La dialéctica polarizadora y antagónica es un discurso muy interiorizado en ciertas elites políticas y mediáticas. Y más en unos tiempos marcados por los cambios culturales, políticos y sociales y la llegada de Internet y las nuevas tecnologías, que van a tener una gran influencia en la manera de contar la política.

Nadie mejor para hacernos comprender los relatos políticos de la modernidad que un estudioso del lenguaje y padre de la semiótica como Umberto Eco, al que muchos de ustedes conocen por su novela El nombre de la rosa. El mecanismo que van a poner en marcha los guionistas de la crónica política es muy sencillo. Se trata de elevar al máximo la tensión narrativa hasta crear un clima irrespirable que haga necesario que alguien o algo acabe con el desasosiego. ¡Así no podemos seguir!, ¡hagan algo por el amor de Dios!, se oye de fondo. Parece un grito de desesperación, de angustia. Es un mensaje que ya hemos oído en el pasado y que seguiremos oyendo en el futuro.

Si nos retraemos a los primeros años de la Transición, uno recuerda el diario El Imparcial que representaba el discurso del miedo y el apocalipsis. Pasados los primeros años de calma, llegaría la generación de Pedro J. Ramírez, El Mundo, La Cope y Jiménez Losantos dispuestos a todo con tal de conseguir audiencias y poder. Demonizar y estigmatizar al oponente era su estilo y acabar con Felipe González fue su primer objetivo. La misma estrategia que le aplicaron a J. L Rodríguez Zapatero y ahora pasa igual con Pedro Sánchez. Y lo últimos en incorporarse a esta retorica frentista y de tensionar la sociedad al límite han sido los ideólogos del independentismo catalán.

Del conservadurismo español se puede decir que ha sido el alumno más aventajado de este discurso político, como hemos visto en estas últimas elecciones. “Nos polarizan para consumir, para enfadarnos y que consumamos más contenidos”, afirma el periodista Ricardo de Querol en su libro La gran fragmentación. El caso es seguir alimentando el antagonismo y el enfrentamiento con una dialéctica cada vez más tribalista, donde los consensos desaparecen y el relato común y compartido se debilita. Y los medios en general, unos más que otros, han caído en esa espiral grave en su lucha por llamar la atención.

Y en esa estamos, una derecha incapaz de cambiar su relato político y una izquierda incapaz de incorporar al conservadurismo a los grandes pactos de país. Unos y otros tienen parte de culpa o responsabilidad en ello. Y el resultado lo estamos viendo en nuestra cotidianidad más próxima en la que la intolerancia y la mala educación han tomado aposento. Es normal que en la política española se de esa conjunción de protas, egos y superyós, en busca de la portada y que las redes extiendan sus mensajes en todas direcciones. No extraña que ensayistas demócratas como Victor Lapuente hagan un llamamiento a la calma a “sus señorías”; otros no dejan de hacer una llamada urgente a la responsabilidad por parte de todos los actores públicos.

En momentos así, más de uno se pregunta cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI se pueda seguir con esta dialéctica tan visceral más propia de la Europa de hace cien años. Ya se sabe que la competencia es enorme y que te pueden echar del mercado pero en un mundo de espectáculo y entretenimiento como el actual, resucitar los dogmas del pasado es de una enorme irresponsabilidad. La democracia, como afirma el profesor Miguel Á. Lara Otaola, no aguanta todo y hemos de cuidarla y eso pasa por no etiquetar a nuestros adversarios, tender puentes y  hacer amigos, entre otras cosas.  Tenemos más en común de lo que creemos, pero si no restituimos el respeto, las consecuencias pueden ser de ruptura de la convivencia.

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La(s) lengua(s) de todos https://www.eltriangle.eu/es/2023/03/15/las-lenguas-de-todos/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/03/15/las-lenguas-de-todos/#respond Wed, 15 Mar 2023 05:00:12 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/03/15/las-lenguas-de-todos/ “Tarde o temprano surgirá un nuevo lenguaje de persuasión razonable” Mark Thompson Quiero empezar reivindicando la palabra. Mientras nos quede la palabra hay esperanza, decía George Steiner. Pues bien, es el momento de hablar, de debatir sobre las lenguas, el catalán y el castellano, sin miedos ni coacciones, con normalidad, un tema que hasta hace ... Leer más

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“Tarde o temprano surgirá un nuevo lenguaje de persuasión razonable” Mark Thompson

Quiero empezar reivindicando la palabra. Mientras nos quede la palabra hay esperanza, decía George Steiner. Pues bien, es el momento de hablar, de debatir sobre las lenguas, el catalán y el castellano, sin miedos ni coacciones, con normalidad, un tema que hasta hace poco era tabú. Pero eso sí, hagámoslo, si es posible, sin absolutismos, sin verdades incuestionables, abiertos a otras ideas que puedan mejorar el presente. Y hagámoslo, si es posible, no desde la descalificación ni el adjetivo grueso, sino con argumentos, con ideas, y si es con una sonrisa, mejor. Estamos ante un tema donde sabemos que nos jugamos la convivencia.

Este preámbulo viene a cuento del último rifirrafe sobre la lengua catalana  a costa de un video en el que una joven enfermera interina explica en tono risueño y bromista sus inquietudes ante las oposiciones en las que le piden, “el puto C-1 en catalán”, dicho tal cual. El caso es que sus palabras se han hecho virales y se ha liado la de San Quintín como ustedes comprenderán.  Mi primera sensación es que estamos de nuevo ante un hecho donde no todos hablamos la misma lengua. Lo que para unos ha sido unas reacciones desmesuradas más propias de una caza de brujas, para otros ha sido un desprecio a la lengua catalana que merece todos los exabruptos posibles, incluido el de la expulsión del país. Sin lugar a dudas, falta todavía mucha pedagogía sobre la pluralidad lingüística a pesar de los grandes avances que se han dado en las instituciones.

Uno se pregunta, cómo es posible que para unos este hecho ha sido una solemne tontería, haya podido herir tanto a otros. Esto no se entiende fácilmente y hay que escarbar en las profundidades si queremos comprender lo que está pasando. Desde luego, los datos son claros. Llevamos años, décadas, con un bombardeo incesante de mensajes donde se predica que hay una persecución contra la lengua catalana, al mismo tiempo, que se intensifica la idea de que el catalán casi vive los últimos años de su vida.  Lo más curioso  del caso es que esto se dice en el país europeo que mejor defiende su patrimonio lingüístico con una Constitución detrás que lo ampara y el único país europeo que mantiene a niveles más que razonables su diversidad lingüística, algo que no se puede decir de otros países.

Pero la realidad se impone, el conflicto lingüístico no está resuelto ni consensuado en la mayor parte de la población catalana que en este sentido se muestra dividida y confrontada. Y no es algo que sea de poco tiempo atrás, sino que se arrastra desde la Transición. Basta recordar en el año 1981 aquel Manifiesto por la igualdad de derechos lingüísticos, más conocido como Manifiesto de los 2.300, firmado por intelectuales y profesionales que vivían y trabajaban en Cataluña y que tuvo reacciones violentas. Igualmente se puede decir de las numerosas críticas a la inmersión lingüística que para muchos oculta una estrategia de hegemonía política.

El problema de fondo es que se ha incubado en la sociedad catalana un relato, un discurso político sobre la lengua y otros temas, generadores de odios ancestrales. Llegados a esta situación, lo primero que se me ocurre es que tendríamos que ponernos en la piel de muchísimos catalanes de a pie, ante ese bombardeo incesante sobre los peligros que corre su lengua para comprender sus miedos e inquietudes. Desde luego si logramos salir de este bucle y podemos hablar de forma civilizada de él habremos dado un paso de gigantes.

Una catarsis no nos vendría mal y poder sacar la rabia acumulada por unos y otros. Me viene a la memoria el libro Sumar y no restar de la catedrática Mercè Vilarrubias, uno de los textos más conciliadores e inteligentes que se han escrito sobre este tema. El amor a las lenguas, a nuestras lenguas, a todas. Otro referente cercano sería el de la Comunidad de Valencia que ha conseguido consensos sociales que son la envidia para muchos. Podrían ser nuestros grandes constructores de puentes, tan necesitados como estamos. Igualmente, el que escribe se ha puesto como primer compromiso con una tierra y unas gentes a las cuales se siente vinculado por afectos y cultura el de aprender catalán, sin imposiciones ni multas. Este podría ser el camino que nos llevará a una convivencia plena y en paz.

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Catalunya, la mirada conciliadora https://www.eltriangle.eu/es/2023/01/26/catalunya-la-mirada-conciliadora/ https://www.eltriangle.eu/es/2023/01/26/catalunya-la-mirada-conciliadora/#respond Thu, 26 Jan 2023 05:00:01 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2023/01/26/catalunya-la-mirada-conciliadora/ Cataluña sería la de todos, hecha por todos o no será   (Pere Bosch Gimpera) Permítanme un preámbulo antes de comenzar. Cuando la política está tan encrespada y el pesimismo se extiende surge el impulso emocional pacificador, casi como una necesidad patológica. Y a mí esto me sucede a menudo con el tema catalán y con ... Leer más

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Cataluña sería la de todos, hecha por todos o no será   (Pere Bosch Gimpera)

Permítanme un preámbulo antes de comenzar. Cuando la política está tan encrespada y el pesimismo se extiende surge el impulso emocional pacificador, casi como una necesidad patológica. Y a mí esto me sucede a menudo con el tema catalán y con la política en general. Estaba enfrascado con un nuevo artículo sobre el PSC y casi sin pensarlo y de forma natural me salió éste otro: Catalunya, la mirada conciliadora. ¡Ahí va mi reflexión!:

El honorable Josep Tarradellas le escribió una carta al director de La Vanguardia el 16 de abril de 1981, donde prevenía al pueblo catalán de lo equivocado del camino emprendido que se iniciaba con Jordi Pujol. Decía el president que “se abría una etapa que conduciría a la ruptura de los vínculos de compresión y de buen entendimiento y que terminaría con la ruptura de la unidad de nuestro pueblo”. Tarradellas finalizaría su carta con aquellas palabras ya históricas, de que “Cataluña es demasiado pequeña para que desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos”.

Solo un animal político como Tarradellas, que había vivido los peores años de la guerra civil y el exilio, era capaz de tener la clarividencia de hacia dónde debería ir la Cataluña democrática. El caso es que desde los primeros gobiernos catalanes se ha ido construyendo lo que algunos denominan el storytelling del nacionalismo, su relato de cómo debe ser el país. Se trata de un modelo de sociedad que responde más a una visión nacionalista que a una visión nacional, capaz de reflejar su pluralidad lingüística y cultural. El resultado en pocas palabras fue que el fer país de Jordi Pujol se alejaba del “ciudadanos” de Josep Tarradellas, que a tantos nos emocionó.

A partir de aquí, se puede decir, que una idea va a sobrevolar todo el ideario que el pujolismo va a poner en marcha. Una idea, como han resaltado historiadores como Josep Maria Fradera, que no se puede ni se debe subestimar, y menos ocultar, y es que, desde el principio, con mayor o menor ambigüedad, se ha cimentado un discurso que pretende acabar con la dualidad cultural, lingüística y de pertenencia existente en la sociedad catalana. Desactivar ese sentimiento compartido, catalán y español, ha estado y está en el fondo de su proyecto político.

Situados en este universo ideológico, la pregunta es si seremos capaces de construir una Cataluña de todos, hecha por todos, como se preguntaba Pere Bosch Gimpera. Una Catalunya que sea capaz de recuperar lo que son los valores intrínsecos del catalanismo y de la España ilustrada. Es decir, poder compatibilizar la idea de nación catalana y la idea de España. Jacint Verdaguer lo expone muy bien en su poemario: “Dels catalans sempre sereu princesa/ dels espanyols estrella d’Orient”.

Catalunya ha entrado de lleno en el siglo XXI con un nuevo tiempo político, un tiempo que a todos nos interpela, desde la razón y la palabra. Un tiempo de cerrar heridas, de poner fin a la belicosidad política y al litigio permanente, de terminar con la dialéctica amigo/enemigo, del encuentro entre la cultura catalana e hispana, de civilizar las diferencias, de no buscar chivos expiatorios, sean estos el nacionalismo catalán o español, de no idolatrar a nadie ni a nada, léanse la nación o la lengua. Hay que dejar atrás aquel país cerrado y ensimismado sobre sí mismo que a todos empobrece.

En este contexto no estaría mal reivindicar aquel espíritu de aceptación del otro para la nueva etapa de cambio. El drama de esta sociedad se encuentra, también en la negativa de muchos a aceptarse en su pluralidad. La incapacidad de una parte de Cataluña de hablar con la otra es un ejemplo de lo que está ocurriendo. Antes o después, habrá que empezar a construir un espacio común que refleje de verdad el pluralismo de la sociedad, en la que se puedan ver y oír todas las voces, todos los sentimientos y todas las formas de ser y sentirse catalán.

Por  último, me parece oportuno recordar aquellas palabras de un socialista histórico como Rafael Campalans, fallecido en 1933, y que son premonitorias sobre los caminos de la concordia: “Catalunya ya no son las glorias pasadas, el recuerdo sagrado de nuestros muertos, Cataluña es un afán regenerador que se contagia a todos los hombres y mujeres que en ella viven. Y ello, dada la procedencia de tantos, no es algo que pueda hacerse contra España”.

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Salvador Illa o los nuevos liderazgos políticos https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/28/salvador-illa-o-los-nuevos-liderazgos-politicos/ https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/28/salvador-illa-o-los-nuevos-liderazgos-politicos/#respond Wed, 28 Dec 2022 21:02:23 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/28/salvador-illa-o-los-nuevos-liderazgos-politicos/ “¡Porque en España señores lo revolucionario son las buenas formas!” (Un diputado de las Cortes republicanas). 30 de diciembre del 2020. De pronto apareció la noticia en la pantalla del ordenador. Era una notificación de las muchas que me llegan de los mass media: “Iceta cesado y Salvador Illa, nuevo candidato electoral”. Firmado: Vilaweb. Me ... Leer más

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“¡Porque en España señores lo revolucionario son las buenas formas!” (Un diputado de las Cortes republicanas).

30 de diciembre del 2020. De pronto apareció la noticia en la pantalla del ordenador. Era una notificación de las muchas que me llegan de los mass media: “Iceta cesado y Salvador Illa, nuevo candidato electoral”. Firmado: Vilaweb. Me quedé perplejo, eso de “cesado” sonaba casi a destitución, no estaba seguro de la información; este diario digital dirigido por el valenciano Vicent Partal es de los más militantes del procés y de los más críticos, por decirlo con suavidad, del socialismo catalán. Partal es un director muy ligado al establishment del poder en Catalunya.

Para situarnos en aquellos momentos preelectorales de febrero del 2021, la atmósfera política catalana era de gran indiferencia, más de lo mismo, todo era un déjà vu, con la “matraca” de fondo en la que llevamos diez años. Y de pronto en medio de esa nada aparece el video de Salvador Illa, que muchos de ustedes recordarán, con el lema Vuelve Cataluña:

“Sí, es cierto, vuelvo a casa, torno a casa, nuestra casa, a casa nostra.  ¿Y sabes por qué vuelvo? Porque siento que Cataluña también tiene que volver. Volver a lo que siempre hemos sido y que algunos piensan que han perdido. Cataluña parece desorientada, paralizada… Hagamos que vuelva la Cataluña que siempre ha sido un referente en el mundo. La Cataluña que queremos. La Cataluña en la que creemos. La Cataluña que habla y no grita. La Cataluña pionera. La Cataluña generosa. La Cataluña sin revanchas. La Cataluña del sentido común. La Cataluña del reencuentro. La Cataluña que nunca hemos perdido. A esta Cataluña no hay quien la pare. Sí, volvemos”

El video fue impactante. Un golpe de efecto que nadie esperaba y dejó  atónitos a todos. Illa habla de rebelarse contra la resignación, de tender lazos, de buscar razones en el adversario, de comprenderlo. Se pregunta cuándo dejamos de hablarnos los catalanes; cuándo decidimos construir un “nosotros y un ellos”; cuando empezamos a repartir etiquetas; cuando llegaron los frentes y los bandos. ¡Aquí no sobra nadie!, dice, alzando la voz. Cataluña somos todos. No renuncio a mi catalanidad, ni a mi españolidad y europeísmo. Limpiemos el alma de rencor. ¡Final!. Mucha gente llorando y emocionada. Llevábamos demasiado tiempo sin oír un discurso político parecido, una nueva gramática política capaz de conectar con una parte importante de la ciudadanía.

La verdad es que estábamos huérfanos de un mensaje político, con hondura, con sinceridad, sin tanta palabrería hueca en el que está instalado el lenguaje burocrático y publicitario de la política. Y también, hay que decirlo, estábamos huérfanos de emociones, sobre todo emociones positivas, de construir país, de construir convivencia, de que otra Cataluña es posible, y otra España, más reconciliada, más unida, menos separada, menos broncosa. Era, sin duda, la vuelta a la política, que llevaba años desaparecida, anulada, ocultada por los nuevos relatos de la modernidad digital. Y no estoy hablando de independencia, ni de España, ni de Cataluña…  estoy hablando de una nueva forma de hacer política, más humanizada y dialogante.

Desde hacía años el gobierno de España no había contado con un político catalán que en los peores momentos haya conseguido tanto afecto hacia su persona. Se ha convertido en el mejor embajador de Catalunya. Nos recuerda la figura de los comerciales catalanes que se han pisoteado las tierras hispanas y que donde iban hacían amigos. “En tiempos de crispación, mediocridad y sectarismo, es de justicia decir que la historia de Salvador Illa es la de un estilo correcto y humano que conforma junto a la vacuna, lo único que merece permanecer de todo lo que hemos visto”. Son palabras de la escritora y periodista Berna González Harbour.

Y es que en momentos de cambio y de inquietud, como vive el mundo de hoy, estamos necesitados de líderes que orienten, que serenen, que dialoguen  y que se alejan de los liderazgos mesiánicos, épicos y redentores, más propios del pasado. Illa es un hombre tranquilo, que habla con argumentos, sin querer apropiarse de la razón. Es el discurso del futuro, del diálogo democrático, es el discurso de la convivencia.

Próximo artículo: ¿El PSC mira a Tarradellas?

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El Federalismo catalán o el relato de la concordia https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/19/el-federalismo-catalan-o-el-relato-de-la-concordia/ https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/19/el-federalismo-catalan-o-el-relato-de-la-concordia/#respond Mon, 19 Dec 2022 19:48:27 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/19/el-federalismo-catalan-o-el-relato-de-la-concordia/ “Cómo convertir nuestras diferencias en provecho y no en calamidad” (Amin Maalouf). Diez años acaban de cumplirse desde que un grupo de catalanes de gran prestigio intelectual y humano–Victoria Camps, Laura Freixas, Manuel Cruz, Joan Botella, Margarita Rivière, Carles Pastor, Mireia Esteva, Joaquim Coll, Carlos Jiménez Villarejo, Daniel Fernandez, José Luis López Bulla, José Luis ... Leer más

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“Cómo convertir nuestras diferencias en provecho y no en calamidad” (Amin Maalouf).

Diez años acaban de cumplirse desde que un grupo de catalanes de gran prestigio intelectual y humano–Victoria Camps, Laura Freixas, Manuel Cruz, Joan Botella, Margarita Rivière, Carles Pastor, Mireia Esteva, Joaquim Coll, Carlos Jiménez Villarejo, Daniel Fernandez, José Luis López Bulla, José Luis Atienza, Albert Solé, Francesc Arroyo, Francesc Trillas, Beatriz Silva, Anna Estany, Carme Valls— entre otros, decidieron crear la asociación catalana Federalistes d’Esquerres (Fed), con un manifiesto firmado por 2.600 personas y un acto masivo el 8 de noviembre del 2012 en el teatro Goya de Barcelona. Más adelante se incorporarian otros líderes de la izquierda y del movimiento vecinal como el actual vicepresidente, Lluis Rabell. Por primera vez, se puede decir, emergía un movimiento con arraigo histórico que ideológicamente suponía la alternativa a los nacionalismos esencialistas y patrioteros, y era un referente ético para muchos de nosotros.

La fecha de su nacimiento no se puede olvidar, pues este grupo nacía como reacción al tsunami avasallador y hegemónico que el Procés independentista había puesto en marcha. Numerosas voces ocultas y silenciadas de la sociedad catalana empezaban a hacerse visibles en todos los campos, desde el político al literario. Federalistes d’Esquerres, de alguna manera, se convirtió en un refugio donde habitar ante la inquietud y la soledad en la que se encontró una generación de catalanes que había estado muy implicada en la transición política, una generación cargada de ideales y de la voluntad de querer construir un país mejor, y que tuvo la intuición de que el camino escogido por el movimiento independentista llevaba a la quiebra de la convivencia y de los afectos en Cataluña.

Diez años después, este grupo de amigos y voluntarios, como se les podría denominar, ha visto que su trabajo casi en silencio, sin llamar la atención, sin grandes titulares, ha ido calando poco a poco, como un boca a boca, en las mentes y corazones de muchas personas, de tal modo que podría convertirse en el germen de un proyecto político regenerador para las Españas. Más allá de los deseos, todo apunta a que algo se mueve en el sustrato de la política catalana y que  podría abrirse un nuevo tiempo político. La hartura y el cansancio de estos últimos años son infinitos, pero, hay que decirlo también, hemos madurado, estamos madurando, y, al final, eso da y dará sus frutos.

Y el primero de estos frutos, que me parecieron reveladores, llegó con las palabras de Manuel Cruz, primer presidente de Federalistas, en el acto que conmemoraba los diez años de su nacimiento. El mensaje de fondo de Cruz, hecho desde la sinceridad de decir lo que se piensa, y que cualquier demócrata debería interiorizar, fue la reivindicación clara y rotunda de incorporar a la derecha al dialogo y a los consensos que en Cataluña se rompieron con la reforma del Estatuto del 2006, con consecuencias nefastas. La estigmatización del PP en Catalunya viene de lejos, y forma parte de la cosmovisión que el pujolismo nacionalista pondría en marcha desde el inicio de la Transición. Aunque no han sido los únicos, como se pudo ver en aquella campaña electoral en la que los socialistas presentaban a la derecha personificada en la figura del dóberman. Al mismo tiempo, desde Madrid, irrumpían dos medios como la Cope y El Mundo, dispuestos a todo, y que  jugarían un papel fundamental en esta política.

El caso es que entre unos y otros volvía a resurgir el discurso del “nosotros” y el “ellos” que nos recordaba a la llegada de los totalitarismos en Europa. Los bloques y antagonismos absolutos que habíamos dejado atrás en la Transición se hacían de nuevo visibles. En este caso, la nueva dialéctica política, más cercana a la retórica propagandística, nacía al calor de las nuevas tecnologías e iba tomando cuerpo, primero en Cataluña, con el Procés independentista, y cada vez más en la clase política en general, como estamos viendo ahora con los agitadores de Vox. El debate político democrático, racional, respetuoso con el adversario, perdía peso, ante la fuerza del marketing y del mundo digital. Se imponen los mensajes en 124 caracteres, y, muy acorde con los tiempos, el Tik Tok resurge como el nuevo estilo argumentario.

Sin embargo, y en contraposición a esos discursos frentistas, he de decir que las palabras de Manuel Cruz me transportaron a aquellos personajes de principios del siglo pasado como el periodista Agustí Calvet, más conocido como Gaziel, o el sevillano Manuel Chaves Nogales o Manuel Azaña, Ortega Gasset, Giner de los Ríos, Antonio Machado,  y tantos otros representantes de la España democrática e ilustrada. Su virtud para ponerse en la piel de la derecha española más radical y conversar con ella, desde la amistad y comprensión, era más que notable, y al revés igual. Pues bien, por lo que sentí y vi en estas jornadas federalistas catalanas, me reconfortó ver que el espíritu de Gaziel estaba muy presente, muy alejado de los cainismos hispánicos o de los superegos del mundo actual.

Desde luego, este es el camino que representa el Federalismo; su huella en Cataluña siempre ha estado presente, desde la época de Francisco Pi y Margall, su primer fundador, junto con el almeriense Nicolás Salmerón. El federalismo, por tanto, vuelve a posicionarse como la salida natural al conflicto territorial no resuelto en nuestro país. Es, sin duda, un proyecto político transversal e integrador que sobresale como el más valorado entre los votantes de todos los partidos independentistas y no independentistas. Por el contrario, el relato del Procés, que no hay que confundir con la idea de la independencia para Cataluña, es hoy un relato agotado, que no aporta nada, que no sea polarizar y enfrentar. Un discurso alejado de la realidad e incapaz para la autocrítica.

Ahora podría ser el momento de superar los viejos antagonismos nacionalistas surgidos en la Europa de entreguerras. La política española está necesitada de un cambio de software, de un reset en el sistema si no queremos como se dice, volver a las andadas. En palabras de Mireia Esteva, la actual presidenta de Federalistas, una mujer que personifica los nuevos liderazgos, más cercanos a la gente y empáticos, lo más importante, en esta etapa política, sería extender la cultura federal entre los partidos políticos e instituciones y poner en valor todas las lenguas españolas. Su discurso final cargado de fuerza y optimismo, frente a los ideólogos del pesimismo y el apocalipsis, fue un canto a la esperanza.

Próximo artículo: Salvador Illa o los nuevos liderazgos políticos

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La Cataluña de los afectos https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/15/la-cataluna-de-los-afectos/ https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/15/la-cataluna-de-los-afectos/#comments Thu, 15 Dec 2022 21:06:06 +0000 https://www.eltriangle.eu/es/2022/12/15/la-cataluna-de-los-afectos/ “Nací en Barcelona, pero me siento de muchos lugares, como Murcia, Almería, El Priorat, Alcaufar, Cabrera de Mar o Madrid. Uno es de donde están sus miedos, sus esperanzas, sus complicidades, su gente, su vida de mil maneras”. (Àngels Barceló) Me ha parecido importante en este primer artículo de colaboración con el semanario catalán El Triangle ... Leer más

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“Nací en Barcelona, pero me siento de muchos lugares, como Murcia, Almería, El Priorat, Alcaufar, Cabrera de Mar o Madrid. Uno es de donde están sus miedos, sus esperanzas, sus complicidades, su gente, su vida de mil maneras”. (Àngels Barceló)

Me ha parecido importante en este primer artículo de colaboración con el semanario catalán El Triangle contar algunas pinceladas sobre el “yo” del autor. Medio en broma o medio en serio, cada vez que inicio un diálogo por Facebook con alguien que no conozco, termino preguntándole: ¿A usted quién le paga? Es una forma de desnudarse, de poner las cartas boca arriba, sin ningún apriorístico. ¡Que conste! En sociedades con tantos intereses y tan complejas, reconozco que se pierde confianza. Y el diálogo y la conversación requieren de sinceridad y confianza. Desde muy joven interioricé que los periodistas debemos estar siempre a distancia del poder, de todos los poderes, incluido el de uno mismo. Es la distancia terapéutica necesaria para hacer nuestro trabajo con el mayor rigor posible, más allá de la bandera que portemos.

Un servidor pertenece a esa generación de españoles que experimentó el paso de la dictadura a la democracia en un contexto de fervores revolucionarios e idealismos sin límite. Y, quizás como consecuencia de haber vivido de cerca lo que fue al autoritarismo hispano, es mayor nuestro escepticismo y moderación. “Está bien creer, pero no mucho y sin molestar”, decía el maestro Julio Caro Baroja. Se puede decir de aquel grupo generacional, y creo no equivocarme, que somos en lo político gente tanto a derecha como a izquierda bastante razonable. Puestos a definirme, diría que me considero de izquierdas sin grandes fervores; eso sí, con voluntad democrática y espíritu de colaboración y ayuda, como simboliza el universo femenino. Lo que no soy es anti PP, anti PSOE o anti nacionalista: solo soy anti- crueldad venga de donde venga.

Mi historia de amor a Catalunya, si se le puede llamar así, empezó con mi primer viaje, con apenas dieciséis años, al monasterio de Monserrat. Un viaje que se me quedó grabado, pues fue mi primer contacto con la lengua catalana y con las gentes de Cataluña. Recuerdo que la dirección que llevaba apuntada señalaba Plaza de España y allí tenía que tomar un tren de cercanías que me trasladaría a las faldas de la montaña montserratina. Estando en la fila para sacar el billete descubrí que la gente hablaba en un idioma que no conocía; me paralizó el miedo, no entendía nada, y tampoco sabía si me comprenderían. Era la primera vez que oía hablar en catalán, y, a partir de ahí, se integraría de forma natural en mi acervo cultural.

En aquellos veranos que pasé en Montserrat, conocí la nova canço, el movimiento hippie, el rock y el hachís libanés, que traían los más contestatarios y anarquistas, opuestos a los comunistas del PSUC, con fama de ortodoxos. Aquella Catalunya libertaria y contracultural de la revista Ajoblanco tuvo una gran influencia en los jóvenes de mi  época.  Mis primeras inquietudes políticas también aparecerían por la explotación laboral; entonces no había días libres, ni sindicatos, ni nada que se le pareciera. Escuchamos, a lo lejos, ruido de fusilamientos; eran los últimos estertores del franquismo, pero no éramos conscientes de su gravedad.

Y, quién me iba a decir a mí, que casi veinte años después de Montserrat, volvería a Barcelona para hacer las prácticas como periodista en el diario El País, icono de la España democrática. Fue mi profesor Andreu Missé, el primero en animarme para ir a Barcelona, aunque la huella de Montserrat seguía presente en mi vida. Allí me encontré una redacción con una calidad profesional y humana que me deslumbró. El periodismo, entonces, se vivía con una ilusión infinita, y las redacciones eran lugares de encuentro y discusión. El maestro de periodistas, José Martí Gómez, diría que el periodismo murió cuando se cambiaron las botellas de whisky por las botellas de agua.

Sin embargo, para un curioso empedernido, como era mi caso, la calle se convirtió en el territorio natural. Las de Barcelona son todo un espectáculo humano que da mucho de sí. En aquellos años, la inmensa mayoría de los periodistas estaban instalados y aposentados en las redacciones. Barcelona, además, con sus aires de ciudad abierta y libre, capital del Mediterráneo, mezcla de razas y gentes, y políticamente progresista y liberal, tenía un encanto único. Tenía razón Josep Pla cuando decía que Barcelona servía para aguar los espíritus cerrados de la Cataluña del interior (y de la España profunda, añadiría). Esta urbe cosmopolita y europea desde siempre ha atraído a personas que buscan aires de libertad, tolerancia y oportunidades.

Cuando leí en 2011 el libro de Javier Pérez Andújar, Paseos con mi madre, nada me era ajeno. Su retrato de los arrabales de Barcelona, la emigración masiva del campo a la ciudad, esos barrios populares que fueron creándose sin apenas servicios junto a los polígonos industriales, las luchas obreras, los líderes vecinales: eran las historias de mis primos y amigos. Es normal que, con todas estas experiencias, tenga una relación emotiva que me liga a la cultura catalana y que mi universo afectivo se haya construido con políticos como Joan Reventós, por su estilo cordial y educado, la familia Gomis y Bofill, fundadores de la revista El Ciervo, un referente de fraternidad humana, periodistas ilustrados como Rafael Jorba, Lluís Foix, o Jaime Arias, por citar solo a algunos, así como sus editores y escritores, el último sería el filósofo Eugenio Trías.

Dejé Cataluña, pero seguí ligado a ella. Me convertí en su embajador y cualquiera osaba criticarla delante de mí. Todo lo justificaba, y trataba de hacerlo comprender, con una benevolencia cercana, a veces, a la santidad. Y al final, aprovechando los meses de la pandemia, y el malestar de fondo que el llamado Procés estaba creando, un grupo de personas constituimos desde diversos puntos de España la Asociación de Amigos de Catalunya, que recoge el enorme afecto y seducción que tiene Cataluña en miles de españoles, y de la cual soy su actual presidente. Y mi primer propósito y compromiso ha sido y es, el de aprender catalán, sin imposiciones ni multas.

Ahora, con el desencanto que me produce la situación actual, pero también desde la esperanza, espero decir lo que pienso, desde la comprensión y el afecto, pero también desde la distancia y la crítica. Es decir, esto va de política, claro que sí, pero desde el paisaje de los sentimientos que para mí representa Catalunya en mi universo identitario. Recuperar, por tanto, ese legado de afecto y civilidad, que en parte se ha perdido, es el sueño que a muchos nos mueve. En palabras de Luis Cernuda, que sirven también para Catalunya: “España como geografía hospitalaria y no como presencia obsesiva, capaz de envenenar hasta los sueños”.

 

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