La estadística coral de Messi enfría el entusiasmo de su posible regreso

A sus 35 años, lleva cuatro temporadas sin pasar de cuartos de final de la Champions y, como Lewandowski (34 años), sus notables cifras individuales no tienen reflejo en el éxito de sus clubs

Leo Messi, posant amb la samarreta del PSG

Las posibilidades de que Leo Messi vuelva al Barça y el entusiasmo que parece provocar entre la afición barcelonista crecen en un porcentaje inversamente proporcional a las expectativas sobre su rendimiento futbolístico a partir de una edad -Messi cumplirá 36 años el mes de junio próximo- en la que cualquier deportista ve sensiblemente limitadas sus prestaciones físicas.

En el caso de Messi es significativo, por otro lado, que su extraordinario talento y habilidades técnicas pueden disimular y compensar la evidente necesidad de dosificar los esfuerzos que requiere disputar 90 minutos en cualquier partido de primer nivel, sea en la League 1 francesa, en la Premier o en LaLiga, vestido de azulgrana, si finalmente acaba consumándose su regreso al Camp Nou -a Montjuïc en este caso-.

La cuestión, como se ha comprobado, es que Leo puede disputar perfectamente una competición de la intensidad y la exigencia de un Mundial, corta en el tiempo, si todo el equipo corre y trabaja para permitirle aportar sus más admiradas aptitudes, como son la visión de la jugada, su insuperable velocidad de ejecución y ese don extraordinario y único de marcar y de asistir con una efectividad que ningún otro futbolista de la historia ha demostrado jamás.

Por eso su valor en el mercado es el que ahora mismo le permite tener sobre la mesa varias ofertas millonarias, una del soccer de los Estados Unidos (Inter de Miami), otra de la liga de Arabia Saudí, la propuesta de renovación del PSG y una, mucho más baja que las demás, del FC Barcelona.

Del Barça, a Leo le atrae sobre todo la posibilidad de que su familia recupere sus raíces barcelonesas y la estabilidad que vio rota y amenazada traumáticamente cuando Joan Laporta lo echó del club. Las probabilidades de poder recuperar el nivel de sus mejores años, que han sido los de la mejor y más admirada década del FC Barcelona, son más bien bajas por mucho que el propio jugador se esfuerce y el equipo, con Xavi Hernández de entrenador, trabaje para explotar esos minutos de oro que, bien dosificados, aún puede ofrecer a la afición barcelonistas.

La estadística juega ciertamente en contra y viene a demostrar que con el avance de la edad los números de Messi han seguido siendo extraordinarios y admirables a nivel individual, como a lo largo de su carrera, aunque sin el mismo reflejo en cuanto a títulos de club.

Leo ha acumulado dos Balones de Oro (2019 y 2021), dos The Best (2019 y 2022), una Copa de Campeones (2022), una Bota de Oro (2020 y 2021), dos trofeos Pichichi (2020 y 2021), una Copa América (2021) y un Mundial (2022), después de la conquista de su última Liga con el FC Barcelona, que data de la temporada 2018-19, la misma que concluyó con una agria despedida en la Champions, perdiendo 4-0 en la vuelta de las semifinales ante el Liverpool en Anfield, y la final de la Copa del Rey (1-0), ante el Valencia en Sevilla. Un balance que, si se quiere comparar, superaría extraordinariamente el del equipo de Xavi, caído dos veces en Europa (Champions y Europa League) y noqueado por el Real Madrid en las semifinales de la Copa, pero que, a diferencia del estado de ánimo barcelonista de hoy, convenientemente reforzado por una prensa indulgente, generosa y perdonavidas, se celebrará por todo lo alto, como si el Barça no hubiera ganado nunca una Liga.

Al impacto de Liverpool, visto como la señal inequívoca de la decadencia del mejor equipo de fútbol de todos los tiempos, le siguió el 2-8 frente al Bayern de la temporada siguiente y la pertinaz sequía, institucionalmente tan convulsa, que sólo ofreció el brote verde de la Copa de Koeman, el primer título de la generación llamada a ser el relevo, con Pedri, Gavi, Araujo, Nico, Abde, Balde, etcétera.

El estado de ánimo tan entusiasta del Camp Nou actual se debe al efecto comprensible del final de una travesía en el desierto que habrá durado cuatro años y del esperanzador regreso del equipo al mismo nivel competitivo en Europa irremediablemente perdido con el necesario relevo generacional y el adiós de Messi.

Leo, a pesar de su bombazo en el Mundial de Catar, donde exhibió sobre todo oficio, experiencia, liderazgo y el temple de un ganador en los momentos clave, no ha podido disputar desde hace tres años los cuartos de final de la Champions, no lo consiguió con el Barça en su última temporada y no ha podido tampoco alcanzarlos vestido del PSG y rodeado de cracks como Mbappé o Neymar.

No obstante, en goles y asistencias Leo sigue siendo el mejor de su equipo con una estadística paradójica que enfrenta su rendimiento, sublime, aunque con cuentagotas, a los escasos éxitos colectivos, por más que siga siendo el dominador de su liga.

La llegada de Messi, que sigue siendo complicada y en ningún caso inminente, también presenta un factor añadido de reflexión sobre la conveniencia de alinearlo junto a un delantero como Lewandowski, que también jugaría con una edad de riesgo (35 añ0s). El delantero polaco, al igual que Messi, es un grande del fútbol mundial que, no obstante, tampoco ha pasado de los cuartos de final de la Champions en las tres últimas temporadas, dos con el Bayern y otra vestido de azulgrana, siendo Bota de Oro de los años 2021 y 2022.

Aún así, tanto el entrenador Xavi Hernández como la dirección técnica, que se han mostrado partidarios y encantados del regreso de Messi, en ningún caso han dado la menor señal de intentar prescindir de Lewandowski. Si acaban jugando juntos serían la dupla atacante con más edad de la historia del Barça, eso seguro. Habrá que ver si será también la más eficiente.

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