No hay bastante oferta para la elevada demanda de alquiler en Cataluña

En los últimos años, se firman menos contratos con importes cada vez más altos

El preu dels lloguers creix cada any, mentre que l’oferta de pisos disponibles cada vegada és més reduïda

Encontrar un piso de alquiler se ha convertido en una pesadilla para muchas familias. El parque existente no da salida a la demanda, y uno de los públicos más perjudicados son los núcleos familiares con menos recursos económicos, porque quedan excluidos de la selección de los propietarios en la hora de asignar los pisos, puesto que se eligen los candidatos con rentas más altas.

Según el Observatorio Metropolitano de la Vivienda de Barcelona (OHB), la oferta de viviendas de alquiler en Cataluña ha bajado alrededor de un 30% el último año si se analizan los portales inmobiliarios. La tendencia también se confirma si se tienen en cuenta los contratos firmados con fianza depositada a Incasòl, a pesar de que el descenso ronda el 20%. Según los últimos datos publicados por la Generalitat, correspondientes al periodo enero-septiembre del 2023, se firmaron 102.577 contratos en Cataluña, con un importe medio de 829,61 euros en el mes. Hace solo cinco años, el número de contratos era de 167.953 a 715,87 euros.

Así, la población que busca una vivienda de alquiler dispone de menos oferta, y a un precio más alto. De hecho, el precio demasiado elevado y la carencia de oferta son los dos principales problemas que detectan los demandantes de alquiler, según la encuesta de demanda de vivienda en Cataluña del segundo semestre de 2023 del OHB.

En declaraciones al TRIÁNGULO, el economista y presidenta del OHB, Carme Trilla, alerta “de un choque de la demanda”, porque es muy fuerte y no hay capacidad de respuesta. Esta realidad está afectando las familias más vulnerables, y hace crecer su grado de desprotección. Según Trilla, la situación es dramática para determinadas familias, y cita el caso de una madre separada con un hijo a cargo que tuvo que hacer un “peregrinaje brutal” para buscar un piso. Los demandantes se pueden encontrar con una lista de sesenta personas para acceder a un único piso, y el propietario hace la selección según la solvencia. Esto provoca que el más débil o el más vulnerable no tenga opciones. La carencia de oferta también hace que ciertos pisos ni lleguen a publicarse en los portales y se asignen internamente a la inmobiliaria.

Las causas de la situación actual son diversas y requieren múltiples acciones de abordaje, según Carme Trilla. Cuando hace poco más de un mes de la entrada en vigor de la política de control de rentas, a través del Índice de Referencia de Precios, es “demasiados pronto” para extraer conclusiones o disponer de datos válidos. Según la presidenta del OHB, hay otros elementos a tener en cuenta en la reducción de la oferta, como la inseguridad que perciben los propietarios con relación a los impagos o las dificultades de financiación para realizar nuevas promociones. Otra causa a considerar es que hay menos rotación de inmuebles de alquiler: “El año 2013 Rajoy pasó de los contratos de alquiler de cinco a tres años, y después Sánchez lo alargó hasta los siete. Cuando esto pasa, los contratos se alargan y hay menos rotación. Entran menos pisos, porque la gente está más tiempo, y esta es una situación que ha venido a coincidir con el contexto actual”, explica.

El futuro, según Trilla, pasa por un cambio de modelo y para impulsar un sistema de concertación similar a los de los sectores educativo o sanitario. “Tienes un parque de inmuebles público muy pequeño, insuficiente por la demanda, y hay que hablar con los privados. El control de rentas entra con calzador al sector y solo se puede hacer durante un tiempo”. Por lo tanto, hay que avanzar hacia “alquileres concertados”. El camino sería negociar con los propietarios que, si bajan los precios, la administración puede hacer rebajas fiscales, reducciones del IBI o bien ofrecer garantías de cobro del alquiler. En el caso de los arrendatarios, se podrían acordar rentas de acuerdo con sus ingresos, y que el resto lo aportara la administración.

De hecho, la Fundació Habitat 3 ya promueve este modelo con el mundo local: buscan pisos; pactan el precio con el propietario; los servicios sociales municipales fijan la renta que paga el locatario, y el resto va a cargo de la administración local. El economista Carme Trilla ya ha expuesto la propuesta en la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, dejando claro que la política de vivienda tiene que ir asociada al presupuesto, como pasa con la sanidad y la educación, y esto es un cambio de modelo.

Elga Molina, asesora jurídica en vivienda, manifiesta a EL TRIANGLE que “la colaboración publicoprivada es imprescindible, puesto que los recursos públicos son muy limitados”. Entre las políticas a adoptar, propone: beneficios fiscales para los propietarios, facilitar líneas de financiación adecuadas para hacer crecer el parque actual o promover que las entidades del tercer sector tengan una tributación beneficiosa para impulsar vivienda. La experta también reclama que la nueva ley de vivienda tenga un régimen sancionador aplicable: “La ley no te da capacidad sancionadora, y lo tienes que hacer a través de asociaciones de consumidores y usuarios, pero la mayoría son personas físicas, y aquí tenemos un problema”. Según indica, “a pesar de las críticas del sector, no pueden dejar de aplicar políticas que sabemos que serán beneficiosas, porque ha quedado claro que los precios no se regulan por sí mismos. Cualquier política que tú aplicas, tiene efectos negativos. Se tienen que contrarrestar estos efectos” con políticas activas, negociación con el sector y aumento de la inversión pública en vivienda, que es del 0,1% del PIB en España.

Puedes leer el artículo entero al número 1573 de la edición en papel de EL TRIANGLE

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