La guerra con Tebas sólo es otro montaje mediático para seguir gastando

Laporta alimenta un conflicto y un complot de LaLiga que él mismo ha provocado con el incumplimiento sistemático de las normas poniendo en riesgo el futuro de Gavi, Araujo, Balde y el propio Barça

Javier Tebas, presidente de La Liga
Javier Tebas, presidente de La Liga.

Parece una broma de mal gusto que el Barça de Joan Laporta, después de ingresar 870 millones de euros de sus palancas en apenas cuatros meses, no pueda inscribir a una de sus promesas mejor valoradas y apreciadas por el mercado internacional como es Gavi, que no podrá tener ficha del primer equipo hasta la temporada próxima. Eso, siempre que antes no decida irse harto de esperar, aceptando cualquiera de las ofertas que triplican las condiciones acordadas con el club azulgrana desde que cumplió los 18 años y fue presentado en el Camp Nou como un futbolista con una cláusula de 1.000 millones.

Su caso, como el de Araujo, Iñaki Peña o Balde, con quien se negocia un aumento de ficha y una cláusula que también le impida ser objeto de un ataque masivo de otros clubs, revelan la negligencia o la irresponsabilidad, o ambas cosas a la vez, de una junta que, ciertamente, va por el mundo con una actitud de riesgo tan excedida como ese margen salarial que LaLiga le fuerza a adecuar a sus ingresos.

Contra esas medidas, que para Laporta forman parte de una conspiración y maquinación del resto de los clubs en su contra, ahora se ha inventado, como escudo mediático, la existencia de un estado de guerra con Javier Tebas que justifica este tipo de situaciones de acoso y derribo financiero. Por ejemplo, Laporta se queja del margen que CVC les ha dado a los demás para fichar, un 15% de las ventas del 10% de los derechos de televisión, que él afirma no tener, o la reciente y alevosa medida de limitar el uso de las palancas a un 5% de los beneficios anuales.

Si estas medidas hubieran entrado en vigor en junio de 2022, ciertamente, Laporta sólo hubiera podido utilizar contra su margen salarial negativo 130 millones como máximo en lugar de los 870 millones disponibles y utilizados en contrarrestar los 451 millones de saldo patrimonial negativo provocado por su gestión, disparatada y frívola desde que asumió el poder el 17 marzo de 2021.

Sobre quién empezó el conflicto, Javier Tebas considera que, precisamente, fue Laporta el responsable de iniciar las hostilidades o quien, cuando menos, se desmarcó del colectivo el día que rechazó ir de la mano de LaLiga y de CVC con un plan de negocio que le garantizaba la continuidad de Messi en las condiciones acordadas con el jugador.

Ese fue un punto de inflexión que, no obstante, le permitió a Laporta ir por libre, buscar su propia fórmula para endeudarse con los derechos de TV con otra financiera, y activar desesperadamente sus palancas. El problema radicaba en que el punto de partida de Laporta, el lastre que ya arrastraba, era insuperable como consecuencia de tres de sus más desatinadas decisiones; la primera, prescindir de Messi, lo que supuso el hundimiento futbolístico del equipo, la caída de patrocinios y un impacto en las ventas extraordinariamente negativo. En paralelo, diseñó y presentó sus cuentas con otros dos errores de cálculo: uno, negarle a la covid la incidencia real -por la obsesión de echarle la culpa de todo sólo a Bartomeu-; y dos, ampliar las pérdidas con 300 millones de forma voluntaria e injustificable.

El callejón en el que se metió, en efecto, ya no tenía salida cuando quiso salir en la dirección contraria, pese a los avisos y advertencias previas del propio Javier Tebas que, además, irritó terriblemente al presidente azulgrana cuando dejó dicho en voz alta que, a día de hoy (finales de junio 2022), el Barça no podía fichar a Lewandowski.

La furibunda reacción desde el Camp Nou dio para fichar a Lewandowski y seis más gracias a 870 millones que, pese a la apariencia de abundancia y de prosperidad, no han hecho más que agudizar y acelerar la crisis galopante azulgrana a causa de la débil estructura económica y financiera a la que Javier Tebas se refería cuando hablaba de los límites razonables y de la responsabilidad en la gestión, que Laporta se ha pasado por el forro.

De pronto, el empobrecimiento agudo, las contraprestaciones excesivas, el gasto exagerado y el incremento de la masa salarial a un límite inasumible de 656 millones sí que condujeron a Javier Tebas a acometer reformas que, además de evitar el colapso del FC Barcelona, no invitaran al resto a imitar el mal ejemplo de Laporta en el Barça, a repetir la misma tentación de estirar mucho más el brazo que la manga. El mismo error que, en su día, al principio de los años 90, obligó al gobierno a decretar la conversión de la mayoría de los clubs en SAD.

Como resultado de esta conjunción, hoy el Barça está obligado por la normativa a adecuar -o sea, a recortar drásticamente- sus gastos salariales a la proporción bastante más baja de sus ingresos, una medida de un sentido común indiscutible, y a evitar el abuso imprudente y negligente de la venta de activos y de patrimonio para compensar pérdidas que no son sólo producto del capricho de fichar más allá de sus posibilidades, sino, lo que es mucho más grave, que responde a un fallo estructural, ordinario y consolidado.

¿A quién señalar como culpable del conflicto? Aunque la propaganda laportista domina el relato y acusa a Tebas de cortarle las alas, de impedirle fichar en igualdad de condiciones y no de poder ejercer libremente su mandato, invocando la voluntad de los socios, la realidad es que quien ahora mismo mejor ejerce la defensa de los derechos más elementales de la propiedad de los socios del Barça y de su patrimonio, al menos lo que queda de él, no es otro que el presidente de LaLiga.

En definitiva, Gavi no puede ser inscrito porque hay dos artículos de la normativa de LaLiga que lo evitan. En primer lugar, si un club quiere renovar a un jugador debe tener asignado el límite de la plantilla de la próxima temporada, algo que el Barça ahora no tiene porque debe recortar 200 millones de masa salarial.

Por otro lado, los clubs que han utilizado palancas como las del Barça deben demostrar que tienen un plan para sostener su masa salarial la temporada que han utilizado este mecanismo generador de ingresos y las dos siguientes. Cuando LaLiga le pide a Laporta ese plan, el presidente del Barça no le contesta, sólo gruñe y se radicaliza, contagiando ese mal humor a su junta y su entorno, y despotricando a sus amigos periodistas de Javier Tebas porque lo considera único responsable de no poder seguir alimentando a ese núcleo de intermediarios, unos más jóvenes que otros, todos ellos amigos y colaboradores del presidente que merodean como buitres por el Spotify a la caza de una presa fácil.

La mala noticia es que no existe hoy ningún paso del noroeste para Laporta que no pase necesariamente por asumir soluciones realmente drásticas como traspasar futbolistas de peso, recortar enormemente sus fichas y dejar suscrito un plan de viabilidad sostenible para esa plantilla. Lo que parece un chiste se ha convertido, verdaderamente, en un drama.

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