Laporta puede hacerle pagar al Barça muy cara la temeraria cesión de Griezmann

El At. Madrid no descarta regular sus minutos para desactivar activar la cláusula de compra obligatoria por 40 millones y el club vuelve a hacer el ridículo con el caso Pablo Torre

Joan Laporta

Laporta sigue exhibiendo, por encima de cualquier otro rasgo de su personalidad, hedonista, agitador y tirano, la de la improvisación y el capricho cuando se trata de adoptar decisiones que tienen que ver con el destino deportivo y económico del FC Barcelona. Aún no ha cerrado una plantilla en la que, se supone, lleva trabajando más de un año, con el ingreso de Jules Koundé y de un lateral, el que sea, colgados y sujetos a las complicadas salidas de otros futbolistas, cuando ya ha fabricado dos nuevos y controvertidos casos, los de Griezmann y Pablo Torre, atrapados en un pequeño océano de pésimas decisiones que amenazan con arruinar su carrera futbolística y con daños colaterales económicos para el club azulgrana. Ninguna novedad en el universo Laporta.

El caso Griezmann vendría a ser el precursor de lo que ahora se denominan palancas, o sea la activación urgente, precipitada y forzada por las circunstancias de una operación que soluciona a medias la necesidad de rebajar masa salarial, pero que al cabo del tiempo rebota con un impacto terrible contra los intereses del club con el conflicto añadido por una serie de pactos sin ningún sentido.

Laporta cerró un acuerdo de cesión por dos años al At. Madrid que hoy los propios medios de Madrid que han destapado la polémica califican de “extravagante y transgresor”, un pacto acompañado de una cláusula de recompra obligada por su parte al cabo de ese periodo siempre que haya disputado el 50% de los partidos en los que haya estado a disposición del entrenador, es decir convocado y en condiciones médicas de jugar, especificando además que el mínimo de tiempo sobre el terreno para computarlo como partido jugado debe ser de 45 minutos. Cumplidos estos requisitos la opción de compra debería formalizarse por parte del At. Madrid por un precio de 40 millones.

Las alarmas se han encendido cuando algunos medios especializados han destapado que el club ‘colchonero’ no tiene la menor intención de pagar esa cantidad al final de esta temporada por un futbolista que habrá cumplido los 31 años y con un coste de 24 millones brutos en salario.

Devolverlo al Camp Nou al final de ese periodo es la solución perfecta, aunque no sencilla pues para darse ese escenario Antoine Griezmann debería aceptar jugar solo medio tiempo, entre 40 y 30 minutos por partido, una decisión que debe aceptar el entrenador, Diego Simeone, y a la que debe resignarse el propio futbolista. Tan complicado como posible si al final todas las partes afectadas creen que esa es la salida a una encrucijada mal cerrada para el Barça que cuenta con estos 40 millones, o mejor dicho con el beneficio que dejaría esa cantidad, descontada la amortización, unos 15 millones como otro de los parches para esta temporada con el que maquillar el déficit ordinario de la junta de Laporta, palancas a un lado. El Barça, en ese supuesto, recuperaría un futbolista al que le quedaría un año de contrato todavía con una ficha importante, de delantero, aunque no tanto como la prensa al servicio del club ha difundido para atacar la gestión de Bartomeu.

Casualidad o no, Griezmann ha jugado en los dos primeros partidos de Liga menos de 45 minutos. Salió en los dos partidos en el minuto 62. Por ese motivo la directiva de Laporta, a la vista de las informaciones preocupantes sobre los planes del At. Madrid, ha decidido analizar minuciosamente la trayectoria esta temporada de Griezmann, inicialmente suplente si Joao Felix y Morata siguen siendo como hasta ahora los preferidos del Cholo

En la primera temporada de cesión (21/22) Griezmann disputó el 81% de ese acuerdo tras estar disponible (no lesionado ni sancionado) 37 partidos, de los cuales en 30 ocasiones jugó más de 45 minutos. No se cerró la cesión hasta después de haberse disputado tres partidos de Liga.

El At. Madrid ha lamentado esta operación, también, a causa de su impacto en el margen salarial concedido por LaLiga, obligándole a incluir en su total de esta temporada un tercio de los 40 millones a pagar por Griezmann por haber superado ya un 70% de las exigencias de la opción de compra. Y no contaba con ese doble gasto de su sueldo y de ese recargo preventivo tal y como establecen las reglas del fair play financiero. Una broma de 33,3 millones a efectos contables, de los cuales el Atlético recupera 13,3 si devuelve el delantero francés al Barça.

En definitiva, que Griezmann está a 14 partidos solamente de ser nuevamente un problema más para Laporta, muy probable, o una fuente limpia de ingresos, lo que trata de impedir el At. Madrid, en función de si juega más de 45 minutos. 

Una puerta abierta a favor de todas las partes sería la de un traspaso antes del 31 de agosto a un club donde Griezmann pudiera reivindicar su condición de mundialista libre de la seria amenaza de no ser alineado por motivos exclusivamente de estrategias financieras. El jugador debería aceptar un salario más bajo, el At. Madrid dar su permiso -ambos requisitos son viables- y la directiva de Laporta por su parte renunciar a esos 40 millones y conformarse con bastante menos.

El At. Madrid, en cualquier caso, puede estar bastante tranquilo si el asunto se deja en manos de los servicios jurídicos de Laporta, que no son precisamente infalibles cuando se trata de defender los intereses del club.

Lo han demostrado en algunas de sus funestas intervenciones y ocurrencias, la última denunciar los contratos de Frenkie de Jong, Lenglet, Ter Stegen o Piqué, por no hablar del propio caso de Griezmann o de la no menos absurda situación en la que se encuentra Pablo Torre, un fichaje muy prometedor del Racing Burgos con el que Xavi no cuenta y que inicialmente debía ir cedido a un club de superior categoría al filial azulgrana para su rodaje y la posibilidad de ingresar algo en caja además del ahorro de la ficha. Sin embargo, ya es definitivo que se quedará en el Barça At. debido a una pifia en cadena de varios estamentos deportivos y legales internos del club azulgrana, ignorantes de que, por normativa, Pablo Torre no puede ser cedido en este momento. Los abogados, ejecutivos y técnicos del club se han pasado casi un mes negociando y filtrando una cesión imposible hasta que el propio club burgalés le ha comunicado al Barça su deseo de abrirle las puertas, recordándole de paso que esa es la única cesión posible. Nadie de la estructura de Laporta conocía esta limitación, en otro alarde de negligencia, falta de profesionalidad e improvisación. 

La normativa de la FIFA es muy clara sobre este tipo de situaciones pues considera una transferencia ‘puente’ y por tanto ilegal la cesión de un futbolista antes de las dieciséis semanas posteriores a su fichaje. Pablo Torre fue dado de alta oficialmente como futbolista del FC Barcelona el 1 de julio pasado. Otro descuido que, gracias a las propias informaciones difundidas desde el club, ha provocado que terceras personas, ajenas a la directiva y a sus servicios legales, hayan alertado sobre el peligro de una metedura de pata, otra más, histórica.

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