La Champions de Courtois pone en evidencia que Ter Stegen está sobrevalorado

Tras ocho temporadas en el Camp Nou, las seis últimas como titular sin competencia interna, el portero alemán no ha ganado ningún Zamora, tampoco ha evitado ninguna de las catástrofes europeas ni ha respondido a las enormes expectativas, sobre todo mediáticas, que había despertado su fichaje

No hace tanto, la gran batalla futbolística de París entre la mejor delantera del mundo, integrada por Messi, Neymar y Mbappé, la ganó Thibaut Courtois, el futbolista que resistió y prácticamente anuló el vendaval de juego y de ocasiones del PSG en el Parc des Princes. Courtois repitió una actuación excepcional contra el Chelsea y no hace falta decir que, en el choque de semifinales, frente al mejor juego y peligrosidad del Manchester City, cuando el equipo de Guardiola se puso 0-1 y pudo sentenciar cómodamente, quien mantuvo viva la posibilidad de llegar al minuto 90 con posibilidades de obrar un milagro fue también el portero belga que, con más motivo que nadie, podría competir por el Balón de Oro 2022. 

Probablemente, no lo conseguirá si France Football tiene la menor oportunidad de coronar a un futbolista francés como Karim Benzema, máximo goleador de la Champions con 15 goles en 12 partidos. Quienes atribuyen sólo a la suerte las sucesivas remontadas del Madrid a lo largo de la competición y a una exhibición de su portero la victoria en la final ante un Liverpool dominador y capaz de generar al menos ocho ocasiones clarísimas de gol, no quieren abrir los ojos a una realidad que al Barça lo ha consumido lentamente los últimos años por la ausencia de un tipo de futbolista del mismo perfil que el portero belga.

El meta azulgrana Ter Stegen pierde todas las comparaciones no sólo con Courtois, sino también con todos los grandes guardametas de leyenda que han pasado por la portería del Camp Nou. Independientemente de quien quiera analizar sus cualidades técnicas, también discutibles en su conjunto, el portero alemán del FC Barcelona, titular indiscutible desde la temporada 2016-17, nunca ha protagonizado, al contrario que Courtois y otros porteros, una actuación destacable, recordada o extraordinaria en los partidos que su equipo ha perdido en la Champions estas seis temporadas.

En todos los grandes desastres de esta época que el barcelonismo tiene grabados en la memoria, a saber, el 3-0 de Roma, el 3-0 de Turín, el 4-0 de París, el 4-0 de Liverpool, el 8-2 ante al Bayern y el más reciente en el tiempo, un 1-4 en casa ante el PSG, la actuación de Ter Stegen tuvo el común denominador de ser más que irrelevante, desangelada y mediocre. 

En todos esos partidos, en los que sus compañeros no estuvieron ciertamente a la altura, el guardameta no asumió, al contrario, ese rol y protagonismo que, por poner otros ejemplos, tuvieron en el Real Madrid Iker Casillas o Keylor Navas en situaciones parecidas de insuficiencia frente rivales desatados o superiores en juego.

Se dan un paralelismo y comparación razonables entre el Barça y el Real Madrid de estas últimas seis temporadas, dos equipos extraordinariamente competitivos que han ido envejeciendo y perdido a sus jugadores de referencia. El Madrid ha perdido unidades de peso como Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos, mientras la edad ha ido pasando factura a los Marcelo, Kross y Modric. 

Por su parte, al Barça se le cayeron activos de extraordinaria dimensión como Valdés, Puyol, Xavi e Iniesta y finalmente Messi, aunque sigue intentando estar en esa primera línea con veteranos como Piqué, Busquets y Jordi Alba, ahora reforzados con el regreso de Dani Alves.

Al Barça, ese desgaste le había permitido sin embargo defenderse en la Liga, gracias a esa mentalidad única de un futbolista como Messi, incansable goleador y ganador, un crack de la regularidad y la constancia que en los últimos tres años sí había pedido a gritos la renovación de un equipo indiscutiblemente de talento y calidad, aunque con excesivos problemas para sostener su estilo durante los 90 minutos y en todas las competiciones.

Por una cuestión de personalidad y de identidad futbolística, en similares circunstancias al Barça se le dio mejor la competición doméstica, mientras que el Madrid se especializó en el dominio de los grandes partidos internacionales, eso sí ganando algunos partidos y finales que no habrían caído del lado blanco de haberse jugado con VAR.

En cuanto al efecto portería en ambas trayectorias, el Barça no lo ha tenido ni lo tiene tan resuelto como en apariencia siempre ha sostenido la prensa desde la llegada de Ter Stegen, fichado por recomendación expresa de Andoni Zubizarreta y elevado inmediatamente a un estado de intocabilidad muy por encima de su rendimiento y resultados. 

A causa de esa etiqueta de portero que, excepcionalmente, posee buen juego de piernas y capacidad para jugar y dar pases con los pies como nadie más en el mundo, la prensa reaccionó en contra de la decisión de Luis Enrique de alinear de titular a Bravo en la Liga y reservar a Ter Stegen para la Copa y la Champions. Fueron dos años en los que, delante, con Neymar, Suárez y Messi, el equipo conquistó siete títulos, un Triplete la temporada 2014-15 y Liga, Copa, Supercopa  de Europa y Mundial de Clubs la siguiente. 

En ambas temporadas, Caudio Bravo fue el titular en la Liga, situación que Ter Stegen no quiso aceptar, trasladándole al club su determinación de marcharse si las cosas no cambiaban, pues esa suplencia frenaba su ambición de competir por la portería de la selección alemana.

Bravo, ante esa perspectiva, decidió irse, aunque nunca afeó en público que el alemán hubiera obtenido la titularidad en los despachos y no en los entrenamientos y en el campo. Ter Stegen, además, exigió, igual que lo había hecho Víctor Valdés en sus tiempos, un segundo portero que no le pudiera hacer sombra, alegando que esa competencia le incomodaba y perjudicaba su concentración.

El club aceptó esta imposición del portero alemán, que en sí misma constituye una falta de respeto y de compañerismo, con el resultado de una evidente caída de títulos y de éxitos deportivos, especialmente concentrada en esos partidos que consagran a los que pretenden ser leyendas bajo los palos. Ter Stegen, que no ha ganado ningún Zamora en seis años, mientras que Bravo ganó uno en dos temporadas, ha conquistado un reconocimiento y admiración mediáticos seguramente por encima de unos registros entre buenos y aceptables en la Liga, aunque huérfanos de actuaciones imborrables, más bien al contrario, en esas citas para la historia, especialmente decepcionantes cuando el equipo no ha tenido su día o ha necesitado esas paradas providenciales en momentos clave. 

El portero titular del Barça nunca estuvo, por decirlo de algún modo, cuando el equipo más lo necesitaba, como si su rendimiento, estado de ánimo y pericia se sincronizaran a la baja con la poca actitud y acierto del equipo en cada una de esas hecatombes, por desgracia tan recordadas.

Courtois, Keylor Navas o Casillas representan exactamente lo opuesto, la sublimación de esa habilidad e idoneidad para sobresalir y convertirse en el mejor del equipo cuando todo lo demás falla o el rival pega, ataca y chuta una y otra vez con peligro, como sucedió en la final del sábado y en las eliminatorias anteriores de una Champions ganada con los goles de Benzema y las paradas de Courtois.

Todo lo demás, a partir de una prudente planificación, acierto en los fichajes y orden táctico, suele acabar en un empate técnico cuando se enfrentan entre sí colosos del fútbol europeo o incluso con un desequilibrio en contra del Real Madrid, si se mide su nivel de juego, control y ritmo de los partidos contra rivales como PSG, Chelsea o Manchester City, notablemente superiores sobre el papel y también en el campo la mayor parte del tiempo. 

Courtois y los suyos, en cambio, han patentado un estilo propio basado en otro concepto, explosivamente reactivo, demoledor y fulminante cuando se combinan circunstancias específicas como un marcador adverso, la exigencia de remontar en un tiempo récord y la sensación futbolística de que una reacción así, ante rivales poderosos y dominadores, resulta imposible.  

Lo sería para cualquier otro equipo si no fuera porque en ese momento es cuando entran en juego cracks como Courtois, por sí solos capaces de evitar una goleada y, al mismo tiempo que minan la confianza del adversario, reforzar y darle alas a su equipo. 

El Barça de estos últimos años, por más fiable que parezca y buena prensa que tenga Ter Stegen, no ha podido jugar esa baza tan decisiva, entre otros motivos porque Leo Messi seguía tapando, hasta donde le alcanzó el físico, las fuerzas, su entusiasmo y la aportación del resto del equipo, este tipo de necesidades. Que no es propiamente una deficiencia sino una carencia, un plus que sí tienen algunos grandes equipos como el Madrid y otros no. Nadie recuerda de esta Champions las hazañas de ningún otro portero del Liverpool, el Chelsea, el PSG o el City.

Dentro del vestuario siempre se ha respirado esa misma sensación de que Ter Stegen no le va a dar al Barça una Copa de Europa, como sí lo ha hecho Courtois al Real Madrid. Tampoco nadie se lo ha reprochado, ni fue un elemento clave ni necesario en la Champions de 2014-15, su primera temporada, cuando el Barça se sobró y se bastó con ese tridente único en la historia con Messi, Suárez y Neymar para conquistar el Triplete, su segundo de la historia.

Quizá se podía esperar algo parecido del portero alemán, en base a esas enormes expectativas puestas, sobre todo por Zubizarreta y su lobby de prensa, en una especie de descubrimiento excepcional, el de un portero nacido para jugar en el Camp Nou. Los resultados, sin embargo, no han confirmado ni respaldado esa apuesta tan esperanzadora. 

No se le puede culpar exclusivamente de esa fatal relación de sonados tropiezos europeos. La máxima de que pierde y gana todo el equipo debe prevalecer. La cuestión, tampoco discutible, es que también el Real Madrid habría salido goleado esa temporada de Paris, Manchester, Londres, de su propio estadio y de la final del sábado sin las paradas del Courtois.

Los datos revelan, sin entrar en comparaciones, que la media de goles encajados por Ter Stegen en esos tortazos europeos que nadie puede olvidar es de 4,2 goles por partido. Estadística que confirma, también de un modo indiscutible, que no es ni mucho menos el mejor jugador del equipo azulgrana ni puede competir entre los grandes de la historia. Cuando hoy se habla de la revolución de Xavi de cara al futuro no parece que la custodia de la portería se haya sometido a discusión. Sólo se ha hablado de ponerle competencia y no de buscar alternativas. 

Quizás habría que darle una vuelta al asunto. Aunque el Barça de Xavi necesita gol, no está como para encajar más goles de la cuenta.

(Visited 201 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario