El cuento del fichaje de Messi entra en una dimensión desconocida

El presidente de la UEFA amenaza al Barça por el caso Negreira y sugiere que habrá un castigo ejemplar, mientras Laporta sigue avivando el regreso de Leo que no ha pedido ni la grada ni el entrenador

Laporta, amb la samarreta de Messi

La desesperada situación de la junta de Joan Laporta, más allá de las apariencias y del velo mediático que la encubre desde Catalunya, ha forzado la necesidad de alimentar por tierra, mar y aire el escandaloso y embustero cuento del fichaje de Messi. Sin duda se trata de uno de los ejercicios de manipulación periodística e institucional más ambiciosa y, hay que admitirlo, eficiente de todos los tiempos, pues en realidad no existe la menor posibilidad de que el delantero argentino regrese al Camp Nou, no al menos en las condiciones que ese imaginario laportista proyecta sobre la actualidad barcelonista con el evidente propósito de distraer y alejar el foco de los dos graves cataclismos que amenazan el club.

Las consecuencias del caso Negreira, del todo inimaginables para el barcelonismo que sólo consume prensa laportista y no comprende el imparable daño reputacional que se ha extendido en el mundo a causa del silencio de la junta, y la inminente firma de la financiación del Espai Barça son los asuntos que deberían ser objeto de la máxima atención, debate y revisión por parte de un entorno azulgrana completamente anestesiado y ajeno al verdadero drama que se vive en la trastienda del gobierno del club.

El escenario se ha agravado extraordinariamente en las últimas horas como consecuencia de las contundentes declaraciones del presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, dejando clara su intención de actuar con todo el peso de su normativa contra el Barça. “No puedo comentar directamente nada sobre esto porque tenemos un comité disciplinario independiente encargado de ello (…) No he tratado este asunto en detalle. Sin embargo, puedo decir algo: me he informado y la situación es sumamente grave. Tan grave que, en mi opinión, es una de las más graves en el fútbol que yo haya visto”. Las palabras de Ceferin han atronado en el ámbito del fútbol mundial porque suenan realmente como un amenaza seria y calculada, horas antes de que el Comité Ejecutivo de la UEFA de este miércoles analice el caso ante la magnitud que ha cobrado, un gigantismo que Laporta sigue sin considerar ni tener en cuenta a la vista de su pasividad e inacción. Fuentes del club, obviamente canalizadas a través de medios amistosos, transmiten tranquilidad dando por hecho que Laporta ha movido los hilos necesarios para neutralizar la agresividad de la UEFA, pero las palabras de su presidente a un medio esloveno de su confianza, ‘Ekipa’, indican precisamente lo contrario.

Parece evidente que el caso Negreira se ha convertido en el mejor arma de la UEFA contra el eje de la Superliga apuntando directamente al más débil de esa coalición integrada por Real Madrid y Barça, realmente los dos clubs más poderosos del mundo por su impacto global. La Juventus ha quedado muy tocada a causa de las irregularidades financieras encontradas por el fisco italiano, que le han costado una pérdida de puntos en su competición liguera, mientras el Barça de Laporta aparece como la siguiente víctima propiciatoria. “A nivel de la Liga española el asunto está prescrito y no puede tener consecuencias competitivas. Los procedimientos están en curso a nivel de la fiscalía civil española. Pero en lo que se refiere a la UEFA, no hay nada que esté prescrito”, ha establecido Ceferin, dejando meridianamente claro que su organismo está legitimado para imponerle al Barça la sanción que crea conveniente.

No puede haber peores noticias para la inquietud de los inversores del Espai Barça a tan pocas horas de intentar cerrar la financiación del Espai Barça.

Tampoco favorece un eventual regreso de Leo al Camp Nou, donde también se ha especulado con que la operación Messi serviría para frenar un castigo de la UEFA, una especie de escudo detrás del cual Laporta pudiera defenderse poniendo a prueba su autoridad y valentía a la hora de dejar a uno de los grandes de Europa como es el Barça fuera de la Champions. De momento, sin embargo, a su propio presidente, Alexandre Ceferin, no le ha temblado el pulso a la hora de calificar los pagos directos a Negreira durante diecisiete años como una de las situaciones más graves que el fútbol haya conocido.

Aun así, la excitación avivada desde la presidencia del club sobre las expectativas del fichaje de Leo Messi ha conseguido protagonizar las portadas, las tertulias y las conversaciones en las redes estos días, eclipsando las voces que exigían explicaciones como es debido sobre la amenaza Negreira y sobre la impune y libertina actuación de Laporta en las negociaciones con los fondos de inversión y los bancos que revolotean como buitres sobre el Camp Nou oliendo un festín financiero y la posibilidad de acabar controlando buena parte de la propiedad patrimonial e incluso la gestión del club.

Si Laporta suscribe un préstamo de la dimensión y de las condiciones que se vienen filtrando en los medios especializados, el retorno del capital y de los intereses será imposible más allá de la asfixia económica insuperable que dejará completamente KO e inoperativo el club a partir del 1 de julio próximo.

¿Puede ser que Laporta utilice a Messi siendo plenamente consciente de que su vuelta es del todo inviable? La respuesta es sí, pues cuenta con el silencio aparentemente cómplice del entorno Messi y la voluntad personal del jugador de no pronunciarse, como lo ha hecho hasta ahora, sobre su traumática expulsión del Barça, el verdadero club de su vida. Messi sabe que cualquier declaración o alusión sincera sobre la traición vivida cuando Laporta le engañó y lo desterró del Camp Nou hace dos años no se interpretará como una muestra de dolor o de justificada queja sino como un ataque al Barça y a Laporta.

Esta inteligente y acertada prevención de Leo la confirman dos hechos irrefutables, uno que los socios no han reivindicado su vuelta con ninguna manifestación expresa en el Camp Nou, ni siquiera en los peores momentos del Barça de Xavi, y dos, que a Laporta tampoco le pasó factura el incumplimiento electoral más grave de todos los tiempos.

Así de plácido e indolente se ha vuelto el comportamiento de la masa social azulgrana desde la llegada de Laporta y el ejercicio de un poder absoluto sobre la prensa, que a su vez ha sido capaz de producir un efecto narcotizante como nunca se había conocido. Si se repasa la historia reciente, la Grada de Animación del Camp Nou llegó a forzar el regreso al terreno de juego de los jugadores del Barça tras la eliminación de la Champions en el último partido de la liguilla en el Camp Nou frente al Bayern Munich en octubre pasado.

Ni rastro ni el menor indicio de reproches sociales a pesar del siguiente KO europeo en la Europe League del mes de febrero pasado, el cuarto seguido del tándem Laporta-Xavi, al cual la grada reaccionó prestando su aliento incondicional al equipo partido tras partido en el Camp Nou.

Queda demostrado, pues, que el barcelonismo, ni tampoco Xavi, que no ha pedido ese refuerzo, no necesita a Messi para recuperar y mantener la ilusión incombustible del actual Camp Nou. Nadie le exige a Laporta ni su regreso ni su homenaje, circunstancia que refuerza la verdadera naturaleza de una estrategia mediática disparatada y de una operación completamente inalcanzable para un club que no puede retener a Gavi, Araujo ni atar a Balde porque sigue con la economía fundida y sin poder resolver el problema de una masa salarial que le exige traspasos este verano, probablemente el de Ansu Fati y de otro futbolista bastante amortizado o de la cantera, si quiere conservar la plantilla actual. Reforzarla, y menos con Messi, es una quimera, un invento de Laporta que a su prensa, aunque consciente de la mentira de la cual es cómplice, le conviene refrendar para seguir vendiendo esa la fantasía del Barça de Laporta.

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