Laporta ejecuta otra regresión democrática frenando la lista de espera

Como en su anterior mandato, su junta se apropia de los abonos que se van liberando anualmente. En 2003 se los repartieron entre los directivos, sus familiares, amigos y agencias oficiales vinculadas a su entorno

Joan Laporta

En apenas unas semanas, Joan Laporta volverá a hacerlo, firmando con su personal, inalterable y desviado sentido del poder, autoritario y contrario a los intereses de los socios del Barça, otro de sus hits, como apropiarse de nuevo de los asientos que cada año se liberan por impago, defunción o renuncia de los abonados. La supuesta lista de espera en la que figuran, por riguroso orden de inscripción, miles de socios que sueñan con disponer algún día de su asiento en el Camp Nou ha dejado de ser operativa exactamente desde el año 2020, último en el fue actualizada, como venía siendo costumbre, a partir del mes de enero. En 2020, bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, se produjo la última actualización, que finalmente se tradujo en la asignación de los abonos para la temporada 2020-21 de los aproximadamente 200 abonos de media que se venían liberando desde la temporada 2011-12.

Antes, en efecto, esa lista de espera ya permaneció congelada durante años por decisión expresa de Joan Laporta, desde que asumió la presidencia en 2003. No fue hasta la llegada de Sandro Rosell y la ejecución del complejo proceso de actualización del censo, junto con la puesta en orden de un departamento como el área social, cuando fue posible asignar finalmente esos abonos mediante un orden establecido y aplicando una meritocracia que impusiera un criterio justo.

Resultó ciertamente difícil recomponer un departamento social heredado de la administración de Laporta, indigno y corrompido por el amiguismo y el tráfico de influencias, sobre todo en la gestión de esos abonos. Aunque el establecimiento de una lista de espera segura y a prueba de canallas fue una propuesta del recién llegado equipo de Sandro Rosell, vicepresidente deportivo entre 2003 y 2005, Laporta le fue dando largas hasta que, tras su dimisión -acompañada de la de sus directivos leales, como Josep Maria Bartomeu, Javier Faus, Jordi Moix y Jordi Moner– pudo poner en práctica sus verdaderos planes para controlar ese mercado.

En la primera junta tras soltar el lastre rosellista se nombró a uno de los direcivos para atender las demandas del resto de la junta en materia de abonos nuevos para los familiares y amigos, y para la reubicación de los asientos propios en la zona de tribuna principal del estadio. Fue un saqueo organizado y aprobado en el seno de la directiva con el único fin de mejorar sus abonos y beneficiarse personalmente mediante el abuso del poder de sus cargos.

Coincidiendo con ese mangoneo de asientos se produjo también el efecto tóxico del Gran Repte, una campaña mundial de socios con acceso universal y gratuito, más o menos el mismo sistema que Laporta ha recuperado en su regreso al palco del Camp Nou. El invento, patrocinado por otro visionario experto en trucos de toda índole, especialmente en el ámbito de la contabilidad creativa, como Ferran Soriano, había de producir un efecto inmediato de crecimiento social en, al menos, un millón de nuevos socios.

La realidad es que nunca se llegó a consolidar un aumento superior a los 25.000 socios, básicamente compuesto por socios baby, pues se puso de moda regalar el carnet a los recién nacidos, y por un perfil de barcelonistas que, viendo pasar el tiempo sin que se activara la famosa lista de espera, acababan no renovando esos carnets. Lo mismo sucedía con los socios de primer año, a partir del momento en el que el padrino de turno no lo renovaba y les tocaba a los padres costear la cuota anual a los socios.

Pero sí que creció, alarmantemente, el número de listillos con contactos entre la junta y el área de taquillaje que aprovecharon para hacerse socio por la mañana y comprar un abono por la tarde gracias al mercado negro y la sucia permisibilidad y la complicidad de la junta y los ejecutivos de la época.

El resultado son miles de abonos que desde entonces han servido para su autofinanciación sistemática por la vía del Seient Lliure y para el pelotazo en la reventa de los grandes partidos en el Camp Nou y en tantas finales que, con el uso de hasta decenas de carnets, era posible hacerse con un buen puñado de entradas en los sorteos.

Ha habido socios que, durante años, han amasado pequeñas fortunas con el arte de revender sus abonos, curiosamente, a agencias oficiales patrocinadas y conectadas con el entorno de la directiva. Internet ha sido el refugio y el caldo de cultivo idóneo para esta otra industria casi imperecedera.

Cuando llegó la presidencia Sandro Rosell y procedió a cerrar y limitar el acceso de socios, a partir de entonces reservado a parientes consanguíneos de socios y a los Socios de Compromiso, que podían conseguir la filiación a los tres años de pagar el carnet a fondo perdido, el proceso de autentificación de la identidad del propietario del carnet dejó fuera de golpe a más de 10.000 de esos tramposos. Fueron encontrados carnets con la foto de muñecas o de mascotas con nombres y datos falsos, pues no existía ningún control.

Conviene recordar que muchos de los socios que volvieron a votar a Laporta en 2020 en su día se quedaron sin entradas para las finales de Champions de París y de Roma, mientras miles de amigotes y familiares de la junta de Laporta viajaron gratis, incluida la entrada, pese a no ser socios, o bien se pusieron las botas como titulares de portales de venta oficial, en bastantes casos sin una sede física operativa.

El mismo esquema utilizado de nuevo para el lleno del Barça-Eintracht Frankfurt del año pasado, aquella peligrosa y humillante invasión germana prototipo del modus operandi de quien tenía y sigue teniendo el control de las entradas. Ese no es nadie distinto de la junta directiva, por más cuentos y embustes que se hagan circular, y más manipulación posterior que haya sobre hechos que produjeron, en la reventa, un beneficio superior a la recaudación de la taquilla de aquella noche, cifrada oficialmente en cuatro millones.

El mal uso de carnets y abonos de difuntos, unido a la picaresca y la corrupción interna, ha producido horrores que no se han traducido en escándalos como la noche del Eintracht, pero que han dejado secuelas como cuando más de 4.000 entradas de la zona Barça de un Milan-Barça de Champions en San Siro fueron a parar íntegramente a aficionados italianos. Más ejemplos que ilustran esta tradición laportista son las numerosas finales de Copa y de Champions en las que el rival del Barça ha podido conseguir miles de entradas correspondientes a las áreas inicialmente exclusivas para socios del FC Barcelona.

Las mafias y pequeñas organizaciones adquirieron con el tiempo tanta potencia y control de las redes sociales que cuando finalmente Sandro Rosell consiguió limpiar y poner en marcha la lista de espera, y los primeros socios -aquellos que llevaban esperando un asiento desde 2003- se beneficiaron de las bajas anuales de asientos, desde el entorno laportista se promovió una web bajo la reivindicación “¡Queremos un abono!”, presuntamente activada por socios. No deja de ser curioso que esa protesta contra Rosell y su junta se organizase después de siete años sin que se liberara un solo asiento bajo el mandato de Laporta y al poco de su correcto funcionamiento.

Hoy ya no es un requisito figurar en la lista de espera para optar a un abono. No existe, de hecho, ninguna vía que no sea el amiguismo o formar parte de esa nueva organización de agencias, la mayoría desconocidas, que gozan del privilegio de disponer se miles de entradas para cada partido.

La magnitud de lo que aún esconden tantos años de tejemanejes sin control, especialmente entre 2003 y 2010, es tal que cuando se organizó una operación policial contra la reventa en un Barça-Madrid, casi 3.000 socios abonados fueron objeto de un expediente sancionador por parte de la comisión de disciplina del club azulgrana. Y eso que la redada fue localizada sólo en determinados accesos.

Este nuevo año 2023, pues el plazo de recuperación de los abonos por impago se agota el 31 de diciembre, no traerá seguro abonos para los inscritos en la lista de espera. Laporta tiene su propia lista. Otra cosa que tampoco le gusta del pasado. Nada.

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