El trampantojo Feijóo

Alberto Núñez Feijóo es un calco de Alberto Ruiz-Gallardón. Lobos con piel de cordero. Conservadores con piel de moderados. Decía del primero su compatriota gallego Xosé Manuel Beiras: «Es un colaboracionista del fascismo más rancio». El amigo del narcotraficante Marcial Dorado -las fotos de ambos a bordo del yate del contrabandista, surcando en verano de 1995 la ría de Vigo, y con la Nivea del popular a medio aplicar, le perseguirán toda la vida-, aparenta moderación, pero quienes le conocen saben qué pie calza. Feijóo es más de derechas que el grifo del agua caliente. Sin embargo, como el exalcalde de Madrid -a quien Cristina Almeida describía así: «Bajo el manto de educadito, limpio y con ese cuerpo fantástico de supernumerario del Opus Dei se esconde una persona que es más de derechas que Franco«-, la moderación de Feijóo es postiza.

Por el momento, saltándose todos los cordones sanitarios europeos, quien fue la mano derecha de Manuel Fraga ya ha permitido que la extrema derecha entre a formar parte de un gobierno europeo, en este caso, el de Castilla y León. Lejos de la presunta moderación, éste fue su primer gesto político. Si comienza así, asusta imaginar cómo terminará. En cuanto al conflicto con Catalunya, como buen pirómano, Feijóo ha empezado echando gasolina a las llamas. Dice que el presidente Pedro Sánchez ampara en Catalunya un «apartheid lingüístico». Y se queda tan ancho. Cuesta encontrar un atisbo de moderación en esta desafortunada y despreciable comparativa. Una frase que resume mucho y bien el pelaje del personaje.

A las puertas de las elecciones andaluzas y con Isabel Díaz Ayuso siempre al acecho, Feijóo y Sánchez -el uno más de derechas de lo que le gusta aparentar y el otro menos de izquierdas de lo que les gusta presumir-, se vieron las caras la semana pasada en el Senado; la primera vez desde que el gallego es líder del PP. Protagonizaron un temprano y sutil intercambio de golpes, de escasa violencia; se notó que hay respeto entre los rivales y ninguno de los dos quiso arriesgar demasiado, se estaban conociendo. Sánchez confundió la cordialidad con una carcajada exagerada, y Feijóo confundió la prima de riesgo – ¿este es el economista de pacotilla que debe salvarnos? -. Lo podemos dejar en empate. Vendrán otros combates. Feijóo está demasiado malacostumbrado a ganar siempre y bien en Galicia, pero España no es Galicia, o no sólo. Sánchez se fía en exceso de la suerte y de su conocida habilidad por caer de pie como los gatos, pero incluso los felinos tienen las vidas contadas, y al presidente poco o nada le falta para agotarlas.

Resumiendo, el nuevo líder de la derecha española es lo que en cocina se conoce como trampantojo, una ilusión óptica. Parecer lo que no se es; en este caso, hacer pasar por moderado a un extremista de derechas. Como decía aquél, “el arte de agradar es el arte de engañar…”.

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