La relación de la CUP con el Govern y con el binomio ERC-JxCat no ha sido nunca fácil. Pero desde que Pere Aragonès es presidente de la Generalitat, las amenazas de presión al ejecutivo se han sucedido. Aun así, nunca se ha planteado seriamente en el seno de la formación anticapitalista dejar caer el gobierno catalán, sino que han estado más partidarios de hacer de carcoma para intentar acelerar la aplicación de los acuerdos o para forzar nuevos cambios.
Ahora, pero, después del acuerdo del Govern con Aragón y el Comité Olímpico Español para coordinar la candidatura conjunta de los Juegos Olímpicos de invierno, del impulso de la reforma de la Ley de política lingüística como respuesta a la sentencia del 25% de castellano en la escuela, y de los acuerdos que se han estado filtrando para la CCMA, la CUP está llegando a su límite. Fuentes del secretariado de la CUP aseguran que el comportamiento “sociovergente” con planteamientos “de la CiU de toda la vida y del PSC más clásico” han hecho que por primera vez se planteen dejar caer al Govern de verdad y abandonarlo completamente. “Está claro que están decididos a hacer de gobierno pujolista”, afirma un dirigente.
