Laporta intenta un doble salto mortal en la asamblea

Confirma la locura de aprobar dos liquidaciones y presenta un presupuesto muy por debajo del Barça de Bartomeu

Joan Laporta
Joan Laporta

Parece un error de imprenta. En la convocatoria de asamblea ordinaria del FC Barcelona, que ya tiene fecha y hora, el 17 de octubre a las 15:00 horas en el Palau Blaugrana, aparece escrito dos veces el mismo texto: ‘Informe y aprobación, si corresponde, de la liquidación del ejercicio económico correspondiente a la temporada 2020/2021’, el primero como segundo punto del orden del día y después, repetido, como tercer punto.

Laporta, por tanto, confirma ese plan inédito y verdaderamente arriesgado de forzar la aprobación por parte de los socios de un ejercicio económico partido en dos, descargando la totalidad de las pérdidas en la anterior junta de Josep Maria Bartomeu y atribuyéndose un balance positivo desde el 17 de marzo, cuando tomó posesión, hasta el 30 de junio.

El objetivo es doble, que no consten pérdidas en su primer año de mandato y que su aval no se vea incrementado por el efecto de las pérdidas.

En caso de presentar pérdidas sólo tendría un año de margen para recuperarlas, algo imposible cuando se manejan números rojos de 481 millones. Por otro lado, también sería imposible añadir a los presuntos 114 millones de aval el grueso de ese déficit.

En el orden del día previsto, sin embargo, no existe ningún punto que haga referencia al inicio de una acción de responsabilidad, obligado por la ley si se considera que la anterior junta ha constatado pérdidas patrimoniales por el conjunto de su mandato, lo que quiere de decir que ni el propio Laporta se cree su propia maniobra, encaminada, por lo que parece, a colocar en un limbo esas pérdidas millonarias, en un 95% atribuibles a la recesión brusca de ingresos por la covid y a la polémica partida de 138 millones de desvalorización de la plantilla.

La estrategia es clara: preparar a los socios para que en la asamblea respondan al plan previsto de demonización de Bartomeu, -aún más-, presentando el día 6 de octubre próximo esos ‘presuntos actos delictivos’, o casi, y anunciando el estudio de medidas legales en su contra si los abogados sospechan que las irregularidades son ilícitas.

De hecho, se van a presentar esos 481 millones de euros como un fraude en la gestión y como consecuencia de una actuación negligente, irresponsable y si es posible delictiva.

En cambio, Laporta presentará a la aprobación de la asamblea un presupuesto de ingresos, muy optimista, de 765 millones, pero de 235 millones menos que en la última temporada sin covid, que alcanzaron un récord de 990 millones, es decir con una merma igual que las pérdidas acusatorias contra Bartomeu, eso sin calcular que desde el primer partido de esta temporada ha vuelto a entrar público en las gradas, activado el Museu y el Barça Experience y abiertas las Megastores coincidiendo con el regreso tímido del turismo. En el ejercicio 2020-21 ese saldo dio cero absoluto de ingresos.

La implacable campaña, abusiva y exagerada, puesta en marcha desde la junta de Laporta contra Bartomeu llega al extremo ciego y absurdo de no querer considerar apenas pérdidas imputables a la covid para que los números rojos lo condenen como a un delincuente.

Si a esos 235 millones de menos que Laporta pierde respecto a los ingresos de Bartomeu se añade esa provisión ‘fantasma’ de 138 millones por devaluación de la plantilla, infundada según la jurisprudencia sentada por el Tribunal Supremo en la sentencia de los avales, el resultado sostiene que el déficit de la temporada pasada encaja en los parámetros indiscutibles del impacto de la covid, pues Laporta, además, se ha inventado una provisión para asuntos legales por 90 millones que nadie entiende, a la espera de los detalles de la auditoría.

Por otro lado, cuando Laporta está sugiriendo que con un presupuesto de 765 millones de ingresos espera registrar un pequeño superávit debe tenerse en cuenta, respecto de la temporada anterior, que se ha eliminado de la ecuación el peso de la masa salarial de Messi (135 millones) y Griezmann (28 millones). No puede estar más claro el motivo de la gran farsa organizada por el ganador de las elecciones, Joan Laporta, en torno a la renovación de Messi, el único candidato que prometió y garantizó su continuidad. Si el padre de Messi sigue sin saber porqué les dieron la patada, la respuesta está en el conjunto de las maniobras contables del nuevo presidente, arrinconado y fuera del mercado como consecuencia del impacto de la pandemia.

Así lo ha confirmado el vicepresidente económico Eduard Romeu, avalista principal, aliviado y feliz, satisfecho como nadie, por haberse cargado la renovación de Leo Messi, porque era “inviable”.

Cuando se trata de fustigar los resultados económicos de Bartomeu la estrategia es completamente opuesta, pues se elimina adrede de esa misma ecuación la caída de los ingresos, evaluada en 500 millones desde el 14 marzo de 2020 al 30 de junio de 2021 y además está cargada la masa salarial con Messi y Griezmann incluidos.

Podría considerarse, en una visión objetiva, si la nueva junta, en efecto, ha de cargar con esa mochila habiendo entrado el 17 de marzo o si hubiera que atribuirle solamente una parte proporcional de esos resultados. Pero no es ese el caso ni el escenario, pues eran sabidas y fueron explicadas y advertidas las complicaciones derivadas de echar a Bartomeu con la temporada arrancada, sin permitirle acabar el mandato habiendo señalado las elecciones para el 21 de marzo.

Laporta y su aparato prefirieron echar mano de toda su capacidad de agitación, con el Palau de la Generalitat y el independentismo movilizado a su favor, con tal de cargárselo y generar de este modo un voto de castigo, una táctica que ciertamente funcionó, también gracias al complot mediático y el poder concienciador de TV3, por no hablar de la mano que echaron los Mossos en el momento preciso, actuando sin una orden judicial para encerrar a Bartomeu una noche en el calabozo, presuntamente por ser el responsable de enviar unos tuits.

Aunque Carles Tusquets le advirtió de la situación económica desde el primer momento, Laporta decidió refugiarse en la inacción más absoluta, el mayor embuste del año para con Messi y dejar que la economía cayera, propiciando, al contrario, cuantas más pérdidas mejor. Su plan no era, no es, minorar el impacto de la covid sino salvar sus propios intereses, cargarle el ‘muerto’ a una directiva expulsada el 20 de octubre pasado y tratar, por métodos y formas que acabarán en el juzgado, de reducir el aval, que es su única preocupación y objetivo.

Tanta prisa por echar a Bartomeu para seguir su misma táctica, mimar a los ‘héroes’ (Busquets, Jordi Alba, Piqué y Sergi Roberto) y ponerse detrás de Koeman porque por no tener, no tenía ni entrenador.

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