Laporta y Xavi pierden apoyos por culpa del vodevil de su continuidad

Al malestar interno por haber solapado vergonzosamente el acto estrella del avión del Barça femenino, señalando su rueda de prensa conjunta a la misma hora, se une un peligroso rechazo mediático entre los más leales al presidente

Deco, Laporta i Xavi - Foto: FC Barcelona

El día después de la surrealista renovación de Xavi no fue menos delirante que el anterior, empezando porque, como han destacado los analistas, los pocos que quedan independientes y no ven la actualidad cegados por la venda laportista, la misma secuencia del miércoles por la tarde dejó imágenes y registros sonoros lamentables. Mientras Deco le explicaba a Xavi una película, Joan Laporta y Alejandro Echevarría habían preparado otra obra de teatro muy distinta en su propio domicilio, que a su vez tampoco tenía nada que ver con el cuento escénico ofrecido a la junta directiva por la mañana, donde el final dejaba a Xavi fuera del banquillo la próxima temporada.

Atrapados en una especie de sitcom, el vicepresidente primero y responsable del área deportiva, Rafael Yuste, afirmaba frente a la portería de la vivienda de Laporta que no se esperaba ninguna noticia y el asesor deportivo, Enric Masip, que fue informado de la decisión final, en ningún caso consultado, admitía sus discrepancias. Finalmente, por las circunstancias, con la prensa amontonada en la puerta de la escalera del presidente, hubo que precipitar un comunicado para anunciar la continuidad de Xavi y ponerle fin a una tarde de locos.

Para entonces, sin embargo, ya se habían cometido atrocidades paralelas, como haber desviado la atención del trascendental partido de básquet, el primero de play-off de los cuartos de final de la Euroliga frente al Olympiacos griego. La necesaria atención de la junta sobre este partido pasó a un tercer plano, indisimuladamente por su parte, reflejo de su habitual desinterés por la sección en particular y por el Palau en general. Según se mire, una falta de respeto por parte de todos los protagonistas del sainete alrededor de una decisión agendada de antemano para el jueves y que, ciertamente, de haber tenido un carácter de verdadera urgencia se habría afrontado el lunes o el martes.

Pero lo peor estaba por llegar, la convocatoria apresurada de una rueda de prensa conjunta del presidente Joan Laporta y del entrenador, Xavi Hernández, para el jueves a las 13:00, que contraprogramaba y arruinaba otro acto propio del FC Barcelona, prácticamente único en el mundo, consistente en la presentación del Barça femenino como el primer equipo europeo con su imagen proyectada en un avión de línea regular, convirtiendo a Vueling en un nuevo, poderoso y atractivo patrocinador del fútbol femenino azulgrana hasta junio de 2026. El acto, a celebrar en un hangar del aeropuerto del Prat, iba a mostrar un Airbus A320 de Vueling adornado con los colores azulgrana y las imágenes de las estrellas del femenino, algunas de las cuales, como Aitana Bonmatí, Fridolina Rolfö, Ingrid Engen, Patri Guijarro y Caroline Graham-Hansen, estaban convocadas.

Por más que la rueda de prensa de Laporta y Xavi se hubiera fijado para las 13:00 horas y la presentación de la aeronave blaugrana estuviera anteriormente programada para las 14:30 horas, el estropicio fue total debido a que, por razones operativas y de seguridad, la prensa acreditada debía presentarse a las 13:00 horas en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. Es decir, a la misma hora y lugar que la rueda de prensa de Laporta y Xavi. Desde allí, previo control de seguridad, la prensa debía ser trasladad en un bus especial hasta el hangar dentro de las instalaciones aeroportuarias.

El grueso de los medios acudió en masa a la ciudad deportiva de Sant Joan Despí antes de las 13:00 horas aunque, evidentemente, optó por no subir al transfer en dirección al aeropuerto, sino quedarse a registrar la comparecencia del presidente y el renovado entrenador en el enésimo reseteo de su perfil, función y objetivos al frente de banquillo azulgrana. Una ceremonia repetida, aburrida y tan recurrente que, ciertamente, ya no se sabe cuál es la versión auténtica de un entrenador tan multiforme, ambiguo y demasiado contradictorio, una especie de maniquí operado desde una precaria inteligencia artificial que Laporta viste y desviste, mueve u oculta en función del momento y de la oportunidad.

Tanto es así que Xavi ha aparecido ante la prensa a lo largo de esta temporada con al menos cuatro idearios distintos. El primero, ambicioso y optimista en verano, yendo a por todas con el mismo equipo que había ganado la Liga anterior, reforzado con cinco fichajes y despojado del lastre definitivo de futbolistas como Ansu Fati, Eric Garcia, Umtiti, Dest o Lenglet. Luego, a finales del otoño, a pesar de haberse clasificado primero en la liguilla de Champions, como un técnico de bajón y desorientado al que Deco y Laporta hubieron de rectificarle alineaciones y convocatorias, finalmente, para nada. En enero se produjo el gran hundimiento del equipo de Xavi, incapaz de percibir y arreglar el enorme vacío dejado por Gavi, lesionado semanas antes, descarrilando en la Liga y cayendo estrepitosamente en la Supercopa de España y la Copa. Se produjo entonces una dimisión diferida, incomprensiblemente tolerada por la junta, sin un euro para encontrarle sustituto -ni siquiera Márquez- y acompañada de una reacción del equipo aún más delirante, aunque básicamente a causa de rebajar el papel de algunas vacas sagradas y dejar paso a dos chavales de la cantera, Lamine Yamal y Cubarsí, que ya se venían comiendo el mundo pese a su edad.

Lo que sería, así pues, la demostración de que el plan A de la temporada era el peor de todos. A Xavi se le atribuye el mérito de alinear a dos adolescentes, más Fermín y alguna otra revelación, cuando seguramente habría que amonestarlo a él y a Laporta por no haber mirado antes a la Masía y haberse embarcado en más refuerzos de más que dudosa necesidad, como los de Íñigo Martínez, Oriol Romeu, Joao Félix y Joao Cancelo, pues parece que Gundogan se ha podido ir adaptando, más o menos.

En cualquier caso, ni esta artillería ni las actualizaciones de software de Xavi le habían servido al equipo para llegar al Bernabéu con menos margen ni para rematar al PSG en un partido con abundantes errores infantiles más allá de la incidencia de los arbitrajes. El colmo del surrealismo lo ha protagonizado Laporta recompensando a Xavi con la continuidad, a pesar de no ganar nada, caer por goleada en todas las competiciones y haberse borrado de su liderazgo tras perder en casa ante el Villarreal y, más recientemente, frente al PSG, esgrimiendo una inmadurez y negligencia superlativas, provocando su expulsión.

Laporta, en otro alarde, cambió de guion cuatro veces en 48 horas desde el clásico, acorralado entre el rechazo de la junta y de parte de la comisión deportiva hacia Xavi y la postura del técnico de no renunciar al año de contrato firmado en un momento dado de la temporada. El estropicio deportivo, excusado y distraído con las protestas arbitrales de Laporta como en los peores tiempos del victimismo histórico y más rancio, ha dejado paso a la necesidad -a falta de títulos- de darle al barcelonismo una noticia de alcance diaria, aunque haya sido a costa de faltarle al respeto al equipo de baloncesto, puede que por la precipitación de los acontecimientos, y de humillar conscientemente al femenino, solapando la première de su propio avión, un hecho verdaderamente único en el fútbol europeo. La presentación del Airbus A320 del Barça femenino no mereció ni una pieza especial en Barça One porque, en realidad, a Laporta le importa poco o nada la sección que futbolísticamente le está haciendo tanta sombra al primer equipo, a Xavi y a él mismo.

Y lo peor es que el culebrón Xavi no ha acabado, pues quedan partidos y grandes decisiones que adoptar, entre ellas fichajes para el staff en el ámbito de la preparación física, otro déficit de imperfecto Barça de Xavi que, para Laporta, sigue siendo el entrenador ideal. Laporta debería prestar atención al giro, agrio, de la crítica provocado entre sus más leales servidores en la prensa tras el vodevil de esta semana en torno al entrenador. Xavi y el presidente se van quedando solos. Cuidado.

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