Seguir a Laporta empieza a pasar factura a sus incondicionales

Xavier Sala-i-Martín reconoce sus pérdidas de 2010, Lluís Carrasco reniega ahora de Messi y el periodismo queda tocado por la continuidad de Umtiti

Xavier Sala-i-Martin
Xavier Sala-i-Martin

La compulsión de Joan Laporta por arrinconar a Josep Maria Bartomeu y usarlo de punching-ball para eludir sus responsabilidades, promesas y enmascarar determinadas decisiones responde más a una estrategia que a una verdadera animadversión personal o a la necesidad de vengar públicamente al que ya se señala como “el ex-presidente que condujo al FC Barcelona a la ruina”. Este es el titular, dictado por Laporta, para justificar la guerra de cifras que su aparato mediático repite y reproduce de forma recurrente.

Joan Laporta actúa, en este sentido, fría y calculadoramente, consciente de que la prensa le compra y amplifica el discurso ciegamente y aunque ahora actúe al revés con relación a una campaña que se pasó negando el catastrofismo y potenciando su papel como la solución a todos los problemas del club. Renovar a Leo Messi era pan comido y restituir la estabilidad financiera, también estaba al alcance de sus directivos y ejecutivos.

Conviene recordar, sin embargo, que el primero en salir corriendo fue Jaume Giró, su vicepresidente económico, no por la situación del club, que conocía y había analizado, contemplando un plan de choque y una política de refinanciación a base de bonos. Giró salió como alma que lleva el diablo cuando, tras ganar las elecciones, comprobó que la verdadera cuadrilla del nuevo presidente seguía siendo la de siempre, la de personajes como Xavier Sala-i- Martín, Joan Oliver (escondido, por si las moscas, por su directa y pública responsabilidad en la desaparición del Reus) y Rafael Yuste, junto a otros miembros de su última junta, repetidores, atraídos por la recuperación de un tren de vida y de oportunidades que sólo es posible con un presidente manirroto y desbocado como Laporta.

El problema es que, para justificar que en cada curva de la carretera Laporta derrapa y se estrella (Messi como paradigma y reflejo de esa gestión), la reacción de su camarote y de su camarilla se vuelve cada días más agresiva y hasta cierto punto delirante. Los está volviendo locos.

Xavier Sala-i-Martín, que se deja ver lo justo, no ha podido reprimirse en su Twitter con uno de esos zarpazos propios de quien nunca ha sentido, como es su caso, vergüenza propia o ajena por los actos y consecuencias de su pasado en el club: “48,7 vs 487, el mejor equipo de la historia vs el que pierde por goleada en Europa, UNICEF vs Rakuten, respeto y admiración vs mofa y ridículo. #herencias”, ha escrito, como si disfrutara redactando un breve pero emocionado epitafio. Lo curioso de este tuit es que en esos “48,7” se refiere a las pérdidas de su mandato que, en realidad, como ni siquiera recuerda, fueron 47,6 millones, reconociendo un saldo negativo que algunos de esa junta saliente de 2010 siguen negando invariablemente como si las memorias oficiales del club, auditadas y aprobadas en asamblea, pudieran mentir o ser falseadas.

En su caso, la desfachatez alcanza un punto surrealista, puesto que fue él quien, como tesorero en la junta de 2010, presentó ante la prensa una liquidación sin auditar de la temporada 2009-10 que arrojaba ganancias de algo más de 10 millones de euros.

Sala-i-Martín fue capaz de ocultar, mentir y engañar a los socios proclamando como buenas unas cifras que en realidad, pasadas por el rigor contable de un auditor profesional, presentaban pérdidas de 80 millones de euros. No es difícil, pues, para alguien capaz de creerse sus propios embustes en la materia que teóricamente domina, la economía, atribuirse la paternidad del mejor equipo de la historia, cuya base procedía del trabajo de la Masia anterior a su llegada, sin avergonzarse de operaciones como la de Keirrison y Henrique, o Ibrahimovic en lo deportivo, o la compra de los terrenos de Viladecans, incomprensiblemente pasada por alto por la Fiscalía.

También le denigra denunciar el rol del patrocinador de la camiseta cuando los propios socios del FC Barcelona, a la vista de la desesperante situación financiera heredada de Joan Laporta, aprobaron explotar la publicidad en la camiseta para pagar el crédito sindicado de 150 millones que hubo que pedir para hacer frente a la recuperación. Y eso sin ninguna afectación a los ingresos ordinarios, o sea sin covid que justificara el despilfarro y las barbaridades consentidas por Sala-i-Martín, que ya venía de mirar sistemáticamente a otro lado como presidente de la Comisión Económica Estaturaria antes de ser elevado a directivo en una maniobra que hoy no estaría permitida por el código ético del club.

Sin olvidar que si el equipo bajo la presidencia de Joan Laporta, ese equipo heredado de Joan Gaspart, acabó asombrando al mundo fue después de que Laporta se cargase el Barça de Ronaldinho a base de juergas, fiesta e indisciplina que condujeron a un voto de censura milagrosa y tramposamente salvado en su contra. Cuando habla de “mofa y ridículo” olvida que se refiere a ese mismo equipo que se fue haciendo mayor y perdiendo competitividad.

Como no hay quien ponga freno a esta desbocada e incontrolada escolta mediática, otro indocumentado como Lluís Carrasco, director de la campaña de Laporta basada, como se ha visto, en una fantasía y un engaño generalizado ha sido el valiente que ha presumido, en Twitter claro, de haber obtenido 84 millones de euros en ventas que sobre todo son jugadores del fútbol base y otros estratégicos como Emerson y de haber ahorrado al club 175 millones de las dos fichas más altas, o sea aprovechando la cesión y el ahorro de la ficha de Griezmann para sacar pecho del ahorro de Messi, de 150 millones brutos, cuya segura renovación fue la clave de su propia estrategia para ganar las elecciones.

“¡Esta mierda es la herencia!”, ha exclamado, como si el total de 259 millones positivos entre ventas y ahorro fueran a la vez un éxito y un fracaso. Es el peligro de entrar y seguir en la senda de un presidente que frena y gira en seco dejando a los suyos en ridículo. Eso le pasa a Lluís Carrasco, que puede entrar en una autocombustión mental si no se procura un poco de asistencia.

Por último, sólo como un ejemplo más de ese riesgo de entrar en un bucle personal sin salida y afectado por un síndrome periodístico-esquizofrénico, hay informadores como Marta Ramon, firmante de artículos en el diario ARA, capaces de escribir, por ejemplo, que Samuel Umtiti fue renovado expresamente por la anterior directiva, aunque ya presentara problemas de rodilla. Precisamente, Umtiti fue renovado en respuesta a su indiscutible titularidad en el FC Barcelona y en la selección de Francia que finalmente se proclamó campeona del último Mundial. Fue en ese campeonato donde sufrió luego la lesión de la que, posteriormente, por no haber aceptado un tratamiento quirúrgico más agresivo, llegó a estar casi fuera del equipo.

La causa de que periodistas como la citada y otros, que deseaban explicar y confirmar las amenazas de la nueva junta de despedir a Umtiti con rescisión de contrato incluida, se han encontrado con que su ‘agente’, que en la práctica es Gerard Piqué a través de Kosmos, lo ha protegido y mantenido con la connivencia, compadreo más bien, del propio presidente Laporta y casi a espaldas de Ronald Koeman.

Está claro, aunque se quiera desorientar la verdad por otros intereses y dependencia de determinados medios, que el defensa francés se lesionó después de ser renovado, cuando nadie cuestionaba su futuro y que, pese a su actitud y pese a las amenazas de algunos directivos que no se enteran del todo cómo manda Laporta, uno de los capitanes, Gerard Piqué, ya manda mucho por encima de la propia dirección técnica. Ya pasaba con Messi.

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