Joan Laporta prepara un ‘golpe de Estado’ en el Barça y le resbala vulnerar los estatutos del club

La asamblea del próximo 20 de junio es decisiva para el futuro de la entidad azulgrana

Joan Laporta y Jordi Cruyff
Joan Laporta y Jordi Cruyff

La próxima asamblea del FC Barcelona, convocada para este 20 de junio, refleja el estilo de pandereta e improvisación de la junta de Joan Laporta: una fecha fijada solo 24 horas después del debut de la portavoz Elena Fort, la cual había anunciado con fanfarrias que la asamblea se celebraría el día 4 de julio. La versión, no oficial, que se ha filtrado para justificar este repentino cambio en cuestión de horas explica que no se puede atrasar más la resolución, del tipo que sea, en cuanto a la posición del FC Barcelona ante la Superliga.

El adelanto, sin embargo, tiene consecuencias legales muy importantes, especialmente en cuanto al punto séptimo del orden del día, referido al informe y la aprobación de la propuesta de reforma de los Estatutos. La normativa es bastante clara en cuanto a un procedimiento que, si es por iniciativa de la directiva, exige la publicación del redactado y de una memoria explicativa de los cambios que se pretenden realizar.

“Esta propuesta se tiene que someter al trámite de información pública a los socios durante el plazo mínimo de veinte días”, según el artículo 81, una exigencia que no se cumplirá en ningún caso, puesto que la convocatoria para el día 20 de junio anula la legalidad de cualquier modificación salvo que se trate de una reforma obligada por algún decreto de la Generalitat respecto de funciones estatutarias.

No sería el caso, puesto que Laporta necesita rehacer los estatutos en cuanto a la ratio de la deuda (solo puede ser el doble del ebitda) y principalmente sacar de los estatutos el cese de la junta en el caso de presentar dos años seguidos pérdidas en el cierre económico. Está claro que la prensa y la legión de plataformas en contra de Josep Maria Bartomeu, las muchas que el año pasado aparecían como setas para fiscalizar cualquier decisión de la anterior junta, guardan ahora un extraño -por no decir cómplice- silencio, todo ello por no tener que admitir el completo desmadre que vive el club, incapaz de saber, tres meses después de haber sido escogida la nueva junta directiva, cuándo y cómo se tiene que convocar y preparar una asamblea de compromisarios.

El crédito de 500 millones
Tampoco se sabe cómo tendrá que plantear Laporta ante los socios la cuestión no menos complicada de autorizar un crédito de 500 millones de euros, cumpliendo el artículo de los estatutos que salvaguarda el volumen de endeudamiento global del club. En cuanto al préstamo, es preceptivo que la asamblea lo apruebe por mayoría de dos terceras partes de los asistentes, igual que la reforma de los estatutos. Está claro que los socios saben y conocen la gravedad de la situación financiera y económica que atraviesa la entidad. Pero también que Joan Laporta prometió grandes soluciones y dosis de ilusión y de proyectos que la harían digerible y fácil de revertir. Esto dijo quien en 2010, cuando marchó, dejó el club en la misma situación, a pesar de que entonces no había ninguna pandemia y el dinero entraban a carretadas.

Como ya se hizo patente cuando necesitó encontrar 124 millones de aval, la poca solvencia y credibilidad económica de la junta de Joan Laporta es ya una percepción extendida, puesto que tampoco se han hecho realidad los sueños del Barça Corporate –no ha avanzado ni un metro– y además ya ha paralizado el Espai Barça, porque dice el presidente que le molestan los edificios institucionales diseñados. Frenar el proyecto, modificarlo, quiere decir pasarlo por asamblea y no menos de dos o tres años de trabajo y retrasos. Nada de nada, todo ello.

El precedente de Maite Laporta
Los compromisarios convocados a la asamblea se tienen que preparar para ver los juegos de manos más grandes que se puedan imaginar, no solo en cuanto a las cuestiones legales. Además de pisar, ignorar, malinterpretar y reírse de los estatutos, habrá que ver cómo se acredita la condición de socio compromisario de unos barcelonistas que ya fueron escogidos por sorteo hace más de un año y que no han podido estrenarse como tales.

La posibilidad de renuncia para que puedan ir socios suplentes abre la puerta a hacer juegos de malabares para llenar la asamblea con socios directamente seleccionados por la junta. Los que hagan falta. Ya hubo sospechas de fraude y de trampas en las asambleas que Laporta convocaba en el pasado, y todo hace pensar que esta vez el rigor, la seriedad y el respeto por la participación serán ausentes. Laporta necesita hacer imposibles.

Se podría pensar que ésta es una reflexión osada si no fuera porque el presidente ya ha pisado el código ético del club para contratar a su hermana, Maite Laporta. Teóricamente se ha modificado el texto para evitar un incumplimiento. Pero, lo que tiene más gracia es que, además, la nueva empleada del club, hermana del presidente, trabajará con el responsable del área de compliance. ¿Cómo será la asamblea?

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