El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha decidido finalmente dejar en suspenso la declaración de la independencia de Cataluña. Coge, pues, la vía eslovena para ganar tiempo e iniciar un proceso de diálogo, buscando la mediación internacional y evitando cerrarse puertas.
Concretamente, Puigdemont ha dicho «asumo el mandato del pueblo para que Cataluña acontezca un Estado independiente en forma de República» e inmediatamente ha añadido: «Proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia. Proponemos unas próximas semanas de diálogo y negociación nacional e internacional».
Antes del discurso, el presidente ha recibido multitud de presiones, unas a favor de la DUI y otros invitándole a dar un paso atrás para mantener abiertas las puertas del diálogo. Entre los primeros, hay las entidades soberanistas, ANC y Òmnium, y su socio en el proceso, la CUP, que han luchado hasta el último segundo para que no diera un paso atrás. Al otro lado, el Estado ha advertido que suspenderá la autonomía catalana si declara la independencia. El presidente también ha escuchado al Consejo de Europa; hoy, su presidente, Donald Tusk, ha pedido al presidente catalán que respete el orden constitucional y, por lo tanto, no declare la independencia.
El pleno se ha aplazado una hora por causas desconocidas. Primero se hablaba de una posible mediación del Consejo de Europa, pero fuentes de Junts pel Sí también apuntan que unas discrepancias con la CUP sobre el texto del presidente podrían ser las causas de la demora.
Al finalizar el pleno del Parlamento, todos los diputados de Junts pel Sí y la CUP han firmado un documento de proclamación de independencia. Un acto simbólico que, a pesar de la suspensión de la DUI anunciada por el presidente, ha pretendido afianzar la voluntad del bloque soberanista en favor de la independencia.
