¿Por qué el Barça de basket acabará mudándose al Sant Jordi, como quiere Laporta?

Joan Laporta

Joan Laporta posee, por encima de todo, la destacable habilidad de afirmar con absoluta convicción y firmeza, ante cualquier auditorio, la primera bravata que le pase por la cabeza o que le convenga a la coyuntura. Eso hizo en la presentación de la renovación del acuerdo de patrocinio con Cupra, donde auguró que “dentro de cinco años veo un Barça esplendoroso y con títulos”, se supone que relacionando el término “esplendoroso” con el nuevo Spotify Camp Nou terminado y también el Palau Blaugrana, llegó a asegurar, lo cual podría ser del todo cierto si se estuvieran cumpliendo los plazos previstos, ya que el nuevo Palau, de acuerdo al referéndum aprobado por los socios, debió haber arrancado su construcción el pasado día 1 de enero.

Cabe preguntarse si diferir a dentro de cinco años la posibilidad de ganar títulos no fue más que una forma inexacta de expresar el deseo de seguir ganando competiciones con la reforma terminada y no la sensación de que, como las obras de Les Corts, el Barça no podrá celebrar más títulos hasta 2029.

Se supone que sólo era una forma de expresarse en un contexto en el que cada vez es más difícil referirse al pasado -o sea, a los casi tres años de gestión en los que ya se acumulan casi 1.000 millones de pérdidas-, y a un presente que pende de un hilo, prácticamente de lo que el Barça de Xavi sea capaz de hacer en cada partido, mientras el presidente y la junta rezan porque en la Liga y en la Champions el equipo pueda seguir vivo y que se produzca el milagro de conquistar uno de los dos títulos.

En ese mismo acto de Cupra, dejándose arrastrar por sus fantasías sobre los proyectos arquitectónicos, Laporta se refirió a que en cinco años también estará inaugurado el nuevo Palau Blaugrana, afirmación que contrasta, desde luego, con la escritura del Fondo de Titulización donde queda claro, y está firmado por Laporta, que del préstamo de 1.450 millones no se destinará un solo euro al proyecto de un nuevo Palau.

Además, el mismo presidente por un lado embauca a los socios con promesas imposibles de cumplir y por otro acaba de enviar a los socios del Palau una encuesta sobre sus expectativas de acompañar a equipo de baloncesto a jugar en el Palau Sant Jordi los partidos estelares de la Euroliga. A falta de conocer el resultado de ese sondeo, varios jugadores de la casa ya han mostrado su desaprobación y hasta su disgusto, lo que da pistas sobre la actitud de los abonados al Palau sobre esta propuesta.

Malas noticias para Laporta, que tiene el compromiso de ayudar al Ayuntamiento de Barcelona a promocionar el Palau como sede de la final de la Euroliga y con el que ya se han entablado negociaciones.

El presidente va por un lado y la afición y el equipo por otro. Lo más seguro, por tanto, es que el Barça de basket acabe jugando partidos en el Sant Jordi, pues la historia tiende a repetirse y, como pasó con el traslado a Montjuic, al que los socios consultados respondieron en masa que les desgradaba, se hará lo que quiera y le convenga a Laporta. Sobre todo cuando, por razones constructivas del nuevo estadio haya que de derribar el Palau como está previsto.

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