Los invitados de Laporta a la Gira USA triplican el número de la expedición oficial

El charter azulgrana de 237 plazas se ha llenado con más de 170 viajeros no oficiales mientras el Real Madrid ha viajado a EEUU en vuelo regular de Iberia con sólo cuatro directivos además de jugadores y técnicos

Joan Laporta en un acte durant la gira del FC Barcelona pels Estats Units

Con Joan Laporta de presidente, las giras de verano son otra cosa muy distinta a la misma experiencia celebrada bajo cualquier otro régimen directivo que considere esta vertiente comercial de la pretemporada como una oportunidad para ahorrar en gastos de stage y sacar el máximo rendimiento a la oportunidad de jugar y cobrar amistosos a precio de oro. Hoy, más que nunca, las giras consolidan unos ingresos récord que han ascendido en el caso del FC Barcelona a 12 millones por cuatro partidos mientras que el Real Madrid, por el mismo número de eventos, cobrará 14 millones.

Al margen de esta cuestión y de esta diferencia de ‘caché’ por participación, el Barça de Laporta es el único que viaja con un séquito de más de 150 invitados. Para ser exactos, sólo Laporta abre el vuelo y la expedición a un turismo de gira integrado por su núcleo duro, directivos de junta y de comisiones y amiguetes que, según el rango, pueden permitirse apuntar a familiares como se les permite a los favoritos del presidente.

Ningún otro club aprovecha el vuelo charter fletado para la ocasión, como lo hace Laporta, para que ese entorno personal, hasta la tercera corona de su administración y gobierno, sepa que la lealtad ciega al presidente, acatar sus decisiones sin rechistar y cerrar los ojos a la alucinante realidad del día a día del club tiene su recompensa cada verano con un viaje de cinco estrellas por USA.

El cuerpo directivo y la expedición deportiva, integrada por los jugadores, cuerpo técnico y auxiliares, suman 60 unidades, el resto hasta los 237 pasajeros del vuelo son los beneficiarios de esta tradición veraniega, un regalo cortesía directa del presidente del que no disfruta ningún otro club. Por ejemplo, el Real Madrid inició la gira de este año viajando en un vuelo regular de Iberia con destino a Los Ángeles con plazas reservadas a los técnicos, jugadores y cuatro directivos, solo cuatro. Nadie más.

Cuando entran escena las comparaciones surge la pregunta clave: ¿Quién paga la fiesta? La respuesta, en el caso de la generosidad laportista, no puede ser del todo concreta ni transparente como no lo son habitualmente ninguna en el ámbito de un estilo de gestión opaco y sombrío.

Lo que sí es seguro es que la organización del Soccer Champions Tour 2023 compensa la participación de cada club con una serie retribuciones en función del valor de su ‘caché’, la recaudación y el número de partidos y una serie de gastos como los de hospedaje y traslados locales a entrenamientos, partidos y actos oficiales. Cada club dispone de un número determinado de habitaciones en los hoteles y servicios limitados que desde luego la expedición azulgrana excede extraordinariamente.

Si se toma como referencia el volumen y formato de la expedición madridista, de mínimos con la intención de obtener el mayor beneficio de la gira, más allá de las 50 plazas cubiertas por la empresa organizadora el resto supone un gasto extra que o bien financia el club azulgrana o bien se descuenta del líquido a percibir por el total de la gira. Esa posibilidad explicaría el diferencial entre el superávit madridista de su tour, austero y práctico, y el más de 1,5 millones del neto inferior del Barça.

No parece probable que los invitados de la gira de este verano, ni tampoco de ninguna anterior bajo la presidencia de Laporta, se hayan pagado de su bolsillo un atractivo viaje de turismo de alto standing valorado en varios miles de euros, de 16 días de duración por Los Ángeles, Dallas y Las Vegas, hoteles de lujo, desplazamientos puerta a puerta, excursiones y servicios de primera. Los invitados suponen casi el triple de la delegación oficial.

En este escenario, Laporta se estaría alejando por completo de esta dinámica de ahorro, recortes, despidos y ventas de jugadores pactados en el estricto cumplimiento de un plan de viabilidad que aún cojea sin que, por ahora, hayan sido inscritos todos los jugadores pendientes de renovaciones, ampliaciones de contrato además de los últimos fichajes.

Nada que pueda ruborizar a Laporta que ya había promocionado este turismo masivo y de cinco estrellas en su primer mandato, eso sí sin alcanzar ese récord de invitados registrado en la gira actual. En la gira de verano de 2011, bajo la presidencia de Sandro Rosell, la directiva se vio sorprendida por la reclamación de la organización por impagos correspondientes a gastos de la gira anterior de 2009, la última de Laporta por EEUU, que se correspondían con gastos extras de suites especiales y gastos de la comitiva al margen del cupo asignado. Las facturas pendientes ascendían a varios cientos de miles de euros que, lógicamente, hubieron de ser atendidas y abonadas con cargo a la nueva administración igual que tantos otros gastos.

Aunque Laporta haya conseguido imponer un relato irreal e inventado sobre su primer mandato, la realidad es que cerró el último de sus ejercicios con 84 millones de pérdidas y una morosidad vergonzosa, entre otros motivos por esa inclinación a disfrutar de una vida de cinco estrellas, también para su círculo de leales, con el dinero de los socios y bajo el pretexto de representar al FC Barcelona.

Conociéndole, es muy posible la organización haya exigido el pago anticipado del sobre coste derivado de esa legión de invitados o que, como no se fían de Laporta, se haya vehiculado el pago contra la liquidación de una gira que, además, debe resolver las consecuencias de la suspensión del primer partido, frente a la Juventus, a causa de una intoxicación vírica masiva.

Como es demasiado frecuente, las cuentas de Laporta nunca están del todo claras.

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