El fenómeno okupa (1): La “Operación Bonanova”

Hasta hace dos días, nadie en Barcelona sabía qué demonios significaban El Kubo y La Ruïna. Tampoco nadie podía sospechar que La Bonanova fuera otra cosa que un remanso de paz, como corresponde a uno de los barrios de la ciudad que más riqueza atesora por metro cuadrado. ¿Qué clase de conflictividad social podría haber allí -se pregunta el barcelonés medio- si el patrimonio de sus vecinos les hace inmunes a la crisis, al paro, a la pobreza, a la falta de vivienda?

Sin embargo, poco antes de las últimas elecciones municipales, se produjo, de la noche a la mañana, un verdadero tsunami: los medios de comunicación -al unísono, como movidos por un resorte común- anuncian a toda plana que El Kubo y La Ruïna son inmuebles pertenecientes al llamado Banco Malo -una entidad bancaria estatal, también conocida por sus siglas: SAREB-, okupados desde hace años y cuyos habitantes están acosando a los vecinos disparándoles balines e incluso amenazándoles con hachas. Simultáneamente aparecen por el barrio hasta tres partidos concurrentes a las elecciones -Ciutadans, Valents y Vox-, arengando a los vecinos contra los usurpadores. Y en el paroxismo, Desokupa, una empresa dedicada a expulsar, por encargo, a este tipo de personas -empresa a la que se atribuye una ideología cercana a la extrema derecha y cuyos métodos presuntamente bordean la legalidad- surge también de la nada, prometiendo vaciar los inmuebles.

Ante estos hechos, cabe hacerse algunas preguntas, de puro sentido común: Si El Kubo y La Ruïna llevaban tanto tiempo okupados por gente violenta… ¿cómo es que no supimos nada hasta ahora? ¿Acaso los vecinos se limitaron a sufrir en silencio agresiones físicas durante todos estos años? ¿O por el contrario tales agresiones se produjeron recientemente? En todo caso: ¿por qué estalla todo a las puertas de unas elecciones?  Más aún: ¿Cómo es que aterrizan en el barrio nada menos que tres partidos políticos y una empresa de desalojos? ¿Y por qué el administrador de ésta, Dani Esteve, lejos de cumplir su promesa de expulsar a los intrusos con discreción y prudencia -es decir, con profesionalidad, como correspondería a un empresario-, se erige a través de las redes sociales en una especie de caudillo mesiánico que promete justicia a los vecinos, convoca una manifestación a dos días de las votaciones y fustiga sin cesar a Ada Colau? ¿Es decir: por qué hace política?

Demasiadas casualidades. Pero como no soy vecino de La Bonanova ni dispongo de medios  para saber realmente lo que ocurrió, decidí recurrir a José María López Ciré, presidente de la Asociación Vecinal de Sant Gervasi de Cassoles-La Bonanova desde hace cuatro años y miembro de su Junta desde 2015. Un persona, por tanto, que algo debe de saber del tema. Y sobre todo: a quien menos le conviene mentir sobre este asunto, so pena de encontrarse al día siguiente con la recriminación de sus propios convecinos.

“Uno de los inmuebles lleva okupado desde hace nueve años y el otro seis, pero no podría precisar cuál fue el primero”, explica por teléfono. Y a la pregunta -obvia- de por qué, si las fincas llevaban okupadas hace años, se hace público el hostigamiento a los vecinos justo antes de unas elecciones municipales, mediante una campaña mediática y política, responde: “Ha sido política pura para conseguir cuatro votos”.  “Algunos periódicos” -confiesa- “lo que querían era un titular diciendo ‘han atacado a los vecinos’, cosa que no es cierta, porque en nueve años nunca se han producido agresiones físicas por parte de los okupas. Nuestra asociación de vecinos no ha recibido ninguna queja en este sentido”. Y añade que “más de un medio ha intentado que yo admitiera que había habido violencia. Y algún otro me ha recordado la ‘intranquilidad del barrio’, cuando el barrio siempre ha estado muy tranquilo”. Otra cosa es el incivismo: “Ahora bien, hay vecinos que se quejan, y con razón, de que hacen ruido cuando organizan fiestas. Y además arrojan basura a las calles”. Y como lo cortés no quita lo valiente, afirma: “Claro que queremos que se vayan los okupas. Porque nuestro deseo es que El Kubo y La Ruïna se destinen a equipamientos”. Finalmente, sentencia: “a mí me han entrevistado doce medios de comunicación entre televisiones, periódicos y radios. Y siempre he dicho: ‘ya verás como cuando pasen las elecciones, se acabó todo’.

Asusta comprobar el grado en que nos manipulan: como puede verse, todo apunta a un montaje político-mediático -aunque pueda haber algún elemento verídico- a fin de obtener un rédito electoral. En todo caso, una cosa está clara: Ciutadans, Valents y Vox jamás se hubieran personado en un barrio como Ciudad Meridiana, trágicamente conocido como “Villa Desahucio” por el número de lanzamientos allí ejecutados. Por algo será.

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