Carrer de Barcelona

Igualada, que es de donde soy, vivo y voto, es carrer de Barcelona. La ciudad recibió el título en 1381, quedando entonces bajo la tutela de la capital catalana, y equiparándose a ésta en derechos, libertades y prerrogativas (?). Entre los privilegios, no he sabido encontrar el de poder votar al futuro alcalde o alcaldesa de Barcelona. No es que no quiera votar en Igualada, no nos equivocamos, lo haré porque mi ciudad me preocupa y ocupa, pero me gustaría poder hacerlo también en la capital de Catalunya.

Soy de los que piensan que, por influencia, los catalanes o, al menos, los de la conurbación, en el sentido más amplio y generoso del término, deberíamos poder votar a quien debe mandar la capital, como votamos el presidente o presidenta -no se ha dado nunca este último caso, desgraciadamente- de la Generalitat. Por razones similares, los ciudadanos del mundo que así lo deseen deberían poder votar también al presidente o presidenta -nunca se ha dado este último caso, desgraciadamente- de Estados Unidos. Volviendo a Barcelona, lo que haga el mandatario de la ciudad, de una u otra forma, me acaba afectando, y no poco.

Por ejemplo, que el alcalde o alcaldesa de turno decida emprender una legítima guerra contra el coche, pero sin pensar antes en alternativas para los foráneos que debemos ir a la capital por lo que sea, o sin reforzar antes el transporte público, me afecta. Y como me afecta, quisiera poder votar o dejar de votar a éste o ese candidato.

Abro un pequeño paréntesis. Tengo claro que hubiera votado en el pasado en Barcelona y Estados Unidos, Pasqual Maragall y Barack Obama, respectivamente. Como escribía la semana pasada, políticos así ya no quedan. Cierro el paréntesis.

Ahora que, desde ayer, ya estamos en campaña, confieso que, si pudiera votar en Barcelona, opción que reivindico, no sabría demasiado a quién hacerlo. La grisura se ha instalado en las alternativas. No digo que algunos no merezcan un voto de confianza, pero creo que la mayoría de las opciones llegan con las baterías muy desgastadas. ¿De verdad que no había más y mejores opciones?

En fin, votaré en Igualada, carrer de Barcelona.

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