Guardiola enciende todas las alarmas con su ‘amenaza’ de volver al Camp Nou

En pocos días, coincidiendo con las acusaciones de la Premier al City por sus trampas financieras y con el liderazgo de Xavi en la Liga, ha abierto esa puerta: “Si me llaman del Barça iré. Es mi club”

Pep Guardiola

De un modo formal y directo, la Premier League ha acusado al Manchester City de incumplir las reglas financieras de la competición, básicamente por dos motivos: uno, como resultado de un total de cien infracciones halladas en operaciones y en la presentación de sus cuentas; y otro, por la falta de colaboración del club con la investigación durante un proceso que se ha prolongado a lo largo de cuatro años.

De todas las reacciones, seguramente la más destacada es la de su entrenador y figura capital del proyecto, Josep Guardiola: “Siempre me han asegurado que todo lo que se hace en el club es legal. Si no fuera así, me marcharía”. En pocas semanas, esta ha sido la segunda vez que, contrariamente a su conocido control y sabio manejo de su discurso sobre el tema de su futuro, tan sensible con relación al FC Barcelona e invariablemente ligado al City y lejos de cualquier otra aventura, Guardiola ha dejado la puerta abierta a una marcha prematura. “Si yo estoy entrenando aquí o donde sea y el Barcelona me llama, yo iré a Barcelona. Es mi club”, dijo exactamente el día 26 de enero pasado, con la excusa de valorar que Mikel Arteta, hoy entrenador del Arsenal que marcha líder provisional de la Premier, se hubiera ido del City, donde era el segundo de Pep, apelando a que un futbolista o un entrenador debe seguir siempre sus sentimientos y lazos emocionales con un club.

Nadie en Barcelona se ha atrevido a profundizar sobre cómo ha encajado Xavi Hernández, entrenador del primer equipo azulgrana, el sentido y el impacto de unas declaraciones que, precisamente por provenir de Guardiola, que conoce exactamente su enorme trascendencia, no son gratuitas ni la consecuencia de un lapsus o un error. La hemeroteca está llena de alusiones de Guardiola, en el pasado, a que su etapa en el Barça ya estaba pasada y superada.

¿Por qué entonces reabre él mismo esta posibilidad? Sin duda porque coinciden dos factores que lo condicionan todo para el exentrenador del Barça, el más laureado y triunfador de todos los tiempos. Por un lado, el temor a salir salpicado de un escándalo como el que se viene sobre el City a medio plazo, una vez que la Premier, previo juicio independiente sobre sus recursos y tramas financieras, determine si es culpable o no -y, en caso afirmativo, le aplique una fortísima sanción en forma de pérdida de puntos o hasta el descenso de categoría, según la dimensión y gravedad de los hechos-.

Por otro, quienes conocen de verdad a Guardiola saben de su inmensurable ambición, de su ego -aún mayor-, y de su capacidad sobrada para ser malicioso cuando se trata de comparar su palmarés y estatus con el resto de los entrenadores. Las evidencias sugieren que no se detiene ante nada. En el Barça, cuando se vio sustituido y, de algún modo, amenazado por las expectativas de un entrenador como su amigo -al menos hasta ese momento- Tito Vilanova, le retiró la amistad y la palabra hasta el punto de no estar a su lado en ningún momento de la amarga y cruel enfermedad que se lo acabó llevando a la tumba. Su reacción tras irse del Barça, probada documentalmente, fue ofrecerse al Bayern Múnich con la exigencia de que echaran a Jupp Henyckes, al que relevó inexplicablemente después de liderar y de conquistar el único triplete de la historia del club bávaro. Más o menos las mismas exigencias planteadas para ir al City en 2016 forzando la marcha de Manuel Pellegrini.

Aunque su extraordinario palmarés representa, sin duda, la mejor carta de presentación, imbatible para cualquier otro entrenador, Guardiola no digiere bien ciertas situaciones como el liderato del Arsenal en la Premier o haber de jugar forzando un fútbol que no es del todo de su agrado para que Haaland pueda golear, aunque sea a costa de empeorar el juego asociativo del equipo.

Y no debe ignorarse, desde la vertiente azulgrana, lo mucho que le inquieta y atormenta la amenaza de una posible era triunfal de Xavi, susceptible de iniciar un ciclo de éxitos -Champions incluida- que pudiera igualar o incluso mejorar el suyo entre 2007 y 2014, con un triplete y dos Champions. No es ninguna casualidad que, precisamente ahora que el equipo de Xavi se ha entonado y lidera la Liga, haya salido de su boca ese súbito e inesperado compromiso de volver al Camp Nou si alguien se lo pide, lo que no deja de ser también un mensaje que genera incertidumbre sobre su etapa en el Manchester City y pone en peligro su continuidad hasta 2025 cerrada el año pasado.

Guardiola se ha convertido en el mejor indicador del temor y de la preocupación provocados en el City por ese informe de la Premier, realmente alarmante, después de que la UEFA ya lo hubiera sancionado en su día con dos años fuera de la Champions por idénticos motivos de dopaje económico. La UEFA puso el foco en esas prácticas irregulares después de que Football Leaks hiciera públicos documentos internos que explicaban con detalle la forma en que desde el City, su director operativo, Ferran Soriano, pedía al propietario del club y del Abu Dhabi United Group, Mansour bin Zayed Al Nahyan, que desviara dinero desde su holding a favor del City para simular un patrocinio con el que equilibrar sus pérdidas millonarias. La UEFA sancionó fuertemente al club de Manchester, pero el TAS acabó invalidando el castigo porque los hechos delictivos habían prescrito.

Fue entonces cuando la Premier inició por su cuenta la investigación que ahora ha concluido la comisión de engaños en su estructura contable por parte del City. A partir de este momento, un tribunal independiente será el encargado de establecerá si, de acuerdo a las normas del fair play financiero y de la Premier, el City ha seguido burlándose del resto, pues desde la adquisición del club por el holding de Abu Dhabi, el City se ha gastado casi 3.000 millones en fichajes sin que nadie se lo acabe de explicar del todo.

A esta caza del fraude en el fútbol europeo por el dopaje financiero ya se había unido hace tiempo Javier Tebas, el presidente de LaLiga, empeñado en denunciar y desmantelar este tipo de estructuras que realmente generan desequilibrio y desigualdades. Tebas había dejado en manos de Premier el caso del City y, por su parte, iniciado una denuncia contra el PSG por la misma causa.

Es curioso que Joan Laporta, en el Barça, aliente también esa misma reivindicación ante LaLiga, en su caso exigiendo flexibilidad para gastar muy por encima de sus posibilidades, justificando que sólo así puede competir con el PSG en igualdad de condiciones. Tebas no lo ve así: considera que el Barça de Laporta también debe cumplir con las reglas, iguales para todos, aunque no limitando sus expectativas, sino proporcionando sus gastos y sus inversiones a los recursos ordinarios. A su modo, Laporta no ha reaccionado de un modo distinto del City o del PSG; es decir, intentando sortear la normativa con fuentes de ingresos extraordinarias mediante la venta de activos y patrimonio. Nada cuestionable en principio, si no fuera porque ya estaba excedido en su margen salarial por atrocidades contables y económicas anteriores y porque, además, no es capaz ni de recuperar los ingresos prepandemia ni de equilibrar y hacer sostenible su cuenta explotación. Como al City y al PSG, al Barça de Laporta también lo han sorprendido con las manos en la masa.

(Visited 215 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario