Laporta se queda todavía más solo en la Superliga tras la bofetada europea

Un sector de la masa social cree que el Barça ya debería abrir el debate sobre el proyecto de Florentino, disponer de toda la información y adoptar una postura asamblearia antes de la primera sentencia vinculante

Joan Laporta

Florentino Pérez, Joan Laporta y Andrea Agnelli, que representan hoy la triple alianza en la que se sustenta el proyecto de la Superliga, confirmaron hace días su asistencia, este viernes en Madrid, a la conferencia-debate del Fòrum Europa protagonizada por Bernd Reinhart, CEO de A22sports, la sociedad que tiene ante sí el reto, cada vez más complicado, de resucitarla.

Sin duda, eligieron un mal día o bien daban por hecho que el primero de los informes clave que han determinar si esta nueva competición tiene más o menos futuro sería más favorable. En la víspera de esta cumbre que, desde luego, cobra aún más interés, el informe de Athanasios Rantos, el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, viene a decir prácticamente lo contrario: que los clubs no pueden organizar una competición por su cuenta al margen de la UEFA y compatibilizarla con las competiciones oficiales.

El tiro les ha salido por la culata, pues Rantos prácticamente se la carga con un matiz muy importante y definitivo, ya que no considera la UEFA como una organización sospechosa de actuar como un monopolio, sino que, de alguna manera, la Unión Europea confía en su prestigio, historia y arraigo para que, precisamente, garantice la igualdad de oportunidades a todos los clubs.

Aunque el informe no es vinculante, responde, desde luego, al sentir generar de la mayoría de los países de la Unión, que ya se reflejó en su día con reacciones frontalmente contrarias a la Superliga. El impacto fue negativo y unánime en las esferas políticas e institucionales, y en los aficionados, con muy pocas excepciones, apenas unas voces aisladas y, en cualquier, caso frías y en absoluto extremas.

Más bien fue la prensa controlada por Florentino Pérez en Madrid y por Joan Laporta en Catalunya la que ofreció un cierto cobijo o expectativa más que los propios aficionados o socios de ambos clubs, a los que, por supuesto, no se ha consultado.

Aunque el Brexit imponga política y económicamente una barrera al tejido europeo, fue en el Reino Unido donde la batalla contra la Superliga alcanzó verdadero dramatismo. Las protestas y posiciones en su contra fueron de tal magnitud que los clubs ingleses, mayoría dentro del pequeño clan de la Superliga, con Tottenham, Manchester City, Manchester United, Arsenal, Chelsea y Liverpool, hubieron de batirse en retirada, derrotados por el clamor popular y el propio gobierno británico, dispuesto a conservar ese espíritu competitivo de un deporte históricamente marcado por las reglas sagradas de quienes lo inventaron, sobre todo por el respeto a la jerarquía del juego, los goles y los resultados. En ningún caso iban a aceptar que unos cuantos clubs pudieran tener una plaza fija en esa Superliga por invitación y con independencia de esa meritocracia que, al menos en el fútbol, parece hoy imposible de desterrar.

Otros deportes, es cierto, como el baloncesto, han optado por un sistema espejado en la NBA, casi de franquicias para poder organizar la Euroliga, sin duda más por la necesidad de atraer patrocinadores y el interés de las grandes cadenas de televisión que por el hecho de creer verdaderamente en un modelo que limita el acceso de otros a elite de la competición.

En el caso del fútbol sucede casi lo contrario, que los patrocinadores hacen cola en la puerta de la UEFA que, además, ha conseguido hacer las paces con la ECA, asociación de clubs que también se ha atrincherado fuertemente y ha plantado cara al Real Madrid, al Barça y a la Juventus después de que italianos, ingleses y el At. de Madrid, de la Liga española, también arriaran velas.

La bofetada del súper abogado a la Superliga deja, así pues, a estos tres clubs contra las cuerdas, sobre todo a Florentino y a Laporta, ya que el presidente de la Juventus, Andrea Agnelli, debe permanecer escondido un tiempo mientras se aclara una investigación abierta sobre su extraña contabilidad.

El presidente de LaLiga, Javier Tebas, ha sido quien más se ha desatado tras conocer el informe. “Se traspasa bar con licencia de apertura hasta las 5 am. Tiene una barra ideal para tertulianos con ideas disparatadas”, ha publicado en su Twitter junto al nombre de A22sports.

Ha ido fuerte en esta partida, como lo está haciendo contra los clubs-estado tipo Manchester City y Paris Saint Germain, con el mismo rigor y control que su organismo está aplicando a los clubs de LaLiga. Nadie mejor que Javier Tebas sabe lo que le puede pasar a cualquier club que, de pronto, le corten los suministros de gas o de petróleo, que al día siguiente dejarán de existir.

Tebas juega la carta contraria, la de una fuerte unión del resto de los clubs contra los dos grandes en ese cisma que la Superliga ha traído al fútbol español. Un conflicto en el que el Barça tiene todas las de perder arrastrado por los delirios de grandeza de Joan Laporta, que sólo sabe gobernar al dictado del presidente del Real Madrid.

No será hasta dentro de unos meses cuando los altos tribunales resuelvan, dentro del ordenamiento jurídico europeo, si la Superliga puede siquiera ser legal, posibilidad que no supondría una gran victoria para Florentino, sino el inicio de una situación aún más beligerante porque los clubs decididos a disputarla, si los hubiera, habrían de elegir entre carias competiciones por falta de fechas.

Hay tiempo de sobras para que, al menos en el ámbito azulgrana, Joan Laporta pueda exponer a sus socios con claridad sus motivos y argumentos para seguir apoyando a Florentino, si es necesario, hasta el final. El caso es que Josep Maria Bartomeu firmó su apoyo al proyecto sujeto a la aprobación de los socios en asamblea por la trascendencia y consecuencias que pudiera tener.

Nadie sabe, ahora mismo, si Joan Laporta ha firmado, como algunos socios temen y sospechan por esa sumisión a Florentino, algún tipo de compromiso que le obligue por su cuenta y riesgo a adoptar una decisión unilateral.

Sabiendo lo que le gustan a Laporta las asambleas telemáticas, y lo bien que las domina, sería un buen momento para abrir el debate entre los socios, previa puesta en común de toda la información, y afrontar esa primera sentencia que está por llegar con los deberes hechos. Es lo que algunos socios han pedido sin éxito ni respuesta.

Hasta ahora, todo lo que saben los socios del Barça sobre la Superliga es por boca de Florentino Pérez.

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