Javier Tebas frena en seco el plan ilusorio de Laporta de volver a fichar en enero

Para el presidente de LaLiga se han acabado las palancas y sólo si rebaja en 200 millones la masa salarial a 1 de julio de 2023 podrá traer refuerzos en igualdad de condiciones que el resto

Javier Tebas, presidente de La Liga
Javier Tebas, presidente de La Liga.

No cuadra, realmente, que Javier Tebas insista en que el Barça necesita obligatoriamente rebajar su masa salarial en 200 millones de euros a 1 de julio de 2023 y que, por otro lado, el presidente del Barça, Joan Laporta, aparezca en televisión anunciando fichajes en enero que, a este paso, solo servirán para reforzar el equipo de cara a la Europe League.

La primera reflexión es que, en cuestiones de margen salarial y del estricto cumplimiento de las normas del fair play económico, LaLiga ha impuesto su ley tal y como lo regula un reglamento que, cuando observa excesos y desequilibrios como los detectados en la desconcertante administración económica, aplica diferentes soluciones como esa regla del ¼ o del 1/2 , lo que significa la limitación de destinar a fichajes (compras y amortizaciones) sólo una cuarta parte, o la mitad, de los beneficios netos de un traspaso o de operaciones patrimoniales. La prueba es que el Barça de Laporta sigue arrastrando fondos propios negativos después de ingresar 870 millones, de los cuales 148 millones autofinanciados con un préstamo diabólico que no le fueron admitidos por LaLiga a efectos de ampliación del margen salarial.

Lo que le está diciendo Tebas a Laporta (“Las palancas le han servido esta temporada pero no para la que viene. Tienen que reducir masa salarial, no pueden andar con más de 500 millones de euros. Porque si no, la temporada que viene nos encontraremos con la norma 1/4 para ellos de nuevo») es que el Barça ha llegado al límite tolerable de vender patrimonio, en buena parte irrecuperable, de modo que sólo le queda la salida de racionalizar los costes de una plantilla que siguen descontrolados-

El mensaje le entra a Laporta por una oreja y le sale por la otra, desde esa actitud suya tan propia de desoír cualquier autoridad, improvisar, desafiar la ley permanentemente y confiar en que a última hora se producirá uno de esos milagros que con el tiempo sólo producen peores resultados, más deudas y más complicaciones.

La prueba es que, a cuarenta y ocho horas de visitar el Bernabéu, no sólo habló de fichar en el mercado de invierno sino de una operación Messi, de regreso al Camp Nou, un delirio oportunista que la prensa se tragó, como siempre hace, con titulares llamativos, todavía conmocionada por el efecto mediático de unas palancas que sólo han empeorado, y mucho, las constantes vitales de una economía enfermiza y operada desde la inmadurez y la compulsión mediática.

A Javier Tebas no le gusta atizar a Laporta más de la cuenta, pues cuando le dijo en su momento que el Barça no podía fichar a Lewandowski, una certeza impepinable antes las palancas, el presidente del Barça aprovechó la circunstancia para acusarle de intromisión en la vida del Barça. En realidad, sin embargo, a Laporta le dio la oportunidad de darle la vuelta al relato en un momento del mercado en el que Haaland no había ni considerado la oferta del Barça. “No estamos para excesos, hemos de priorizar otras cosas que los fichajes como tenemos el club”, había dicho Laporta para evitar el sonrojo de haber ido a por Haaland y fracasar estrepitosamente.

En esa encrucijada, sin embargo, apareció la millonaria comisión de 10 millones que se llevaría su amigo y colaborador Pini Zahavi por la extracción de Lewandoswski del Bayern. Todo dio entonces un giro copernicano, pues a al presidente le faltó tiempo para la imposible recuperación de esos 451 millones de fondos negativos que le permitieran obtener el margen salarial suficiente.

Laporta pudo, finalmente, ganar la batalla de las inscripciones, pues también aparecieron comisiones de 10 millones en los fichajes de Raphinha y de Koundé, pero perdió catastróficamente la guerra de las palancas, finalmente insuficientes para sanear las cuentas debido a que buena parte de esas ventas hubo de dedicarse a tapar 300 millones de desequilibrio presupuestario. Es decir, a compensar pérdidas ordinarias que serán recurrentes a partir del 1 de julio de 2023. En esa fecha, además, el club verá reducidos sus ingresos en unos 60 millones por los acuerdos con Sixth Street y la obligación de devolver el crédito operativo de Goldman Sachs a razón de otros 50 millones anuales durante ocho años por lo menos.

Si se tiene en cuenta que se han presupuestado para esta temporada más de 50 millones de ingresos comerciales pendientes de cerrar acuerdos, una eventual eliminación de la Champions a las primeras de cambio no ayudarían a firmarlos y mucho menos a consolidarlos.

Laporta debe tener cuidado porque al final el que siempre acaba teniendo razón es Javier Tebas, que por su parte ha relativizado en cambio ese posible tropezón europeo. “»Si cae en Champions tendrá menos ingresos, pero dejará de pagar primas. Eso no le va a variar mucho”.

Otros observadores de la economía barcelonista opinan, sin embargo, que las pérdidas del matchday de partidos de Champions de octavos, cuartos y semifinales en cuanto a taquilla, Museu y merchandising podrían llegar a los 20 millones sobre ese cálculo moderado de Tebas.

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