Laporta eleva los salarios al 80% de la facturación, una ratio récord e insostenible

Pedirá a los socios que aprueben un presupuesto inasumible y falto de austeridad y rigor que sólo confirma el saqueo que está sufriendo el club, previo al colapso definitivo

Joan Laporta

Las primeras informaciones, ya oficiales, sobre las cuentas de Joan Laporta del ejercicio cerrado a 30 de junio pasado, las que se someterán al simulacro de asamblea de este domingo día 9 de octubre, confirman la catástrofe anunciada por las expectativas y las pocas referencias que se tenían. Una vez más, nada cuadra ni tiene sentido en el universo económico de una junta que ni fue capaz de atinar ni prever, respecto al presupuesto aprobado el año anterior, una debacle de ingresos -pese al final de la pandemia-, ni de calibrar gastos que han escapado a todo control y se han disparado.

Resulta excepcionalmente llamativo que, sobre un cálculo de coste salarial de 470 millones de euros, la cifra real haya ascendido a 518 millones, 48 millones más (el 10,7%), un aumento del todo inexplicable en una temporada como la pasada, sin títulos -o sea, sin variables-, con el factor añadido de que los presupuestos de diseñan previendo ganar el título de Liga y alcanzar los cuartos de final de la Champions.

En teoría, la pésima temporada del primer equipo debió haberse traducido en un ligero descenso de esta columna de costes, como mucho compensados por el efecto del fichaje de Ferran Torres, con un impacto anual en ningún caso superior a los 20 millones.

No parece, igualmente, que el vicepresidente económico Eduard Romeu quiera dar muchas explicaciones en la asamblea. Algo se inventará para salir del paso, sobre todo porque el presupuesto para la actual asciende a 656 millones, un 27% más que el ejercicio anterior, solo superado históricamente por los 671 millones de la temporada 2018-19, cuando Leo Messi suponía una nómina bruta de 138 millones. La porción del delantero argentino era del 22,3% sobre el total.

Sin ese peso, la masa salarial se habría quedado en 533 millones, solo 15 millones menos que la pasada temporada y, por realizar un comparación coherente, imaginando que Messi hubiera seguido con las mismas condiciones en la actual campaña, la previsión se iría a 794 millones, una cifra que superaría los ingresos ordinarios.

Consecuentemente, escapa a toda comprensión que, en estos dos ejercicios sin Messi, aprovechando la liberación de una ficha de 138 millones, lejos de controlar y de ajustar esa masa salarial, el Barça de Laporta haya pasado de 470 millones a 656 millones.

La causa, a diferencia de cómo se pretende intoxicar y engañar al barcelonismo desde la junta, con las vergonzantes declaraciones de Eduard Romeu, no pueden ser los contratos de Busquets, Piqué y Jordi Alba. Aunque firmaron contratos crecientes, en ningún caso, ni remotamente, inflarían ese globo de 186 millones. Máximo, 30 millones entre los tres en el cálculo más generoso.

También deben restarse los salarios de Griezmann y de Coutinho, lo que conduce inevitablemente a la posibilidad que se están contabilizando parte de los atrasos y, sin duda, a esa otra realidad en la que todos los fichajes, con sus correspondientes y millonarias comisiones, han resultado ser mucho más caros de lo que apuntaba esa versión filtrada por la junta sobre las operaciones y los contratos firmados.

Es falso, como ya ha trascendido, que los nuevos acuerdos con Lewandowski y Dembélé no fueran también crecientes. Lo son y se justifican porque es una forma habitual de diferir y de digerir el bruto total pactado con ambos jugadores, tal y como se ha hecho siempre. Nada diferencia este tipo de pactos con los que hacía Josep Maria Bartomeu, Sandro Rosell y Laporta antes que ellos. Y tampoco nada hace suponer que los acuerdos con Koundé, Raphinha y el resto de los nuevos sean distintos.

El dato aterrador sitúa esta masa salarial disparada de 656 millones en el un porcentaje del 80% de los ingresos previstos y la consecuente amenaza de Javier Tebas de que debe rebajarla en 200 millones. Otro desastre made in Laporta está servido. Nunca se había disparado esa ratio de nóminas, con relación a la facturación, a ese nivel tan alejado de la sostenibilidad.

Laporta pedirá a los socios que le aprueben unos presupuestos que indiscutiblemente no son de recibido ni ajustados a los recursos de una entidad que, por decirlo suave, está siendo saqueada.

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