«Una de las cosas que más castigan los dioses es la soberbia»

Entrevista a Emilio del Rio

Emilio del Rio

Doctor en Filología Clásica y profesor titular de Filología por la Universidad Complutense. Tiene una sección (Verba volan), con Pepa Fernández, y un podcast (Locos por lo clásicos), en Radio Nacional. Reconocido con la Orden Alfonso X el Sabio, ha escrito libros de divulgación (Latin lovers, Calmares a la romana). Ahora publica Locos por los clásicos (Editorial Argumentaria).


Locos por los clásicos
. ¿Al estilo de Nietzsche o más bien de entusiasmo, alegría, enamoramiento…?

El título va en la dirección de que estamos entusiasmados con los clásicos. Los clásicos nos llenan de alegría, felicidad… Nos apasionan, estamos encantados con los clásicos. Son tan divertidos, instructivos, estimulantes, inspiradores que ¿cómo no vamos a estar locos por los clásicos?

En el tiempo, los clásicos han tenido sus momentos de esplendor, pero también de olvido, desinterés…

Los clásicos los recuperan los renacentistas, el humanismo del Renacimiento. De hecho, por eso se llama así, porque hace renacer el mundo clásico. Esa es la clave. Y, desde entonces, los clásicos se retoman, se renuevan y los seguimos leyendo con devoción. Algo de esto ya empezó en la Edad Media, pero no tanto. Solo unos pocos se interesaban y accedían a los clásicos. Los textos estaban escondidos en los monasterios. Así lo cuenta Humberto Eco, en El nombre de la rosa. De hecho, la Edad Media llegó a llamarse Edad obscura. Es como un intermedio entre el mundo clásico y el Renacimiento. Desde entonces, la Humanidad ha seguido leyendo a los clásicos con fervor. Cosa que es una muestra de la actualidad de los clásicos. A cada generación le dicen siempre algo. La gente no los hubiera leído si fueran un tostón.

¿Qué es, sobre todo, lo que se va rescatando de los clásicos, cuándo se los revisita? ¿La filosofía, los principios, las formas de organización social…?

Cada época los relee de una manera. Reescribe los mitos de una manera. Por ejemplo, Ovidio escribe La Metamorfosis. A partir de ahí, cada generación los vuelve a escribir a su manera. Shakespeare lo hace con Píramo y Tisbe, una pareja de amantes en la legendaria Babilonia, literalmente, como Romeo y Julieta. A partir de ahí, tenemos West Side Story, primero musical y luego la película.

¿Hay que leer directamente a los clásicos o es quizás más recomendable acercarse a ellos a través de sus intérpretes?

Lo mejor, sin duda, es empezar con ellos. Hay múltiples traducciones, que se pueden leer perfectamente. Son asequibles, baratas… Se encuentran en las librerías, bibliotecas… Merece la pena. Directamente, a ellos. Locos por los clásicos está pensado para los que no saben quienes son Homero o Virgilio, para los que no han oído hablar nunca de Ovidio… Es una forma de descubrir a los clásicos o de reencontrarse con ellos, después de haberlos leído. Locos por los clásicos está escrito en capítulos cortos. Se puede leer de forma aleatoria. Incluye 18 autores griegos y 18 latinos.

¿El momento mágico de Grecia no es también consecuencia del contacto y las influencias que venían de Oriente, y viceversa?

No creo que en la cultura griega hubiera mucho ascendiente oriental. Son los griegos los que exportan las fábulas, que llegan a la India y de allí vuelven después traducidas, en la Edad Media, a la literatura europea con, por ejemplo, Alfonso X el Sabio, que fundó la Escuela de Traductores de Toledo, donde se pasaron al castellano textos de la cultura griega y romana. La cultura griega penetraba mucho hacia Oriente. Lo que ahora es Turquía era Grecia. Siria era Roma. Existía la cultura persa, que Herodoto describe. Pero eran mundos diferentes, aunque comunicados.

¿Cuánto puede tener que ver la cultura clásica con el cristianismo?

El cristianismo nace durante el mundo clásico, romano. La moral la toma del mundo romano, que es el estoicismo. Incluso se inventan una correspondencia con San Pablo, que representa el estoicismo. Los ritos los toman del mitraísmo, de las religiones mistéricas. La vestimenta de los sacerdotes romanos. Los Evangelios, sin excepción, fueron escritos en griego.

¿Por qué la democracia fue un gran tema entre los clásicos?

Eso lo cuento en el segundo capítulo de Locos por los clásicos. Los griegos la inventan, pero los que le dan dimensión estatal son los romanos. Los griegos tenían entidades democráticas, pero no un Estado. La gran aportación de los romanos es el Derecho. Pero, en cualquier caso, la mayor parte de los títulos de los capítulos del libro hacen referencia a cuestiones de actualidad. Es una forma de mostrar que los clásicos son actuales. Nos dan respuestas a las preguntas que nos hacemos hoy, nos sirven para entender la vida. Por ejemplo, Tucídides, un historiador griego de hace 2.400 años, que escribe sobre la guerra civil de Atenas contra Esparta. Los atenienses defienden la democracia y Esparta es un régimen militar autocrático. Atenas sería la Unión Europea; y Esparta, Putin. Caen los primeros ciudadanos atenienses defendiendo la ciudad. La gente se pregunta: ¿Qué hacemos? Y Pericles, primer ministro, dice que la democracia es el mejor de los regímenes, que están orgullosos de ello y hay que defenderla. Por la libertad se puede arriesgar la vida. Lo que siglos después dijera Cervantes. También apunta Pericles a que la democracia tiene peligros, enemigos… ¿Cuáles son? Las noticias falsas, las fake news de hoy.

Todavía en un mundo más primario, más cercano a la naturaleza, ¿cómo percibían y manejaban los antiguos la relación con el entorno?

Una de las cosas que más castigan los dioses es la soberbia. Lo vemos en las tragedias. Las fábulas de Esopo nos enseñan que lo que triunfa es la humildad frente a la soberbia. La fábula de la liebre y la tortuga. Lucrecio y su poema filosófico De rerum natura. Es uno de los grandes, autor maravilloso. De su obra solo llegó a haber un manuscrito. Fue descubierto, perdido, en una biblioteca y transforma la historia de la Humanidad. En su descripción de la naturaleza de las cosas habla de los átomos. La Humanidad tardaría 2.000 años en descubrirlos. Dice que si los dioses existen pasan de nosotros, que todo se transforma. Es fascinante. Dice que el alma muere con el cuerpo, que no hay ningún juicio después de la muerte, que el Universo no fue creado para nosotros, que no hay ningún poder divino, y que todo concepto del más allá es una superstición ¿Cómo vamos a preocuparnos por la muerte si estaremos muertos?, se pregunta. La religión, decía también, no consiste en ceremonias, sino dirigir al mundo una mirada tranquila. Reclama la alegría de estar vivo. Dependemos de nosotros mismos porque los dioses pasan de nosotros.

¿A quién se puede uno dirigir entre los Ilustrados pada redescubrir a los clásicos?

El idioma de los ilustrados es el latín. Eso ya lo dice todo. Sapere aude (Atrévete a saber), dice el lema de la Ilustración, frente a las tinieblas impuestas por las doctrinas religiosas ¿Quién representa a la Ilustración, por encima de todo? Immanuel Kant. 

¿Por qué resulta tan fatigoso, por no decir casi misión imposible, leer a Kant, digamos, desde la perspectiva vulgar?

En cambio, los clásicos son fáciles de leer. Lees a Platón, a Séneca… y los entiendes muy bien. No soy experto en Kant, pero rescata la idea del conocimiento, reivindica los clásicos, el papel del hombre, de la mujer, de la persona como centro del conocimiento. Ese afán de conocimiento y sabiduría de los clásicos. 

¿Más tarde, pero con gran conocimiento de causa, persigue algo de lo mismo Nietzsche?

Nietzsche era filólogo clásico. O sea, que daba clases de griego y se interesaba mucho por la tragedia griega. Hace una lectura propia de los clásicos.

Hablando de lenguaje ¿Qué se puede decir de su relación con los clásicos y nuestras culturas?

No podemos conocer bien el lenguaje sino conocemos el latín y el griego. Es que hablamos latín, sin darnos cuenta. No solamente el castellano y el catalán, sino todas las lenguas romances proceden directamente del latín y muchas otras no se entenderían sin el latín. Somos lenguaje, lo que comunicamos. Para saber algo de nuestro idioma tenemos que saber algo de latín y para eso tenemos que ir también a los clásicos. El latín sigue vivo en nuestras propias lenguas. Lo necesitamos para entendernos, y ha sido durante siglos la lengua de la comunicación, de la ciencia. Newton escribe en latín sus principios matemáticos y Linneo, cuando da nombre a las especies, lo hace en latín en un lugar como Suecia, cuya lengua tiene poco que ver con el latín. Fue también la lengua de la diplomacia, y ahora se sigue estudiando latín. Aquí vamos un poco por detrás de Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, donde continúan prestándole mucha atención. 

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