Messi tuvo un impacto de 700 millones en el PSG y el Barça perdió más de 150 millones

La decisión de Laporta de no renovarlo ha producido un acusado efecto negativo en la cuenta de explotación, también en la caída de espónsores, del valor de la marca y un bajo rendimiento del primer equipo

Leo Messi

Parece demostrado que Messi, en el tramo final de su carrera, no podía asegurarle al Barça, ni tampoco al PSG, ganar la Copa de Europa. Ni Leo ni ningún otro futbolista, eso es imposible. En cambio, sí se ha podido acreditar que mientras el Barça ha dejado de ingresar 150 millones tras la patada que le dio Laporta al delantero argentino, el club que lo firmó en un plis plas, el Paris Saint-Germain (PSG) hizo un gran negocio.

Seguramente por debajo de esos 700 millones que afirma su propietario qatarí, Nasser al Khelaifi, pero desde luego se acerca bastante a esa cifra el impacto real obtenido a cambio de confiar en un futbolista prácticamente a dos temporadas de colgar las botas.

Cualquier otro jugador, en las mismas circunstancias, habría resultado una operación funesta, imposible de amortizar y de dudosa rentabilidad. Al Khelaifi ha detallado en una reciente entrevista que con el fichaje del ex-azulgrana, el club firmó diez nuevos contratos de patrocinio, no sólo para su primer año en las filas del club francés, sino de largo recorrido.

En el Barça, con su adiós no se han renovado algunos acuerdos y no hace falta repetir la oferta de Spotify por la camiseta y otros activos que ya habían reportado 80 millones anuales ahora se quedan en 60 millones, habiendo tasado otros como el nombre del Camp Nou muy por debajo de su valor actual y potencial. El declive de lo que se denomina ‘marca’ Barça ha sido notorio.

Un efecto devaluador en el que han coincidido y aliado malévolamente en contra de los intereses del club la pérdida del mejor futbolista de todos los tiempos y la demostrada incapacidad del presidente Joan Laporta y de sus equipos comerciales y de márqueting para afrontar este nuevo escenario.

Según fuentes fiables del club parisino esos acuerdos de esponsorización han aumentado el volumen de ingresos para su club, llegando a doblarse, además del número de contratos. Firmas como Dior, Gorillas, Crypto.com, Autohero, GOAT, Smart Good Things, Infinity Sports Water, Geekvape, PlayBetR, Volt o Big Cola reforzaron el conjunto de patrocinadores.

La criptomoneda propia del PSG se duplicó en cuanto se supo que Messi aterrizaría en el Parque de los Príncipes, alcanzando un récord de ingresos por esta vía de 300 millones.

El Barça, por el contrario, no avanzó por este camino ni aparecieron ofertas de interés en este nuevo horizonte, excepción hecha de Vegan Nation, un proyecto casualmente israelí relacionado con los amigos empresarios de Laporta que, gracias a aparecer en las noticias como una alternativa seria a Spotify, obtuvo un crecimiento destacado.

Otro de esos empresarios del nuevo orden financiero, Moshe Hogeg, propietario del club de fútbol Beitar Jerusalem y con quien el Barça firmó un acuerdo de comercialización de NFT, fue arrestado en su país, Israel, por sospechas de fraude millonario con criptomonedas y por delitos sexuales. Laporta hubo de cubrir rápidamente con un tupido velo ese otro devaneo personal que no iba a ninguna parte.

El Barça también dejó de ser el primero en la venta de camisetas mientras que el PSG llegó a superar el millón de camisetas vendidas y se ha visto obligado a ampliar su tienda oficial para dar respuesta a una demanda superior al 30% respecto del año anterior. Un impulso frenado por la imposibilidad de fabricar un mayor número de camisetas. “Hemos tocado techo”, admitía su responsable de explotación comercial.

La realidad en el mapa azulgrana del “retail” ha sido de repunte en relación con la temporada pandémica, aunque desde luego con niveles de venta por debajo de los últimos años, sin que ningún jugador, pese a los buenos niveles y atractivo de Ansu Fati, Pedri, Araujo y Gavi, pueda compararse al tirón de Leo Messi durante los últimos años.

El PSG también ha acusado un enorme crecimiento en las redes sociales, de casi el doble en algunas ventanas digitales.

Por último, el bombazo se ha registrado en las taquillas, donde se han batido una tras otra todas las estadísticas anteriores. Además de aumentar la lista de espera para abonados, no hay entradas disponibles para los partidos del PSG la próxima temporada, excepto el porcentaje de localidades libres que exige la normativa y el cupo para los rivales.

El balance desde cualquier punto de vista sobre lo que ha significado para el Barça el adiós de Messi, tan inesperado y traumático por la forma, las circunstancias y por el engaño superlativo que supuso hacer creer a todo el mundo, incluido el futbolista, que iba a renovar, apunta a un antes y un después en la historia del club.

El desastre económico resulta evidente, ahí están los problemas más que graves del club para cerrar un ejercicio que ha requerido una asamblea extraordinaria a 14 días del final para autorizar a la junta a empobrecer con la venta de activos. Una situación imposible de pronosticar hace un año cuando Leo se fue a jugar la Copa América con Argentina, habiendo dejado en Barcelona a sus tres hijos matriculados para el siguiente curso muy cerca de Castelldefels.

En definitiva, el presunto ahorro de 40 millones de su ficha se ha vuelto en contra de la economía azulgrana como una cruel palanca de esas que rebotan y producen daños irreparables.

La debacle deportiva ha sido también evidente y de dimensiones catastróficas a la vista de unos resultados que al principio de curso reflejaron las terribles consecuencias de la ausencia de Leo. Las dudas y las guerras intestinas alimentadas desde la propia junta y una prensa lobista que persiguió a Koeman por tierra, mar y aire complicaron aún más la situación hasta forzar el relevo en el banquillo.

La llegada de Xavi pareció el inicio de un cambio de rumbo que resultó ser sólo un espejismo, más el efecto Pedri que otra cosa. Los fracasos en la Champions, en la Liga, en la Copa, en la Supercopa y en la Europa League han sido históricos. El trauma que ha significado perder a Messi continuará por ahora.

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