Primer choque serio entre Laporta y Xavi por el retraso en fichajes y bajas

Al presidente no le ha gustado que el técnico haya movido su ‘lobby’ de prensa para airear su malestar y quejas. Alemany le certificó que debe empezar con lo que tiene y Laporta ha reaccionado fichando a Márquez, de momento para el filial

El propio entorno de Xavi ha filtrado a su ‘lobby’ de prensa su estado de ánimo, decaído y alterado a la vez, como consecuencia de la absoluta paralización de la secretaría técnica a menos de una semana para que arranque la nueva temporada 2022-23. Habrá pasado un mes largo desde el último partido, aquel lejano amistoso en Australia, sin que se hayan cumplido ninguna de las expectativas ni cambios en el seno de una plantilla que el técnico esperaba perder de vista para siempre, después de vivir su peor pesadilla como entrenador durante el triste final de curso.

Aquel fatal desenlace, pese al mediocre consenso adoptado por el conjunto de los responsables del club en torno al feliz y satisfactorio cumplimiento de los objetivos, como fue asegurar la clasificación para la Champions League, forma parte de un pasado que Xavi quería poder olvidar a base de caras nuevas, fichajes de primera y sobre todo de bajas.

No eran previsiones, eran las promesas que Joan Laporta, Jordi Cruyff y Mateu Alemany le habían formalizado antes de las vacaciones a Xavi, que se fue a descansar convencido de que, ahora sí, podría dirigir por primera vez un Barça competitivo, renovado y de nivel, muy lejos de esa realidad que finalmente admitió, como había hecho antes Koeman, de un vestuario que no daba para más.

La única solución de Xavi, lo mismo que cuando llegó con la temporada en marcha y el equipo dando bandazos, fue pedir fichajes y más fichajes, fruto del descontento con un equipo que primero iba a salirse de la tabla y del que después hubo de reconocer su decepción y malestar.

La verdad es que también Laporta se sintió decepcionado con el balance del equipo pero también con Xavi cuando, tras desaparecer el efecto espumoso de su llegada, se apagó su carisma y empezó a multiplicar las excusas y las quejas, echándole toda la culpa a los jugadores, eliminando cualquier autocrítica de la ecuación y exigiendo cambios profundos en el vestuario para asegurarse estar en condiciones de competir al máximo nivel esta nueva temporada.

Sin llegar al enfrentamiento, lo cierto es que se han distanciado. El presidente cree estar realizando un esfuerzo supremo con el único propósito de darle buenos y mejores jugadores. Xavi, por el contrario, se impacienta porque teme volver el lunes a los entrenamientos y encontrarse con las mismas caras de siempre, un panorama que le disgusta y que le provoca la extraña pero cada vez más sólida percepción de en realidad Laporta no se ha tomado demasiado en serio la necesidad de rehacer la plantilla.

En vísperas de arrancar la temporada, cuando Xavi se ha reunido esta semana con Mateu Alemany, pues con el presidente no ha habido cumbre para evitar tensiones, ha sabido de primera mano que en realidad el club aún está pendiente de hacer los deberes atrasados de este curso que acaba, o sea de vender activos como los derechos de televisión por 200 millones para ponerle un parche a un presupuesto incumplido y al riesgo de ampliar las pérdidas en 150 millones más.

Por tanto, Xavi sabe ahora que sus fichajes tendrán que esperar a que surja alguna oferta interesante por el resto de los derechos de TV o por BLM, tener paciencia mientras se negocia, concreta, cierra la operación y busca la forma contable de traducir esa compensación por los activos en un ingreso que mejore, a los ojos de LaLiga, el margen salarial que por ahora es negativo en 144 millones.

Por tanto, el Barça se enfrenta a la necesidad de vender bajo una gran presión, con prisas y con Xavi llamando a Laporta cada cinco minutos para saber qué hay de sus fichajes.

El peor panorama posible, empeorado por esa especie de ‘guerrilla’ en la que se ha metido el técnico de Terrassa moviendo hilos en la prensa para que trascienda su malhumor y lamentos por la inacción de la directiva.

A Laporta no le habrá gustado para nada esta actitud ni esta forma de actuar, que no hace más que empeorar las cosas de cara a la afición barcelonista y a la opinión pública en general, dañando la imagen del club.

Lo que está por ver es si Xavi tiene verdaderos motivos para estar tan cabreado como parece, si Laporta le prometió fichajes y limpieza del vestuario para el próximo día 4 de julio o si sólo se comprometió a llegar hasta donde pudiera.

Al final, a Laporta se le fue la mano, como siempre, dejando volar esa imaginación de quien aún vive acostumbrado a la opulencia de otros tiempos y a que recurrentemente un tercero le solucione los problemas. De su ineptitud cuando se encuentra solo ante el peligro y de su condición de bocazas el resultado ha sido esta primera colisión entre presidente y entrenador que habrá que ver cómo acaba.

El retraso de Laporta en poner las cuentas al día es evidente y hará falta ver y comprobar si recupera el pulso de un club al que asestó un golpe mortal el año pasado, cuando se inventó 290 millones de pérdidas, además de negar el impacto de la Covid como causa principal del bajón de los ingresos.

Es directamente responsable, por tanto, del colapso que ahora le impide fichar y renovar el equipo, como quiere un Xavi que, también es cierto y demostrable, sigue viviendo de espaldas a la realidad que le toca vivir, insensible a la grave situación económica y a las dificultades reales para comprar y vender jugadores, también porque aplica una política de descartes y de exigencias que no ayudan en las actuales circunstancias.

Sea como sea, Laporta reaccionó ayer a esta nueva situación con el fichaje del que parece ser algo más que un entrenador para el Barça B, el del mexicano Rafa Márquez, en principio para sacar al filial de la modorra en la que ha vivido esta temporada. Quién sabe, sin embargo, si Laporta también ha pensado en él, un ex-futbolista con mucho carácter, oficio y experiencia, como un recambio de futuro para el primer equipo por si las cosas se complican o Xavi no acaba de estar lo suficientemente motivado y determinado a salir a por todas con lo que tiene.

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