Se encienden nuevas alarmas ante un cierre con más de 150 millones de pérdidas

Los peores presagios sobre la liquidación del ejercicio 2021-22 parecen confirmar unos números rojos de récord y de escándalo sin que las palancas de Laporta puedan ser activadas a tiempo de compensar una gestión negligente y descuidada

Cada vez resultan más preocupantes las informaciones que apuntan a un importante descenso de los ingresos esta temporada hasta una cifra por debajo de los 600 millones. Esta nueva realidad, de confirmarse, situaría el horizonte económico y financiero del FC Barcelona en una dimensión mucho más crítica, del todo insalvable contra la que no existiría palanca alguna en la cual apoyarse para salvar el peor curso de la historia del club, que en el ejercicio 2018-19 batió la plusmarca mundial de ingresos de un club deportivo con 990 millones.

Laporta se enfrenta a un escenario terrible que, en cuanto a la generación de caja, con independencia de los gastos, refleja la inacción e incapacidad de su junta directiva para corregir, tal y como se había prometido, la tendencia a la baja iniciada con la pandemia a partir de marzo de 2020. La progresiva reducción de esta parte del balance se materializó en un primer descenso a 855 millones la temporada 2019-20 y a 631 millones el último ejercicio cerrado 2020-21.

El presupuesto presentado a la asamblea en octubre pasado y aprobado por los socios creyendo en la palabra del propio presidente Joan Laporta, creyendo en el análisis y experiencia del vicepresidente económico Eduard Romeu (foto), creyendo la pericia y prestigio de Ferran Reverter cuando era el CEO del club y finalmente confiando en la recomendación de Jaume Guardiola, responsable de la Comisión Económica, fue de 765 millones. 

Por sus afirmaciones de entonces, no parecía que existiera una especial preocupación en alcanzar esa cifra más allá de solicitar, complementariamente, la aprobación de los socios para activar la venta del 49% de Barça Studios con la finalidad de obtener 50 millones para subvenir a las necesidades de los gastos previstos, de 784 millones, que sí excedían en 19 millones sobre ese cálculo.

Si se acaba consolidando esa grave deficiencia de 600 millones de entrada en relación con los 765 millones prometidos, la situación se agrava de un modo que va mucho más allá de la venta de Barça Studios, BLM o la cesión de derechos de televisión que, en su conjunto, se están vendiendo no para tapar el agujero de ahora sino como una herramienta para compensar las pérdidas de la pasada temporada con vistas a recuperar el margen salarial que hoy es negativo en 144 millones.

De entrada, sin embargo, Laporta no ha cerrado ninguna de esas operaciones, que van para largo, ni se han materializado traspasos impactantes más allá que el de Jutglà al Brujas por 5 millones, de los cuales se pueden utilizar 1,6 millones para la renovación prevista y pendiente de firma de Sergi Roberto. Tampoco se espera, en breve, que futbolistas como Frenkie de Jong puedan mejorar el panorama.

El drama que viene no tiene que ver con equilibrar los fondos propios negativos del club, como apuntaba el presidente en su plan de recuperación. La urgencia pasa por cerrar en primer lugar el roto imprevisto de este final del ejercicio, evaluado, según estas informaciones más pesimistas, en números rojos superiores, redondeando, a los 150 millones. 

En el avance de las cantidades  refrendadas por los socios en octubre el resultado de explotación era negativo de 19 millones, compensado por impuestos positivos para arrojar finalmente un beneficio mínimo de 5 millones y un Ebitda de 98 millones.

Las alarmas se han encendido como nunca en el Camp Nou, pues ese bajón de ingresos supondría estar por debajo del registro del curso pasado, cuando se estableció una marca muy pobre de 631 millones, explicable por el cierre del Camp Nou, el Museu y las Megastores a lo largo de toda la temporada, además de la moratoria concedida a más de 20.000 socios abonados. Los ingresos de la explotación del estadio bajaron a 25 millones por los 162 millones del ejercicio 2019-20 y los 212 millones de la 2018-19. Laporta, tozudo y obsesionado, sin embargo sigue negando la pandemia y culpando de todo a Bartomeu.

La tragedia, si se consuma en mayor o menor medida, pues la versión más optimista sitúa las pérdidas en 120 millones, proviene de la evidente ausencia de un plan para salir del hoyo. Laporta y su junta se felicitaron hace un año por haber encontrado la fórmula para endosarle al club, que no a Bartomeu, más de 400 millones de pérdidas ilusorias, envueltas en un discurso de acusaciones y amenazas contra la anterior junta, un show mediático con la idea de saciar esa venganza y ese resentimiento contra quien le ganó las elecciones en 2015.

De hecho, pese a la verborrea asamblearia, las pérdidas exageradas e injustificadas se las ha tenido que comer Laporta a todos los efectos legales y prácticos, el mismo presidente que las formuló, pues como consecuencia de esa enorme pitanza de números rojos el Barça apenas se puede mover hoy, indigesto y pesado como un Titanic que inevitablemente se hunde, eso sí mientras Laporta le exige a la orquesta que siga tocando como si nada.

Por más que se desgañite ahora, cuando ya es demasiado tarde, Laporta no posee el perfil ni el liderazgo de alguien con la suficiente visión, contactos, conocimiento, honestidad y sinceridad ante los socios como para reflotar la nave. 

El diagnóstico y la metáfora utilizada por Laporta en el último Senat también son incorrectos. Habló de haber recibido un club en la UCI y estar a punto de llevarlo a planta con la idea de poder hacer vida normal dentro de poco. La realidad de lo ocurrido proyecta una secuencia más bien inversa, pues la pandemia sí obligó a un ingreso hospitalario que, por falta de la atención médica correcta y debido a demasiados fallos clínicos, ha llevado al enfermo a la UCI y se diría que a un estado crítico que, si no mejora, puede acabar un estado terminal.

Hay que retrotraerse a la temporada 2014-15 para alcanzar niveles tan bajos de ingresos. No hay que ir tan lejos, sin embargo, para recuperar las promesas de Laporta una vez hubo liberado al club de las terribles garras de Bartomeu sobre una espectacular, inmediata y prospera recuperación económica. El horizonte azulgrana quedó completamente despejado de pandemias y restricciones, abierto a ese otro escenario de patrocinios, fichajes y títulos bajo la pancarta del ‘¡Hemos vuelto!’ y la victoria de quien electoralmente presumió de atesorar la mayor experiencia y talento exigidas para esta operación rescate. 

Hoy, más que nunca, las constantes vitales del Barça se parecen más a las del desaparecido CF Reus, muy lejos del club que, con Bartomeu, había llegado a ingresar 990 millones. 

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