Laporta lo arriesga todo en la asamblea del 17-O

Su CEO, Ferran Reverter, juega a aprobar unas pérdidas desorbitadas con el riesgo de que se le vuelvan en su contra

El presidente del Barça, Joan Laporta

Empieza la semana clave del mandato de Joan Laporta, con la asamblea del domingo de fondo y con el fuego social del barcelonismo avivado contra la herencia de Bartomeu. Es el resultado de un estudiado plan mediático y propagandístico perfectamente orquestado.

A los meses de filtraciones, amenazas, sospechas y acusaciones desde todos los flancos del laportismo periodístico, incluidos tertulianos y opinadores que no han cesado de amplificar el proceso de satanización del anterior presidente, la semana pasada se inició la cuenta atrás con la ‘deslumbrante’ presentación de la auditoría a cargo de Ferran Reverter, el CEO, rematada días después por el propio presidente, Joan Laporta, en RAC1, y las entrevistas que este domingo ha ido dando el vicepresidente Rafael Yuste. 

Esta semana, para culminar la puesta en escena, Laporta trama apropiarse de la mejor y más valiosa herencia de Bartomeu, la nueva generación de oro del Barça con Ansu Fati como reclamo y buque insignia. Con él o con Pedri, la otra joya de la corona, el presidente prepara una de esas renovaciones que quiere teatralizar como si fueran un gran fichaje. Un fichaje suyo.

Laporta quiere esa foto porque necesita enterrar para siempre cualquier relación o protagonismo de Bartomeu en el éxito de los canteranos. Fati y Pedri, junto a Araujo, Mingueza, el sorprendente Gavi, Nico o Yusuf Demir, además de Riqui Puig, representan meritoriamente el buen trabajo del staff del fútbol base, despedido y desmantelado hace apenas unos meses por Laporta y de un entrenador como Ronald Koeman, al que no le encuentra sustituto.

La sensación, sin embargo, es que Laporta tiene controlada esa asamblea en la que el socio será objeto de una ceremonia de la confusión y de una manipulación sin precedentes.  No hay guión ni argumentos que se sostengan, sólo el clamor contra el pasado, una política de correccional y de castigo, una inquina institucional desatada, sin límite, y un fragor de batalla que debería culminar heroicamente con la ‘ejecución’ de Bartomeu, al que se pretende condenar asambleariamente antes de enviarlo a la cárcel por alguna de esas imputaciones apuntadas desde el club.

El colaboracionismo de la prensa laportista es un factor imprescindible con el que se puede contar incondicionalmente. Baste como muestra, por ejemplo, que después de meses prometiendo la “due diligence” en la que se explicarían ‘todas’ esas presuntas conductas delictivas, irregularidades y fechorías anticipadamente celebradas, no sólo no se explica nada ni se presenta la “due diligence”, sólo un parte de la auditoría sesgada y manipulada, sino que el CEO anuncia que eso irá para largo.

O sea que no había nada que explicar más allá de una masa salarial insoportable con Messi (135 millones brutos) y que Coutinho, Dembelé y Griezmann no han demostrado valer en el campo lo que se pagó por los tres. A falta de noticia, la prensa puso el foco en Ferran Reverter, personaje ególatra y soberbio, que se puso la medalla de cerrarle el paso a Messi, y muy capaz de encandilar y de embaucar con facilidad a un público rendido y poco entendido en la materia, que aplaudió con las orejas el descuartizamiento final y definitivo de Bartomeu.

La realidad es que Reverter salió a hombros, pero con nuevos y poderosos enemigos, el propio presidente Joan Laporta entre ellos, comido por la envidia y por los aires repelentes de sabelotodo que se dio y se regaló en su “premier” ante la prensa. De ahí que Laporta se apresurara a desmentir esa imagen aparecida y repetida en todos los medios con Reverter en la tarima y el presidente muy por debajo suyo, en cierta pose y apariencia de inferioridad. 

Reverter no lo tiene tan fácil con la Liga de Fútbol Profesional (LFP), que sigue mosca con esas provisiones desorbitadas y tramposas, fuera de todo rigor contable y extremadamente sospechosas de haber sido fabricadas con el único propósito de generar beneficios financieros embusteros de cara a salvar los muebles en la primera temporada entera de Laporta. Pinta tan negro que sin el trilerismo de revertir las provisiones de Griezmann y de Trincao, de 25 millones, las pérdidas de la temporada 2021-22 se elevarían a casi 50 millones y eso sin los 165 millones de fichas de Messi y de Griezmann, que han aliviado la masa salarial enormemente, y con 50 millones de la venta de Barça Studios, otra solución de Bartomeu que Laporta se ha visto obligado a utilizar por falta de ideas propias y de un plan de negocio sólido.

A falta de nuevos y poderosos patrocinadores, Laporta no es capaz de sobrevivir este segundo año de mandato sin trucos que Reverter ha confesado en su exposición de las cuentas gracias a que el auditor, Ernst & Young, le ha perdonado la vida. Aún así el auditor ha expresado su “escepticismo” respecto de las prácticas contables (provisiones infladas), dando a entender que se han visto obligados a aceptarlas por la imposición de la directiva. 

No están ni mucho menos aprobadas por la LFP en su totalidad como tampoco ese cierre parcial en dos bloques que Javier Tebas tiene en su mesa sin saber qué hacer con la espiral de locura en la que ha entrado Laporta.

Puede ocurrir aún que la LFP opine sobre concederse esas pérdidas gigantescas de 481 millones sin justificación o, aún peor, que la asamblea las apruebe dando por hecho que condenan a Bartomeu a galeras. Se equivocan, pues la imprudencia de Reverter puede acabar siendo la tumba de la junta directiva de Joan Laporta. 

Se mire por donde se mire, con la excepción de cobijarse en el “decreto covid” del Gobierno, el único responsable del cierre del ejercicio es la junta de Laporta. ¿Por qué, pues, ese empeño en complicarse su futuro y su aval yendo en la dirección contraria?

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