El pasado 23 de agosto, en plenas vacaciones, saltaba la “bomba” eclesiástica del año. El obispo de Solsona, Xavier Novell, había presentado su renuncia al báculo episcopal y el Vaticano se la había aceptado. ¿Por qué había dimitido este prelado, que había adquirido mucho eco mediático a causa de sus posicionamientos públicos a favor de la independencia de Cataluña y por sus polémicas declaraciones, profundamente retrógradas, sobre el matrimonio y la homosexualidad?
Desde el primer momento, saltaron las especulaciones para averiguar los motivos de su renuncia. ¿Estaba involucrado en algún escándalo sexual con menores? ¿Era gay y había decidido “salir del armario”? ¿El Vaticano le había obligado a presentar la renuncia por sus broncas con el movimiento LGTBI? Se aseguró, desde un medio como Religión Digital, que había sufrido una crisis de pánico vital, como la de la gimnasta norteamericana Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokyo, y que por eso había dimitido.
Cuando fue nombrado obispo de Solsona, en 2010, se destacó que Xavier Novell era el prelado más joven de Cataluña en acceder a este cargo. Ahora, se va con 52 años y, al parecer, quiere empezar una nueva vida, alejada de Solsona, de las misas y de la liturgia católica. Y es que tiene una novia formal, con la cual se ha ido a vivir, y ésta sería la causa de su repentina dimisión.
Esto es el que asegura el blog de información Germinans Germinabit, que acostumbra a tener información eclesial muy confidencial y que casi siempre la acierta. Esta es su versión del porqué de la renuncia de Xavier Novell: “El panorama se le había vuelto fatídico, vivía momentos de soledad y desánimo, y es en esos momentos en que a muchos sacerdotes en situaciones similares, se les aparece la chica o la mujer milagrosa que ofrece ilusión y esperanza en medio de tanto desasosiego. Es un clásico, así han caído muchos sacerdotes, algunos que también apuntaban muy alto, pero en situaciones de debilidad, no han resistido la tentación de una vida nueva, con aparentes bonitas motivaciones. Al menos ha tenido la delicadeza y prudencia de salir de su diócesis e instalarse en una ciudad de la que no era obispo. Salvo un milagro, la suerte está echada, se ha perdido una teórica gran promesa de la Iglesia catalana, no supo gestionar bien todas las cualidades que tenía y su inicial éxito mediático y acabó como un juguete roto, presa fácil para su actual novia”.
