¡Ya estamos vacunados!

¡A medias! A los que tenemos entre 60 y 65 años nos han puesto la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19 AstraZeneca. Los misterios de la política han hecho que nos vacunasen antes a nosotros que los que tienen entre 65 y 80 años. Informes de unos y contrainformes de otros han acabado provocando esta situación que sería cómica si no fuera por el cabreo que llevan los que pertenecen a la franja que de edad que se ha quedado sin recibir la primera dosis y lo desean.

No es la peor ni la única incongruencia y tontería que hemos visto y oído en relación a la vacunación. El premio al peor desatino se lo llevo de momento el secretario de Salud Pública de la Generalitat, Josep Maria Argimon, que hizo unas declaraciones en las que anunciaba que estos días se vacunaría menos porque las enfermeras necesitaban descansar un poco en semana Santa. Tiene 63 años y supongo que lo han vacunado ya. No sé si antes o después de Semana Santa. Sigue en el cargo.

Muchos hemos tenido molestias diversas después de asumir la primera dosis. Dolor de cabeza, en el brazo pinchado o las articulaciones, fiebre, cansancio, ganas de vomitar… que al cabo de unos cuantos días son ya historia. Nos dicen que los alemanes o los holandeses no se fían de los efectos secundarios de AstraZeneca. Y ahora resulta que lo que antes no era recomendable para mayores de 65 años parece que ahora no lo es para los menores de 60.

Que la farmacéutica medio británica medio sueca que fabrica esta vacuna le haya cambiado el nombre de AstraZeneca por el de Vaxzevria tampoco ayuda a difundir confianza entre los que la llevamos dentro del cuerpo. Confiemos en la ciencia, nos dicen. Y lo hacemos, pero no ganamos para sustos.

También nos dicen que esta vacuna no previene del todo contra el contagio pero que si se produce los efectos de la enfermedad son menos graves que en personas que no se la han puesto. ¡Eso que tenemos! Nos sentimos un poco privilegiados pero haríamos bien en mirar a nuestro alrededor y ver que no podemos ignorar una realidad donde el ritmo de vacunación es muy lento, tanto aquí como en todas partes, sobre todo en los países del Sur, y que la ola de contagios no amaina pese a que la población mayor parece cada vez más protegida.

Se agradecen gestos como el de la Comisión Europea pidiendo a los países que forman parte de ella y que tienen una cantidad elevada de vacunas reservadas transfieran una parte a los países que tienen menos. Y quedan retratados los países -¿por qué Austria siempre queda mal en estas fotografías?- que se niegan a ejercer esta solidaridad.

Solidaridad que no es altruista. Mientras haya gente sin vacunar en cualquier rincón del mundo no estaremos seguros. De hecho, mientras no asumamos que la lucha contra las pandemias pasa por la lucha contra el cambio climático, la deforestación, las granjas animales intensivas o los desequilibrios brutales de riqueza entre personas y países no lo estaremos nunca.

La segunda dosis dicen que nos la pondrán dentro de doce semanas. No podemos vivirlas cruzados de brazos.

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