Tropezar tres veces con la misma pandemia

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. No les falta razón. Y tres veces. En días prenavideños, tropezamos con la tercera ola de la misma pandemia. El primer tropiezo se entiende; el segundo, hombre …; en el tercero, no hay excusas. La sensación de indefensión, por impotencia, se multiplica al ritmo de los nuevos contagiados. Y nuestros políticos mantienen intacta la cantinela del primer día: manos, distancia y mascarilla. No rehúyo responsabilidades. El pájaro suele volar cuando le abren la jaula, y a menudo espiritadamente. Seguramente, me podía haber lavado más las manos, guardado mejor las distancias y haber usado y ajustando mejor la mascarilla. Seguramente. Pero, cansa verte culpabilizado día sí y día también por aquellos a quienes delegaste con tu voto la responsabilidad de la gestión política. Miren, si no saben más, háganselo mirar.

Mientras escribía este texto, escuchaba por la radio a la consejera Meritxell Budó cantando, como el martes lo harán los niños de San Ildefonso (si no se ha suspendido…), tediosamente, las nuevas restricciones. Todo, con la oportuna bendición del presidente (sin serlo) Pere Aragonés. Un dúo fantástico fruto de la nueva normalidad política. Cantaba las restricciones con la escasa convicción de quien sabe de antemano que con ello no vamos a ninguna parte y que la situación empeorará y que luego, nos emplazaba al 28 de diciembre -día de los Santos Inocentes-, seguiremos restringiendo. Resumiendo, después del detalle restrictivo, nos emplazaban una vez más a portarnos bien, y lo hace con ese tono paternal insoportable de siempre. Y luego saldrá la consejera Alba Vergés y reiterará su fórmula mágica: manos, distancia y mascarilla. Cansa, todo.

Ya lo hizo el expresidente Quim Torra tras recuperar las responsabilidades sanitarias, traspasar las culpas a los ciudadanos. Mientras Madrid ocupó la gestión sanitaria en la primera ola, la culpa fue siempre suya, pero recuperado el poder y en la segunda ola, la culpa mutó a los ciudadanos, que no cumplían con todo detalle las restricciones catalanas. En la tercera ola nada ha cambiado, y las responsabilidades son siempre nuestras. Resumen: los políticos hacen lo que pueden y los ciudadanos lo que quieren.

No soy nadie para decir cómo tenemos que afrontar la tercera ola de la pandemia, lo confieso. Pero, a la tercera fuera lógico esperar que hubiéramos aprendido alguna de las lecciones anteriores, pero parece que no. Aunque sólo fuera no buscar los culpables donde no están, y no rehuir responsabilidades. En según qué, queremos ser alemanes, pero no tenemos ni los políticos -aquí, en Cataluña, pero también en España, no hay Angela Merkel-, ni el dinero -allí se cierra todo, pero se compensan económicamente a perjudicaos- para serlo. Y si las vacunas no lo impiden y cae una cuarta pandemia, volveremos a tropezar.

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