LAPORTA, EL PRESIDENTE EMÉRITO (III)

La traición de Ferran Soriano, el ‘loco’ de la contabilidad, para una alianza contra el propio Barça

A punto de finalizar el segundo año de mandato (2004-05), el que acabaría siendo el presidente emérito del Barça, Joan Laporta, se había quedado sin Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, Javier Faus, Jordi Moix i Jordi Monés, buena parte del bloque aportado por Rosell a la candidatura ganadora de 2003 y los restos de una dirección económica y financiera deficiente, puesta en manos de un personaje que también con el paso de los años acabaría convirtiéndose en un ‘destructor’ implacable, Ferran Soriano, que no había dudado en traicionar a quien le había abierto las puertas del Camp Nou, Sandro Rosell, lo mismo que Marc Ingla. Rápidamente, ambos escogieron servir a quien más estaba dispuesto utilizar el FC Barcelona para sus propios intereses personales, abandonando la lealtad que se les suponía hacia Sandro y entregándose a los propósitos reprobables que Laporta tenía para el Barça.

Esa fue la génesis de una disputa permanente y de un conflicto que aún hoy perdura de fondo en el entorno del barcelonismo entre Rosell y el eje Soriano – Laporta, pues en aquella joven junta de 2003 sin la conspiración primera de Soriano y de Ingla a favor del presidente no habrían sido posibles los errores de bulto en la gestión que finalmente sumarían más de 100 millones pérdidas acumuladas entre las delirantes e imprudentes decisiones de ambos.

Para empezar, en las primeras reuniones de junta fue cuando Laporta y Soriano consiguieron sacar adelante resoluciones tan drásticas como votar en contra de presentar una acción de responsabilidad contra la junta anterior de Joan Gaspart primero y de Enric Reyna al final con a finalidad de rescatar los más de 100 millones perdidos como resultado de un mandato descontrolado e inconsciente.

Para sorpresa de Rosell y de los suyos, Soriano e Ingla, estuvieron de acuerdo en contradecir el principal eslogan de la promesa electoral de ‘levantar las alfombras’, votando como propuso Joan Laporta en dejar el pasado en paz y además permitir la primera genialidad de Soriano que fue incluir en las pérdidas de Joan Gaspart una de sus burradas contables como proceder a una devaluación de los activos, jugadores fichados por Gaspart que no servían para nada, para evitar pérdidas propias. Lo hizo en forma de provisión con cargo a las cuentas de Gaspart.

Pero eso acabaría saliendo exactamente al revés, pues Laporta fue de los que más forzaron la maquinaria electoral para avanzar las elecciones al día 15 de junio, lo que propició que, como regían los estatutos, la temporada 2002-03 se imputara a la junta entrante. Lo mismo que ha sucedido ahora gracias al voto de censura y a la temporada 2019-20, que cerrará la directiva que salga de las elecciones sin que sea posible exigir responsabilidades a Josep Maria Bartomeu.

Los más de 60 millones que se quiso ahorrar Soriano le fueron devueltos lógicamente porque había sido una decisión de la junta de Laporta y además con incidencia en la temporada 2003-04 por una sentencia de la que se hablará en otro capítulo.

En esa arrancada dirigida por el tándem delirante Láporta-Soriano también aprobaron convencer a la asamblea de aprobar un aumento de los abonos de casi el 40%, el más alto de la historia además de aprobar un mandato para lucir publicidad en la camiseta, algo que nunca antes de había planteado tampoco ni estaba, desde luego en el programa electoral.  No veían otro de modo de salir del atolladero económico en el que se habían metido por infringir la propia ley, intentar hacer trampas en la contabilidad, especialidad de Laporta y de Soriano, y desatender una de sus promesas electorales más atractivas y de mayor compromiso con los socios que les habían votado: levantar las alfombras por las sospechas y presuntas evidencias de que Gaspart había hecho de las suyas.

Habría que esperar a hacerlo en 2010, con el regreso de Sandro Rosell, ahora como presidente, pero para reclamar las irregularidades y los desastres financieros que se acumularían en ese mandato. Ferran Soriano aun sería responsable, en connivencia con Joan Laporta, de una serie de fracasos sonados y extraordinariamente perjudiciales para la economía y reservas del FC Barcelona, una figura que inspiraría con los años a Víctor Font a seguir su obra. Como en una película de terror, el club siempre parece estar indefenso.

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