‘Nostalgia de futuro’

Tras el 21D y desde su exilio bruselense, citando a Carles Boix, Clara Ponsetí -número tres de Puigdemont- tuiteaba: «Aún no hemos sobrepasado el 50% del voto y eso nos obliga a ser honestos: la ratificación de la declaración no ha llegado todavía. Mientras tanto, sin embargo, ya podemos restablecer el gobierno de las instituciones en casa».

Antes, justo después de las elecciones del 27S de 2015, el entonces candidato de la CUP, Antonio Baños, se expresaba en términos similares: «La declaración unilateral iba ligada al plebiscito; no se ha ganado, no hay proclamación». No obstante, según sus cálculos, aunque el sí no alcanzara el 50% de los votos, fue más numeroso que los contrarios a la secesión -excluyendo del no Cataluña Sí que Pot. Con este análisis, Baños creía entonces que el proceso podía seguir adelante, pero con otro ritmo.

Ahora, el bloque independentista -JxCat, ERC y la CUP- ha llegado al 47,5% (en 2015, 47,8%). Después de lo que ha llovido, no le retiraremos méritos; a pesar de los injustificables y vergonzosos porrazos, la retirada de empresas, los injustos encarcelamientos y los exilios, la ‘nostalgia de futuro’, como algunos llaman al proceso, ha ganado las elecciones, basta leer la prensa internacional para certificarlo. Sin embargo, ni antes ni ahora el independentismo sobrepasa la barrera del 50%. Y, desengañémonos, sin hacerlo, no se va a ninguna parte o, al menos, no se va a Ítaca, como era la idea.

En términos educativos, el independentismo no progresa adecuadamente, tiene que mejorar. Recuperando Baños, el proceso puede seguir adelante, pero con otro ritmo, y la unilateralidad ha quedado dañada. No vale correr porque el acantilado es rocoso. Al independentismo le conviene convencer a más gente, demostrar que no ha tocado techo. Aún debe hacerse perdonar la poca pericia demostrada en la aprobación de la ley del referéndum y la de la transitoriedad. Si quiere ensanchar el independentismo y cargarse de razones más allá de los Pirineos, debe gobernar bien y recordar que la mayoría de los catalanes lo que les preocupa ahora es, según el último CEO, el paro y la precariedad laboral.

Algún día Cataluña deberá desempatar con ella misma y salir del callejón sin salida en que se ha metido. La evolución del independentismo en los últimos años ha sido innegablemente extraordinaria, pero de un tiempo a esta parte o se ha estancado o ha tocado techo; al bloque independentista le corresponde averiguarlo. Por otra parte, los constitucionalistas, unionistas o bloque del 155 o llamémosle como se estime más oportuno, también deberán hacer sus cábalas. Con todo el viento a favor, aunque Ciudadanos ha sacado más votos y escaños que ningún otro, no suman para convertirse en una alternativa de gobierno. Con la elevada participación registrada, también deberán preguntarse si han tocado techo.

Mención aparte merecería si valiera la pena el descalabro del PP que, después de invocar el 155 y ruborizar a Montesquieu, ha protagonizado uno de los mayores ridículos que se recuerdan en política.

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