Feminismo, todavía

Hasta el último suspiro, Carme Chacón reclamó la igualdad entre hombres y mujeres; en la última entrevista, concedida en Miami a Caracol Radio antes de su repentino y llorado final, recordaba la política al presentador que si fuera ella quien condujera el programa cobraría un 25% menos que él por el solo hecho de ser mujer. Una injusticia contra la que ella y muchas otras mujeres y también algunos hombres han luchado sin desfallecer a lo largo de los años. Me quedo con ese recuerdo de la que fue la primera ministro de Defensa de España, aquella que mandó firmes al ejército español, y lo hizo embarazada; unas cotidianidad que en la España carpetovetónica todavía y tristemente sorprenden.

Como decía Carme, una mujer cobra un 25% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, y generalmente mejor. O, dicho de otro modo, una mujer tiene que trabajar 123 días más que un hombre para llegar a cobrar lo mismo. El desequilibrio también se produce en casa: las mujeres que trabajan fuera de casa destinan 4,5 horas diarias a cuidar a sus hijos, mientras que el tiempo que dedican los padres es de 2,9 horas. Y así podríamos ir vertiendo cifras y más cifras que en los diferentes ámbitos de la vida demuestran tozudamente la desigualdad que denunciaba Carme, y contra la que dedicó gran parte de su vida.

Al día siguiente de la muerte de la política una agente de la Guardia Civil pedía la activación del protocolo de acoso laboral por la actuación de un teniente que le abrió un expediente para ausentarse unos pocos minutos de su lugar de vigilancia para ir al baño porque le había bajado la menstruación de forma imprevista. Para más inri, los hechos ocurrieron el 8 de marzo, Día de la Mujer. Al volver del baño, el teniente la recibió con gritos y amenazas e inmediatamente le abrió el mencionado expediente. Los hechos, que tendrán la relevancia que le queramos dar, sirven sólo de botón de muestra del trabajo que en tema de desigualdades queda por hacer, en estos y en tantos otros ámbitos de la vida cotidiana.

Llegará el día, quiero creer, que las Carme de turno pasarán a la historia por haber hecho bien su trabajo, sin que sea relevante que hayan ocupado un puesto reservado hasta entonces y de manera incomprensible a los hombres. Quiero pensar que ese día se acerca, aunque la realidad se empeñe en demostrar a menudo lo contrario. Hasta que ese día llegue, tendremos que continuar como Carme, siendo feministas.

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