PDC o DPC (De Profesión Convergente)

Artur Mas, presidente del partido (supongo) y Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat en representación del mismo partido (por lo menos, un par de meses todavía) están en contra del nombre de esta organización. Ellos querían que se llamara Partido Nacional Catalán, pero los asistentes al congreso que ha enterrado la Convergència Democràtica de Jordi Pujol han preferido bautizarlo como Partido Demócrata Catalán. Los partidarios del PDC han sumado 871 votos y los del PNC se han quedado con sólo 657.

Es curioso que los máximos representantes de una formación política no estén de acuerdo con su nombre. Pero, vamos, ¡da igual! El nombre no hace a la cosa.

Los partidos que tienen un nombre que representa una ideología o un sector social concreto son cada vez menos. Se mantienen partidos socialistas en muchos países pero tanto esta etiqueta como la de socialdemócrata han ido perdiendo sentido y valor con el paso de los años. En algunos casos, como en Portugal, el partido conservador se llama socialdemócrata.

En Estados Unidos, ya hace mucho tiempo que el nombre de los dos grandes partidos que controlan el poder político no significa nada. Unos son demócratas (como los convergentes reciclados) y otros son republicanos (como los de ERC, pero en versión aún más de derechas).

El Congreso fundacional de los herederos del partido creado por Jordi Pujol en 1974 debe servir, según sus inspiradores, para que todas las personas que ahora tienen cargos institucionales no los pierdan tras las nuevas convocatorias electorales. A partir de ahora, el presidente de la Generalitat pertenece a un partido que no existía cuando lo invistieron. Como él, miles de militantes del nuevo PDC, la gran mayoría de los asistentes al congreso de este fin de semana, viven del sueldo público que reciben gracias a Convergència Democràtica de Catalunya.

Como el chiste, CDC no está muerta. Está mal enterrada. Para que alguien se haga cargo algún día de las deudas y sanciones judiciales que recibirá por la gestión corrupta de tantos años de nacional-pujolismo.

Hasta ahora, ser convergente garantizaba trabajo o subvención segura y estable. A partir de ahora se convierte en una profesión de riesgo. No son los primeros que entran en esta dinámica. Los socialistas ya hace tiempo que conocen este drama.

La profesión que cotiza al alza ahora es la ‘republicana’. Y Jordi Pujol que debe pensar que «el infierno está lleno de desagradecidos», como solía decir mi abuela.

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