El malo de la película

Es inexplicable la fascinación que provocan los malos. El ejemplo más claro es el exministro de finanzas griego Iannis Varufakis. Su presencia en Barcelona en una conferencia para hablar de Europa en el Born Centre Cultural desbordó las previsiones de los organizadores obligándoles a habilitar un nuevo espacio en el vestíbulo. Minutos antes de comenzar el acto la cola de gente rodeaba el museo mientras que en la sala ya no cabía ni un alfiler. Más de 1.300 personas, la mayoría gente joven, escucharon las propuestas del economista para construir otra Europa.

Varufakis no dijo nada nuevo. Criticó la falta de democracia y de inteligencia de las instituciones comunitarias que están llevando «a la fragmentación europea» a la vez que lamentó el daño que estas políticas han hecho a su país y al nuestro. Yo me quedo con el cómo lo dijo. Seguro de sí mismo, gesticulando con las manos y con una sonrisa burlona, se veía de lejos que todo lo que hacía estaba bien estudiado. Por un momento intenté imaginarlo con una melena rizada, pero me horroricé. Varufakis es como nuestro Romeva. Ninguno de ellos tiene un pelo de tonto.

Cómodo con el auditorio, el economista se dejó llevar y no ahorró comentarios irónicos para referirse a los burócratas de Bruselas. «El total es muy inferior a la suma de las partes», aseguró refiriéndose a su nivel intelectual, mientras que al ser preguntado por el Europarlamento reconoció que «como edificio es muy interesante». Sólo se le ablandó un poquito el tono cuando habló del mal trato recibido por Grecia. «Arrastrábamos cinco años de depresión y estábamos en bancarrota, pero nos dijeron que no, que las reglas son las reglas y el programa es el programa», explicó con sorna.

También se mostró dolido por la guerra sucia con que la troika respondió a la decisión del gobierno griego de convocar un referéndum. «Luchamos durante cinco meses, nos cerraron los bancos y manipularon los medios de comunicación para desacreditarnos e incluso así un 62% votó no. El referéndum fue un punto de inflexión pero, por desgracia, aquella noche nuestro gobierno se rindió», recordó. El final ya lo sabemos todos: que no sirvió de nada haber votado que no, que Varufakis dimitió y que la sumisión de Syriza a la Europa de los mercados ha hecho mucho daño a los partidos progresistas comenzando por Podemos.

Sin embargo, no todo está perdido, según el profesor Varufakis. Las cuatro crisis que azotan a la Unión Europea –la bancaria, la de la deuda, la de la pobreza y la de las Inversiones- tienen solución. Sólo haría falta democratizar las instituciones de la UE y poner en marcha un New Deal a la europea que estimule la inversión, acabe con la desigualdad y rebaje la deuda. Dicho y hecho. Se le nota la madera de líder que se sabe querido y odiado a la vez. A pesar de no pintar nada en el escenario político actual, Iannis Varufakis sueña con encabezar un proyecto paneuropeo que dé sentido a la UE. Como griego que es, también él tiene su Ítaca aunque vaya de malo de la película.

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