La dirección de Unió (UDC) se aferra a la victoria del sí sobre el no en la consulta interna de este domingo, aunque sea una victoria «pírrica», como dicen los derrotados, por tan sólo 125 votos de diferencia: 1.451 a favor del sí y 1.226 a favor del no, que suponen un 50,9% de partidarios de la propuesta de la dirección de Josep Antoni Duran Lleida y un 46,2% de los contrarios.
En el supuesto de que se hubiera impuesto el no, Duran Lleida se habría visto obligado a renunciar al liderazgo del partido, al frente del cual lleva más de treinta años, y probablemente esta histórica formación se habría colocado junto a Artur Mas en el Proceso soberanista. Con la victoria del sí, se agrieta la federación de CiU y sus dos socios cada vez están más cerca de concurrir por separado a las elecciones del 27-S. Las juventudes de Convergència (CDC) ya han pedido la disolución de CiU.
El secretario general de Unión, Ramon Espadaler, reconoce públicamente que «algunas cosas se han podido romper», pero, a continuación, se preguntaba si el que pone en riesgo la federación no es el resultado de la consulta interna de los democristians sino el pacto entre CDC y ERC.
La consulta interna de Unió corrobora que se trata de un partido minúsculo –han votado unas 2.600 personas, el 64,8% de la militancia–, pero muy influyente, que forma parte del gobierno de la Generalitat y que encabezó la lista de CiU en las últimas generales.
Si finalmente se rompe la federación, Artur Mas repescaria para la llamada lista del presidente algunas de las figuras de Unió que se han decantado por el no en la consulta.
