¿Quién pita al Club Bilderberg?

«Nuestro estado no obligará a nadie a venir. Por tanto, el inmigrante viene por iniciativa propia, sea por voluntad o forzado por unas circunstancias de las cuales el estado no es responsable directo. En consecuencia, el inmigrante deberá aceptar necesariamente nuestras normas de vida y tendrá que demostrar una voluntad de integración en el país que le ofrece acogida. Nadie es esclavo del estado. Cualquier persona, independientemente de su nacionalidad, puede irse cuando quiera si así lo desea». Un texto que encantaría a la clientela del Frente Nacional francés o del UKIP británico.

Sigue: «Se creará un organismo oficial que establecerá anualmente cuáles son las necesidades que el país no puede cubrir con su población y determinará el perfil de habilidades y conocimientos de las personas a las que se dará la posibilidad de optar a un visado de trabajo. La entrada de personas en nuestro país estará regulada y sometida a la concesión de un visado de trabajo, de estudio, de residencia, etc…, que establecerá claramente los deberes y los derechos de los inmigrantes y que tendrá una validez temporal, con posibilidad de renovación».

¿De qué Estado estamos hablando?: «La reciente gran llegada de inmigrantes extracomunitarios ha sido exageradamente masiva y promovida por las fuerzas políticas españolistas, con la intención de carcomer aún más la difícil situación del pueblo catalán cuando todavía no habíamos conseguido integrar a la totalidad, ni mucho menos, de la anterior oleada inmigratoria de origen español que llegó durante el franquismo. En las noticias siempre nos muestran a los subsaharianos que llegan a duras penas, medio ahogados, a las costas canarias o andaluzas, pero en Catalunya tenemos un porcentaje altísimo de inmigrantes latinoamericanos, y éstos, que hablan castellano, han venido en avión. Por ello, y especialmente en los momentos de crisis y paro creciente actual, es imprescindible cerrar las puertas a la llegada indiscriminada de más inmigrantes«.

Una perla: «Nuestras leyes deberán ser un paradigma de justicia, pero sin caer en la pusilanimidad. No se permitirá nunca que un inmigrante tenga preferencia frente a un nacional, como ocurre ahora con demasiada frecuencia en determinados ámbitos. En caso de que haya que elegir, en igualdad de condiciones, tendrá preferencia el nacional«.

Este es el ideario de Catalunya Acció, una asociación que repartió 10.000 pitos en el Camp Nou para utilizarlos mientras sonaba el himno español en la final de la Copa del Rey, el pasado 30 de mayo. ¿Lo conocían quienes los usaron? ¿Han guardado en casa los silbidos que les regalaron?

Se me había ocurrido una cosa: pedir a estos culés que cogieran los silbidos y se fueran al Interalpen-Hotel Tyrol, en los Alpes austriacos donde se reunían los cabecillas de la elitista Club Bilderberg para protestar por su existencia y la forma como intentan dirigir el mundo en función de sus intereses egoístas. La reunión ha sido de los días 11 a 14 de junio.

Nadie les ha molestado.

¡Malditos silbatos!

(Una recomendación de lectura de verano: Los planes del club Bilderberg para España, de Cristina Martín Jiménez)

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