Ada Colau se merece la alcaldía de Barcelona

Con independencia de las simpatías ideológicas de cada cual, hay un hecho constatable: Ada Colau se ha erigido en el símbolo de la resistencia y de la lucha de las persones víctimas del paro y de la pobreza contra los abusos de la banca. Su tarea como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha sido, desde un punto de vista social y humano, valiente y encomiable y es justo reconocerlo.

La crisis de 2008 -de la cual todavía sufrimos las consecuencias- fue una gran estafa financiera y quienes han pagado el pato de este criminal desmadre son las familias que se endeudaron para comprar una vivienda en propiedad. Al pinchar el globo especulativo, millones de trabajadores han perdido sus empleos y, por lo tanto, muchos de ellos se han visto incapaces de poder hacer frente al pago de la hipoteca.

Durante los últimos años, el comportamiento de los bancos, y de las autoridades políticas que los han amparado, ha sido, en general, nefasto. Por un lado, han captado pasivo a marchas forzadas, engañando a los clientes de buena fe con todo tipo de productos tóxicos (participaciones preferentes, obligaciones subordinadas…) que después ha costado Dios y ayuda recuperar (los que han podido). Por el otro, han incoado, sin ningún tipo de piedad ni ninguna pizca de humanismo, miles de procedimientos de desahucio contra personas indefensas y sin recursos.

El cierto es que hoy no hay ningún banquero facineroso en prisión y, en cambio, hay un montón de familias que han perdido su vivienda. Con el agravante que la legislación del Estado español no contempla, de manera explícita, la dación en pago y, por lo tanto, las personas desahuciadas continúan manteniendo vivo su préstamo con la entidad bancaria que se lo concedió para comprar la casa.

La injusticia es tan escandalosa e hiriente que la intensa actividad desplegada por la PAH para hacer frente a los abusos de la banca tiene un mérito extraordinario. No sólo con la organización de concentraciones para impedir, con las armas de la solidaridad y de la desobediencia civil, la ejecución de los desahucios. También con su incansable tarea mediadora y negociadora con la banca y las administraciones públicas para buscar soluciones para las personas que estaban a punto de perder la vivienda o con la liberación de pisos vacíos para que las familias sin techo encontraran un cobijo digno.

Ada Colau ha sido una de las adalides de este ejemplar movimiento cívico en defensa de los derechos humanos y contra la prepotencia de la banca y de su aliada, la clase política. Por eso, ahora que ha decidido dar el paso y presentarse como candidata a la alcaldía de Barcelona, es necesario que todas las personas de buena voluntad, con ideales y con el sentimiento de fraternidad a flor de piel la apoyamos.

No son las siglas partidistas: ¡es el espíritu!

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