La hoja de ruta elaborada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) que se tiene que discutir en la próxima reunión plenaria de esta entidad, el próximo día 5 de abril, ha desatado un ataque de histeria en las filas de la ‘Brunete’ mediática y en destacados líderes del PP y Ciutadans. El diario ABC ha llegado a proponer la ilegalización de la ANC, mientras que un periódico tradicionalmente ponderado como El País también ha caído en la trampa de satanizar a esta asociación. ‘Keep calm‘.
La Asamblea Nacional ha sido el catalizador de la oleada independentista que vive el país y su éxito más sonado ha sido, hasta ahora, la organización de la Vía Catalana del pasado 11 de septiembre. Pero, a diferencia de la Asamblea de Catalunya que funcionó en las postrimerías del franquismo y que fue capital en el proceso de recuperación de las libertades democráticas, la ANC no es una plataforma donde confluyen partidos, sindicatos y entidades cívicas del territorio. La ANC, presidida por Carme Forcadell, es la suma de miles de voluntades individuales sin ningún tipo de representatividad colectiva por ellas mismas.
Elevar su hoja de ruta a ‘dogma de fe’ es una ingenuidad que retrata quienes se lo tragan. Fijar la proclamación de la independencia el día de Sant Jordi del año que viene, la creación de una asamblea de diputados y alcaldes que asuma la declaración de la independencia o la ocupación de los puntos fronterizos y de las infraestructuras-clave por parte de las nuevas autoridades catalanas el día siguiente del «día I» son, sencillamente, propuestas escritas en una hoja en blanco, sin ningún otro valor ni trascendencia. Ya dicen que el papel (o el word) lo aguanta todo…
Hay que leer toda la hoja de ruta de la ANC y constatar que dos premisas previas para hacer avanzar la independencia son que «haya una mayoría social de ciudadanos que la quieran» y que «Catalunya consiga el reconocimiento como estado soberano por parte de la comunidad internacional». Ni una –a pesar de las interpretaciones sesgadas de las encuestas del CEO- ni otra están, por ahora, garantizadas.
En el mismo sentido, hay que lamentar el ataque de paranoia que se ha desatado en la cúpula de la ANC y en las redes sociales ante los falsos rumores de su supuesta ilegalización. Desgraciadamente, los extremos se retroalimentan y todos sabemos que, en tema de patrias, excitar los ánimos siempre es un mal camino.
