Que en un país que supera el 25% de población en paro sus dirigentes sean optimistas sobre el futuro de su economía es indignante. Que la tasa de desempleo suba unas décimas y que los responsables del Ministerio o la Consejería regional lo analicen positivamente es ya demoledor.
Desde sus cargos altamente remunerados con sueldos que seguirán cobrando una vez dejen el puesto la situación se ve muy diferente que desde la calle, donde millones de españoles siguen luchando día a día por sobrevivir. Cuando abandonen el gobierno no tendrán problema para encontrar trabajo, mírese lo bien colocados que están los ex ministros de los últimos ejecutivos, sean del partido que sean.
Me da igual hablar de los que mandan ahora, que ganaron las elecciones prometiendo importantes descensos del paro y que una vez en el poder se han limitado a culpar a sus antecesores de pintar una situación mejor de la que había, ante la cual se declaran presos; o de los que mandaron antes, que permitieron llegar a esta catástrofe y ahora arremeten contra sus sucesores, olvidándose de su parte de culpa en el asunto.
Mientras, los ciudadanos de a pie aguantamos reformas laborales que nos recortan los derechos, abusos de los empresarios, jornadas interminables para cubrir el trabajo de los compañeros que ya no están en la plantilla y cuyos puestos no se han cubierto…. Muchos callamos, temerosos de enfrentarnos al oscuro panorama de ingresar en las listas del paro. Otros protestamos y nos jugamos el sustento; pero ellos, los gobernantes, ven brotes verdes, una metáfora infame que no da ni para comer a las familias más necesitadas.
Hablar de «panorama esperanzador», «cifras positivas»… cuando más de seis millones de ciudadanos quieren trabajar y no pueden, es como mínimo dantesco. Sé que esta reflexión no aporta nada nuevo y que carece del mínimo interés; pero de vez en cuando es necesario desahogarse contra nuestros políticos y decirles que basta, que no jueguen a vendernos humo cuando no son capaces de hacer su trabajo. Esto o apuntarse a una manifestación, pero esta semana no me he enterado de ninguna con la que me identifique.
