JJOO 2020: se impuso el sentido común

Por si no lo saben –los medios oficiales se esmeraron en silenciarlo- distintas organizaciones sociales contrarias a la candidatura madrileña encaminada a celebrar los JJOO en la capital de España, convocaron las llamadas ‘Olimpiadas de la corrupción’. Parados, sindicatos, 15M, desahuciados e indignados de toda clase y condición se manifestaron en Madrid y Buenos Aires bajo la consigna de que ‘de llevarse a cabo los JJOO en el Estado español no solo deterioraría su economía sino que aumentaría la política de austeridad y de recortes impulsada por el Gobierno Rajoy‘. Rebautizaron a los JJOO con el apodo de ‘Los juegos del hambre’ para dejar muy claro que en ninguno de los supuestos posibles o imaginarios iban a generar empleo. «Es falso -afirmaron en su primer comunicado conjunto- que ‘Madrid 2020’, sede olímpica, iba a constituir una salida a la crisis económica», como mantenían falaz o cuanto menos alegremente algunos de sus defensores.

 

Por mi parte mantuve este razonamiento como propio. Para mi el agravamiento de la deuda que se hubiera producido con las olimpiadas constituía un hecho axiomático toda vez que los JJOO hubiesen originado una inversión generadora de más recortes en sectores básicos como la educación, la sanidad o la investigación. Se trataba, pues, de una conclusión de lógica elemental ya que el agujero financiero que hubieran provocado en las arcas municipales obligaría al Ayuntamiento de Madrid a pedir un rescate al Gobierno para pagar los costos de la inversión, calculados en un principio en 321 millones de euros aunque, históricamente, las cuentas presentadas por los candidatos acaban doblándose una vez concedidos los juegos. No debemos olvidar que, concretamente el 21 de julio de 2012, la prensa mundial anunció que ‘España había entrado en una situación límite‘. Los cimientos de su economía ya se tambaleaban, decían. Ni el recorte de 65.000 millones que pagó el pueblo para respaldar el rescate bancario logró calmar la desconfianza de los mercados. La impotencia del Gobierno era cada vez mayor. Rajoy se escondió como un perro maltratado por su amo. Una vez más delegó sus funciones en el Congreso a su fiel Soraya de Santamaría quien contestaba con evasivas todas las intentonas de obtener una visión oficial sobre la debacle por parte de diputados y periodistas.

 

El resto de cataclismos ocurridos hasta el día de hoy ya los conocen. Seis millones de parados, miles de familias sin hogar, hambre por doquier, las preferentes, los lanzamientos.., han conducido a España a una situación límite, sin salida, puesto que los ajustes y la reforma laboral no han servido para nada. Ante este estado de descomposición, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español emulando a Rajoy y a sus engañosos ministros, pretendió embaucar a la ciudadanía una vez más afirmando que una ilusoria encuesta realizada en agosto pasado, dio como resultado que el 91 por ciento de españoles secundaba la candidatura. Esta añagaza propia de malos estudiantes la reprodujo la editorial de La Vanguardia del pasado día 8 de septiembre. Su director, José Antich, escribió: «La decepción volvió a asomar en los rostros de los miembros de la delegación y en la mayoría de los españoles (91%) que apoyaban la candidatura». Pero otra encuesta realizada por varios periódicos on-line demostró todo lo contrario. El 90% no la respaldaban.

 

En Catalunya tres entidades independentistas ‘Ara o mai’, ‘Catalunya Acció’ y ‘Fundació President Macià’ formularon una campaña de boicot cuyo objetivo era evitar que la capital de España obtuviera los JJOO. Mi ideología libertaria no me ha impedido nunca manifestar en prensa escrita o en televisión que ‘Catalunya, mi país, es una nación ocupada’. Ahí están las hemerotecas que lo acreditan. Esta es la razón por la cual el pueblo cansado de tanto oprobio, abuso y explotación reivindique su liberación. Si se hubiese elegido Madrid como sede de los JJOO de 2020 Catalunya hubiera sido una vez más su forzoso socio capitalista porque, hoy por hoy, todavía no es independiente.

 

Son muchas las razones que el Comité Olímpico Internacional ha barajado para desechar Madrid como ciudad organizadora de los JJOO de 2020. El Confidencial revela seis: dinero mal empleado, seguridad disparatada, edificios sin usar, un país en bancarrota, rehenes de las entidades organizadoras y negocios parados. Yo de ustedes no perdería el tiempo buscando el periódico en Internet para leer su contenido. Los fundamentos que han impulsado al COI a no elegir Madrid son geopolíticos y económicos. El COI, consciente de que España no tiene ni sostén financiero ni credibilidad para acometer un acontecimiento de esta magnitud, ha considerado que la austeridad es una señal de debilidad e incertidumbre. Por una vez se impuso el sentido común. Los JJOO en Madrid solo tenían sentido para los cuatro políticos interesados en seguir apropiándose de nuestro dinero con nuevos medios a su alcance y para los meritorios deportistas que no supieron anteponer el malestar popular a su empeño sentimental.

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