Cualquier tipo de reivindicación social para dar la voz al pueblo, más allá de poner una papeleta arrugada o en blanco en una urna, cuenta con mi apoyo. Por eso participaré, supongo que como informador, tanto de la vía catalana cómo de la iniciativa para rodear La Caixa.
La última entrevista concedida por Carme Forcadell, de la Asamblea Nacional de Catalunya, y publicada en el Triangle, augura el éxito de participación en la cadena humana independentista de la Diada. Será la respuesta clara de buena parte de la ciudadanía al lío declarativo al cual nos somete la clase política a diario.
Yo, que nací durante la transición, he vivido siempre en una monarquía parlamentaria que nunca he entendido. Porque, si puedes escoger democráticamente quién te gobierna, también deberías poder elegir bajo qué sistema político tienes que vivir.
Como que más allá de las encuestas del CIS dudo que nadie nos pregunte si estamos de acuerdo o no con la monarquía, ni tan siquiera si aceptamos que esta sea representada exclusivamente por la familia Borbón, propongo la Vía republicana.
De punta a punta de España, de norte a sur y de este a oeste, para reivindicar voz y voto en esta decisión que ningún partido representativo del Estado se atreve a poner encima de la mesa.
Esta semana preguntamos en el Triangle sobre si se tendría que acusar los Duques de Palma de alzamiento de bienes por la venta del palacete de Pedralbes, costeado en parte por el Rey y reformado con el dinero público que Urdangarín recibió de los gobiernos balear y valenciano.
El 90% de las respuestas apuestan por el sí, porque harán negocio a costa nuestra. Un 5% considera que sí, porque se cubren las espaldas ante un posible embargo. Y un 5% no los acusaría, porque están en su derecho.
Si los resultados de la encuesta los pusiéramos encima un mapa de España, las líneas del AVE quedarían cortas para meter a la gente que participaría en la Vía republicana. Y eso que de kilómetros de alta velocidad, en este país, sobran.
