La venta de Barça Studios no es una palanca sino una tapadera

No hay ofertas ni interés alguno en asociarse con el club en una vía de negocio deficitaria, pero Laporta busca crear un escenario que justifique y haga necesaria la pérdida de la mitad del negocio de BLM

A estas alturas, cuando no ha pasado ni un mes de su incorporación al FC Barcelona como asesor externo en materia de televisión, Toni Cruz (foto), el ex-miembro de La Trinca fichado por Laporta para resucitar Barça TV, no debe estar demasiado satisfecho con lo que se ha encontrado y menos aún, inesperadamente, con la exigencia y las prisas por vender Barça Studios, incluido el canal azulgrana, junto a otros activos digitales por 200 millones.

Probablemente, sin embargo, antes caerán BLM, la “joya de la corona”, y el Museu, que ya se ha convertido en un objeto de deseo para Mediapro, que ese aglomerado de visionarios y de vendedores de humo en que se ha convertido un invento tan pretencioso e inútil como lo es Barça Studios.

De entrada, el planteamiento suena descabellado pues el propio club admite que esta es una vía de negocio deficitaria como lo ha sido siempre, excepto en dos periodos muy concretos de su existencia desde que el FC Barcelona suscribió en su día la creación de un canal propio de televisión. 

Nació como resultado de la venta de los derechos de televisión a Telefónica Media, por primera vez en la historia del club cedidos a un operador distinto a TV3, en medio de la primera batalla digital abierta entre el grupo Prisa, que ya había lanzado y puesto en marcha la primera televisión de pago,  Canal Satélite, y Telefónica, promotora de la plataforma Vía Digital, cada uno operando a través de un satélite comercial distinto y ambos poblando los tejados y paredes de medio país de antenas parabólicas.

Cuando al presidente de entonces, Josep Lluís Núñez, le propusieron promover Canal Barça y analizó los costes la respuesta fue rotunda en el sentido negativo, a menos que la infraestructura y los gastos corrieran de parte del operador. Núñez sólo aceptó crear Canal Barça si además de no suponer un gasto el Barça recibía una compensación añadida de 500 millones de pesetas.

Así fue cómo, a lo largo de los años, el club rentabilizó esa posibilidad hasta que los primeros ‘cazafantasmas’, héroes del power point y consultores de la industria del fútbol, Ferran Soriano y Marc Ingla, convencieron a Joan Laporta tras su victoria electoral en 2003 de que la externalización televisiva era una señal inequívoca de retraso, una muestra inequívoca de estrategias jurásicas arrastradas de la época nuñista. Concluyeron todos estos sabios recién llegados en que era imperdonable permitir que un operador ajeno al club controlara y se aprovechara de ese gran negocio.

Los tres no dudaron en arrebatarle a Telefónica la propiedad de Canal Barça a cambio de una compensación económica y felicitarse por la aprobación de un plan de modernización que habría de ser el negocio del siglo mediante la explotación autónoma y comercial del canal.

La historia dejó, tras esta decisión, un decepcionante balance de pérdidas continuadas y crecientes, insuperables a partir de que, además, Joan Laporta le regalase a Mediapro (Jaume Roures) lo que ya era Barça TV, firmándoles un contrato endemoniado y perverso, según el cual Mediapro era el único proveedor técnico del canal, consolidando esa fuga financiera que al club le costaba casi lo mismo que la Masia.

Fue Sandro Rosell quien, a la vista de aquel escándalo y dispendio, decidió el cierre, evitado “in extremis” por Mediapro, que ofertó por asumir la totalidad de los costes y el déficit estructural del canal a cambio de su control, pues el operador de Roures, que comercializaba la Liga a más de 130 países del mundo, necesitaba contenidos exclusivos para su promoción. Sólo entonces, hasta la extinción del contrato firmado por Laporta con Roures, el Barça no volvió a seguir perdiendo dinero con su televisión.

Luego, vuelta a las andadas, ya con Bartomeu como presidente, al que sucesivos expertos y consultores y presuntos profesionales del oficio convencieron de realizar grandes inversiones, a futuro, en el invento Barça Studios. Su lanzamiento, prometiendo contenidos “premium” y una amplia gama de productos exclusivos a cambio de suscripciones de pago resultó uno de los mayores fracasos de la historia del club, no solo por la bajísima respuesta de los aficionados, sino también por las innumerables insuficiencias tecnológicas de la primea OTT azulgrana.

Los supuestos expertos aún hoy siguen explicando, como un cuento de hadas, que el FC Barcelona cuenta con el potencial de 300 millones de fans por el mundo dispuestos a consumir documentales, series, películas, reportajes y todo tipo de contenidos si la producción se vuelve lo bastante ambiciosa para competir en el mercado con las plataformas de primer nivel tipo Netflix, Disney, HBO o Amazon Prime.

Incluso realizan cálculos que apuntan a un futuro en el que Barça Studios puede llegar a facturar más de 500 millones. Una ilusión basada en el teórico éxito de “Matchday”, un documental sobre el día a día del primer equipo que, según las cuentas propias, dejó un beneficio de 1,9 millones. Si se analiza mejor y a fondo, el hecho de que Rakuten, uno de los productores, hubiera comprometido un pago superior a 7 millones por compra y distribución exclusiva a Barça Studios vino a compensar extraordinariamente los costes y a asegurar un margen que, sin embargo, no se corresponde con la realidad.

Si pudo realizarse “Matchday” fue porque los jugadores del primer equipo accedieron a participar, a cambio de más de dos millones y aun así se negaron a asistir al estreno y presentación del documental en el Liceu, iniciativa de Rakuten, porque no cobraban.

La lección práctica enseñó que no se puede contar con los jugadores del primer equipo para esas producciones, pues hay que ‘contratarlos’ a parte, como si fueran estrellas de cine, y que Barça TV, sin derechos propios sobre las competiciones oficiales, no llegará a ser nunca lo suficientemente atractiva como para generar abonados dispuestos a pagar por esa oferta en streaming. Gusta, y mucho, siempre y cuando sea gratis.

A Laporta, como hicieron con Bartomeu, le han vendido que este es un negocio con grandes expectativas y resultados, no garantizados y vinculados a acertar con el resultado de una gran inversión. La entrada de un “partner” ayudaría evidentemente a optimizar esos gastos de producción y a disponer de una orientación profesional en el sector, aunque no eliminaría los riesgos, ninguno, y mantendría la obligación de anticipar grandes costes de producción.

Sería una sorpresa francamente agradable y una inyección financiera tan necesaria como sorprendente que Laporta encontrara un socio interesado en el 49% de Barça Studios por 200 millones, como está sugiriendo la prensa, a la que se está filtrando la información después de no haber podido encontrar a nadie dispuesto a entrar en ese negocio por 50 millones a lo largo del último año. 

Más bien parece otra campaña mediática a la caza de alguna productora despistada e incauta o simplemente para la generación de un escenario en el que acabe siendo lo más sensato la venta del 49% de BLM, algo que por otra parte tampoco es tan sencillo si antes no se solucionan los graves conflictos surgidos con Nike. Pero esa es otra película, también de terror para  la dinámica del empobrecimiento a la que Laporta está llevando al club bajo la apariencia de estar conquistando el mundo. Es todo lo contrario.

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