El ‘Xavi’ de Sánchez

De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda hacer como que te vas, pero al final te quedas. Lo inició el entrenador del Barça, Xavi Hernández, que a finales de enero y después de perder ante el Villarreal anunció que dejaría el banquillo azulgrana el 30 de junio. Una dimisión por adelantado que, pese a que la temporada acabará en blanco, sirvió de acicate para el equipo y para el propio Xavi, que finalmente ha decidido quedarse y completar así el año de contrato que le resta. Siguiendo su ejemplo, el presidente del gobierno español y líder socialista, Pedro Sánchez, se cogía la semana pasada cinco días sabáticos para afrontar su dilema shakespeariano, irse o no irse La disyuntiva de Sánchez venía atizada por el acoso político, judicial y mediático que sufre de manera infame su esposa, Begoña Gómez. Como Xavi, Pedro ha decidido continuar.

Aunque creo que en las actuales circunstancias es bueno para el Barça que Xavi continúe y para España que lo haga Sánchez -la alternativa es Alberto Núñez Feijóo…-, y aunque he entendido las razones de los dos para tirar la toalla, no me parece demasiado profesional eso de especular sobre la continuidad de uno. De entrada, éste es un cartucho que sólo puedes usar una vez, y ahora ya lo han gastado; ni Xavi puede volver a decir que lo deja a media temporada en función de los resultados para levantar la moral de la tropa, ni Sánchez volver a deshojar la margarita shakespeariana, ya deshojada. Más allá de haber gastado los comodines, pienso que su uso o, en este caso abuso, resta credibilidad al personaje. Me he referido más de una vez aquí a la fábula, atribuida a Esopo, del pastor mentiroso, pero voy a insistir. Va de un joven pastor que cuidaba su rebaño de ovejas en las cercanías de un pequeño pueblo, de cómo un día se le ocurrió bromear a los habitantes del lugar gritando que venía el lobo, y que sus ovejas corrían peligro; los vecinos acudieron para ayudarle y se encontraron con que todo era una broma. Sin embargo, el lobo acabó apareciendo, y cuando volvió a pedir socorro, ya nadie le creyó, y el lobo se comió las ovejas y quién sabe si al mismo pastor. Pues eso.

El mismo día que Sánchez anunciaba que el último pétalo de la margarita deshojada en Moncloa indicaba que debía quedarse, el ministro principal de Escocia, Humza Yousaf, presentaba su dimisión irrevocable trece meses después de asumir el cargo, poniendo fin a la crisis que sufría su gobierno después de que Yousaf pusiera fin a su vez al acuerdo de coalición de gobierno que mantenía con los Verdes al término de días de recriminaciones entre ambas formaciones tras admitirse que no se alcanzará el gran objetivo de reducir las emisiones de carbono en un 75% en el 2030. La margarita de Yousaf terminó un pétalo antes que la de Sánchez… O la de Xavi.

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