«Llama la atención lo que se le permite hacer a Israel»

Entrevista Alejandro Pozo Marín

Investigador sobre conflictos armados, terrorismo y acción humanitaria. Colabora con el Centre Delàs d’Estudis per la Pau. Ha hecho investigaciones sobre conflictos armados, también en la Franja de Gaza y Cisjordania. Es autor de La guerra contra el terror. Ahora publica ¿Quién arma a Israel? (Icaria).

¿Quién arma Israel, pues?

 En términos cuantitativos y también cualitativos, se puede decir que, sobre todo, los Estados Unidos, a mucha distancia de cualquier otro país. En cualquier caso, cuando hablamos de militarismo solemos entenderlo cómo referido a armas físicas, pero hay mucho más. El apoyo armamentístico es solo uno de los muchos que se le dan a Israel, en términos politicomilitares, que son complicidades, acuerdos comerciales y empresariales, alianzas… Los EE. UU. son el gran padrino, pero abundan las alianzas con otros países. En Europa destaca mucho Alemania, en todos los aspectos, incluida la transferencia física de armamento, tanto vendiendo como comprando. Porque Israel también necesita vender para alimentar su propia industria. Entre sus clientes destaca mucho India, seguida por Azerbaiyán y las Filipinas.

¿Qué lugar ocupa España en este mercado?

 Ocupa un lugar bajo en cuanto a volumen económico, de exportación de armas, las que van de España a Israel. Su posición es mucho más significativa en importaciones y acuerdos comerciales entre empresas españolas y de Israel, para acceder al mercado español y también a terceros.
  

Hablando de armas físicas, ¿cuáles son fundamentalmente las que se proporciona a Israel? ¿Pesadas, ligeras, auxiliares… Todas?

 De casi todas las categorías, sobre todo munición de todo tipo. Recientemente, España ha exportado vehículos a Israel para, después de algunas modificaciones, reexportarlos a las Filipinas. Una operación de volumen económico significativo. Pero hay también mucha transferencia de componentes, que se utilizan en la fabricación de elementos más grandes. Incluso hay productos que se exportan a Israel, se transforman y después vuelven a importarse a España. Hay que entender que las exportaciones e importaciones, lo que cruza fronteras, es solo una parte del negocio total. Muchas armas israelíes son fabricadas en España por filiales de empresas israelíes o por empresas españolas con transferencia de tecnología israelí. Otras no tienen por qué fabricarse ni en España ni a Israel. Se pueden manufacturar en países terceros.

El hecho de disponer de armas nucleares, ¿define Israel como un destacado halcón del armamentismo global?

 No lo reconoce oficialmente, pero Israel es uno de los nueve países que se identifican como poseedores del arma nuclear. El rol de Israel en el mercado mundial de armas es de primera categoría. En particular, de productos específicos, como pueden ser drones, misiles, lanzacohetes…, e incluso tanques. Por ejemplo, el misil Spike que tiene España también está en unos treinta países de los cinco continentes. Este producto, que se fabrica en España a través de una filial israelí, también se hace en Alemania. Los EE. UU. pidieron a Israel que el Spike fabricado en Alemania pudiera ser enviado z Ucrania. Cosa a la cual, por cierto, Israel se negó.

¿Se puede trazar alguna línea roja entre armas especialmente nocivas y las, digamos, estándares, o todas son igualmente condenables?

 Sí, pueden discriminarse. Hay una crítica general a las armas israelíes por su valor añadido, en términos de tecnología de vanguardia y atractivo militar, porque están probadas en combate. Este factor es muy importante: es una cosa que se puede ver en las mismas webs, en las tiendas de armas, a las ferias. Toda feria como es debido dispone de muchos expositores de compañías israelíes, porque sus productos no están solo testados en laboratorio, sino también en combate. Esto que desde un punto de vista de derechos humanos puede ser una cosa horrorosa, desde la perspectiva militar tiene atractivo. Las armas israelíes disponen de un valor más elevado, no solo por su tecnología asociada, sino porque están testadas sobre el terreno. Entre estas hay algunas particularmente controvertidas, como los llamados drones suicidas, que son portadores y munición: denominados loitering (rondador), detectan objetivos y se lanzan contra ellos. Una cosa que, como buena parte de las operaciones militares, se hace con inteligencia artificial. Estos drones suelen operar en grupo. Algunos son autónomos, deciden por sí mismos un ataque sin validación humana. Otros requieren esta validación, pero se suele hacer caso de lo que sugieren los robots.

¿Cuáles son las consecuencias que llaman más la atención de este apocalíptico despliegue de armas en Gaza?

 Cuesta encontrar alguna similitud con el desastre de Gaza. Para empezar, respecto al volumen de víctimas indiscriminadas. En cuanto a sexo, edades…, la mortandad relativa se asemeja mucho a los sectores de población en general. Sobre todo mueren niños, porque en Gaza hay muchos niños. Muchísimos de los ataques son indiscriminados. En un periodo de tiempo tan corto, en un espacio físico tan reducido, cuesta encontrar algún parangón en ninguna guerra del siglo XXI. Llama la atención que la gente no pueda escaparse. Tanto la abundancia de ataques indiscriminados como la imposibilidad de huir son muy visibles, todo el mundo lo sabe. Otra cuestión chocante tiene que ver con los crímenes de guerra. Hasta ahora, la práctica habitual ha sido: “Has cometido un crimen de guerra y me lo niegas; entonces intento probar que ha sido así”. En los primeros meses de la operación, Israel hacía lo contrario: “Israel dice que cometerá un crimen de guerra”, anuncia. Después pasa algo pareciendo a lo que has anunciado y, desde fuera, se intenta reinterpretar lo que va dijo. Lo más difícil a la hora de condenar los crímenes de guerra es probar la intención. En el caso de Israel, si lo han dicho es porque creían que podían decirlo. Llama la atención lo que se le permite hacer a Israel.

¿Por qué, pues, Israel amenaza, insulta y se mofa de la ONU y de cualquiera que cuestiona su conducta? ¿Su patente de corso procede de un victimismo muy engrasado, de su condición de pueblo elegido de Dios, quizás de la encarnación de su estado como uno más de los que integran los EE. UU.…? ¿O de todo esto y más a la vez?

 Resulta difícil responder a esto. Hay siete u ocho argumentos que se ponen sobre la mesa para intentar explicar este aval. Se me podrían acudir contraejemplos de cada uno. No solo es consecuencia de un cálculo electoral. Incluso hay que pensar que hay una cosa personal. Hay gente que decide en los EE. UU., hoy y antes, que creía que tenía que hacer esto, que era lo correcto. Presión, dinero, poder… “No seré yo quien cambie las dinámicas, porque esto tendrá un coste”, se piensa. Además, quizás me lo creo y, en todo caso, me conviene…

¿Una cosa que encaja con los tambores de guerra que están empezando a sonar alto y claro?

 Esto puede ser, simplemente, oportunismo. Es el momento idóneo para colar cosas que hace un año eran impensables… La guerra de Ucrania ha sido la ocasión. El rearme que se está propugnando no es solo cuestión de negocio, es también política. Cuando entregas armas a unos o a otros estás diciendo: tú eres mi aliado y tú no. Cuando se habla de complejo militar-industrial puede parecer una entelequia, pero en realidad existe mucho de esto. En lugares como Israel puede pasar que el empresario de armas y el político o el militar de alto rango sean la misma persona. No es solo corrupción, es parte del sistema. La militarización de la política y de la sociedad israelí es tan elevada que estos asuntos se consideren normales.

Dice Martín Alonso que asistimos a una “israelización” a escala global. ¿Compartes la idea?

 Israel es un modelo no solo en las armas, sino en la manera de utilizarlas, el control de poblaciones, la vigilancia… Modelo en muchas maneras de hacer. Cosa que para países que tienen minorías estigmatizadas y reprimidas les resulta atractivo, como modelo que funciona. Las Filipinas no solo importan armas israelíes, sino también maneras de hacer. En Marruecos también le interesa. En los muros fronterizos, incluido el de los EE. UU. con México, la marca israelí figura por todas partes. Todo esto, Israel lo sabe, lo vende y lo utiliza como instrumento de relaciones internacionales. El acercamiento de países árabes a Israel no es solo consecuencia de la presión de los EE. UU., sino una manera de acceder a su modelo. La contundencia represiva de Israel con la población palestina se ve con interés en muchos países.

(Visited 68 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario