¿Por qué los otros ‘heroes’ de la Masia no volverán al Barça?

Conmemoración del 40º aniversario de la Masía
Conmemoración del 40º aniversario de la Masía

Jordi Roura, Aureli Altimira o García Pimienta, alias ‘Pimi’, fueron algunos de los técnicos despedidos por Joan Laporta exclusivamente porque ya estaban al frente del fútbol base y del filial cuando accedió a la presidencia. Ese fue su primer y argumento básico para ejecutar una ‘limpieza’ de todo rastro del pasado. A medio camino de ese principio, a veces justificado, de rodearse de un staff de confianza al asumir un cargo de la relevancia de la presidencia del Barça, Laporta también le debía favores electorales a una serie de personajes, entre ellos a José Ramón Alexanko, elegido máximo responsable del fútbol formativo barcelonista.

El caso, sin embargo, es que nada más llegar, Ronald Koeman había puesto en la dinámica del primer equipo a jugadores como Gavi, Araujo o Pedri, además de Nico, Abde, Jutglà, Ilias Akomach, Òscar Mingueza, Ilaix Moriba, Balde, Arnau Tenas, etc. además de contar con Ansu Fati, desgraciadamente todavía con problemas con su menisco.

No se tuvo en cuenta que cada uno de ellos, luego titulares o traspasados a muy buen precio, eran el resultado de trabajo, talento, metodología, paciencia, aciertos -y también errores- de formadores con suficiente experiencia y éxito, tipo Roura, Altimira o Pimienta, como para garantizar la continua producción de jugadores de muy alto nivel.

Laporta prescindió de ellos, no de su herencia, por cierto, ni de los más jóvenes que ya habían sido reclutados y ‘escolarizados’ en las categorías de iniciación, niños apenas que hoy han llegado al primer equipo como Yamine Lamal, Pau Cubarsí o Héctor Font, junto a otros como Marc Guiu, igualmente seleccionado y activado como potencial futbolista del Barça por estos mismos técnicos que, indudablemente, han aportado un extraordinario valor al primer equipo. Tanto, que quizás estemos hablando de su salvación deportiva y hasta económica en buena parte, contrarrestando la torpe y desmadrada gestión de Laporta.

Sin duda es un error echar a estos otros héroes invisibles de la Masia, los que no salen en las portadas ni se llevan comisiones millonarias, pero que en definitiva descubren promesas y las convierten en futbolistas de primer nivel. Inquieta imaginar el trabajdo de volver a empezar si, como le ocurre a sus sucesores, trabajan con prisas y sin esa escuela propia de la Masia que también ha servido para la preparación y perfeccionamiento del trabajo de los técnicos y de los cazatalentos. Aunque tampoco rectificará porque sus prioridades siempre han sido otras diferentes de las del club, Laporta debería no haberlos despedido en su día ni haber fichado, en cambio, a Albert Benaiges, a quien rápidamente debió echar por sus denuncias por pederasta como profesor de instituto.

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