¿Por qué el Barça de Laporta no podrá evitar el colapso económico y financiero?

Marc Ciria

Marc Ciria, economista de referencia para el laportismo incluso en su peor versión, se ha visto obligado a reformular parcialmente su discurso en los últimos tiempos, a la vista de una realidad desastrosa, y ha empezado a posicionarse preelectoralmente sin saber del todo cuál sería su papel en un futuro escenario de urnas abiertas. Le gustaría, desde luego, que le rogaran liderar una candidatura, esa es al menos su calculada ambición, personalísima, pseudosecreta e impulsada por ese ego superlativo que se ha ido alimentando de la masiva adulación mediática de su figura a lo largo de ese tránsito desde final de la etapa de Josep Maria Bartomeu.

Introducido necesariamente en el circuito cerrado de los programas tradicionales y de los espacios de divulgación laportistas, a los que accedió por sus méritos y el apoyo incondicional en la campaña electoral perdida de 2015, lo cierto es en la convocatoria de 2021 Joan Laporta lo utilizó a favor de sus intereses, pero en ningún caso vio en a alguien potencialmente integrado en la estructura del club, ni como directivo ni como ejecutivo ni finalmente como consultor. Laporta no le teme ni como competidor electoral ni mucho menos como un foco de oposición o de crítica. Al contrario: dabe que desde esa atalaya suya demasiado elevada de sabiondo tecnócrata y de economista de salón no le puede causar le menor daño.

Y eso ha marcado su devenir en un entorno en el que mediáticamente le interesa seguir, pues indudablemente ese aparador beneficia a sus intereses e imagen profesional como financiero, un aprovechamiento lógico e inherente de la coyuntura; nada que no haga el resto de ese círculo del poder en el que consiguió entrar.

El problema es que ahora ha de conveniar su renovada postura y perspectiva sobre el fracaso de la actual junta, mientras contempla cómo el club se hunde irremediablemente en manos de un presidente déspota, caprichoso y ególatra, sin perder del todo esa inclinación laportista. «El club no puede ser la herramienta de unos pocos y debe ser de todos. He sido muy crítico con la gestión de Josep Maria Bartomeu porque estábamos perdiendo los valores del club. Estábamos en quiebra y todo el mundo lo sabía», decía, y sigue insistiendo en sus apariciones sin que nadie se atreva a preguntarle si ahora el Barça está peor que cuando entre él y otros muchos fomentaron el desgaste del presidente en 2020, y el voto de censura, y favorecieron el levantamiento laportista subsiguiente.

En sus apariciones aún se escuda en que «Jan era el mejor presidente para ese momento del club que necesitaba empuje y valentía, pero con un equilibrio financiero liderado por Reverter. Nos hemos quedado huérfanos de estas figuras más independientes y esto no es buena noticia para el club. Tenemos deberes. Hay 400 millones de euros que son de las palancas y de la venta extraordinaria del patrimonio que hemos ahorrado durante 125 años, pero gracias a este ahorro podemos seguir haciendo viable el Barça», decía hasta hace poco. Y no oculta, en declaraciones de la semana pasada, que «estamos en uno de los peores momentos económicos del club, con un déficit operativo de cerca de 300 millones de euros y una deuda global y obligaciones financieras más altas que nunca. La generación de recursos no llega a cubrir estas necesidades, de ahí que debas vender activos y patrimonio».

Las conclusiones de su propio relato definen las métricas económicas y financieras, efectivamente, como «uno de los peores momentos económicos del club», una forma de admitir la deriva, la pérdida de rumbo y la catástrofe de un mandato laportista que, en un tiempo récord, ha superado los volúmenes de la herencia sobre la que Ciria y el resto del aparato permitieron que el laportismo cayera como un losa sobre el Barça y su futuro.

Aun así, una de sus respuestas alude a que los activos y patrimonio del Barça han permitido su supervivencia en tiempos tan difíciles. La pregunta de hoy es cómo podría superarse, de pronto, otra situación de pandemia dejando de ingresar de golpe 200 millones en una temporada.

Se quiera o no, las reservas del bartorosellismo, y hasta del nuñismo, son las que han soportado este durísimo golpe, incluido el cómplice negacionismo de Marc Ciria, que es de los que, como mucho, se atreve a exigir hoy que a partir de ahora se hagan los deberes. Ya es tarde para evitar el colapso económico y financiero del Barça mientras Laporta siga liderando unos ingresos tan frágiles y unos gastos tan desproporcionados, lo cual es inevitable.

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