La Corporació, o sea TV3 más Catalunya Ràdio y otros canales satélites, también se han propuesto no dejar descansar en paz al expresidente Josep Lluís Núñez, a quien de pronto se ha propuesto desenterrar en un formato de documental en torno a su figura desde una mirada sesgada, manipulada y ciertamente anacrónica a través de un realizador que prácticamente aún no había nacido cuando Núñez gobernaba el Barça.
Viniendo desde TV3, el medio que lo amartilló y persiguió a lo largo de buena parte de su mandato, exactamente desde el 10 de septiembre de 1983, cuando empezó a emitir, no cabía esperar a estas alturas una aproximación al personaje neutral y ponderada.
El guión avanzado en la promoción de la docuserie ya deja entrever con absoluta claridad su inequívoca intención de presentar al expresidente como un exaltado enemigo del catalanismo, alguien que se sintió incomprendido, traumatizado, por el rechazo de burguesía azulgrana, enemigo del cartel convergente con el que le tocó convivir, obsesionado con hundir a Johan Cruyff y, finalmente, obligado a dimitir por sus antecedentes delictivos en los negocios hasta acabar siendo el empresario más buscado por los inspectores de Hacienda.
Es el retrato idealizado por el laportismo y por Joan Laporta, un personaje instrumentalizado por el pujolismo y desde las cloacas de la Plaça de Sant Jaume, sectores del poder que siempre vieron en Núñez un intruso, una especie de extraño que por una carambola electoral llegó inexplicablemente al palco del Camp Nou en 1978, contra todo pronóstico y sin el visto bueno de las familias de la tribuna principal del Camp Nou de toda la vida, las que habían decidido quien debía presidir del club en cada momento -mientras no hubo sufragio universal-, enriquecidas gracias a la industria del textil y herederas de un catalanismo reivindicado y construido sobre el victimismo azulgrana tras el ciclo del Barça de les Cinc Copes.
La presentación de la obra por parte de TV3 dibuja despectivamente el perfil de alguien que vivió una especie de drama personal por alcanzar la aceptación social que, según esta revisión televisiva, no le dio sus millonarios negocios como promotor y constructor.
«La lucha de un hombre por hacer del Barça el mejor club de Europa, pero sobre todo la lucha de un hombre por ser aceptado y respetado por la sociedad catalana, que nunca le reconoció del todo. Un personaje a medio camino de la comedia y el drama, de la legalidad y la ilegalidad, del fútbol y la política, de la moral y la ambición. Quizá por eso era el hijo de un aduanero», lo retrata TV3.
Participan más de 50 entrevistados, entre los que, desde luego, no figuran personajes del barcelonismo que pudieran ofrecer de su reinado en el Barça una perspectiva realmente más aproximada a la obra y el legado patrimonial más importante del primer siglo azulgrana, se mire desde cualquiera que sea la perspectiva. Muchos de los testimonios son damnificados de la gestión de Núñez, comprometida con la defensa de la independencia del club de los temibles poderes económicos, políticos, sociales y mediáticos que siempre tuvo en contra y que hubieran querido controlarlo. Aparecen en el documental bastantes de los personajes de ese entorno más tenebroso del Barça que, a la que ha podido, le ha hincado el diente al mucho dinero, poder e influencia que rodea el palco del Camp Nou.
Es evidente que, por la juventud de su director, Jordi Call, la pretensión es ofrecer «un retrato fresco e irónico de la Cataluña y España de finales del siglo XX. Un personaje inseparable de la historia de TV3, con quien los catalanes y catalanas han reído y llorado, a quien han criticado y aplaudido. La historia de un hombre todopoderoso que, sin embargo, nunca logró ser querido por la sociedad catalana».
Pero es la reiteración en la idea de ese fracaso vital de Núñez, en el que tanto se centra la miniserie, lo que hace sospechar que alguien detrás del autor ha teledirigido un guión más que discutible sobre los grandes momentos de su presidencia. No se entiende demasiado que se le relacione con la final de Basilea y no con la Copa de Europa de Wembley, que si se la quiere reservar en exclusiva a Cruyff debería contemplarse que Núñez lo mantuvo en el cargo contra el clamor popular de los socios que pedían su cabeza. También se pone el foco en el Motín del Hesperia, el secuestro de Quini o la presunta inestabilidad social tras el despido de Cruyff, que más bien habría que tratar como la mayor conspiración política jamás urdida contra un presidente del Barça puesta en manos de un agitador profesional y financiado por el pujolismo como lo fue Joan Laporta.
Lo cierto es que el descenso al infierno al que alude la serie fue una aplastante victoria electoral de Núñez en las elecciones de 1997 reelegido por aclamación incluso después de haberse negado a ser chantajeado por los agentes de Ronaldo. Explicar la historia del revés y mediante regates a la historia encaja perfectamente en la tradición de la Corporació (TV3 y lo que cuelga) de tantos años de manipulación y de seguir directrices contra unos determinados presidentes y a favor de otros. No es un mal momento para recordar que, en tiempos de Vicent Sanchis como director, el jefe de deportes cayó fulminado por censurar y tratar de impedir que un reportaje sobre la inocencia de Sandro Rosell pudiera emitirse. ¿Puede que el encargo de este reportaje sobre Núñez fuera de las últimas decisiones de Sanchis?
Lo que también puede pasar como reacción a este rescate repentino de la figura de Núñez es que la familia del expresidente se decida a publicar después de muchos años de descansar en un cajón sus memorias, un amplio repaso de sus días, actos y experiencias como presidente compilado por un periodista que, en su día, añadió a cada episodio comentarios y apreciaciones del propio Núñez. Sin duda, un contraste interesante.
